sábado, 27 de octubre de 2018

¡Chismes!

Chismes! Eduquemos a nuestros hijos para que no caigan en ellos. (5 tips)

Por: Silvia del Valle | Fuente: www.tipsmama5hijos.com




El problema de los chismes es muy grave y cuando se da en la familia.


Casi siempre nuestros hijos son los que sufren las consecuencias de este grave mal que nos asedia y que enturbia amistades y divide familias.
Por eso aquí están mis 5 Tips para educar a nuestros hijos para que no caigan en los chismes.



PRIMERO. Que no hablen mal de las personas.

Cuando están pequeños es muy fácil que entren al juego de decir lo que piensan sin tener cuidado de quien escucha.

Por eso es muy importante que los ayudemos a controlar su voluntad y que tengan cuidado de lo que dicen y a quien se lo dicen.
Nuestros hijos deben saber que a nosotros nos pueden contar todo pero que no a todos se les puede contar las cosas privadas de la familia.

SEGUNDO. Que no se dejen llevar por lo que otros dicen.

También es común que nuestros hijos se dejen influenciar por la opinión de los demás o que les afecten los comentarios negativos que algunos adultos hacen.

Cuidado porque para los adolescentes las opiniones de los demás son muy importantes.
Las opiniones de los demás, si sirven para mejorar, son bienvenidas; pero si son destructivas o solo buscan hacer daño, entonces ellos deben saber desecharlas.



TERCERO. Antes de decir las cosas que piensen si van a lastimar a alguien.


En este sentido también debemos educarlos a nuestros hijos para que sepan decidir si lo que van a decir vale la peña o no.
Muchas veces sentimos que estamos cometiendo una omisión si no decimos lo que sabemos o lo que pensamos pero antes de hacerlo es bueno preguntarnos si al decirlo vamos a causar más problemas o si vamos a solucionar los problemas.
Si enseñamos a nuestros hijos ha contestar esa pregunta antes de decir las cosas estaremos educando su voluntad.



CUARTO. Solo comparto lo que me consta.


Es muy importante que nuestros hijos se acostumbren a que sólo se puede compartir con los demás lo que nos consta, lo que es bueno y lo que ayuda a los demás.
Todo lo que no cumple con estos criterios sólo se puede compartir en familia con mamá y papá



QUINTO. Que piensen ¿que haría Cristo en esta situación?


La mejor forma de no equivocarnos a la hora de compartir y compartir alguna información es pensar qué haría Jesús si estuviera hi conmigo.
Su ejemplo es digno de seguirse e imitarse.
Así nuestros hijos tendrán muy claro que no todo lo que se dice es real ni todo lo que se sabe se debe decir.


sábado, 20 de octubre de 2018

Amor ágape: un amor inquebrantable

Cuando nos casamos con alguien, esa persona llena nuestras expectativas, es por eso que la elegimos.


Por: Maleni Grider | Fuente: www.somosrc.mx




El amor no es sólo una emoción sino un regalo que nos ha sido dado. Perder el amor de otros, o dejar de sentir amor por ellos es una desgracia a la que debemos renunciar. ¿Cómo? 

Justamente amando.

Todos los matrimonios pasan por diferentes dificultades, desavenencias, problemas, retos y conflictos. En mi experiencia personal, después de una de las crisis más fuertes que mi esposo y yo tuvimos que enfrentar como pareja, aprendí que lo que más aprecio en mi vida es el amor. Déjenme aclarar esto: me refiero al amor de Dios, en primer lugar, al amor de mi esposo, al amor de mis hijos, al amor de mi familia, al amor de mis amigos y hermanos de la iglesia, y ¡al amor que yo tengo en mi corazón por todos ellos!


Cuando enfrentamos problemas muy complejos, por lo regular nos desenfocamos y perdemos perspectiva. Por querer tener la razón perdemos el afecto de otras personas; por intentar resolver algo rápidamente dejamos de lado la sabiduría y agregamos más leña al fuego; o al intentar hacer lo correcto cuando estamos desesperados sólo agrandamos el problema.


Casi siempre, cuando lo peor de la tormenta pasa y empieza a salir el sol en nuestra vida otra vez (y en casos desafortunados o extremos, luego de que incluso la pareja o la familia se han disuelto), nos damos cuenta de que aún seguimos amando a aquellos con los que sostuvimos un pleito o un desacuerdo irreconciliable. Seguimos sintiendo por ellos un amor profundo y sincero, un amor que duele y nos hace anhelar estar cerca de ellos, a pesar de habernos apartado.


Con acuerdo o sin éste, con perdón o sin perdón, con reconciliación o sin ella, el amor no se muere. Es probable que creamos o sintamos que está muerto, pero sólo está lastimado, hay confusión, y el Príncipe de las tinieblas utiliza todo ello para engañarnos y distorsionarlo todo. Esas personas a las que tanto amamos se ven distintas, incluso su voz se vuelve molesta, nos parecen irreconocibles. Pero siguen siendo los mismos, y están sufriendo tanto como nosotros durante la crisis.


Demasiado dolor nos ahorraríamos si comprendiéramos que las muchas aguas no podrán apagar al amor (si es que nos pronunciamos por ese amor, a favor de él). Cuando nos casamos con alguien, esa persona llena nuestras expectativas, es por eso que la elegimos. Y sí, se requiere de dos personas haciendo un esfuerzo y alimentando el amor para que la relación matrimonial prevalezca ante todos los embates. 

Pero el amor es el único ingrediente que no debemos perder de vista ni pasar por alto en medio de la tormenta, pues ningún intento funcionará sin el alto valor del amor.


¿Por qué, si lo entendemos y lo sabemos, es tan fácil perderlo de vista? Porque anteponemos otros sentimientos y no valoramos el don del amor. Decidir amar y ser amados es algo independiente de todo conflicto, pues el amor no es sólo una emoción sino un regalo que nos ha sido dado. Perder el amor de otros, o dejar de sentir amor por ellos es una desgracia a la que debemos renunciar. ¿Cómo? Justamente amando. Dejar de amar y recibir amor sólo hará que todo empeore y nos hará perder el rumbo.


Si nos dejamos llevar por el tamaño del desacuerdo, las actitudes de los demás, las emociones negativas, las ofensas, lo complicado de la situación o lo imposible del acuerdo, entonces caeremos en la tentación del maligno: renunciar al amor. Pero recordemos: amar es un mandato de Dios, y es también una promesa, un compromiso, un voto que hemos hecho a nuestro cónyuge, con quien construimos un hogar, una vida, un destino.



Dios es el autor del amor. Él ha puesto en nosotros la capacidad de amar, y también nos ha enseñado el amor ágape que nunca se apaga, ese que llevó a Cristo a la cruz, el amor que nos lleva a hacer lo imposible por quienes amamos, el amor de las familias (que todo lo puede), el amor de los esposos, que es eterno.

sábado, 13 de octubre de 2018

Eduquemos a nuestros hijos en la humildad

5 Tips para educar a nuestros hijos en la humildad.

Por: Silvia del Valle | Fuente: www.tipsmama5hijos.com




La humildad es el cimiento, la base y fundamento de todas las virtudes, la sal y la vida de ellas. La humildad es contraria a la soberbia. Sin humildad no puede haber obediencia.


La humildad lleva a la docilidad, que no es lo mismo que la dejadez o sumisión, tampoco significa dejar que los demás pasen primero o sobre nosotros.


La humildad es, simplemente, la virtud que hace conocer y aceptar las propias limitaciones y debilidades y permite obrar con el prójimo, de acuerdo con este conocimiento y sirve para llegar a la Paz Interior.


¿Cuánta falta le hace a nuestro mundo personas con estas características? Y nosotros tenemos en nuestras manos la posibilidad de formar a nuestros hijos para que lo sean, por eso hoy te quiero compartir mis 5 Tips para educar a nuestros hijos en la humildad.



PRIMERO. Ayuda a tus hijos a conocerse.
 

“Humildad es andar en verdad” es por esto que es súper importante que nuestros hijos se conozca muy bien, que se den cuenta de sus capacidades y sus debilidades.

Es importante decir que si encontramos que nuestros hijos tienen muchas cualidades no actúen de forma prepotente o creyéndose superiores a los demás y mucho menos que vean a los demás como poca cosa ya que esas actitudes son contrarias a la humildad.



Si un niño se conoce estará seguro de sí mismo y entonces tratará a los demás con amabilidad, compasión y ternura.


Cuando mis hijos, ahora que son adolescentes, se comportan con soberbia; los hago que reflexionen y se den cuenta de sus actos. Casi siempre reaccionan positivamente y cambian de actitud. En todos los casos me dicen que no se habían dado cuenta de su forma de actuar, es por eso que necesitamos ayudarlos; aún cuando ya sean adolescentes.



SEGUNDO. No exaltes demasiado las cualidades de tus hijos.


Si nosotros comenzamos a exaltar de más sus cualidades, nuestros hijos aprenderán a hacerlo y luego tendremos niños y jóvenes petulantes.

Si por el contrario les decimos que sus cualidades son un don y que los tienen para ponerlos al servicio de los demás, nuestros hijos aprenderán y tomarán esto como un estilo e vida.

En mi familia a veces pasa que alguno de mis hijos, por estar hormonauta, no quiere ayudar a alguno de los hermanos; yo intervengo y le hago ver que los talentos son para compartirlos con sus hermanos. A veces me entienden pronto y lo hacen, pero a veces es tanta la carga hormonal que tienen, que prefiero que se vayan un rato a su cuarto a pensar.

Al final del día, terminan comprendiendo que nada de lo que tienen es por sus méritos. Y deciden por sí mismos ayudar a sus hermanos.



TERCERO. Que aprendan a reconocer sus faltas.


Un punto importante y que cuesta mucho trabajo es el reconocer las faltas o los errores. 

Esto requiere de mucha práctica y de dominar su voluntad por lo que debemos enseñarlos a hacerlo desde pequeños.


Cuando logramos que nuestros hijos domen su personalidad y acepten que se han equivocado, logramos educarlos en la humildad. El punto siguiente es que ofrezcan disculpas y que reparen el daño o la falta que cometieron.


Esto es un gran ejercicio de voluntad que predispone la voluntad a la humildad, dejando de buscar culpables para los propios comportamientos.



CUARTO. Que aprendan a construir sobre sus debilidades


Si ya se conocen nuestros hijos, es más fácil detectar los puntos débiles que tienen, es 
 decir, sus limitaciones.


Conocerlas nos ayuda a no engañarnos ni engañar a otros aparentando lo que no somos, es decir, nos ayuda a ser auténticos y a querer trabajar en mejorar cada día para superar esas limitaciones.


Cuando nuestros hijos van adquiriendo la virtud de la humildad se irán dando cuenta de que la vida no se un camino de rosas, pero que poco a poco podrán ir sorteando las dificultades y eso los hará vivir con plenitud y satisfacción.


También es bueno que hagan un plan de cómo irán corrigiendo los defectos o mejorando las debilidades. Que le pongan fecha y acciones concretas para que se pueda ir trabajando para lograrlo.


Nosotros podemos ayudarlos poniendo este calendario de actividades en un lugar visible en su cuarto para que lo tengan presente.


Si nuestro hijo es aún pequeñito, nosotros podemos ir moldeando su forma de actuar y de reaccionar para que desde temprana edad controle y modere esas limitaciones o debilidades y las convierta en fortalezas al servicio de la familia.



QUINTO. Que aprendan de nosotros sus papás


Nuestros hijos aprenden de nosotros aunque nosotros no estemos conscientes de eso. Así que debemos procurar que nuestro actos eduque en todo momento.


Para educarlos en la humildad es indispensable ser humildes nosotros, actuar sin prepotencia, sin vanagloria. Ser abiertos a la corrección y estar dispuestos a poner nuestros talentos al servicio de la familia y de la sociedad.


Nuestros hijos nos observan en todo momento y aprenderán a reaccionar de como lo hacemos nosotros.


Si por ejemplo, al ir al de compras, siempre peleamos y discutimos con el gerente; nuestro hijos aprenderán que los problemas se solucionan discutiendo. Pero si en cambio buscamos la mejor solución al problema, tomando en cuenta la dignidad de la personas y llegamos con el gerente en forma amable y planteamos el problema, nuestros hijos aprenderán que esa es la mejor forma de hacer las cosas.


Y con esto no digo que no debemos enojarnos, pero si que debemos controlarnos y llegar con amabilidad a pedir las cosas.



Nuestros hijos son el reflejo de nosotros y ojalá que logremos tener una familia humilde y dispuesta para poner sus capacidades al servicio de la sociedad. Sólo así tendremos un México mejor. ¿Que tal, te animas?

sábado, 6 de octubre de 2018

¿Cómo motivar a niños a rezar el Rosario?

¿Qué estrategias usó nuestra Sra. de Fátima para lograr que esos tres niños rezaran el Rosario cada día con devoción?

Por: María Lourdes Quinn | Fuente: InfoCatolica.com




A lo largo de los años he intentado animar a mis hijos a rezar el Rosario con una mezcla de éxitos y fracasos, y por tanto admiro a las madres que me dicen que rezan el Rosario todas las noches en familia y también la labor de la Armada Blanca. 

Uno podría pensar que quizá es demasiado pedir a niños pequeños rezar el Rosario todos los días, pero eso es precisamente lo que hizo la Santísima Virgen María cuando se apareció a tres pastorcillos en Fátima. Cuando empezaron sus apariciones el 13 de mayo de 1917, Lucía tenía 10 años, Francisco 8 años, y Jacinta solo 7 años y no se pasaban todo el día en la iglesia.


¿Qué estrategias usó nuestra Sra. de Fátima para lograr que esos tres niños rezaran el Rosario cada día con devoción?

1) Dar ejemplo de cómo rezar, hasta antes de mencionar el Rosario.

Antes de las apariciones de la Virgen, Dios mandó al Ángel de Portugal para decirles a los niños: “¡Orad conmigo!”. Les dio ejemplo y les enseñó simples oraciones, asegurándoles: 

“Los Corazones de Jesús y María están atentos a la voz de vuestras súplicas”. Cuando les encontró no rezando al aparecerse a ellos la segunda vez, les exhortó: “¿Qué estáis haciendo? ¡Rezad! ¡Rezad mucho!” y les reveló: “Los corazones de Jesús y de María tienen sobre vosotros designios de misericordia”. En su 3ª. aparición, les demuestra la Presencia del Señor en el Santísimo Sacramento, postrándose ante Él. Ya les demuestra la necesidad de la oración y la actitud que deberían de tener, como podemos hacer los padres con nuestros hijos desde su infancia.


2) Insistir amablemente.

En cada una de sus seis apariciones en Fátima, la Santísima Virgen María repite su petición de que los pastorcillos recen el Rosario todos los días y que continúen a hacerlo. Si la Virgen María no se contentó con decirlo una vez, no deberíamos de desanimarnos si hemos de insistir con cariño una y otra vez para que nuestros hijos tomen la costumbre de rezar el Rosario todos los días

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3) Demostrar que nos importa.

La Virgen se mostró a veces triste, apelando a la compasión de los pastorcillos. Explica Lucía: “Delante de la palma de la mano derecha de nuestra Señora estaba un corazón rodeado de espinas que parecían clavarse en él. Entendimos que era el Corazón Inmaculado de María, ultrajado por los pecados de la humanidad, y que quería reparación.” (2ª. Aparición Virgen) Añade también que en su última aparición a los pastorcillos, la Ssma. Virgen María “tomando aspecto más triste dijo: -‘Que no se ofenda más a Dios Nuestro Señor, que ya es muy ofendido.” Si de verdad nos importa la oración, los niños se darán cuenta de ello.


4) Recordarles la necesidad de reparación para evitar el infierno.

A veces podríamos pensar que hablar sobre el infierno y sobre los peca
dos podría asustar demasiado a los niños, pero la Santísima Virgen María no se anduvo con rodeos y hasta les mostró una visión del infierno en su tercera aparición, pidiéndoles: 

“Cuando recéis el rosario, decid después de cada misterio: ‘Jesús mío, perdónanos, líbranos del fuego del infierno, lleva todas las almas al cielo, especialmente las más necesitadas’”. 

En su cuarta aparición insistió: “Rezad, rezad mucho y haced sacrificios por los pecadores, porque muchas almas van al infierno por no tener quien se sacrifique y rece por ellas". Si la más tierna de las Madres no les evitó a los pastorcillos pensar en el infierno, tampoco deberíamos de tener miedo de hacerlo con nuestros hijos, por su bien.


5) Recordarles que el esfuerzo será premiado. 

La Virgen motivó a los pastorcillos también revelándoles lo que podrían obtener rezando el Rosario. En su primera aparición dijo que Francisco iría al Cielo, “pero tiene que rezar antes muchos rosarios” y les animó a todos: “Rezad el rosario todos los días para alcanzar la paz del mundo y el fin de la guerra". Dio el mismo fin en su tercera aparición, añadiendo además que se rezara para impedir mayores castigos. En sus cuartas y quintas apariciones prometió hasta la cura física de algunos enfermos. Les alentó con recompensa inmediata, apareciéndose su segunda y tercera vez tras el rezo del Rosario. Para que no se desanimaran, les aseguró: “Al final, mi Inmaculado Corazón triunfará” (3ª. Aparición).

La Iglesia Católica anima de la misma forma a los fieles, concediendo indulgencia plenaria al rezo del Rosario en la iglesia o en familia, según el “Manual de Indulgencias de la Penitenciaría Apostólica” (1986) bajo las condiciones usuales indicadas en las 

“Normas sobre las indulgencias” [Si no se cumplen las condiciones, la indulgencia es parcial]:

“1. Basta el rezo de sólo una tercera parte del rosario: pero las cinco decenas deben rezarse seguidas.
 
2. A la oración vocal hay que añadir la piadosa meditación de los misterios.
 
3. En el rezo público, los misterios deben enriquecerse de acuerdo con la costumbre admitida en cada lugar; en el rezo privado, basta con que el fiel cristiano junte a la oración vocal la meditación de los misterios. (48)”


De esta forma concreta los fieles están asegurados de que sus oraciones hacen una gran diferencia a sí mismos o a las almas en el Purgatorio (a quienes se les puede aplicar las indulgencias obtenidas). El mismo Señor concedió a la Iglesia por medio de sus apóstoles este poder como administradora de gracia: “Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos” (Juan 20, 23).


Confiemos, pues, en los consejos de la Virgen María de rezar el Rosario todos los días y también en el poder de su intercesión ante el Señor.
Este artículo fue publicado originalmente por nuestros aliados y amigos: InfoCatolica.com