domingo, 30 de mayo de 2010

Dios Trinidad

AMOR-COMUNICACIÓN TOTAL




La Iglesia, la comunidad cristiana, tiene conciencia de que, si es verdad lo que el Nuevo Testamento dice, que Dios envió a su propio Hijo, que Dios habló por medio de su Palabra, que Dios se ha revelado en su imagen, quiere decir que Dios es una realidad comunicable. Los diversos títulos que se otorgan a Jesús expresan de diversas maneras que éste es comunicación de Dios. Como Hijo, es la comunicación de vida del Padre. Como Palabra, es la comunicación de sus designios. Como Imagen, es la comunicación de la estructura divina.

En estas expresiones hay una necesidad de expresar esta realidad: Dios no es alguien que no se comunica; no es alguien cerrado sobre sí mismo; no es alguien como estéril, muerto.

En los catecismos se decía: "Dios es el ser perfectísimo, absoluto, inmutable, simple, impasible". La Biblia dice otra cosa: Dios es amor, Dios es comunicación, Dios es donación, Dios no es un absoluto autosuficiente y cerrado, sino que es un absoluto de comunicación.

Si Dios es comunicación, si Dios es un absoluto de amor, es el amor total, perfecto, la comunicación total, perfecta. El ama eternamente, se comunica eternamente, habla eternamente, se refleja a sí mismo eternamente. «Luz, resplandor de la Luz». Todas las otras expresiones del Credo son otra forma de decir esto mismo: que la realidad de Dios, por sí misma, es comunicación, amor, donación, manifestación. Y lo es por su misma esencia, por su misma manera de ser.

Nosotros no tenemos por esencia ser comunicación. Somos seres mezclados de comunicación e incomunicación. Somos espíritu y materia; somos amor y egoísmo; somos cerrados y abiertos. Por eso tenemos momentos de comunicación y momentos de no comunicación; tenemos momentos de palabra y momentos de silencio; momentos en que hacemos hijos y momentos en que no hacemos nada, sino más bien devoramos los hijos de los otros, y los propios; tenemos una imagen, pero la imagen no representa adecuadamente lo que somos, y no acabamos de ser capaces de representarnos. Si pudiéramos comprender lo que puede ser un amor total, alguien que es todo amor; una comunicación total, alguien que es todo comunicación; una palabra total, que expresara todo lo que hay, comprenderíamos qué es la Trinidad: Tres en una misma realidad comunicada totalmente.

Son Dios tanto el Uno como el Otro y el Otro. Porque cuando la comunicación es total, todo lo que tiene el Padre lo tiene el Hijo, y el Padre no se queda con nada que no le dé al Hijo. El Evangelio de San Juan subraya esto: "No tengo nada que el Padre no me haya dado"; «todo lo que tiene el Padre me lo ha dado a mí»; «el Padre y yo somos una misma cosa»; "quien me ve a mí, ve al Padre".

Si pudiéramos imaginar un amor total, si pudiéramos darnos del todo al que amamos, de manera que yo fuese el otro, y el otro fuese yo, comprenderíamos lo que son el Padre y el Hijo y el Espíritu. El Padre es tan Dios como el Hijo, y el Hijo es tan Dios como el Padre; y el Espíritu que es la comunión que hay entre ambos, es tan Dios como el uno y el otro. No hay más. Es el amor total, la comunicación total.

Si, por un imposible, un papa dijese que dejáramos correr el creer en la Trinidad, tendríamos que dejar de creer en Dios. En un Dios que no sea Trinidad no se puede creer, porque sería un Dios cerrado sobre sí mismo; sería un Dios que no puede salir de sí mismo, que no puede interesar a nadie, que no puede entrar en relación, que no puede crear, porque ha de crear por su Palabra. ¿Por qué, hace unos años, estaba de moda hablar de la muerte de Dios? Porque un Dios que no sea Trinidad -y ahora la gente parece haber perdido el sentido del Dios trinitario, quizá porque no hemos sabido predicarlo- es un Dios que está muerto de hastío, de soledad, de esterilidad. Un Dios así no sabe qué hacer en toda la eternidad; es un Dios estéril que no puede hacer nada; no tiene actividad. Es un Dios muerto.

La Trinidad es la vida de Dios, y la vida es comunicación. Y nuestra dificultad ante la Trinidad se debe, sencillamente, a que tenemos una metafísica implícita de Dios, aunque la gente no lo sepa. Es la metafísica del ser estático, "cósico", que no nos deja captar que el principio de todo es la vida y que la vida es comunicación. Dios no es un absoluto de ser sino un absoluto de comunicación, de amor. La Biblia dice bien claro que Dios es amor. Pero parece que se nos ha gastado la palabra.

El Padre está toda la eternidad engendrando al Hijo. «Nacido del Padre antes de todos los siglos». Es tan eterno como el Padre, es la vida de Dios. «Dios nacido de Dios, Luz resplandor de la Luz». Esta palabra, «Luz», es de San Atanasio, y quizá es la manera más bonita de decir lo que es muy difícil de expresar. Entre la luz y su resplandor hay diferencia y no la hay. Quizá es la imagen que encontraban más aproximada: veían que la luz y el resplandor es lo mismo y no es lo mismo; es decir, la luz tiene una entidad en sí, pero hacia fuera es el resplandor. Es como si dijéramos «Dios hacia dentro» y «Dios hacia afuera». «Luz resplandor de la Luz, Dios verdadero nacido de Dios verdadero. Engendrado, no creado". Con esta imagen se quería combatir la concepción arriana. Se quería contraponer el nivel del «hacer» (fabricación de algo extrínseco) y el nivel del "engendrar" (que surge de la misma vida interna): la creación temporal y la generación eterna. El Hijo es «engendrado, no creado». El lenguaje es convencional, como siempre. También lo será después la oposición entre naturaleza-persona. Querían decir: al hablar de "engendrar" queremos expresar la generación eterna, y al hablar de «creado» nos referimos a la creación en el tiempo. Sólo las criaturas son creadas; la generación de Dios es eterna. El lenguaje es muy insuficiente, pero es la única manera que hay de intentar entrar en la inefable realidad de Dios.

Un principio de la teología trinitaria moderna es que "Dios se manifiesta tal como es y es tal como se manifiesta". A nosotros Dios se nos manifiesta realmente como Padre, Hijo y Espíritu. El Nuevo Testamento nos habla de los tres. Entonces, si se nos ha manifestado como Padre, Hijo y Espíritu, es que Dios es Padre, Hijo y Espíritu. Si no, el Nuevo Testamento sería un engaño. Dios nos habría engañado. Ninguno de nosotros puede decir: «yo me manifiesto tal como soy y soy tal como me manifiesto», porque mi capacidad de manifestarme es muy limitada. Yo sólo me puedo manifestar a trozos, por partes. Tengo la ilusión de pensar que sé más cosas de las que soy capaz de decir o expresar. Pero en Dios no pasa así: si El se manifiesta como Padre, Hijo y Espíritu, es que El es Padre, Hijo y Espíritu. Siempre como algo provisional, no del todo adecuado, ya que todas estas denominaciones no son más que aproximativas, y por eso en el Nuevo Testamento se dan distintos modos de hablar: Hijo, Palabra, Imagen, Resplandor... Lo importante es que con estas expresiones, tan imperfectas, lo que queremos confesar es la realidad de la encarnación y de la salvación, la diferencia entre un Dios personal y comunicativo y un Dios impersonal; entre un Dios vivo y un Dios muerto, reducido quizá a una ciega fuerza cósmica.

El cristiano cree en el Dios viviente, que vive en la vida trinitaria y que es capaz de comunicarnos su propia vida trinitaria con la comunicación del Hijo y del Espíritu.

JOSEP VIVES
CREER EL CREDO
EDIT. SAL TERRAE
COL. ALCANCE 37 SANTANDER 1986, págs. 78-83

sábado, 29 de mayo de 2010

Pronto será beatificada una joven de 18 años fallecida en 1990


Chiara “Luz” Badano, italiana, bella y deportista, pertenecía al movimiento de los Focolares





CIUDAD DEL VATICANO, miércoles, 6 enero 2009 (ZENIT.org).-



Pronto la Iglesia proclamará beata a una joven, fallecida en 1990 a los 18 años: se trata de Chiara "Luz" Badano.

Benedicto XVI aprobó la publicación del decreto que reconoce un milagro realizado por Dios gracias a la intercesión de esta muchacha italiana, bella y deportista, el 19 de diciembre.

Es el primer miembro del Movimiento de los Focolares, fundado por Chiara Lubich, que alcanza esta meta.

Maria Voce, presidenta de los Focolares, comenta que este reconocimiento "nos alienta a creer en la lógica del Evangelio, del grano de trigo que cae a tierra, muere, y da mucho fruto".

"Su ejemplo luminoso nos ayudará a dar a conocer la luz del carisma y a anunciar al mundo que Dios es Amor", añade la sucesora de Chiara Lubich.

Un descubrimiento: Dios es Amor

Esperada durante once años por sus padres, Chiara nació en Sassello, en el norte de Italia, el 29 de octubre de 1971.

A los nueve años encontró el Movimiento de los Focolares al participar con sus padres en Roma en el Family Fest, encuentro mundial organizado por esta realidad eclesial que tendría un impacto decisivo en los tres.

Era sumamente activa en el Movimiento Gen (Generación Nueva), de los Focolares, donde descubrió que Dios es Amor.

"Sorpresa" dolorosa

Tenía 17 años cuando un fuerte dolor en la espalda, que sintió durante un partido de tenis, provocó sospechas entre los médicos, quienes tras los primeros exámenes se dieron cuenta de que era cáncer de huesos.

Con el tiempo, se repitieron las hospitalizaciones y los tratamientos se hicieron cada vez más dolorosos. Después de cada "sorpresa" dolorosa, Chiara repetía: "Por ti, Jesús, ¡si tú lo quieres, yo también lo quiero!".

Pronto llegaría una de las pruebas más duras: Chiara perdió el uso de las piernas. Una dolorosa operación no sirvió de nada. El dolor era inmenso, y la joven deportista atraviesa un túnel oscuro. A una de sus amigas, confía: "Si tuviera que escoger entre caminar e ir al Paraíso, no tendría dudas, escogería ir al Paraíso. Ya sólo me interesa eso".

Chiara "Luz"

Su relación con Chiara Lubich, quien la llamaba"Luz" (Chiara Luce), se fue haciendo cada vez más intensa.

Cuando en el verano de 1990 los médicos decidieron interrumpir los tratamientos, pues la enfermedad era imparable, el 19 de julio, la joven informa a Chiara Lubich con estas palabras: "La medicina ha depuesto las armas. Al interrumpir los tratamientos, los dolores en la espalda han aumentado, casi no puedo moverme. Me siento tan pequeña y el camino que hay que recorrer tan duro... Con frecuencia, me da la impresión de que me sofoca el dolor. Es el Esposo que sale a mi encuentro, ¿verdad? Sí yo también repito contigo: 'si Tú lo quieres, yo también lo quiero'... ¡Contigo estoy segura de que junto a Él conquistaremos el mundo!".

Chiara Libich a vuelta de correo le respondió: "No tengas miedo, Chiara, de decirle 'sí', momento tras momento. Él te dará la fuerza, ten la certeza. Yo también rezo por ello y siempre estoy contigo. Dios te ama intensamente y quiere penetrar en la intimidad de tu alma y hacer que experimentes gotas de cielo. 'Chiara Luz' es el nombre que he pensado para ti. ¿Te gusta? Es la luz del Ideal que conquista el mundo. Te lo mando con todo mi afecto...".


Chiara falleció el 7 de octubre de 1990. Había preparado todo: los cantos de su funeral, las flores, el peinado, el vestido --blanco, de bodas--... Las últimas palabras que le dirigió a su madre fueron: "¡Sé feliz, yo lo soy!".

Su padre le preguntó si quería donar las córneas de los ojos, y ella respondió con una sonrisa de aprobación.

La causa de beatificación fue abierta en 1990 y el milagro reconocido ha tenido lugar en la ciudad italiana de Trieste.

En el momento del cierre de esta edición, su perfil en Facebook (Chiara Luce Badano) contaba con 2.675.

Por Jesús Colina

domingo, 23 de mayo de 2010

Con María…esperado Pentecostés

¿Cómo reconoceré la Espíritu Santo, Señora? Porque Él te dará la fuerza que necesites para cumplir la Voluntad de Dios.


Con María...esperado Pentecostés

Aquí te espero, Señora mía, en este punto de mi vida y unos días antes de Pentecostés para que tú, Madre querida, me enseñes, me expliques, me acompañes a recibir al que nos ha prometido Jesús…

Quiero encontrarte hoy Señora, mas, ¿dónde te busco?… mi alma comienza a susurrarte amorosamente un Ave María: Dios te salve, María, llena eres de gracia, el Señor es contigo… Sí, Madre, el Señor es contigo y eres llena de gracia… llena de gracia, esa gracia que enamora al mismo Dios, y ha sido sembrada en tu alma por el Espíritu Santo… tú le conoces bien, Señora, háblanos de El…

Y mi corazón te busca, y tú, siempre atenta, te llegas a mi alma y a mis sueños y me cuentas… me enseñas… me amas…

- Hija querida, para que tu corazón entienda lo que significa albergar al Espíritu Santo, lo primero y mas necesario es que sea un corazón de puertas abiertas… un corazón que espera, un corazón que confía mas allá de los límites, un corazón que pide a Jesús a cada instante “Señor, aumenta mi fe”…

- Es bien cierto Señora, tú has hallado gracia delante de Dios por tu oración silenciosa, perseverante, confiadísima, y por tus virtudes, delicadamente sembradas en el alma de quien debía recibir al Salvador del mundo, y aceptadas por ti con alegría, y vividas con fe, no como carga u obligación, sino como signo de amor… Señora, tú conoces bien al Espíritu… no en vano la Iglesia nos dice que eres su fiel esposa…

- Así es hija, el Espíritu llego a mí el día de la Encarnación como propuesta de amor… Y me inundó el alma… mi vida no fue la misma a partir de aquel día, es que las personas ya no son las mismas luego que El entra en sus almas…

- ¿Cómo es esto, Señora? ¿Cómo sabemos que El ha llegado a nuestra alma?, lo sabemos por fe, sí, que lo hemos recibido en el Bautismo y en la Confirmación, pero… ¿como nos damos cuenta en nuestra vida diaria, en la rutina, de que nos estamos dejando guiar por El o si hacemos oídos sordos a sus consejos, a las santas inclinaciones que sugiere a nuestra alma?

- No eres la primera que me hace esta pregunta… Hace ya tiempo me la hizo Tomas… sí, Tomas, el Mellizo, el Apóstol, el que no había creído cuando Jesús se presentó a sus compañeros…, pero ven, vamos a Jerusalén, así lo ves por ti misma…

Mi corazón cierra los ojos al mundo y te sigue, es una sensación hermosa, seguirte, adondequiera que vayas, seguirte, no hay camino más hermoso, María, no hay camino mas seguro…

Jerusalén se presenta ante nuestros ojos quieto y sin ruido, apenas está por salir el sol, uno que otro habitante va saliendo a sus diarias tareas, entramos las dos a la ciudad sin ser vistas… Llegamos a una construcción de dos plantas, que en nada se diferenciaba del resto de las viviendas… Allí se reunían los Apóstoles y algunas mujeres… Quizás era la misma casa en que se celebró la Ultima Cena, pero no quise preguntar…, era demasiado fuerte toda la situación, preferí seguirte sin preguntas…

Entraste, delicadamente, como entras en las almas de los que te aman, te sigo…, era el día de Pentecostés, la fiesta de la cosecha, la plenitud y la abundancia, habían transcurrido 50 días desde el Domingo de Pascua…, los Apóstoles estaban ya reunidos en oración en el piso superior…Te dedicaste a prepararles unos alimentos, te ayudé en lo poco que yo sabía, en realidad, solo atinaba a mirarte, extasiada… Cuando todo estuvo listo, subiste a alimentar a tus amigos, a tus hijos… y recordé como alimentas a todos tus hijos, proporcionando a tus devotos todo lo necesario para el cuerpo y el alma…

Los hombres habían hecho un alto en la oración y agradecieron tu gesto maternal… Cuando bajaste, noté que te seguía Tomas, el Mellizo… el hombre estaba un poco turbado y sus ojos denotaban una gran preocupación…

Señora mía- te dijo, y su voz rebosaba de amor y respeto- necesito preguntaros algo…

Dime hijo, te escucho…

Señora, bien sabes lo que me ha sucedido con el Maestro, cuando me negué a creer en su Resurrección… cuando se presentó ante mí yo me sentí avergonzado a causa de mi incredulidad y lo que más me dolió fue la expresión de sus ojos cuando me dijo “En adelante no seas incrédulo sino hombre de fe”… su mirada reflejaba dolor por mi falta de fe… Señora, no quiero fallarle de nuevo al Maestro, Él nos dijo que nos enviaría el Paráclito, el Espíritu Santo y yo… yo tengo miedo de no reconocerlo… tu sabes, Madre…

Madre… la palabra revoloteaba en el aire y lo perfumaba, sí Madre, Madre nuestra, Madre de la Iglesia, Madre que escucha y aconseja, Madre que calma y consuela… Madre

Tomas, hijo, no temas…-contestó la llena de gracia- no temas… tu corazón debe tener abierta sus puertas al amor de Dios, confiar… Él conoce tus debilidades, pero también conoce tu amor… solo pide, hijo mío, solo pide a Dios luz para el alma, luz para tu corazón, y el Espíritu te dará todo lo que pides y más, mucho más…

¿Cómo lo reconoceré, Señora?

Porque El te dará la fuerza que necesites para cumplir la Voluntad de Dios…

¿Cómo sabré que es lo que Dios espera de mí?

Hijo, lo que Dios espera de ti es que ames como Jesús te ama… el amor, además de mandamiento es camino, y es mandamiento porque es camino… ama, hijo, pero ama como Jesús te ama, con esa intensidad…. No esperes realizar grandes milagros u obras para sentir que estás cumpliendo la voluntad de Dios…. Se puede cumplir la voluntad del Padre en las cosas más sencillas, y se puede desobedecer al Padre también en las cosas más sencillas… La madre, cumple la voluntad de Dios amando, cuidando, alimentando a sus hijos, siendo su amiga y serena consejera…. El padre, cumple la voluntad de Dios protegiendo a su familia, velando por su unidad, siendo faro en las tormentas del alma, llevando calma y paz… un trabajador cumple la voluntad de Dios siendo fiel en su labor, respetando a los demás, buscando siempre la paz…

Tomas te miró con rostro aliviado, te abrazó con infinita ternura y vi como gruesas lágrimas surcaban el rostro del hombre… qué hermosa imagen me regalabas al corazón, Madre querida, un hombre que se abraza a ti y puede llorar… toda la angustia del alma, se transforma en lágrimas y caen sobre tu manto… Y retornan al hombre hechas consejo y camino…

Subimos nuevamente al piso superior, y Pedro comenzó nuevamente las oraciones… De repente vino del cielo un ruido, como el de una violenta ráfaga de viento, que llenó toda la casa, y aparecieron unas lenguas, como de fuego, que se repartieron y fueron posándose sobre cada uno de ellos… Todos quedaron llenos del Espíritu Santo y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les concedía que se expresaran…

Los hombres estaban entre maravillados y emocionados, y comenzó a escucharse el griterío de la gente que había llegado atraída por el ruido del viento y se agolpaba fuera de la casa… Los Apóstoles bajaron y se acercaron a las personas que allí estaban y comenzaron a proclamar las maravillas de Dios en distintos idiomas, así, cada uno de los presentes les escuchaba en su propia lengua nativa…

Tan opuesta esta escena a la de la Torre de Babel, donde el orgullo de los hombres provocó el nacimiento de las distintas lenguas y no podían entenderse… aquí, gracias al Espíritu, las diferentes lenguas no eran obstáculo para el mensaje, sino canal por el que llegar a todo hombre…

Tú, Señora mía, te quedaste arriba… yo te pregunté, tímidamente…

¿Y ahora, Madre?

Pues, acabas de presenciar el nacimiento de la Iglesia… Una Iglesia que proclama el amor de Dios en toda lengua y a toda cultura… Una Iglesia de puertas abiertas y corazón orante… una Iglesia que es cuerpo de Cristo… y, como todo cuerpo, tiene muchos miembros…

Explícame esto, Señora…

Hija, todos acaban de ser bautizados en el único Espíritu, y así lo serán los que vayan creyendo el mensaje de Jesús… pero cada uno tiene un lugar dentro del cuerpo Místico de Cristo… para que entiendas… un cuerpo no es solo ojos, o manos, o pies, eso no seria un cuerpo, un cuerpo esta formado por muchos miembros, unos mas notables, otros menos notables, pero todos igualmente necesarios y dignos… algunas personas piensan que porque no es evidente en ellos alguna habilidad especial, no pueden encontrar la voluntad de Dios para ellos, nada más lejos de la realidad… mira, no se trata de las cosas que se hacen, sino del amor con que se hacen…. Tiene mas mérito a los ojos de Dios una mamá que sirve un plato de arroz a sus hijos con infinito amor en la intimidad del hogar, que una persona que alimenta a diez solo para que los demás vean su generosidad…, no se trata de las escalas del mundo sino de las escalas de Dios ¿puedes entenderlo? Todos los bautizados han recibido un don especial del Espíritu Santo… Encontrar ese don, a veces dormido dentro del alma, es todo un esfuerzo, implica idas y venidas en el interior de uno mismo, pero luego de la búsqueda y del esfuerzo, el don despliega las alas… todas las personas son muy capaces para algo, según los dones del Espíritu, algunos serán favorecidos con el don de la sabiduría, otros de la inteligencia, otros de la fortaleza, otros del consejo, para otros habrá espíritu de ciencia y en otros de piedad, y para otros habrá un santo temor de Dios…, pero encontrar esos dones dentro del alma, supone un esfuerzo, nadie pretenda descubrirlos mágicamente… además, luego de encontrarlos hay que hacerlos dar fruto, pues recuerda lo que dijo Jesús “Al que tiene se le dará más y al no tiene, aun lo poco que posee le será quitado” se refería aquí a los dones del Espíritu…

Te acercas a mí, tu mirada me da paz, mucha paz… bajamos, la gente se agolpa a la puerta de la casa, salimos sin ser vistas… Un hombre reparó en ti y te reconoció, se acercó y te dijo…

Señora… Señora…

Me alejé para que hablaran solos… Cuando te retiraste, el hombre tenía la mirada como iluminada, y una sonrisa llena de paz… Los primeros devotos tuyos, Señora, los primeros sencillos y fieles devotos…

Volvemos juntas a mi realidad de todos los días… se acerca el domingo de Pentecostés, quiero esperarlo en oración y con las puertas de mi corazón abiertas, como tu me enseñaste… Debemos despedirnos…

-Gracias, Madre -susurra mi alma sin ganas de dejarte- gracias… cada vez que mi corazón te encuentra termina fortalecido, gracias…

- Nos vemos, querida, nos vemos en la misa de Pentecostés, te estaré esperando…

Vuelvo a mi realidad, mientras mi corazón te da el último abrazo y se despide de ti…

Tú susurras algo, que no alcanzo a escuchar… Me quedo con la duda ¿Qué dijiste María, que mi apuro no me dejó oír?… Un pensamiento me viene al corazón, quizás dijiste…“Hija, algún día comprenderás que no hay despedidas entre nosotras, que siempre estamos juntas, que siempre estoy a tu lado, aunque muchas veces, tu angustia, tu soledad, tu tristeza, no te permita verme”….

Amigo que lees estas líneas… espero que tengas un hermoso domingo de Pentecostés… que tu corazón se llene de fuerza para multiplicar los hermosos dones con que el Espíritu ha adornado tu alma…

NOTA:

“Estos relatos sobre María Santísima han nacido en mi corazón y en mi imaginación por el amor que siento por ella, basados en lo que he leído. Pero no debe pensarse que estos relatos sean consecuencia de revelaciones o visiones o nada que se le parezca. El mismo relato habla de “Cerrar los ojos y verla” o expresiones parecidas que aluden exclusivamente a la imaginación de la autora, sin intervención sobrenatural alguna.”

domingo, 16 de mayo de 2010

La Ascensión en la catequesis de Juan Pablo II

LA ASCENSIÓN DE JESUCRISTO

CATEQUESIS DE S. S. JUAN PABLO II






05-04-89.- La Ascensión: misterio anunciado

1. Los símbolos de fe más antiguos ponen después del artículo sobre la resurrección de Cristo, el de su ascensión. A este respecto los textos evangélicos refieren que Jesús resucitado, después de haberse entretenido con sus discípulos durante cuarenta días con varias apariciones y en lugares diversos, se sustrajo plena y definitivamente a las leyes del tiempo y del espacio, para subir al cielo, completando así el «retorno al Padre» iniciado ya con la resurrección de entre los muertos.

En esta catequesis vemos cómo Jesús anunció su ascensión (o regreso al Padre) hablando de ella con la Magdalena y con los discípulos en los días pascuales y en los anteriores la Pascua.

2. Jesús, cuando encontró a la Magdalena después de la resurrección, le dice: «No me toques, que todavía no he subido al Padre; pero vete donde mis hermanos y diles: Subo a mi Padre y vuestro Padre, a mi Dios y vuestro Dios» (Jn 20,17).

Ese mismo anuncio lo dirigió Jesús varias veces a sus discípulos en el período pascual. Lo hizo especialmente durante la última Cena, «sabiendo Jesús que había llegado su hora de pasar de este mundo al Padre..., sabiendo que el Padre le había puesto todo en sus manos y que había salido de Dios y a Dios volvía» (Jn 13, 1-3). Jesús tenía, sin duda, en la mente su muerte ya cercana y, sin embargo, miraba más allá y pronunciaba aquellas palabras en la perspectiva de su próxima partida, de su regreso al Padre mediante la ascensión al cielo: «Me voy a aquel que me ha enviado» ( Jn 16, 5): « Me voy al Padre, y ya no me veréis» (Jn 16, 10). Los discípulos no comprendieron bien, entonces, qué tenía Jesús en mente, tanto menos cuanto que hablaba de forma misteriosa: «Me voy y volveré a vosotros», e incluso añadía: «Si me amarais, os alegraríais de que me fuera al Padre, porque el Padre es más grande que yo» (Jn 14, 28). Tras la resurrección aquellas palabras se hicieron para los discípulos más comprensibles y transparentes, como anuncio de su ascensión al cielo.

3. Si queremos examinar brevemente el contenido de los anuncios transmitidos, podemos ante todo advertir que la ascensión al cielo constituye la etapa final de la peregrinación terrena de Cristo. Hijo de Dios, consubstancial al Padre, que se hizo hombre por nuestra salvación. Pero esta última etapa permanece estrechamente conectada con la primera, es decir, con su «descenso del cielo», ocurrido en la encarnación Cristo «salido del Padre» (Jn 16, 28) y venido al mundo mediante la encarnación, ahora, tras la conclusión de su misión, «deja el mundo y va al Padre» (Cfr. Jn 16, 28). Es un modo único de «subida» como lo fue el del «descenso» Solamente el que salió del Padre como Cristo lo hizo puede retornar al Padre en el modo de Cristo. Lo pone en evidencia Jesús mismo en el coloquio con Nicodemo: «Nadie ha subido al cielo, sino el que bajó del cielo» (Jn 3, 13). Sólo Él posee la energía divina y el derecho de «subir al cielo», nadie más. La humanidad abandonada a sí misma, a sus fuerzas naturales, no tiene acceso a esa «casa del Padre» (Jn 14, 2), a la participación en la vida y en la felicidad de Dios. Sólo Cristo puede abrir al hombre este acceso: Él, el Hijo que «bajó el cielo», que «salió del Padre» precisamente para esto.

Tenemos aquí un primer resultado de nuestro análisis: la ascensión se integra en el misterio de la Encarnación, y es su momento conclusivo.

4. La Ascensión al cielo está, por tanto, estrechamente unida a la «economía de la salvación», que se expresa en el misterio de la encarnación y, sobre todo, en la muerte redentora de Cristo en la cruz Precisamente en el coloquio ya citado con Nicodemo, Jesús mismo, refiriéndose a un hecho simbólico y figurativo narrado por el Libro de los Números (21, 4-9), afirma: «Como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así tiene que ser levantado (es decir, crucificado) el Hijo del hombre, para que todo el que crea tenga por él vida eterna» (Jn 3, 14-1 5).

Y hacia el final de su ministerio, cerca ya la Pascua, Jesús repitió claramente que era Él el que abriría a la humanidad el acceso a la «casa del Padre» por medio de su cruz: «cuando sea levantado en la tierra, atraeré a todos hacia mi» (Jn 12, 32). La «elevación» en la cruz es el signo particular y el anuncio definitivo de otra «elevación» que tendrá lugar a través de la ascensión al cielo. El Evangelio de Juan vio esta «exaltación» del Redentor ya en el Gólgota. La cruz es el inicio de la ascensión al cielo.

5. Encontramos la misma verdad en la Carta a los Hebreos, donde se lee que Jesucristo, el único Sacerdote de la Nueva y Eterna Alianza, no penetró en un santuario hecho por mano de hombre, sino en el mismo cielo, para presentarse ahora ante el acatamiento de Dios en favor nuestro» (Heb 9, 24). Y entró «con su propia sangre, consiguiendo una redención eterna: «penetró en el santuario una vez para siempre» (Heb 9, 12). Entró, como Hijo «el cual, siendo resplandor de su gloria (del Padre) e impronta de su sustancia, y el que sostiene todo con su palabra poderosa, después de llevar a cabo la purificación de los pecados, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas» (Heb 1, 3)

Este texto de la Carta a los Hebreos y el del coloquio con Nicodemo (Jn 3, 13) coinciden en el contenido sustancial, o sea en la afirmación del valor redentor de la ascensión al cielo en el culmen de la economía de la salvación, en conexión con el principio fundamental ya puesto por Jesús «Nadie ha subido al cielo sino el que bajó del cielo, el Hijo del hombre» (Jn 3, 13).

6. Otras palabras de Jesús, pronunciadas en el Cenáculo, se refieren a su muerte, pero en perspectiva de la ascensión: «Hijos míos, ya poco tiempo voy a estar con vosotros. Vosotros me buscaréis, y adonde yo voy (ahora) vosotros no podéis venir» (Jn 13, 33). Sin embargo, dice en seguida: «En la casa de mi Padre hay muchas mansiones; si no, os lo habría dicho, porque voy a prepararos un lugar» (Jn 14, 2).

Es un discurso dirigido a los Apóstoles, pero que se extiende más allá de su grupo. Jesucristo va al Padre (a la casa del Padre) para «introducir» a los hombres que «sin Él no podrían entrar». Sólo Él puede abrir su acceso a todos: Él que «bajó del cielo» (Jn 3, 13), que «salió del Padre» (Jn 16, 28) y ahora vuelve al Padre «con su propia sangre, consiguiendo una redención eterna» (Heb 9, 12). Él mismo afirma: «Yo soy el Camino; nadie va al Padre sino por mí» (Jn 14, 6).

7. Por esta razón Jesús también añade, la misma tarde de la vigilia de la pasión: «Os conviene que yo me vaya.» Sí, es conveniente, es necesario, es indispensable desde el punto de vista de la eterna economía salvífica. Jesús lo explica hasta el final a los Apóstoles: «Os conviene que yo me vaya, porque si no me voy, no vendrá a vosotros el Paráclito; pero si me voy, os lo enviaré» (Jn 16, 7). Sí. Cristo debe poner término a su presencia terrena, a la presencia visible del Hijo de Dios hecho hombre, para que pueda permanecer de modo invisible, en virtud del Espíritu de la verdad, del Consolador (Paráclito). Y por ello prometió repetidamente: «Me voy y volveré a vosotros» (Jn 3. 28).

Nos encontramos aquí ante un doble misterio: El de la disposición eterna o predestinación divina, que fija los modos, los tiempos, los ritmos de la historia de la salvación con un designio admirable, pero para nosotros insondable; y el de la presencia de Cristo en el mundo humano mediante el Espíritu Santo, santificador y vivificador: el modo cómo la humanidad del Hijo obra mediante el Espíritu Santo en las almas y en la Iglesia -verdad claramente enseñada por Jesús- permanece envuelto en la niebla luminosa del misterio trinitario y cristológico, y requiere nuestro acto de fe humilde y sabio.

8. La presencia invisible de Cristo se actúa en la Iglesia, también de modo sacramental. En el centro de la Iglesia se así encuentra la Eucaristía. Cuando Jesús anunció su institución por vez primera, muchos «se escandalizaron» (Cfr. Jn 6, 61), ya que hablaba de «comer su Cuerpo y beber su Sangre». Pero fue entonces cuando Jesús reafirmó: «¿Esto os escandaliza? ¿Y cuándo veáis al Hijo del hombre subir a donde estaba antes? El Espíritu es el que da la vida, la carne no sirve para nada» (Jn 6, 61-63) .

Ya Jesús habla aquí de su ascensión al cielo cuando su Cuerpo terreno se entregue a la muerte en la cruz, se manifestará el Espíritu «que da la vida». Cristo subirá al Padre, para que venga el Espíritu. Y, el día de Pascua, el Espíritu glorificará el Cuerpo de Cristo en la resurrección. El día de Pentecostés, el Espíritu sobre la Iglesia para que, renovado en la Eucaristía el memorial de la muerte de Cristo, podamos participar en la nueva vida de su Cuerpo glorificado por el Espíritu y de este modo prepararnos para entrar en las «moradas eternas», donde nuestro Redentor nos ha precedido para prepararnos un lugar en la «Casa del Padre» (Jn 14, 2).

sábado, 8 de mayo de 2010

Las reliquias de santa Teresita visitan África para el Mundial de fútbol

Un club de jóvenes admiradores de la santa inicia la peregrinación

JOHANNESBURGO, viernes 7 de mayo de 2010 (ZENIT.org).-

Las reliquias de santa Teresa de Lisieux visitarán por primera vez Sudáfrica cuando este país acoja el Mundial de fútbol 2010.

Un comunicado de la Conferencia de Obispos Católicos del Sur de África anunció este miércoles que las reliquias estarán en Johannesburgo y sus alrededores del 27 de junio al 12 de julio.

El torneo internacional de fútbol se celebrará en esa ciudad sudafricana del 11 de junio al 11 de julio.

El comunicado indica que los jóvenes de la parroquia de San Francisco de Asís de Yeovil, un suburbio de Johannesburgo, dirigieron la iniciativa porque están “profundamente inspirados por la santa y su fe, y animados por su “caminito” espiritual, siendo ella una de las santas más jóvenes de todos los tiempos”.

Ésta forma parte de las muchas iniciativas promovidas y organizadas por la Iglesia católica en esa región durante el Mundial de fútbol.

El coro infantil de la parroquia de San Francisco está produciendo una canción original, Pass the Ball to Life (Pasa el balón a la vida, n.d.t.), para dar la bienvenida a las reliquias destacando el Mundial.

Las reliquias llegarán al país el 25 de junio y permanecerán allí durante seis semanas, viajando por las provincias sudafricanas de Limpopo, Gauteng, Free State, Cabo Oriental y Cabo Occidental.

Se anima a los peregrinos a seguir “La Ruta de Santa Teresa” a lo largo del país, en un itinerario que todavía está por cerrarse.

El comunicado expresa la esperanza de que las reliquias de la santa “inspiren a las personas, fortalezcan su fe, y nos desafíen a todos nosotros a vivir nuestra fe y seguir nuestra vocación como lo hizo santa Teresa”.

Más información: www.sttheresesouthafrica2010.com

sábado, 1 de mayo de 2010

Mayo: Mes de María

La Iglesia otorga este mes a María para conocerla y amarla más





Mayo es el mes de las flores, de la primavera. Muchas familias esperan este mes para celebrar la fiesta por la recepción de algún sacramento de un familiar. Ta
Mayo: Mes de Maríambién, Mayo es el mes en el que todos recuerdan a su mamá (el famoso 10 de Mayo) y las flores son el regalo más frecuente de los hijos para agasajar a quien les dio la vida.

Por otro lado, todos saben que este mes es el ideal para estar al aire libre, rodeado de la belleza natural de nuestros campos. Precisamente por esto, porque todo lo que nos rodea nos debe recordar a nuestro Creador, este mes se lo dedicamos a la más delicada de todas sus creaturas: la santísima Virgen María, alma delicada que ofreció su vida al cuidado y servicio de Jesucristo, nuestro redentor.

Celebremos, invitando a nuestras fiestas a María, nuestra dulce madre del Cielo.