Santa Rosa de Lima |
¿De dónde surge el mito?
La historia recuerda que el 30 de agosto de 1615, vista la proximidad de buques holandeses frente a las costas del Callao, la Iglesia dispuso que se elevaran rezos en todos los monasterios para evitar la invasión de los calvinistas.
Mientras los frailes dominicos tomaban las armas para repeler la invasión, desde la capilla de San Jerónimo, Rosa elevó sus ruegos y pronto una gran tormenta, con una lluvia torrencial, impidió el desembarco de los protestantes holandeses, con lo que la Iglesia de Lima quedó a salvo.
En la capital de Perú, en virtud de un microclima muy especial, nunca llueve, de manera que los sorprendidos fieles católicos limeños le atribuyeron la tormenta a los ruegos de Rosa, quien precisamente le pedía a Dios algo tan imposible, como que lloviera en Lima para evitar el desembarco. Isabel Flores de Oliva, tal el nombre que le fue impuesto en honor a su abuela materna, nació en esa ciudad el 30 de abril de 1586 y fue la primera santa americana.
Su madre la apodó Rosa por su belleza y porque sus mejillas siempre estaban teñidas de ese color, de manera que el arzobispo la confirmó con ese nombre y luego la Iglesia la beatificó y santificó como Rosa de Santa María de Lima. Pero muy lejos estaba ella de deleitarse con su propia hermosura: en una fiesta, le colocaron una guirnalda de flores sobre la cabeza y Rosa se clavó las horquillas, con la intención de hacer penitencia por aquella vanidad.
Cuando sus padres intentaron inducirla a casarse, luchó contra esa decisión e hizo voto de virginidad para confirmar su resolución de vivir consagrada a Dios. Pero sin embargo, Rosa nunca llegó a ser monja. Tan solo vistió el hábito laico de la Tercera Orden Franciscana del Convento de Santo Domingo y su clausura consistió en recluírse en una cabaña de adobe que había construído en el huerto de su casa, para cuidar de las plantas y coser.
Llevaba sobre la cabeza una cinta de plata, con puntas del lado interior, a la manera de una corona de espinas. Y proclamaba: 'Oíd pueblos, oíd, todo género de gentes: de parte de Cristo y con palabras tomadas de su misma boca, yo os aviso que no se adquiere gracia sin padecer aflicciones'.
Aunque animaba a la gente a predicar e ir a las misiones, ella atendía en su cabaña a toda clase de necesitados, especialmente a enfermos y mendigos, y sólo salía para ir al convento a rezar. Un día, cuando su madre la reprendió por la cantidad de gente que llegaba a buscarla, Rosa le contestó: 'No debemos cansarnos de ayudar a nuestro prójimo, porque en ellos servimos a Jesús'.
Vivió hasta los 31 años. Se cuenta que el 1 de agosto de 1617, orando en la iglesia de Santo Domingo, Dios le reveló que pronto moriría. La enfermedad acabó con ella el 24 de agosto de 1617. Fue enterrada en el claustro del convento y posteriormente, el 18 de marzo de 1619, sus restos fueron trasladados a la Iglesia.
En 1632 concluyó el proceso para su beatificación, pero el Papa Urbano VIII, con la bula 'Coelestis Hierusalem' del 5 de junio de 1634, postergó la proclamación hasta cumplidos los 50 años de su muerte y prohibió pronunciarse sobre sus virtudes. Gracias a una dispensa del papa Alejandro VII, el 3 de marzo de 1665 la Sagrada Congregación de Ritos pudo firmar el decreto de las virtudes heroicas de Rosa de Lima.
El papa Clemente IX suscribió el decreto de beatificación el 12 de marzo de 1668; el 11 de agosto de 1670, la declaró Patrona de Lima y de América, Filipinas e Indias Occidentales; y el 12 de abril de 1671 la convirtió en santa. La enorme influencia del Perú sobre el Río de la Plata, provocó en el sur una profunda devoción por Santa Rosa de Lima.
Durante la festividad, se fue observando que con cierta regularidad, se presentaban truenos, relámpagos y lluvias, de lo que pronto nació el mito de la 'tormenta de Santa Rosa'.
Pero hay una explicación no mística: poco antes de la llegada de la Primavera, las masas de aire cálido de origen subtropical, cargadas de humedad, que arriban al río de la Plata, chocan con la masa de aire frío de origen polar, que aun conserva energía para alcanzar con fuerza las mismas latitudes. Se incrementa entonces la actividad asociada al desplazamiento de estos frentes, y como resultado, se producen lluvias acompañadas de tormentas eléctricas entre el 28 de agosto y el 2 de septiembre.
Según el Servicio Meteorológico Nacional (SMN) la tormenta de Santa Rosa no es más que un fenómeno producido como consecuencia de la retirada del invierno y el comienzo de la primavera.
Gentileza, Marian Benedit