sábado, 27 de diciembre de 2014

Feliz Navidad





El director del Grupo ACI, Alejandro Bermúdez, nos ofrece a diario reflexiones en audio y vídeo sobre temas de actualidad en los que los católicos necesitamos tener una posición clara e informada. Compártelo con tus amigos, tu comunidad o en tu medio de comunicación católico.

domingo, 21 de diciembre de 2014

Cuentos de Navidad 2014 – La navidad desde los ojos de María.

José se giró lentamente para mostrar el niño a su esposa. En ese momento se juntaron las miradas de los dos seres humanos más nobles e inocentes que ha tenido la humanidad. Los labios de María se abrieron para hablarle a su hijo pero, en lugar de palabras, de sus labios solo salió el sonido de un ahogado sollozo. Las lágrimas le corrían por las mejillas; lágrimas de emoción y de gozo. Las lágrimas de una madre que ve por primera vez a su hijo.
Ella alargó los brazos y José comprendió al instante lo que María le estaba pidiendo. Lentamente, con mucho cuidado, dejó al bebé en el regazo de su madre. Los contempló juntos por un breve instante y salió de la cueva. Necesitaba tiempo para reflexionar y María quería estar a solas con su bebé. Fue una noche en que se escucharon pocas palabras, pues los gestos y las miradas hablaron clamorosamente.
José se recargó en la pared que estaba a la salida del precario recinto. Había sido un día agotador. Inmediatamente le vinieron a la mente las escenas de rechazo y desprecio que había experimentado hacía pocas horas mientras suplicaba un espacio para su esposa, que estaba encinta. Luego le vino a la mente la ansiedad que ya desde hacía días le asediaba por haber emprendido el largo viaje a Belén con tan pocos recursos. Pensar en el futuro le preocupaba aún más. De sus labios escapó como un murmullo una frase del salmo cuatro que él recitaba desde que tenía conciencia, pues sus padres se le habían enseñado: “Tú, Señor, me haces vivir confiado”.
Tantos motivos para estar inquieto y tenso pero internamente José estaba tranquilo. Le daba serenidad tener presente que Dios le había probado muchas veces, pero que nunca le había abandonado. No se lo sabría explicar ni a sí mismo pero tenía la certeza en su corazón de que él y su familia estaban bajo la especial protección de alguien superior, como cubiertos por un manto.
Levantó la vista y miró las estrellas. La luz que emitían le recordaron los ojos del niño. ¡Ese niño! Cuanto misterio le envolvía. Era un bebé normal pero con algo que lo hacía muy particular. “Te reconozco como mi hijo”, se dijo para sus adentros. “Te llamaré hijo mío; yo te educaré en el temor de Dios Altísimo”.
Sus pensamientos se interrumpieron al ver una estrella que resplandecía con gran intensidad; su luz le iluminaba incluso más que la de la luna. Era verdaderamente extraño, parecería que la estrella quisiera llamar la atención de alguien y que iluminara tan intensamente ese lugar como queriendo delatar la posición donde se encontraban.
Dentro de la cueva, María. Ella había visto cómo su esposo se alejaba discretamente. “Hijo mío, tendrás un padre valiente y abnegado. Y pensar que temí que me fuera a abandonar. No estamos solos. José es un hombre justo y bueno, aprenderás mucho de él”.
El niño alargó la mano y le acarició la mejilla. María le miraba extasiada. En su mente ya no había espacio para asimilar tantos misterios: la aparición del ángel, el proceso de su embarazo, el inesperado edicto del emperador y el fatigoso traslado a Belén. “Aquí estoy, Dios mío; hágase en mí tu Voluntad”.

 http://lcblog.catholic.net/la-navidad-desde-los-ojos-de-maria/

sábado, 13 de diciembre de 2014

La anciana vivía de echar las cartas, temiendo la muerte, incapaz de rezar: su nieta decidió actuar

Violetta es una veinteañera alemana que tenía un particular aprecio a su abuela. Había una razón añadida al natural amor de una nieta: "Siempre ha sido buena con nosotros, me defendía a mí y a mis hermanos de nuestro padre, que nos pegaba", recuerda. Y era algo más que una protección física, pues también les alimentaba.

¿Cómo? "A lo largo de casi toda su vida ha sido adivina de cartas para ganar dinero. El beneficio que sacaba de ello le servía para mantenernos a nosotros", cuenta la joven. Violetta es católica, y también lo es su abuela, al menos formalmente, pero, a los 88 años y gozando todavía de buena salud, no pisaba la iglesia: "No recuerdo verla rezar o ir a Misa".

Un "hada buena" incapaz de rezar

 
Esto torturaba a su nieta, de buena formación cristiana, y sabedora de que los futuros contingentes, es decir, todo aquello que depende del libre albedrío de las personas, no los conoce ni el demonio, y de que, por tanto, toda pretensión adivinatoria, incluso si se acude a la invocación satánica, es inútil. "La consulta de horóscopos, la astrología, la quiromancia, la interpretación de presagios y suertes, los fenómenos de visión, el recurso a mediums encierran una voluntad  de poder sobre el tiempo, la historia y, finalmente, los hombres, a la vez que un deseo de granjearse la protección de poderes ocultos. Están en contradicción con el honor y el respeto, mezclados de temor amoroso, qu debemos solamente a Dios", dice el Catecismo de la Iglesia católica (n. 2116).

"Desgraciadamente para ella", recuerda Violetta en Amaos pensando en la madre de su madre, "pasaba por ser un hada buena, así que la gente acudía en masa a su domicilio para que les adivinara el futuro. Cuando yo era pequeña, pensaba que todo eso era algo normal y no era consciente de que adivinar por las cartas es pecado y que podía traer muchas desgracias".

Cuando la señora empezó a padecer los achaques de la edad se trasladó a Polonia a vivir con su hija, pero eso no cambió su animadversión a la religión, aparentemente incomprensible. No veía sentido a la oración ni a la misa: "Incluso cuando el año pasado murió el abuelo, no vino a la eucaristía". En ocasiones confesabe que había "algo" que la asustaba y que temía la muerte, pero era incapaz de rezar: "Mi madre quería llamar a un cura para que la abuela pudiera confesarse, pero como no quería saber nada de eso, no existía tal opción".

"Yo misma me acordaba siempre de la abuela en mis oraciones y le pedía a Jesús que tuviera misericordia de ella y que le diera la gracia de poder confesarse y recibir su perdón antes de morir", explica Violetta.

Para casos especiales... la Coronilla

 
Pero viendo que nada cambiaba, a finales de un mes de agosto la joven decidió rezar durante el mes de septiembre la Coronilla de la Divina Misericordia. El 22 de septiembre recibió una llamada de teléfono: a la anciana la habían llevado en ambulancia en hospital días atrás a consecuencia de un infarto, y seguía ingresada: "Me horroricé pensando que quizás la abuela no hubiera tenido tiempo de reconciliarse con el Señor, pero luego nos enteramos de que mejoró".

Violetta intensificó su rezo de la Coronilla, pidiéndole a Jesús que la abuela no muriera en aquel estado del alma: "Le suplicaba y lloraba... Le pedía que le mostrara su misericordia y que viera las cosas buenas que ella había hecho por nosotros".

Y sucedió el milagro, que le contó así la misma anciana a su hija, y ésta a Violetta: “Pasó un cura por la habitación y lo llamé. Estuvo dos veces. Me confesé, comulgué y besé al sacerdote en la mano. Mira, ahora me puedo morir”. El cura le dio a la abuela una pequeña imagen de Jesús Misericordioso con la siguiente nota: “El día 22 de septiembre se confesó y recibió la Sagrada Comunión”. Era el día del cumpleaños de Violetta: "Querido Jesús, te lo agradezco de todo corazón", concluye.

¿Cómo se reza la Coronilla de la Divina Misericordia?

 
Se utiliza un rosario normal.

Comenzar con un Padre Nuestro, Avemaría, y Credo.

Al comenzar cada decena, en las cuentas que en el rosario se utilizan para el Padre Nuestro, se dice:

"Padre Eterno, te ofrezco el Cuerpo,
la Sangre, el Alma y la Divinidad
de Tu Amadísimo Hijo,
Nuestro Señor Jesucristo,
para el perdón de nuestros
pecados y los del mundo entero."

En las cuentas pequeñas, que en el rosario se utilizan para el Ave María, se dice:

"Por Su dolorosa Pasión,
ten misericordia de nosotros
y del mundo entero."

Al finalizar las cinco decenas de la coronilla se repite tres
veces:

"Santo Dios, Santo Fuerte,
Santo Inmortal, ten piedad de
nosotros y del mundo entero."

La promesa de Jesús a Santa Faustina Kowalska (1905-1938, canonizada el año 2000)

 
“Hija Mía, anima a las almas a rezar la coronilla que te he dado. A quienes recen esta coronilla, Me complazco en darles lo que Me pidan. Cuando la recen los pecadores empedernidos, colmaré sus almas de paz y la hora de su muerte será feliz. Escríbelo para las almas afligidas: cuando un alma vea y conozca la gravedad de sus pecados, cuando a los ojos de su alma se descubra todo el abismo de la miseria en la que ha caído, no se desespere, sino que se arroje con confianza en brazos de Mi misericordia, como un niño en brazos de su madre amadísima. Estas almas tienen prioridad en Mi Corazón compasivo, ellas tienen preferencia en Mi misericordia. Proclama que ningún alma que ha invocado Mi misericordia ha quedado decepcionada ni ha sentido confusión. Me complazco particularmente en el alma que confía en Mi bondad. Escribe: cuando recen esta coronilla junto a los moribundos, Me pondré entre el Padre y el alma agonizante no como el Juez justo sino como el Salvador misericordioso” (Diario de Santa María Faustina Kowalska, n. 1541).