sábado, 18 de diciembre de 2010

Reconocido un milagro atribuido a la intercesión de Ana María Janer


La fundadora de las Hermanas de la Sagrada Familia de Urgell será beatificada próximamente


CIUDAD DEL VATICANO/BARCELONA, domingo 12 de diciembre de 2010 (ZENIT.org).-


"¡La madre fundadora me ha curado!" gritó Ana Padrós el 9 de junio de 1951, caminando con normalidad tras levantarse de su silla de ruedas.

Acababa de rezar la oración del quinto día de la Novena en honor de la Madre Janer en la capilla del Asilo Municipal del Parque de Barcelona, regentado por las Hermanas de la Sagrada Familia de Urgell, donde residía.

El milagro fue reconocido este viernes oficialmente por la Iglesia católica, con la aprobación, por el Papa, del decreto de milagro de la venerable sierva de Dios Ana María Janer Anglarill, fundadora del Instituto de Hermanas de la Sagrada Familia de Urgell.

Este reconocimiento abre las puertas a la próxima beatificación de la religiosa, informa a ZENIT la postuladora de la causa de beatificación de Ana María Janer, la hermana María Pilar Adín Carreras.

La mujer que experimentó el milagro realizado por intercesión de la Madre Janer ingresó en el asilo conocido como "El Parque" en 1949, aquejada de una poliartrosis degenerativa inflamatoria.

La enfermedad, irreversible e incurable según el diagnóstico médico, le impedía moverse con normalidad hasta el punto de necesitar una silla de ruedas.

Además de la enfermedad degenerativa, la persona sanada padecía de enanismo, no sabía leer ni escribir y se encontraba sola porque había perdido a toda su familia.

Una hermana de la comunidad que regentaba el asilo, María Luisa Font Romeu, aconsejó a Ana Padrós que pidiera la intercesión de Ana María Janer Anglarill para conseguir su curación.

El 5 de junio de 1951, empezaba la oración de intercesión en la capilla y al quinto día sintió una fuerza que la impulsaba a arrodillarse y a ponerse de pie.

Los exámenes médicos posteriores constataron la recuperación funcional total de la señora, que desde entonces se dedicó a ayudar en la enfermería y en el comedor del Parque hasta su muerte, en 1964, de un infarto.

La intercesión de la religiosa logró una curación instantánea, duradera y completa e inexplicable a la luz de los actuales conocimientos médicos, de una poliartrosis degenerativa inflamatoria con grave y persistente sintomatología dolorosa y grave limitación funcional, reconoció el Vaticano.

Ana María Janer

Ana María Janer Anglarill nació el 18 de diciembre de 1800 en Cervera, en la provincia de Lérida, en una familia de profundas convicciones cristianas, y murió el 11 de enero de 1885 en Talarn.


A los dieciocho años, entró a formar parte de la Hermandad de Caridad del hospital de Castelltort de Cervera.

Las hermanas atendían a los enfermos y pobres del hospital e impartían clases y catecismo en el Real Colegio de Educandas de la misma ciudad. Después de profesar, recibió los encargos de
maestra de novicias y de superiora.

A petición de Carlos de Borbón, se hizo cargo de los hospitales de campaña de Solsona, Berga, la Vall d'Ora y la Boixadera durante la primera guerra carlista. Fue reconocida por los combatientes de los dos bandos como la "Madre".

Durante cinco años, dirigió la Casa de Caridad o de Misericordia de Cervera, que albergaba a niños huérfanos, jóvenes discapacitados y ancianos, y donde también se impartían clases para niños y niñas externos.

En 1859, aceptó la petición del obispo de Urgell Josep Caixal Estradé y estableció una hermanad de caridad en el hospital de pobres enfermos de La Seu d'Urgell.

El 29 de junio de 1859, fundó el Instituto de Hermanas de la Sagrada Familia de Urgell, dedicado a la educación cristiana de niños y jóvenes y a la asistencia de enfermos y ancianos.

Durante su vida tuvieron lugar veintitrés fundaciones. Con la revolución de 1868, numerosas comunidades fueron disueltas y las hermanas se dispersaron.

Pero en 1880 se celebró en Talarn el primer capítulo general que la eligió canónicamente como superiora general y en 1883 fue elegida vicaria y primera consejera general.

En la actualidad, el Instituto de Hermanas de la Sagrada Familia de Urgell está presente en once países: en España, Andorra, Italia, Argentina, Paraguay, Uruguay, Chile, Colombia, México, Perú y Guinea Ecuatorial.

Se trata de una presencia que se desarrolla en diversos campos de acción: escuelas, hospitales, residencias, misiones, parroquias, tiempo libre y otros apostolados compatibles con el carisma.

Ana María Janer dedicó toda su vida a atender a las personas marginadas de su tiempo: los pobres enfermos e incurables, los apestados, los heridos de guerra, los niños huérfanos y los ancianos solos.

Pasó sus últimos años en Talarn rodeada de alumnas y de jóvenes, y pidió morir en el suelo como penitente por amor a Cristo.

Su proceso de beatificación comenzó en noviembre de 1951. El 3 de julio de 2009, el Papa Benedicto XVI aprobó el decreto de virtudes heroicas.

Ahora, con la autorización de la promulgación del decreto de milagro, Benedicto XVI abre las puertas a la próxima beatificación de esta fundadora española.

sábado, 11 de diciembre de 2010

Argentina: “La Paz: camino para el cambio social”


Presentado un libro del Centro de Estudios de la Doctrina Social de la Iglesia


BUENOS AIRES, viernes, 10 diciembre 2010 (ZENIT.org).-


Con el título La Paz: camino para el cambio social, fue presentado el libro de María Alba Aiello de Almeida, en el Auditorio Don Orione de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Argentina.

Esta obra –informa a ZENIT Pablo A. Blanco, del Centro de Estudios de la Doctrina Social de la Iglesia Juan Pablo II (CEDSI)--, se enmarca en la colección editorial “Aportes para la transformación de la realidad”, del CEDSI, que edita Ciudad Nueva.

El 30 de Noviembre, ante numerosos asistentes, Franklin M. Obarrio, Carlos E. Ferré y

Guillermo Quesada presentaron el libro y a su autora. Moderó Nora M. Franco. La presentación contó con la adhesión del Instituto Argentino Jacques Maritain.

Los oradores destacaron el valor del libro “como aporte desafiante a la tarea de imaginar y proponer herramientas, actitudes, destrezas y prácticas concretas, que favorezcan el desarrollo de un comportamiento personal y social que aliente la construcción de la Paz”, informa Blanco.

Carlos E. Ferré remarcó “el compromiso personal y profesional de la autora a lo largo de los años, y su constante preocupación y trabajo en el orden del compromiso social con los sectores más postergados de nuestra sociedad”.

La autora recordó a los presentes que “en una sociedad signada por el consumo, donde los hombres corren detrás del tener más, olvidando el ser más, no resulta extraño que el ser humano haya perdido la Paz, tanto interior, como en lo relativo a la convivencia con sus propios semejantes”.

Remarcó la necesidad de tener una mirada de esperanza “cuántas posibilidades tenemos en nuestro haber, para emprender la construcción de un orden social justo y fraterno al cual sólo puede llegarse por el camino de la Paz. Como señala Gandhi, no hay caminos para la Paz, la Paz es el camino” sintetizó la autora.

Almeida es expositora en congresos nacionales e internacionales sobre Métodos de Resolución Pacífica de los Conflictos y temas jurídicos.

Docente en universidades nacionales; invitada por la Universidad de Salamanca, Argentina (2003), por la Universidad de Chile (2003) y por la Universidad de Holguín, Cuba (2002).

Dictó numerosos cursos para jueces, funcionarios y magistrados de la Justicia nacional y provinciales. Es autora y coautora de publicaciones especializadas sobre cuestiones jurídicas y mediación.

Es secretaria académica de Consultora Equipo I.M.C.A., miembro de la Association for Conflict Resolution (ACR), Estados Unidos, del Club de Mediadores, Argentina, y directora de Outreach for the International Section de ACR (2009/2010 begin_of_the_skype_highlighting 2009/2010 end_of_the_skype_highlighting).

Finalizada la presentación, Pablo A. Blanco, coordinador del Programa Editorial del CEDSI y Alejandro Frére, gerente de la Editorial Ciudad Nueva indicaron que “este libro está dirigido a todos aquellos profesionales especializados en Mediación, docentes, juristas, economistas y quienes desean aplicar en lo concreto la Doctrina Social de la Iglesia”, encontrarán “novedad en los aportes teóricos, metodológicos y de orden práctico, y alto grado de aplicabilidad a la realidad del ejercicio profesional”.

Para saber más: www.cedsijuanpablo2.org.ar

martes, 7 de diciembre de 2010

Benedicto XVI: Juliana de Norwich y el amor divino


Hoy durante la Audiencia General


CIUDAD DEL VATICANO, miércoles 1 de diciembre de 2010 (ZENIT.org).- Ofrecemos a continuación la catequesis que el Papa Benedicto XVI dirigió hoy a los peregrinos reunidos en el Aula Pablo VI para la Audiencia General de los miércoles.

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Queridos hermanos y hermanas,

recuerdo aún con gran alegría el Viaje apostólico realizado al Reino Unido el pasado septiembre. Inglaterra es una tierra que ha visto nacer a muchas figuras ilustres que con su testimonio y su enseñanza embellecen la historia de la Iglesia. Una de ellas, venerada tanto por la Iglesia católica como por la Comunión anglicana, es la mística Juliana de Norwich, de la que querría hablaros esta mañana.

Las noticias de que disponemos sobre su vida – no muchas – se deducen principalmente del libro en el que esta mujer gentil y piadosa recogió el contenido de sus visiones, titulado Revelaciones del Amor divino. Se sabe que vivió aproximadamente entre 1342 y 1430, años tormentosos tanto para la Iglesia, lacerada por el cisma que siguió a la vuelta del Papa de Aviñón a Roma, como para la vida de la gente que sufría las consecuencias de una larga guerra entre el reino de Inglaterra y el de Francia. Dios, sin embargo, tampoco en los tiempos de tribulación cesa de suscitar figuras como Juliana de Norwich, para llamar a los hombres a la paz, al amor y a la alegría.

Como ella misma nos narra, en mayo de 1373, probablemente el 13 de aquel mes, fue afectada de repente por una enfermedad gravísima que en tres días pareció llevarla a la muerte. Después de que el sacerdote, que acudió a su cabecera, le mostró el Crucifijo, Juliana no sólo recuperó en seguida la salud, sino que recibió dieciséis revelaciones que después consignó por escrito y comentó en su libro, las Revelaciones del Amor divino. Y fue el propio Señor quien, quince años después de estos acontecimientos extraordinarios, le reveló el sentido de esas visiones. “¿Quieres saber lo que pretendía tu Señor y conocer el sentido de esta revelación? Sábelo bien: amor es lo que Él pretendió. ¿Quién te lo revela? El amor. ¿Por qué te lo revela? Por amor... Así aprenderás que nuestro Señor significa amor" (Juliana de Norwich, Il libro delle rivelazioni, cap. 86, Milán 1997, p. 320).

Inspirada por el amor divino, Juliana tomó una decisión radical. Como una antigua anacoreta, eligió vivir dentro de una celda, colocada en las proximidades de la iglesia dedicada a san Julián, dentro de la ciudad de Norwich, en sus tiempos un importante centro urbano, cerca de Londres. Quizás asumió el nombre de Juliana precisamente por el del santo al que estaba dedicada la iglesia junto a la que vivió durante muchos años, hasta su muerte. Podría sorprendernos e incluso dejarnos perplejos esta decisión de vivir “recluida”, como se decía en sus tiempos. Pero no era la única en realizar esta elección: en aquellos siglos un número considerable de mujeres optó por este tipo de vida, adoptando reglas elaboradas a propósito para ellas, como la compuesta por san Elredo de Rievaulx. Las anacoretas o “reclusas”, dentro de su celda, se dedicaban a la oración, a la meditación y al estudio. De esta forma, maduraban una sensibilidad humana y religiosa finísima, que las hacía veneradas por la gente. Hombres y mujeres de toda edad y condición, necesitados de consejos y de consuelo, las buscaban con devoción. Por tanto no era una decisión individualista; precisamente con esta cercanía al Señor maduraba en ella también la capacidad de ser consejera para muchos, de ayudar a cuantos vivían en dificultad en esta vida.

Sabemos que también Juliana recibía frecuentes visitas, como nos lo atestigua la autobiografía de otra ferviente cristiana de su tiempo, Margery Kempe, que se dirigió a Norwich en 1413 para recibir sugerencias sobre su vida espiritual. De ahí que, cuando Juliana estaba viva, era llamada, como está escrita en el monumento fúnebre que recoge sus restos: "Madre Juliana". Se había convertido en madre para muchos.

Las mujeres y los hombres que se retiran para vivir en compañía de Dios, precisamente gracias a esta decisión suya, adquieren un gran sentido de compasión por las penas y debilidades de los demás. Amigas y amigos de Dios, disponen de una sabiduría que el mundo, del que se alejan, no posee, y con amabilidad la comparten con aquellos que llaman a sus puertas. Pienso por tanto con admiración y reconocimiento en los monasterios de clausura femeninos y masculinos que, hoy más que nunca, son oasis de paz y de esperanza, precioso tesoro para toda la Iglesia, especialmente al recordar la primacía de Dios y la importancia de una oración constante e intensa para el camino de fe.

Fue precisamente en la soledad habitada por Dios como Juliana de Norwich compuso las Revelaciones del Amor divino, de la que nos han llegado dos redacciones, una más breve, probablemente la más antigua, y una más larga. Este libro contiene un mensaje de optimismo fundado en la certeza de ser amados por Dios y de ser protegidos por su Providencia. Leemos en este libro las siguientes palabras estupendas: “Ve con absoluta seguridad ... que Dios antes aún de crearnos nos amó, con un amor que nunca ha disminuido, y nunca se desvanecerá. Y en este amor Él hizo todas sus obras, y en este amor Él hizo de modo que todas las cosas resulten útiles para nosotros, y en este amor nuestra vida dura por siempre... En este amor tenemos nuestro principio, y todo esto lo veremos en Dios sin fin" (El libro de las revelaciones, cap. 86, p. 320).

El tema del amor divino vuelve a menudo en las visiones de Juliana de Norwich quien, con una cierta audacia, no duda en compararlo también al amor materno. Este es uno de los mensajes más característicos de su teología mística. La ternura, la solicitud y la dulzura de la bondad de Dios hacia nosotros son tan grandes, que a nosotros peregrinos en la tierra nos evocan el amor de una madre por sus propios hijos. En realidad, también los profetas bíblicos a veces utilizaron este lenguaje que recuerda la ternura, la intensidad y la totalidad del amor de Dios, que se manifiesta en la creación y en toda la historia de la salvación y que tiene el culmen en la Encarnación del Hijo. Dios, que sin embargo supera siempre todo amor humano, como dice el profeta Isaías: "¿Se olvida una madre de su criatura, no se compadece del hijo de sus entrañas? ¡Pero aunque ella se olvide, yo no te olvidaré!" (Is 49, 15). Juliana de Norwich comprendió el mensaje central para la vida espiritual: Dios es amor y sólo cuando se abre a él, totalmente y con confianza total, a este amor y se deja que éste se convierta en la única guía de la existencia, todo se transfigura, se encuentran la verdadera paz y la verdadera alegría y se es capaz de difundirla alrededor.

Quisiera subrayar otro punto. El Catecismo de la Iglesia Católica recoge las palabras de Juliana de Norwich cuando expone el punto de vista de la fe católica sobre un argumento que no deja de constituir una provocación para todos los creyentes (cfr nn. 304-314). Si Dios es sumamente bueno y sabio, ¿por qué existen el mal y el sufrimiento de los inocentes? También los santos, precisamente los santos, se plantean esta pregunta. Iluminados por la fe, nos dan una respuesta que abre nuestro corazón a la confianza a la esperanza: en los misteriosos designios de la Providencia, también del mal sabe sacar Dios un bien más grande, como escribió Juliana de Norwich: "Aprendí de la gracia de Dios que debía permanecer firmemente en la fe, y que debía por tanto creer firme y perfectamente que todo habría acabado en bien…" (Il libro delle rivelazioni, cap. 32, p. 173).

Si, queridos hermanos y hermanas, las promesas de Dios son siempre más grandes que nuestras esperanzas. Si entregamos a Dios, a su inmenso amor, los deseos más puros y más profundos de nuestro corazón, nunca serenos decepcionados. “Y todo estará bien”, “todo será para bien": este es el mensaje final que Juliana de Norwich nos transmite y que también yo os propongo hoy. Gracias.

[En español dijo]

Saludo con afecto a los grupos de lengua española, provenientes de España, México y otros países latinoamericanos. Las promesas divinas son más grandes que nuestras expectativas. Si entregamos a Dios, a su inmenso amor, los deseos más puros y profundos de nuestro corazón, nunca nos sentiremos defraudados. "Todo estará bien", "cada cosa será para bien". Esto lo vivió con gran intensidad Juliana de Norwich. Que su ejemplo os ayude en vuestra vida cristiana, para que siempre seáis signos vivos de la caridad de Cristo y transmitáis a los demás con serena alegría la belleza de su mensaje de salvación. Muchas gracias.

[Llamamiento]

Recomiendo a vuestras oraciones y a las de los católicos de todo el mundo a la Iglesia en China, que, como sabéis, está viviendo momentos particularmente difíciles. Pedimos a la Bendita Virgen María, Auxilio de los Cristianos, que sostenga a todos los obispos chinos, a mi tan queridos, para que den testimonio de su fe con valor, poniendo toda esperanza en el Salvador que esperamos. Confiemos también a la Virgen a todos los católicos de ese amado país, para que, con su intercesión, puedan realizar una auténtica existencia cristiana en comunión con la Iglesia universal, contribuyendo así también a la armonía y al bien común de su noble Pueblo.

[Traducción del italiano por Inma Álvarez]

sábado, 4 de diciembre de 2010

Representante vaticano pide más atención a las mujeres migrantes


Reflexión de monseñor Vegliò en un encuentro de Caritas sobre la migración femenina


SALY, viernes 3 de diciembre de 2010 (ZENIT.org).-


“La comunidad internacional aún no presta suficiente atención a algunas cuestiones fundamentales” relacionadas con la migración femenina, declaró el presidente del Consejo Pontificio para la Pastoral de los Migrantes e Itinerantes.

Monseñor Antonio Vegliò intervino en un foro internacional organizado por Caritas internationalis sobre el tema El rostro femenino de la emigración, celebrado en Saly (Senegal) del 30 de noviembre al 2 de diciembre.

En concreto, destacó que “todavía no hay leyes universales que se prodiguen al servicio de la maternidad y que tengan en cuenta que la mujer tiene una manera distinta de manejar las distintas realidades”.

Y afirmó que “la Iglesia invita a los Gobiernos a revisar las políticas y las normas que comprometan la tutela de los derechos fundamentales, como la lucha contra los abusos en el trabajo, sobre todo los sexuales, el acceso a los servicios de salud, la vivienda, la nacionalidad, la reagrupación familiar y la asistencia a las madres jóvenes”.

Ante más de cien representantes de la confederación Caritas y de otras organizaciones caritativas católicas y expertos en migración de cincuenta países, monseñor Vegliò destacó el compromiso de la Iglesia en este sentido.

Dijo que “Continuará acogiendo fraternalmente a los migrantes que proceden de las Iglesias hermanas, compartiendo con ellos la riqueza de la diversidad y anunciando juntos el Evangelio a través de la palabra y la acción”, aseguró.

“En la perspectiva de una Iglesia ministerial, misionera y más atenta al laicado, deberá profundizarse mejor, reconocerse y valorarse una presencia adecuada y un justo ministerio de la mujer”, continuó.

Y añadió: “Se trata de reconocer su función específica en un proyecto de Iglesia en el que hombre y muer, con sus dones y tareas particulares y complementarias, puedan realizarse mejor según el proyecto de Dios en Cristo”.

Situación de muchas migrantes

El prelado destacó las dimensiones que está tomando la emigración femenina, cuya fuerza de trabajo supera en algunos países a la de los hombres, y ofreció un análisis de la situación de muchas mujeres migrantes en el mundo.

Denunció que “a menudo son empleadas en el trabajo ilegal privadas de los derechos humanos fundamentales, y a veces sufren abusos en el ámbito doméstico”.

Recordó a las que “se dedican al negocio de su cuerpo” y apuntó que “los ingresos anuales de la prostitución se estiman en alrededor de 12 mil millones de dólares, la tercera actividad ilegal más rentable del mundo después del comercio de armas y drogas”.

Alertó sobre la trata de blancas y destacó que “unos cuatro millones de mujeres son vendidas anualmente para la prostitución o la esclavitud, casi dos millones son niñas menores de entre 5 y 15 años, involucradas en el comercio sexual”.

También constató que “la mayoría de mujeres migrantes carece del apoyo de una familia normal; generalmente están separadas, divorciadas o viudas”.

“Parece que muchas de ellas ceden con relativa facilidad a la práctica del aborto, lo que explica una gran exposición a los traumas psíquicos”, continuó.

Y añadió que los proyectos y sueños de crear una familia y tener hijos, “por desgracia en la emigración se hacen cada vez más difícil a causa de la precariedad económica y de las repercusiones de la maternidad precoz”.