domingo, 6 de abril de 2014

El sexo, en su lugar: «La vida es la búsqueda, a veces por caminos equivocados, de un amor hermoso»

Nieves González, casada y madre de dos hijos es doctora en medicina, máster en Sexología y experta en Educación Afectiva y Sexual y en Métodos Naturales de Reconocimiento de la Fertilidad.

Dirige el Centro de Orientación Familiar de la diócesis de Valladolid y es también directora de la Fundación Desarrollo y Persona (www.desarrolloypersona.org), entidad dedicada a la educación afectiva y sexual que a lo largo de varios años ha abarcado con su actividad anual una media de más de 10.000 personas.



Es autora del libro Hablemos de sexo con nuestro hijos, publicado por la editorial Palabra y codirectora de la publicación y del Proyecto “Aprendamos a Amar”, de ediciones Encuentro y editorial CEPE.

- Impartís cursos sobre afectividad y sexualidad a jóvenes de entre 12 y 18 años de edad. ¿Qué “enseñáis” que ellos ya no sepan?
 
-Es verdad que los adolescentes y jóvenes de hoy en día tienen mucha información a su alcance en todos los sentidos, también en temas sobre sexualidad, aunque más bien en una sexualidad reducida a genitalidad. Sin embargo, en la experiencia, vemos que esta “facilidad” para tener información no se traduce en una formación que les lleve a madurar, sino que por el contrario, la información sin una verdadera educación del corazón y de la responsabilidad puede, en algunos casos, dificultar vivir en verdad el afecto y la sexualidad.

»Pienso que es fundamental acompañar el camino de los adolescentes y jóvenes para que aprendan a amar, que es lo que va a determinar, al final, la posibilidad en su vida de ser felices. Esto es lo que les proponemos nosotros en la Fundación Desarrollo y Persona: ayudarles a descubrir que en todo lo que hacen y buscan, a veces de modo equivocado, existe en el fondo un deseo de ser queridos y valorados; en definitiva, de encontrar a alguien que les prefiera y a quien poder darse.

»Enseñamos que la sexualidad no es tanto “hacer cosas”, sino una dimensión de la persona que nos permite ser y estar en el mundo como hombres o mujeres capaces de amar y ser amados, de vivir y transmitir la vida.

-¿Qué es lo que más les preocupa? ¿Y a los chicos? ¿Y a las chicas?
 
-Hacen muchas preguntas sobre los posibles riesgos de la sexualidad: embarazos imprevistos, eficacia de los métodos contraceptivos e infecciones de transmisión sexual, porque junto a la visión idílica y ficticia de las relaciones afectivas y sexuales que en ocasiones transmiten los medios de comunicación, el mensaje que  reciben muchas veces es de frustración, fracaso y enfermedad. De hecho, nos enfrentamos socialmente a estas dificultades anteriormente descritas ya que la sexualidad es un don, pero existen conductas de riesgo.



»Tanto a chicos como a chicas lo que más les interesa es aprender a aceptarse tal y como son, a quererse a sí mismos, a mostrase sin fachadas y acercarse adecuadamente a la persona que les resulta especialmente significativa. Desean aprender a afrontar los pequeños o grandes desengaños que algunos ya experimentan, a diferenciar atracción de enamoramiento y necesitan saber cómo situarse adecuadamente ante el grupo de amigos y sus expectativas. Los chicos manejan un lenguaje en ocasiones distinto a las chicas, pero en el fondo, los deseos son los mismos.

- Anticonceptivos, castidad... ¿qué enseñáis sobre esto? 
 
- La propuesta que realizamos coincide con la sabiduría que nos transmite el Magisterio de la Iglesia con el que nos sabemos en profunda comunión. La castidad es una virtud, por tanto una excelencia humana, que permite integrar la sexualidad en la persona y ordenarla al servicio de un amor verdadero. Es un hábito bueno que facilita ser mirados y tratados conforme a nuestra dignidad y como todo hábito se entrena en los jóvenes a través de la amistad y se vive en el noviazgo.

»Cuando la virginidad no se explica desde la norma que oprime, sino desde la grandeza que supone guardar la intimidad del propio cuerpo, valorar la capacidad de poseerse para, en un futuro, poder donar no sólo el cuerpo sino la vida entera en el matrimonio, el joven lo comprende.

»No es lo mismo decir “te quiero” que decir “sí, quiero” y para comprometerse hay que madurar. Lo mismo sucede con la fidelidad. Cuando uno se enamora y comienza a salir descubre que tiene el deseo de “durar” que es, en definitiva, reflejo del deseo de eternidad, y tiene deseo de fidelidad. Pero un corazón fiel también se va educando en las pequeñas cosas de cada día en este tiempo precioso que es la juventud.

»Aunque también es cierto que, cada día más, tenemos en las aulas adolescentes y jóvenes muy heridos, que han sufrido enormemente en medio de conflictos familiares y son escépticos a una propuesta que choca con su realidad diaria y que no saben cómo integrar.

- En algunos países, como Estados Unidos o Inglaterra, pero también Polonia, Brasil, crece entre los jóvenes el voto de castidad antes del matrimonio (especialmente en Iglesias protestantes). Poco a poco se está imponiendo también la tradición del “anillo de pureza” o “de castidad”. ¿Es necesaria la vuelta a valores de este tipo?
 
-Creo que muchos jóvenes (y también adultos) han experimentado que no son las relaciones sexuales, por numerosas que sean, las que pueden llenar el corazón humano. La vida es la búsqueda, a veces por caminos equivocados, de un amor hermoso; por tanto, retomar constantemente lo que nos ayuda a aprender a amar siempre es un bien.

»La virginidad es saber guardar la intimidad del cuerpo para entregarla a la persona a la que se entregará la vida en una relación total, fiel, definitiva y abierta a la fecundidad. Esto es el matrimonio. El “anillo de pureza” es un signo externo que puede ayudar a tener presente este deseo profundo del corazón para no rebajar su anhelo.

»Pero es esencial educar con una mirada de misericordia. Así nos ama Dios. Somos más grandes que nuestros actos, más grandes que nuestros errores y somos amados con un Amor que vence con el bien al mal. Por eso cada día se puede recomenzar. La virginidad, al ser una dimensión de la persona, puede ser recuperada y este anuncio llena de esperanza a muchos jóvenes.

-En tu experiencia, ¿has visto diferencia en la acogida de estos cursos dependiendo si el centro es público, concertado o privado?
 
-En principio, la dificultad para impartir nuestros cursos en centros estatales se debe fundamentalmente a que la decisión sobre actividades complementarias en los centros educativos está centralizada en la consejería de educación correspondiente.

»Lo más frecuente es que trabajemos con centros concertados o privados, de ideario católico, en los que la decisión de los talleres impartidos en las aulas depende de la dirección del centro y en los que la orientación y los contenidos de nuestra actividad coinciden con la propuesta del centro.

-Impartís cursos también a profesores. ¿En qué se diferencian respecto a los de los chicos? ¿Es más fácil?
 
-Desarrollo y Persona realiza una actividad muy significativa en la formación del profesorado, ya que nos dedicamos fundamentalmente a la formación de formadores. Los profesores están a diario entre sus alumnos, perciben sus necesidades, les escuchan día tras día, se alegran con sus progresos y sufren con ellos ante las situaciones familiares dolorosas que les afectan.

»Son conscientes de la importancia del afecto en el proceso educativo, pero necesitan formación, contenidos y herramientas que les faciliten el encuentro con sus alumnos y un diálogo concreto, cercano y real en torno a la sexualidad. Vienen a los cursos con una gran motivación, participan activamente desde su experiencia docente y suelen hacer un camino personal de enriquecimiento de la propia vida que no imaginaban al comienzo. Es muy gratificante.
 
-Alguna pregunta que te haya sorprendido especialmente, o alguna inquietud que sea recurrente en los jóvenes…
 
-Recurrente en los púberes (11-14 años) es la preocupación por los cambios físicos, la imagen corporal y el “tamaño” o medidas que se supone que todo debe tener. Los adolescentes ya están a otro nivel. Sus preguntas se centran en diferenciar sentimientos, lograr que se fijen en ellos y tener éxito en las relaciones interpersonales. Preguntas sorprendentes hay muchas cada año. Unas por simpáticas y otras por dramáticas.

-La Iglesia y, con Iglesia quiero decir también el pueblo que forma la Iglesia, tiene un gran desafío ante sí vista la ideología de género que se está intentando imponer, los matrimonios homosexuales, la educación sexual basada sobre el género en los colegios, etc. ¿Cómo podemos ayudar a nuestros hijos a discernir en este ámbito?
 
- Los padres son los primeros y fundamentales educadores de los hijos y están llamados a transmitir la mirada sobre la vida y la realidad que les parece más adecuada para ellos. ¿Cómo hacer? Es importante mantener un diálogo abierto y franco con los hijos desde la edad más temprana para poder responder preguntas, aclarar situaciones y explicar las dudas que surjan en la vida cotidiana en su entorno escolar, de amistad o a través de los medios de comunicación.

»Se trata, con paciencia, de ayudarles a reflexionar, a juzgar y a no buscar lo más frecuente ni lo más fácil, sino lo más verdadero. Es importante escucharles con atención y, desde la realidad en la que están, comprender y caminar. Los padres, para educar, necesitamos también ser constantemente educados y acompañados, ya que todos respiramos el ambiente que la ideología de género trata de imponer.

- Háblame de la Asociación: cuántos cursos impartís al año, cuántos formadores sois, notáis que ha habido un incremento en la demanda de cursos, etc.
 
-La Fundación Desarrollo y Persona es una organización sin ánimo de lucro, de ámbito nacional. La sede central está en Valladolid pero cuenta con un equipo de profesorado en varias ciudades españolas, como Madrid, Barcelona, Burgos, Palencia, Cáceres, Lugo y Segovia que se desplazan a otras ciudades que lo soliciten.

»El pasado curso escolar 2012/2013 llegamos a más de 16.000 personas, de la cuales 11.000 eran jóvenes alumnos en los diversos talleres y casi 1000 participantes en los cursos de formación de monitores de educación afectiva y sexual y formación de profesorado. El resto corresponde a encuentros de padres y conferencias.

»La existencia misma de la Fundación, de la riqueza de su propuesta educativa que se extiende pese a la escasez de recursos con los que debe trabajar, es un milagro por el que damos gracias a Dios cada día. Es Él el que ha comenzado esta obra buena y la va llevando día a día.