jueves, 24 de diciembre de 2009

Vuelve tu rostro sobre el pesebre



Acércate con humildad; no temas, que nadie te dirá: atrás. Toma el Niño Jesús en tus brazos y dile cuánto deseas amarle.

n la plenitud de los tiempos …, cuando el anhelo ardoroso de la humanidad por un Líbertador asaltaba ya los mismos cielos… , en una silenciosa noche de diciembre…, en la gruta de Belén…, desconocido de todos…, rechazado de todos…, nació Nuestro Señor Jesucristo.

Lo pregonan hoy todas las campanas: ¡Ha nacido Cristo! Lo repiten hoy todos los corazones: ¡Ha nacido Cristo! Brilla hoy en todas las miradas la luz de este pensamiento: ¡Ha nacido Cristo!

¿Por qué se hizo hombre el Hijo de Dios?

Se hizo hijo del hombre para que podamos ser hijos de Dios. Se hizo débil para robustecernos. Se dejó envolver en pañales para librarnos de los lazos del pecado. Se hizo pequeño para que fuéramos más grandes. Se hizo pobre para enriquecernos. Nace llorando para secar nuestras lágrimas. Viene a la vida en país extraño para conducirnos a la patria verdadera de los cielos. No encuentra lugar en toda la ciudad para prepararnos lugar en el reino de los cielos.

No puedes negar ante este hecho el sumo amor de Dios. Dios te ama muchísimo. Aquí está la contestación a la pregunta: ¿Por qué se hizo hombre el Hijo de Dios? Antes que tú existieses te miraba ya con amorosos ojos, y te llamaba por tu nombre… En caridad perpetua te amé, dice el Señor, que es como si te dijera: “Desde que soy Dios te amo; desde que me amo a Mí, te amo a ti; tan eterno es el amor que te tengo, como eterno soy Yo y el amor con que me amo” … En esto reconoce su caridad, porque El te amó primero antes que tú le amases y le pudieses amar.

Y porque te amó se comunicó a ti, se derramó a ti, y te atrajo a Sí con infinita bondad y misericordia de la nada. Te hizo ser racional, en el cual se resumen las cualidades de todos los seres creados: libre, inteligente, con capacidad de amar y ser amado. No eres un ser inanimado, no eres planta, no eres animal irracional. Por amor te hizo hombre y por amor Él se hizo hombre para amarte como hombre, como hermano, como hijo.

Porque te amó, está aquí. Ven… mira, pasa a contemplar una de las escenas más sublimes que han admirado los siglos, los ángeles, los hombres.

Vamos, acércate, entra al desmantelado portal, y verás a un Niño, envuelto en pobres y limpios pañales… recostado sobre paja en un pesebre… ¿ Sabes quién es, cómo se llama?… Es Jesús…

Mira donde está el Niño, en un pesebre, el lugar donde se guardan a los animales. Recostado sobre paja, Áquel que es Rey de reyes y Señor de señores. Vestido sólo con unos pañales.


¿Cómo nos comportamos nosotros? ¿Buscamos el confort? ¿El primer lugar con calefacción, aire acondicionado, asientos cómodos? ¿Cuán de acuerdo está mi vida con la del Niño Jesús, pobre, desnudo, desprendido de todo?

Vuelve tu rostro sobre el pesebre, allí verás a una joven que es su Madre, María, Virgen Inmaculada.

Un varón respetable llora de ternura al contemplar este cuadro y es ¿no le conoces? el glorioso San José… el más feliz de todos los mortales que mereció ser tenido por padre de Jesús…

Y tú ¿qué haces? … ¿qué le dices a ese Niño?…¿No te atreves a llegar por respeto a su cuna?

Acércate con humildad; no temas, que nadie te dirá: Atrás.

Párate un poco al lado del pesebre. Mira y remira a tu Niño Jesús, ¿No observas que te sonríe?… es que piensa en ti. Pensaba en ti antes que tú nacieras. Piensa en los designios que tiene para ti, los inmensos regalos que quiere hacerte, el amor con el que te quiere colmar. Te ama desde toda la eternidad. Piensa en todo lo que puedes hacer por El. Piensa en el apostolado que tienes en la palma de la mano, piensa en las almas que espera recibir mediante tu labor, ve tu alma y arde en deseos de reinar en ella. ¡Qué dicha la tuya Jesús piensa en ti!

Pero escucha ahora : ¿oyes sus gemidos? ¿no ves correr sus lágrimas por sus mejillas? Pues es que llora por ti … Él ve claramente las veces que le has de traicionar, que le vas a dar la espalda, que te mirara de frente y tu dirás: No, no te conozco.

Mira al Niño Jesús y vuélvele a mirar… ¡Qué bueno es Jesús! ¡Qué hermoso! ¡Cuanto te ama!… ¿Y aún continuarás negándole o regateándole tu amor?

Toma el Niño Jesús en tus brazos como María y José. Le ves qué hermoso es. Dile, dile cuánto deseas amarle, dile cuanto has de hacer por su amor, dile de tus proyectos en el apostolado, dile que harás todo por cumplir su voluntad. Niño Dios, haz que te ame cada día más, no permitas que me separe de Vos.

Mira al Niño Jesús en tus brazos, a quien arrullan unos pobres padres y festejan unos sencillos pastores en un establo, es al propio tiempo adorado y alabado como Dios de cielos y tierra por miles de Ángeles…Y mientras padece frío, viste los campos de flores, y esmalta de verdor las praderas y cubre de hojas los árboles…Y duerme en un establo, es honrado en un trono de gloria eterna en lo más excelso de los cielos…

Ahora, acércate a su pecho, escucha los latidos de ese Sagrado Corazón, que siempre ardió en amor a los hombres. Tú viniste a poner fuego en la tierra de mi corazón, y nada deseas tanto como verlo abrasado en las llamas de tu amor…Te humillaste Señor por mí hasta hacerte hombre por mi amor.

Hoy Jesús mío estás nuevamente aquí en el Santísimo Sacramento, humillándote nuevamente por conquistar mi amor. Señor quiero en este día pedirte que me alcances la virtud de la humildad que Tú me has enseñado tantas veces especialmente, al hacerte hombre, al nacer en un pesebre pobre y frío y también quedándote aquí en el Santísimo Sacramento.
María y José, preparad una cuna en mi corazón, que quiero albergar en ella a vuestro hijo Jesús…
No la desprecies, Jesús; ven y acepta, tal cual es, la casa pobrecita de mi corazón… Adórnala Tú, purifícala Tú con todas las virtudes especialmente la virtud de la humildad, y conságrala para tu morada, y sea mi corazón tu lugar de descanso y recreo eternamente. Amén.


sábado, 19 de diciembre de 2009

Con María, hacia mi propia Navidad


¡Ya pronto es Navidad! María me invita a caminar hacia Belén, no la dejes sola, esperando, en un recodo del camino...

Faltan pocos días para la Navidad aquí en mi ciudad. Ya has salido, junto a José, camino de Belén, Señora mía...

Preparaste amorosamente la ropita del pequeño, llevas todo lo que imaginas podrás necesitar. José organizó la logística del viaje, por donde ir, cuando parar, cuando llegar… cada uno en lo suyo, pero juntos. En el aire se respira “aroma de parto”.
¡Cómo quisiera acompañarte, Señora mía, en ésta, la más hermosa y decisiva peregrinación de la historia! ¡Cómo quisiera haber sido tan sólo uno de los perros que seguían al asno en su camino!...

Si tanto lo deseas, hija querida ¿Por qué entonces, no vienes con nosotros? …Vamos ... sin tanto preámbulo ¿Vienes?

Tu voz clara, tu mirada serena, tu perfume indescriptible, le preguntan a mi pobre alma aturdida por las cosas del mundo. Tantas veces te he olvidado, Señora, tantas veces te he dejado esperando y, aún así, tu amor de madre me invita a caminar hacia Belén.

- ¡Claro que sí, Madre querida!- te contesta mi voz en un hilo… quisiera llorar, reír... no sé… opto por seguirte.

Anochece. Nazaret ha quedado atrás. Se han detenido a descansar un poco. José junta un poco de leña para hacer fuego. Tú estás sentada tratando de cocinar algo… justo se cruza un animal del campo, José lo atrapa.

El Señor nos mandó una buena cena, hermosa mía te dice el esposo cuando llega con su trofeo de caza.

Él nos provee siempre, esposo mío, sabe nuestras necesidades, pero por sobre todo, nos provee el alma con fuerza de su amor.

Te recuestas un rato, estás cansada. Yo te observo a pocos pasos… José va por más leña... Miras el cielo... Le hablas a tu bebé:

“Mira amor, desde aquella estrella grande, que brilla, Papá nos mira... ¿La ves?... bueno, bueno, tranquilo, no saltes así.- te ríes, una lágrima te acaricia la mejilla y se pierde en el viento de la noche - Amor, falta poco para llegar. ¿Qué haremos cuando sea tu tiempo? ¿Dónde nacerás? Seguro Papá ya tiene todo preparado, yo no pregunto, soy su esclava, voy donde me mande. ¿Sabes amor? Ser su esclava no es como las esclavitudes del mundo, que ahogan y atan, ser su esclava es como tener alas... como... soñar sin límites. Ser su esclava es llenarse de paz, no temer, caminar confiada, saber que todo camino es trazado por sus manos, que toda circunstancia es Camino hacia el Padre. Duerme ahora, hijo mío querido ¿Sabes? Estoy impaciente por verte, por besarte, por abrazarte… pero ya habrá tiempo, ahora, hijo, ahora es tiempo de caminar...

José vuelve con más leña, prepara la cena, y te sirve una abundante y rica porción. El olor de la carne asada trepa el aire... comen alegres, riendo con recuerdos del pasado, soñando con el día del nacimiento…

De pronto, les sobresalta un ruido…

Quédate aquí quieta, veré lo que es...

Teme José a los asaltantes que podían haberse escondido entre las sombras ¿Qué podrían llevarles? Nada, pues nada tienen. El mayor de los tesoros estaba escondido en el seno purísimo de María.

No temas, querida, es sólo un animal vagabundo. Duerme, duerme ahora, hermosa mía, que el viaje aún no termina, y el día de mañana será largo.

Te recuestas, Señora mía, cerca del fuego, José te cubre delicadamente con una manta. Te quedas dormida. Él te mira con ternura infinita. ¿Qué pensamientos estarán cruzando por su mente y su corazón en estos momentos? No quiero yo moverme, pues temo me vea José.

¿Te piensas quedar toda la noche tras una piedra? – el esposo voltea hacia mí y me mira con una mirada llena de paz, aunque no exenta de cierta preocupación.

- Yo… lo siento, no quería molestar… es que…

Lo sé ¿Olvidas que me cuenta todo? Ella te invitó a venir con nosotros en este viaje del 2009.

- ¿Qué dices José? ¿Cómo del 2009? ¿No es éste una especie de sueño donde yo los acompaño en un viaje realizado hace más de 2000 años?

Pues no, querida mía. Cada año, María y yo volvemos a viajar a Belén. Cada año es como si Cristo volviera a nacer. Sólo que su nacimiento no es físico… Jesús quiere nacer en el corazón de cada uno.

- Pero… no entiendo… hay mucha gente buena en el mundo, religiosos, sacerdotes, laicos, que también quisieran acompañarlos… ¿Cómo, entonces, viajan tan solos?

Porque éste, mi querida, es TU viaje hacia Belén, nadie puede hacerlo por ti. Éste es tu camino para dejar que Jesús nazca en tu alma. Éste es el viaje que debes hacer, a través de las montañas de tu corazón, debes cruzar los ríos de tu orgullo, que, aunque torrentosos, pueden cruzarse si te acompañamos. Debes soportar los vientos de la soledad y la tristeza. Debes enfrentarlos y vencerlos por amor a Jesús. ¿Comprendes ahora? .

Me quedo sin palabras. José es un hombre sabio, me explica lo que sucede con la sencillez de los grandes hombres. Estoy en el desierto de mi corazón, cuando amanezca… ¡Oh Dios! Cuando amanezca se mostrarán todos los valles, quebradas y torrentosos ríos de mi alma… ¡Qué vergüenza!. Mi corazón está tan lleno de pecados, que… no sé… quisiera salir corriendo pero ¿Adónde?. Ni siquiera hallaré un lugar donde esconder mi rostro...

¿Por qué quieres esconderte? preguntas, María querida, despertando de tu reparador descanso.

- Es que José me ha explicado… y temo que, al amanecer, no te guste lo que veas, Señora…

¿Y que se supone que veré?

- Mi corazón, que no es como yo quisiera, que hace el mal que no quiere y no hace el bien que desea, mi torpe corazón, tan lleno de culpas y olvidos para contigo.

Creo, hija mía, que no comprendes la verdadera dimensión del amor que Jesús tiene por ti- y colocas tu pequeña mano sobre el vientre abultado -Jesús estaba esperando a que tú desearas realizar este viaje, Jesús está esperando que tú te arrepientas de tus errores, pues Él es manantial de misericordia, Jesús espera que tú quieras recibirlo en tu alma. Para ello, busca el sacramento de la Reconciliación. Allí, verás cómo el paisaje de tu corazón se transforma, como los ríos se vuelven calmos, las quebradas se transforman en fértiles valles y el desierto de tu corazón se llena del perfume de su Amor. Jesús te llama, hija, te llama siempre. Desde su lastimado corazón, parte su pedido hasta el tuyo. El llamado es de Él, la decisión, tuya… indefectiblemente tuya… Ahora descansa, el día de mañana será largo.

Me recuesto cerca del fuego. No puedo dormir, mas bien no puedo dejar de llorar. Tanto me amas Jesús mío, que haces todo esto por mí, por cada ser humano, por todos, por todos. José me cubre con una manta… por fin me duermo.

Amanece. Tu esposo ha preparado un poco de pan para comer antes de reiniciar el viaje. Pan… me tiemblan las manos, lo recibo agradecida. Tiene el sabor del pan de la mesa de mi casa, el sabor conocido de las pequeñas cosas de mi vida.

Nos ponemos en camino, hay viento, cuesta avanzar, José y yo caminamos, María viaja sobre el animal que parece muy feliz de transportar tan preciado equipaje. Hay demasiado viento, la arena casi nos ciega, apenas si podemos conservar el rumbo.

- ¡Debemos detenernos!- le grito a José.

¡Aquí no, avanzaremos hasta esas rocas y buscaremos refugio!

- ¡No lo lograremos, casi no se ve nada!

Déjate guiar, conozco el terreno, no temas, llegaremos ¿Ves? Igual actúas en las tormentas de tu alma, en lugar de dejarte guiar por Jesús, acampas en cualquier parte de tu dolor y te tapa la arena de la desesperación.

Llegamos por fin a las rocas, que ofrecían buen refugio. La tormenta pasó. José propone seguir el viaje. María está realmente agotada pero calla, sabe que no puede quedarse a la mitad del camino, ahora debe seguir, no hay regreso.

Anochece. Se pone frío. A lo lejos se divisa una fogata, José nos deja en buen resguardo y se acerca a ver si son confiables. Regresa emocionado.

¡Es Pablo, mi primo y unas familias más! Ellos también deben registrarse en Belén. Dicen que la ciudad esta atestada de gente. Eso me preocupa, pero ya veremos al llegar, ahora vamos, nos invitaron a compartir la cena.

José avanza con el animal. María prefiere caminar un poco. Le ofrezco mi brazo, y se apoya.

¿Ves hija? Muchas veces Dios nos pone buenos amigos, buenos consejeros en el camino, la decisión es nuestra, o quedarnos en la oscuridad de nuestra propia noche o arriesgarnos a avanzar un poco hacia aquellos que nos pueden ayudar.

La familia de José se muestra amable. María tiene una sonrisa encantadora y una voz tan exquisita que todos quedan muy admirados de ella y no dejan de felicitar a José por tan bella esposa.

Al amanecer seguimos caminando, José se despide de su familia, ya que ellos se quedarán en el campamento por unos días esperando a otros parientes.

Belén se dibuja nítido en el horizonte. La gente va y viene a causa del censo. Vamos llegando, cuando María le dice a José.

Esposo mío, ya es tiempo… el niño nacerá pronto…

Ayúdame a encontrar un sitio para el nacimiento me pide José- recuerda que debe ser digno de Él, no por el lujo sino por la sencillez, el amor, la generosidad y la predisposición para recibirlo

- Pero ¿Dónde encuentro ese sitio, José?

No lo sé, recuerda que estamos en tu corazón, tú lo conoces, al menos, deberías. Busca en tu corazón un lugar donde María pueda dar a luz.

El lugar que José me solicitaba debía estar libre de las espinas de mi egoísmo, protegido y al reparo de los vientos de mi ira, sin grietas, para que no le inundase la lluvia fría de mi falta de fe.

José me pide ese lugar... antes de ponerme a buscar haré caso del consejo de María, buscaré el sacramento de la Reconciliación.

María me despide…

Aquí estaremos esperando, hija querida, ve y encuentra ese lugar para Jesús. Dale esa alegría a mi Corazón Inmaculado, busca, hija, busca… estoy segura que ese lugar existe, pero debes encontrarlo por ti misma Recuerda, nadie puede hacer esa búsqueda por ti. Vamos, que Jesús espera…

Abrazo a mi Madre querida con todas mis fuerzas, beso sus hermosas manos. Abrazo a José, quien besa mi frente y murmura…

Confío en ti, sé que volverás, sé que no nos dejarás en espera. No te distraigas en el camino, no te distraigas, por fuerte que sea la tentación. Busca, hija, que el que busca encuentra.

- Gracias, gracias- y mi voz es un susurro ahogado por el llanto.

Los dejo, cada tanto giro el rostro para verlos, aún están donde les dejé, en un recodo del camino… debo encontrar el mejor lugar dentro de mi corazón. Queda poco tiempo. Debo encontrar ese lugar y venir por ellos para guiarlos...

Sé que lo hallaré, no será fácil, deberé limpiarlo, asearlo y acondicionarlo. Llenarlo de amor y de fe. Pediré al Padre incremente mi fe… haré oración, seguiré los caminos del Adviento…


Dios jamás defrauda a los que en él depositan sus mejores sueños. Recuerdo que desde setiembre vengo pensando cómo hacer de ésta una Navidad especial... Dios me escuchó, María me escuchó, me invitó a caminar hacia Belén, nos invita a todos, no la dejemos sola, esperando, en un recodo del camino...


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NOTA de la autora:Estos relatos sobre María Santísima han nacido en mi corazón y en mi imaginación por el amor que siento por ella, basados en lo que he leído. Pero no debe pensarse que estos relatos sean consecuencia de revelaciones o visiones o nada que se le parezca. El mismo relato habla de "Cerrar los ojos y verla" o expresiones parecidas que aluden exclusivamente a mi imaginación, sin intervención sobrenatural alguna.

sábado, 12 de diciembre de 2009

La Virgen de Guadalupe, símbolo de inculturación de la fe


Entrevista al postulador de la beatificación del indio Juan Diego

MÉXICO, viernes 11 de diciembre de 2009 (ZENIT.org / El Observador).-

México y América toda se aprestan a celebrar, mañana sábado 12 de diciembre, a la Virgen de Guadalupe. Varios millones de personas irán a la Basílica de Guadalupe, enclavada en la falda del cerro del Tepeyac, lugar de la aparición marianas al indígena Juan Diego Cuauhtlatotoatzin, hoy San Juan Diego.

Para conocer la última hora de la teología del acontecimiento guadalupano, sobre todo en su relación con la identidad de México y de los pueblos de América, ZENIT-El Observador entrevistó a monseñor Eduardo Chávez Sánchez, quien fuera postulador de la causa de Canonización de San Juan Diego y actualmente funge como coordinador del Instituto Superior de Estudios Guadalupanos, en la Ciudad de México y como canónigo de la Basílica de Guadalupe

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--¿En qué sentido se puede decir que la Virgen de Guadalupe es constructora de la identidad nacional?

Monseñor Eduardo Chávez: Para mí se forja México el 12 de diciembre de 1531, porque ella toma todo lo que es la identidad indígena y española, desde aquí manda un mensaje para el mundo entero, ella habla en Náhuatl, ella se plasma en una tilma Náhuatl, su mensajero es un indígena de mentalidad tolteca: San Juan Diego, ella toma mucho de esta mentalidad para dar el mensaje de Jesús como Dios vivo, verdadero. Lanza su voz al mundo entero a través de los indígenas, sin descuidar a los españoles porque ella es una Inmaculada Concepción que entendían perfectamente los hispanos, ella es una mujer de adviento también perfectamente comprendido por ellos; sabemos que los ibéricos celebraban la octava de la Inmaculada Concepción en el momento de su aparición.

Así que ella hace una identidad nueva conjuntando las cosmovisiones española e indígena, el fruto lo lanza al mundo entero, por eso Juan Pablo II le llama el modelo perfectamente inculturado de esa evangelización.

--¿Por qué se dice que la Virgen de Guadalupe es madre de la civilización del amor?

Monseñor Eduardo Chávez: Ella da a luz la Civilización del Amor porque cuando le dice a Juan Diego “Quiero una casita sagrada” está hablando de un templo, pero también habla de familia, es decir habla de Iglesia. Dice la Virgen de Guadalupe muy claramente: yo quiero ofrecer todo mi amor y ese amor es Jesucristo. En otras palabras ella quiere la construcción no sólo de un templo material, sino la nueva civilización donde el centro es Jesucristo, o sea, el amor. Por todo esto ella es la forjadora de la Civilización del Amor.

--¿Es correcto denominarla Virgen Indígena?

Monseñor Eduardo Chávez: Si se toman algunos elementos que ella tiene sí. Pero lo más correcto es lo que dice Juan Pablo II: es la Virgen mestiza. Esto ya lo había dicho Juan XXIII: su rostro es mestizo, ella es la integración de todas las razas, ella es madre de todos los seres humanos, de todos los pueblos, por eso le dice a Juan Diego “Soy tu madre y de todas las mas variadas estirpes”, por tanto es madre de todos los seres humanos.

--¿Cuál puede ser el impacto de los valores marianos dentro de la mentalidad norteamericana?

Monseñor Eduardo Chávez: Lo católico en Estados Unidos se vive con mucha intensidad, pues allí se es una religión no mayoritaria, esto hace que los católicos sean más fieles y observantes, se es católico porque realmente se vive, no por mera tradición. Por otro lado la Iglesia Católica viene con la bandera de Santa María, muy especialmente bajo su advocación de Guadalupe. Así que una Iglesia donde se venera a la Virgen María, es una lugar donde se adora al único Dios vivo y verdadero, por eso tiene mucha fuerza en Estados Unidos. Como consecuencia hay un impacto real de los valores marianos en la sociedad norteamericana.

--¿Es la Virgen de Guadalupe un símbolo de unidad entre las culturas?

Monseñor Eduardo Chávez: Así es, es un signo de unidad de todas las culturas ¿y esa unidad cuál es? El amor; un chino, un europeo, un africano, todos necesitamos el amor, queremos vivir en el amor. Por eso Juan Pablo II lo vio tan claramente que le llama: Madre de América, Patrona de América; ya no usa “las Américas”, no más plural porque se da cuenta que en el amor no hay fronteras. Todos somos hijos de Dios y tenemos la misma dignidad.

--¿Qué significa el XIII caña para la mentalidad azteca y cómo se relaciona con la Virgen de Guadalupe?

Monseñor Eduardo Chávez: Es una fecha que para ellos significaba iniciar una nueva era, en el códice de la fundación de México lo primero que ponen es la caseta XIII caña que significa “Una nueva civilización comienza” también en el calendario azteca, la caseta central a lo alto es el XIII caña, un nuevo ciclo. Como lo dice (Miguel) León-Portilla simboliza rumbo a la casa de la sabiduría, a la casa de la luz; es nuevo día y sabiduría divina. 1531 en el calendario europeo coincide con XIII caña en el calendario indígena, para ellos el hecho de que haya tenido este encuentro la Virgen de Guadalupe con los seres humanos significa que se está iniciando una nueva era llena de la sabiduría divina.

--¿Qué valores trasmite la Virgen de Guadalupe a la sociedad actual?

Monseñor Eduardo Chávez: Antes que nada humildad, ella elige a Juan Diego y su característica más importante es la humildad, la sencillez. También ella es humilde, dice “Hágase en mí según tu palabra, soy tu sierva”, del mismo modo que Santa Isabel cuando recibe la visita de la Virgen “¿Quién soy yo para que la madre de mi Señor venga a verme? Así como Juan Bautista que dice “Yo no soy el que debe de brillar, es él quien debe de brillar, yo no soy digno de desatarle la correa de sus sandalias”; todo esto es humildad. El pecado llega al corazón humano por la soberbia.

--¿Cómo influyó la mentalidad tolteca de Juan Diego en la recepción del mensaje Guadalupano?

Monseñor Eduardo Chávez: La cultura tolteca era como tierra fértil para la recepción del mensaje, habían llegado a creer en un solo dios: Tloquenahuaque, le llamaban incluso el dios desconocido. Llegar a la idea de un solo Dios con la pura fuerza de la razón es frustrante porque está el mal en el mundo y no se puede explicar esta realidad; Netzahualcóyotl le gritaba “Quiero cantar tus flores Tloquenahuaque pero estás muy lejos y no te importa el ser humano”. Por eso cuando Guadalupe se encuentra con Juan Diego y le dice “Yo soy la madre del Tloquenahuaque” ;(no es un ídolo debe quedar bien claro) es una característica del Dios vivo; Juan Diego capta perfectamente que se trata del único Dios, que no está alejado, que se no burla de él. Sin embargo desde que la vio siempre supo que era la madre de Jesús porque le dijo voy a Tlatelolco a recibir el catecismo departe de tus sacerdotes. No la confunde con ningún ídolo capta perfectamente que es María la Madre de Jesús.

--¿Qué papel debería tener dentro de los festejos del Bicentenario de la Independencia de muchos países latinoamericanos, entre ellos México, la Virgen de Guadalupe?

Monseñor Eduardo Chávez: Muy importante porque es forjadora de toda una nación, pero yo veo más trascendencia, desde esta patria, tenemos una responsabilidad con el mundo entero, nosotros debemos ser esos instrumentos de Dios, por medio de la Virgen de Guadalupe para ser una civilización del amor en el mundo entero.

Por Omar Árcega

sábado, 5 de diciembre de 2009

Repetir el camino de María en nuestra vida


Adviento. Ser como María, siempre estar dispuesto a decirle a Dios “sí”, para seguir el camino de la paz, el camino de Dios.


La Santísima Virgen no es la única que ha sido elegida por Dios; cada uno de nosotros también lo ha sido. La razón por la cual María es bendecida de esta forma extraordinaria por el Señor, es por la misión que a Ella se le iba a entregar: la de ser la Madre del Redentor. La razón por la cual cada uno de nosotros es bendecido por Dios es porque también tenemos una misión muy especial de cara a nuestro mundo, de cara a la propia familia y de cara a la sociedad en la que vivimos.

Ciertamente que, en nuestro caso, el camino es distinto. En María se produce la preservación por parte de Dios. María no es tocada por el pecado; nosotros tenemos que caminar y luchar para corregir esa marca del pecado. Sin embargo, de la misma manera en que María tiene una gracia muy especial por parte del Señor, no olvidemos que también nosotros la tenemos, porque tenemos la gracia de Dios para poder llevar a cabo nuestra misión.

Yo creo que la actitud de la Santísima Virgen ante la misión que se le propone, también la podríamos aplicar a nosotros. María, cuando oye las palabras del ángel, se preocupa mucho y se pregunta qué querría decir semejante saludo. María le pregunta al ángel cómo se va a realizar el plan de Dios, siendo ella virgen. Sin embargo, la Santísima Virgen ofrece su persona a Dios como la esclava del Señor para que se cumpla en Ella lo que se le ha dicho.

Esas tres actitudes de la Santísima Virgen, podrían también ser tres comportamientos nuestros. Cada uno de nosotros, cuando Dios manifiesta su plan en nuestra vida, también puede sentir preocupación, inquietud, incluso miedo. “No temas María”, le dirá el ángel. También en nuestro corazón, cuando vemos lo que Dios nos pide, cuando vemos con claridad el designio de Dios para nuestra vida, puede surgir miedo, porque muchas veces lo que Dios nos pide va en contra de lo que habíamos planeado.

Si reflexionáramos sobre el plan que tenía o el plan que tiene para su existencia, ¿podría decir que es el mismo que Dios le está pidiendo? ¿Acaso lo que me ha sucedido estaba dentro de mis planes? ¿Estaba dentro de mis planes el que mi matrimonio sufriese dificultades? ¿Estaba dentro de mis planes el que mis hijos se comportasen mal? ¿Estaba dentro de mis planes el que Dios me pidiese pasar por la situación por la que estoy pasando?

Nos vamos a dar cuenta de que muchas cosas no estaban dentro de nuestros planes. Y cuando de pronto te encuentras con algo que no está dentro de tus planes, te puede preocupar, te puede incluso molestar. Sin embargo, hay una cosa muy clara: muchas veces perdemos el dominio de nuestra vida y se lo tenemos que dejar a Dios.

¿Qué pasa cuando se lo tienes que dejar a Él? ¿Qué pasa cuando Dios te dice “el control lo quiero yo”? Y quiero que me entregues esto de tu vida...; esto de tus hijos...; esto de tu matrimonio...; esto en el ámbito material...; esto en el ámbito social... A lo mejor, surge en nosotros preocupación, que puede ser una reacción lógica, pero que no sigue el camino de la Santísima Virgen María.

Cuántas veces podemos perder de vista que, ante Dios, la respuesta auténtica es “sí”. Y es un “sí” que le pone a Dios delante todo lo que uno es. María había prometido a Dios vivir en virginidad. Pero incluso esa promesa tan acariciada en el corazón de la Santísima Virgen, Ella la pone ante el Señor y acepta la respuesta de Dios.

El punto importante es si le ponemos a Dios el sí por delante. “¿Cómo va a ser...?” Tú me lo vas a decir, Tú me vas a guiar, Tú vas a estar a mi lado. Sin embargo, cuántas veces pensamos que nuestros planes personales son mejores que los de Dios; que nuestros criterios personales, son mejores que los del Señor. Nos olvidamos de que el camino de María es un camino en el que Ella siempre está dispuesta a decirle a Dios “sí”.

La tercera actitud de la Santísima Virgen María es una actitud de una ofrenda total: “He aquí la esclava del Señor, que se haga en mí según tu palabra”. Ante los conflictos internos de más generosidad, más sacrificio, más entrega, más oración, más perdón a los demás, tenemos que repetir las palabras de María Santísima: “Aquí está la esclava del Señor, que se haga en mí según tu palabra”.

Dice San Pablo: “Hemos sido elegidos, en Cristo, para ser santos e irreprochables”. ¿Cuál es el camino para lograrlo? Cada uno de nuestros caminos es distinto, cada uno de nuestros modos de caminar es diferente, pero si seguimos el camino de María “aquí está la esclava del Señor, que se haga en mí según tú me dices”, será siempre un camino de gozo y de esperanza, no un camino de miedo.

¡Qué importante es descubrir este camino de María en nuestra vida, porque es un camino —no lo olvidemos—, que lo tenemos que ir repitiendo constantemente! Lo tenemos que repetir cuando nuestra vida es joven, cuando es madura, cuando es anciana; lo tenemos que repetir cuando las cosas económicas van bien o cuando van mal; lo tenemos que repetir cuando hay contrariedades o cuando no las hay. Tenemos que repetir el camino de María, porque repetirlo es seguir el camino de la paz, es seguir el camino de Dios.

Permitamos, entonces, que toda nuestra vida vaya caminando, como en la vida de María, con estas tres actitudes: La actitud de querer encontrar la voluntad de Dios, sea ésta cual sea. La actitud de no poner restricciones a la voluntad de Dios, sea ésta cual sea. Pero sobre todo, la actitud de entregarse con plena y madura libertad al camino de Dios, por donde Él nos vaya llevando.