sábado, 27 de julio de 2019

Sobre la idea de que hay distintos tipos de familia

No es justo llamar familia a una asociación de adultos que simplemente quiere reicbir los beneficios que la sociedad ha concedido al matrimonio

Por: Fray Nelson Medina, OP | Fuente: fraynelson.com




El otro día me quedé escuchando a una religiosa que dijo que ella no se explica cómo algunas personas no le llaman familia a una madre soltera con su hija, lo cual a mi criterio tiene razón, por ejemplo, si un padre fallece, la madre con sus hijos siguen siendo una familia. Pero me surge la duda con las uniones homosexuales, estamos claros que no deberían llamarse matrimonio, pues el matrimonio es un sacramento que pasa entre hombre y mujer de acuerdo al plan de Dios, pero ¿Debería hacerse alguna excepción al termino familia cuando los padres adoptivos son homosexuales? -- MBQ

Las palabras en el lenguaje humano tienen siempre un sentido propio y luego uno o muchos sentidos derivados, que también son llamados sentidos "por extensión". Por ejemplo, una casa, en sentido propio, es el lugar estable de residencia de una o más personas. Pero luego sucede que encontramos una persona que se ha refugiado debajo de un puente. Se puede decir que ese puente es como su "casa" y ponemos las comillas para indicar que estamos usando la palabra en un sentido ampliado o extensivo porque no vamos a decir que cada vez que se construye un puente se está haciendo también casas. 


Así que esto es lo primero: ver la diferencia entre sentido propio y sentido extensivo de las palabras.


Lo segundo es darse cuenta de que no toda extensión en el sentido de las palabras es lícita. Imaginemos, por seguir con el ejemplo del puente, que un habitante de la calle le dijera a otro que está buscando dónde resguardarse del clima: "Este puente es mi casa; si quiere se queda aquí pero me tiene que pagar arriendo." Uno se da cuenta que el que pretende cobrar arriendo está abusando de un sentido extensivo de la palabra "casa" porque propiamente hablando esa no es su casa, sino que simplemente ha llegado a vivir ahí. Estamos ante un abuso en el lenguaje porque aunque la extensión sea en cierto modo lícita, la aplicación es desproporcionada y abusiva.


Consideremos otro caso: un cierto hombre pierde todo su dinero en el juego, y como no puede pagar la hipoteca de su inmueble entonces saca a su pequeña hija de la que era su casa y la pone a vivir con él, durmiendo en lugares públicos de estacionamiento dentro de un carro. Cuando la policía le dice que eso es un abuso contra al seguridad y el bienestar de la niña, el señor dice que no es ningún abuso porque él sí le ha dado "casa" a su hija en el asiento de atrás del carro en que la ha tenido ya por cuatro meses. Aquí estamos ante una extensión abusiva e impropia del término "casa."


Algo así pasa con la palabra "familia." Si una mujer queda viuda, o es cabeza de hogar y debe velar por los hijos, el esfuerzo excepcional de ella puede corresponder muy bien con el significado de la palabra "familia." Dentro de sus circunstancias, que no son las que ella hubiera querido, trata de acercarse todo lo que puede al ideal de estabilidad familiar que considera que es muy importante para sus hijos. Ella está poniendo en primer lugar el interés de los hijos, cosa que es vital en cualquier definición de familia, y está tratando de acercarse todo lo que puede a lo que ella sabe que sí es una familia. Podemos comprender su esfuerzo y apoyarla y diremos que ella tiene una familia, dentro de sus crcunstancias arduas y exigentes.


Pero eso no nos autoriza a llamar "familia" a cualquier asociación de adultos que dicen quererse o desearse sexualmente. Como ya hemos visto en Colombia, hay casos de tres hombres que dicen amarse y que quieren ser considerados "matrimonio" o "familia." ¿No tiene ningún derecho la sociedad a preservar el sentido de estas palabras, dada la importancia que tiene la institución familiar para el futuro de toda la sociedad? ¿Es que cualquier cosa, por cualquier motivación, puede ser llamada familia?


Lo mínimo que hay que exigir es que la estructura familiar esté al servicio de los niños, y no simplemente que se sirva de ellos a modo de complemento afectivo deseado por unos adultos. Una vez que uno entiende que hay diferencias vitales en la estructura emocional del hombre y de la mujer, y una vez que uno comprende el bien inmenso que esta complementariedad trae a los hijos, uno se da cuenta que no es justo llamar familia a una asociación de adultos que simplemente quiere reicbir los beneficios que la sociedad ha concedido al matrimonio entre hombre y mujer por una razón: por el bien que esa unión está llamado a crear en favor de la sociedad.


Los que tratan de estirar y luego reventar la definición de matrimonio o de familia, luego no tienen razones lógicas claras para detener su proceso de estiramiento semántico. Si dos mujeres pueden ser llamadas familia, ¿por qué no tres? Si la razón que se da es que no hay que discriminarlas, ¿no sería entonces discriminación prohibir los tríos, o los incestos, o el sexo con menores? Estas posibilidades, cada vez más aberrantes no son hipótesis abstractas: son realidades sociales que tratan de imponerse por el mismo camino legal que en muchas partes ha dado estatuto legal de "matrimonio" a las uniones entre eprsonas del mismo sexo.


En resumen: si una persona o personas, sin responsabilidad suya, se encuentran en una situación en que sólo parece haber un modo de preservar el bien de los niños, manteniendo claridad sobre cuál es el punto de referencia en el que creen y al que buscan, lo de ellos podría considerarse familia, en sentido extensivo, por vía de excepción y mientras dure tal excepción. Lo demás es posponer el bien de los niños y el bien de la sociedad, que queda sometida a los intereses de grupos de poder con sus propias agendas: las de la ideología de género.


Este artículo fue publicado originalmente por nuestros aliados y amigos: Casa Para Tu Fe Católica (Fr. Nelson)

sábado, 20 de julio de 2019

La diferencia entre hombre y mujer no es únicamente construcción social

Revelan en un estudio datos contrarios a la ideología de género.

Por: Javier Ordovàs | Fuente: Catholic.net



Informa Observatorio de Bioética: dos investigadores del Departamento de Genética Molecular del Instituto Weizmann de Ciencias, revelan en un estudio datos contrarios a la ideología de género.

Shmuel Pietrokovski y Moran Gershoni, ambos investigadores del Departamento de Genética Molecular del Instituto Weizmann de Ciencias, han revelado que cerca de 6.500 genes humanos codificadores de proteínas, reaccionan de forma diferente en el sexo masculino y femenino.

Este hecho es contrario a la ideología de género que considera que la diferencia entre hombre y mujer es un hecho social y/o cultural, es decir, una construcción, antes que algo biológico o natural. En un reciente artículo, los científicos manifestaron que para identificar los miles de genes recurrieron al proyecto GTEx, un estudio muy amplio de la expresión genética humana en el que se estudian numerosos órganos y tejidos del cuerpo en cerca de 550 donantes adultos.

Según los autores, “Este proyecto ha permitido, por primera vez, el mapeo integral de la estructura genética del sexo humano diferencial”.

Ambos investigadores han examinado cerca de 20.000 genes codificadores de proteínas, clasificándolos por sexo y buscando diferencias en la expresión de cada tejido.

Eventualmente han identificado alrededor de “6.500 genes con actividad que estaba sesgada hacia un sexo u otro en al menos un tejido”.

“Por ejemplo, encontraron genes que estaban altamente expresados en la piel de los hombres en relación con los de la piel de las mujeres, y se dieron cuenta de que estaban relacionados con el crecimiento del vello corporal. La expresión genética para la construcción muscular era mayor en los hombres; y para el almacenamiento de grasa era mayor en las mujeres”.

El mapa detallado de estos genes, proporciona pruebas de que los hombres y mujeres experimentan “una especie de evolución separada” que también se interconecta.

Hace varios años, los autores del artículo se preguntaron la razón de por qué es común la prevalencia de algunas enfermedades humanas.

En ese sentido, comprobaron que las mutaciones que afectan la fertilidad eran relativamente generalizadas, donde cerca “del 15% de las parejas que tratan de concebir se definían como infértiles”. 

Para ellos, el “sentido común” les decía que estas mutaciones, que “afectan directamente a la supervivencia de la especie mediante la reducción del número de hijos, debieron haberse eliminado rápidamente por selección natural”.

En su estudio, demuestran que las mutaciones en los genes específicos de la formación de esperma persisten precisamente “porque los genes se expresan solo en los hombres”.

Aparte de los órganos sexuales, los investigadores han detectado un buen número de genes ligados al sexo en las glándulas mamarias, “algo no tan sorprendente”, a excepción “de que aproximadamente la mitad de estos genes también se expresan en hombres”.

“Debido a que los hombres tienen equipos mamarios totalmente equipados, pero básicamente no funcionales, los autores sugieren que algunos de estos genes podrían suprimir la lactancia”.

Otro gen, que principalmente se expresa de manera activa en el cerebro de las mujeres, “aunque su función exacta es desconocida”, se piensa que “puede proteger a las neuronas de Parkinson, una enfermedad que tiene una mayor prevalencia y comienzo más temprano en los hombres”.

Los autores también han identificado la expresión genética en el hígado de las mujeres que regula su metabolismo ante los medicamentos, “proporcionando evidencia molecular para la diferencia conocida en el procesamiento de fármacos entre mujeres y hombres”.

Finalmente, los autores manifiestan que este estudio también “hace hincapié” en la necesidad de una mejor comprensión de las diferencias entre hombres y mujeres, “en los genes que causan la enfermedad o responden a los tratamientos”.

domingo, 14 de julio de 2019

¿Cómo evangelizar en casa cuando mi familia no practica la fe?

5 consejos que pueden ayudarnos a ser portadores de la luz de Cristo en nuestro hogar

Por: Alvaro Díaz | Fuente: Catholic-link.com




Una experiencia muy común entre quienes nos hemos encontrado con el Señor Jesús y tenemos una vida de fe es la inquietud de cómo compartir lo que vivimos con nuestra familia. Cuando ellos (aunque creyentes) están un poco alejados de la práctica de la fe, cuando sus creencias son débiles, cuando tienen rechazo a las cuestiones de Dios y prejuicios con la Iglesia y su doctrina. En definitiva, se trata de responder a la pregunta de ¿cómo tener mayor influencia en la vida de fe de mi familia que no es practicante? ¿Cómo evangelizar en mi propio hogar?
Aquí les comparto algunos consejos que pueden llevarse a la vida cotidiana y ayudarnos a ser portadores de la luz de Cristo en nuestros hogares.

1. No críticas ni sermones

Puede sucederle a aquel que va avanzando en la vida cristiana y que va teniendo mayores conocimientos doctrinales que quiera (aunque con buenas intenciones) que los que no han encontrado este camino sean como él piensa, o actúen como él actúa. Y estas expectativas podrían llevar a que se juzgue el actuar de otros con mucha rigidez. Aparecen entonces las “sermonerías”, los famosos “deberías hacer así o no hacer esto”, con lo cual se termina generando más rechazo. Es importante recordar que la fe que Dios nos regala y el camino que Él nos propone está fundada en el amor y no en el deber y el temor. Dios nos invita a vivir una vida feliz y plenamente libre.

2. Predicar con el ejemplo

Ya lo diría san Juan Bosco «la prédica más eficaz es el buen ejemplo». Y es que no pocas veces nos sucede que pensamos que se trata de convencer a los otros con nuestros argumentos y nuestros discursos. La conversión de los otros no depende de lo qué digamos, de cómo lo digamos. Nosotros no somos el centro de atención. Es como si dijéramos véanme a mí, vean que yo si sé lo que sigo y tengo razón”. Recordemos que una virtud muy importante es la humildad: reconocer que, si bien podemos saber mucho, no somos todopoderosos. Nuestra labor es la de ser servidores e instrumentos de Dios. Él se vale de cada uno de nosotros, de nuestro humilde y pequeño servicio para llevar su Buena Nueva. Y, por otro lado, más que unas palabras bonitas, lo que más convence y arrastra es el testimonio de nuestro obrar, de una vida coherente, recta, justa y alegre.

3. La alegría de vivir tu fe es apelante

Muchos santos, a pesar de sus dificultades, de sus vidas marcadas por el dolor y el sufrimiento, han podido experimentar la alegría auténtica y la esperanza que viene de Dios. Como dice el Papa Francisco: «la alegría que se vive en medio de las pequeñas cosas de la vida cotidiana». Una sonrisa sin fingimientos es contagiosa y llena el corazón del deseo de poder vivir así. Aquel que pueda experimentar, incluso en medio de los momentos difíciles, una serena alegría, es porque ha recibido la bendición de Dios, es la manifestación más concreta que esa persona tiene a Dios en su vida. Quien quiera ser testigo del Señor y lo quiera comunicar ha de trasmitir alegría y esperanza, como también el Papa, dejar las caras avinagradas y llenas de amarguras y contagiar a otros de la alegría del Evangelio.

4. Empezar por lo sencillo y cotidiano

No pensemos que cuando hablamos de dar ejemplo con nuestro obrar, en que tenemos que hacer cosas grandiosas y extraordinarias necesariamente. Pensemos en lo que vivimos cada día en nuestro hogar, desde que nos levantamos hasta que nos acostamos. ¿Saludo y agradezco con amor y respeto? ¿Estoy dispuesto a servir y a ayudar en las labores de la casa? ¿Estoy atento a las necesidades que tienen los otros? Si de pronto me peleo o discuto, ¿perdono o pido perdón? Son pequeños gestos, que si se hacen todos los días, tendrán una fuerza extraordinaria para iluminar a nuestra familia con la luz de Cristo y de su Evangelio. Pensemos en esta frase de san Francisco de Asís: «Empieza haciendo lo necesario, continúa haciendo lo posible; y de repente estarás haciendo lo imposible».

5. Compartir las experiencias espirituales

No hay experiencia más hermosa para el cristiano que nutrirse del amor de Dios a través de la oración y de la Eucaristía. ¡Cómo no compartir esta dicha con los que más queremos! Me viene la imagen de la Virgen visitando a su prima Isabel. Cuando uno encuentra un tesoro quisiera compartirlo inmediatamente con las personas más significativas. Podemos, de manera creativa y poco a poco, invitar a que nuestros familiares vayan experimentando estos preciosos momentos de oración y de encuentro con Dios: por ejemplo proponer bendecir los alimentos, o rezar en algún momento en que estemos reunidos. También podemos compartirles alguna cita de la Palabra que escuchamos en la Misa o compartirles algún texto espiritual, alguna frase de un santo, entre otras.
Espero que estas ideas puedan ayudarte a ser testimonio en tu hogar del amor de Dios. Ten paciencia, no te desanimes. Recuerda que el que obra la conversión es Dios, que siempre toca la puerta de los corazones y no desampara a nadie.
Este artículo fue publicado originalmente por nuestros aliados y amigos: Catholic-link.com

sábado, 6 de julio de 2019

Niños en crisis

El P. John Flynn habla del fruto del debilitamiento del matrimonio y la familia a través de este análisis de fondo sobre la situación mundial de la infancia.

Por: Padre John Flynn | Fuente: zenit.org



ROMA, domingo, 4 marzo 2007 (ZENIT.org).- Un informe sobre el bienestar de los niños, publicado el 14 de febrero por el Centro de Investigación Innocenti de UNICEF, ha provocado un examen de conciencia.

El «Innocenti Report Card 7» es el último de una serie de informes del Fondo para la Infancia de Naciones Unidas pensados para supervisar y comparar la situación de los países desarrollados a la hora de asegurar los derechos de sus niños.

Se utilizan seis medidas para controlar el estado de felicidad de los niños: bienestar material, salud, educación, relaciones familiares y con sus compañeros, comportamientos y riesgos, y la sensación subjetiva de bienestar de los propios jóvenes.

Una nota de prensa de UNICEF explicaba que los pequeños países del norte de Europa dominaban los primeros puestos. No obstante, no había una relación constante entre la riqueza de un país y el bienestar del niño. El puesto ocupado en la lista está lejos de mostrar una imagen clara, puesto que ningún país está entre los tres mejores en las seis medidas.

Gran Bretaña está colocada en la cola en tres de las seis categorías, y cerca de la cola en otras dos, un resultado que trajo consigo angustiados reportajes de prensa sobre la situación de los niños británicos. Estados Unidos se colocó en el penúltimo lugar en la media general de todas las medidas.

Algunos comentaristas apuntaban, sin embargo, graves defectos en los métodos del informe. «Hay demasiadas afirmaciones tajantes basadas en evidencias tendenciosas», declaraba el 15 de febrero Steve Richards en las páginas del periódico británico The Independent. Apuntaba que los datos del informe proceden de los años 2000-2003, y que desde entonces la situación de los niños ha mejorado en Gran Bretaña.

Christopher Caldwell, escribiendo el 17 de febrero en el Financial Times, observaba que la sección sobre pobreza del informe era engañosa. Según las tablas, países como Estados Unidos y Gran Bretaña sufren más de pobreza infantil que naciones como Grecia. De hecho, lo medido por el informe es la desigualdad, y no la pobreza, con resultados que favorecen a los países con sistemas de bienestar más generosos y niveles inferiores de inmigración.

Ruptura familiar 
 
Pronto surgieron otros comentarios sosteniendo que, si a los niños británicos les va mal, una de las principales causas es la desintegración de la vida familiar, algo que no remedia con más gastos del gobierno. Tanto Gran Bretaña como Estados Unidos tienen en común un nivel más alto de rupturas familiares que el resto de los países examinados, según indicaba Philip Johnston en el Telegraph el 15 de febrero.

Johnston observaba que el estudio encontró evidencias sustanciales de que a los niños en familias con un solo progenitor o de adopción les tiende a ir peor que a aquellos que viven con ambos padres biológicos.

En un artículo que acompañaba al anterior, Lesley Garner opinaba que mejorar el bienestar de los niños en Gran Bretaña no significaba gastar más dinero, sino más bien poner a los niños como lo primero. Esto significa que los padres deberían pasar más tiempo con sus hijos y construir relaciones familiares más sólidas. Garner sostenía que hacen falta otras medidas, que van desde comer juntos en familia a enseñar buenas maneras y animar más en las actividades deportivas.

El escritor Oliver James, en el Times del 15 de febrero, se quejaba del gobierno laborista por perseguir «políticas que animaban a más padres de niños pequeños a incorporarse al mercado laboral y poner las exigencias de sus carreras por delante de las necesidades de sus hijos».

También el 15 de febrero el comentarista del Daily Mail, Stephen Glover, pedía al gobierno que cambiara el sistema de impuestos y dejara de penalizar a las parejas casadas. En los últimos años, observaba, los sucesivos gobiernos británicos han quitado a las familias la mayoría de las protecciones legales y fiscales de las que gozaron antaño.

Minette Marrin, escribiendo en el Sunday Times del 18 de febrero, criticaba también al gobierno por sus políticas fiscales que obligan a las mujeres a trabajar en vez de pasar más tiempo con sus hijos como muchas de ellas preferirían.

También recomendaba un cambio cultural, y pedía «la desaprobación moral» hacia las madres solteras y los hombres que abandonan a sus hijos. En lugar de tener miedo de «juzgar», afirmaba, la sociedad debería desaprobar tales acciones, debido a los problemas sociales que causan.

Conflicto en Italia


La necesidad de defender la familia es también un tema caliente en Italia. A principios del mes de febrero, el gobierno reveló una ley que daría reconocimiento legal, y una serie de ventajas, a las parejas de hecho, incluyendo a las del mismo sexo.

La medida despertó un acalorado debate con muchos obispos y organizaciones católicas sosteniendo que la ley propuesta socavará la vida familiar.

Carlo Casini, director del Movimento per la Vita italiano, escribió un libro sobre temas relacionados con la vida familiar poco antes de la presentación de la actual propuesta. El libro se titulaba: «Unioni di fatto, matrimonio, figli: tra ideologia e realtà» (Uniones de hecho, matrimonio, hijos: entre ideología y realidad), publicado por la Società Editrice Fiorentina.

Casini observa en su libro cuánta gente busca el reconocimiento legal de las relaciones del mismo sexo basándose en la necesidad de evitar una discriminación injusta contra los homosexuales. Otros sostienen que un hombre y una mujer que viven en una relación de hecho, y que se aman mutuamente, no son diferentes de una pareja casada.

Casini comenta que responder a este desafío al estatus tradicional del matrimonio y de la familia significa reflexionar sobre la naturaleza de estas instituciones. Según el líder pro vida, cuando la Iglesia católica, los cristianos, o grupos políticos defienden el matrimonio entre un hombre y una mujer, y la familia que forman como resultado, no es discriminación, o la imposición de principios religiosos a una sociedad secular moderna.

Casini precisa que la Declaración Universal de los Derechos Humanos de las Naciones Unidas defiende a la familia: «La familia es el elemento natural y fundamental de la sociedad y tiene derecho a la protección de la sociedad y del Estado» (Artículo 16).

Además, las constituciones de algunos de los estados europeos mencionan de forma específica la familia porque desempeña un papel vital en la sociedad.

Proteger el matrimonio y la familia cae dentro del papel de estado de promover el bien público general de la sociedad. Si la vida familiar falla, a su vez tendrá un efecto perjudicial en la sociedad y en el estado.

Defender la institución 

 
El Papa también ha hablado repetidamente en las últimas semanas para defender el matrimonio y la familia. El matrimonio tiene una verdad propia, basada en «la realidad sexualmente diferenciada del hombre y de la mujer, con sus profundas exigencias de complementariedad, de entrega definitiva y de exclusividad», declaraba a los miembros de la Rota Romana el 27 de enero.

«Sabemos bien que la familia fundada en el matrimonio constituye el ambiente natural para el nacimiento y la educación de los hijos y, por tanto, para garantizar el futuro de toda la humanidad», indicaba Benedicto XVI en su mensaje del Ángelus el 4 de febrero.

El Pontífice observaba que la institución del matrimonio está en crisis, y que se enfrenta a muchos desafíos. «es preciso defenderla, ayudarla, tutelarla y valorarla en su unicidad irrepetible», insistía.

El 12 de febrero, dirigiéndose a los participantes en el Congreso Internacional sobre la Ley Moral Natural convocado por la Pontificia Universidad Lateranense, el Papa habló incluso más claramente sobre la necesidad de rechazar las medidas legislativas que debiliten el matrimonio y la familia.

Si una ley humana va contra lo que está escrito en nuestros corazones y en nuestra naturaleza sobre el matrimonio, Benedicto XVI indicaba que la sociedad quedará «dramáticamente herida».

Apenas cinco días después, hablando a los representantes pontificios reunidos en Roma para preparar la V Conferencia General del Episcopado de Latinoamérica y el Caribe, el Santo Padre afirmaba que era necesario dar prioridad a la familia. El matrimonio y la familia se basan en la verdad íntima sobre la persona humana, afirmaba el Pontífice.

Desgraciadamente, observaba, el estatus legal de la familia está siendo atacado por muchos grupos de presión.