sábado, 29 de abril de 2017

La monja que ha rehabilitado a 75.000 personas: «La soledad es la más terrible de las adicciones»

La monja que ha rehabilitado a 75.000 personas: «La soledad es la más terrible de las adicciones»

 La hermana Consilio Fitzgerald tiene a sus espaldas más de 50 años de experiencia trabajando con adictos



Durante más de 50 años la hermana Consilio Fitzgerald, perteneciente a las Hermanas de la Misericordia, ha tratado a miles de adictos en toda Irlanda. Drogas, ludopatía, alcohol... Nada se le escapa a la hermana Consilio, que a sus 87 años sigue rehabilitando a las personas que más lo necesitan.
Ya antes de unirse a su comunidad era enfermera. En unas declaraciones a un canal irlandés, Consilio recordó su entrada a la congregación de las Hermanas de la Misericordia: "La mañana en la que me uní a las monjas pensaba que era el fin de toda mi vida. No podía parar de llorar. Pensaba que las monjas eran gente solitaria, que se dedicaban a mirar por la ventana pensando en si alguien vendría a visitarlas".


La hermana Consilio saludó a varias familias durante el 50 aniversario de la fundación de la obra Cuan Mhuire

Nada más lejos de la realidad, porque lo cierto es que los centros que Consilio ha fundado por toda Irlanda han rehabilitado a más de 75.000 personas, y hoy en día proporciona más de 600 plazas residenciales para adictos de todo tipo.

Puerto de María
 
Su obra, Cuan Mhuire (www.cuanmhuire.ie), que significa "Puerto de María" en gaélico, es popularmente conocida como "El Cielo del Amor". "Nos sanamos unos a otros con el amor", apuntó Consilio. "Al principio no tenía nada planeado, solo sabía que mi madre, La Virgen María, cuidaba de los visitantes".



Esta gran obra comenzó con un pequeño gesto hacia los "hombres de la carretera", indigentes alcohólicos que vagaban por las carreteras irlandesas en la década de los sesenta. ""Pensé que Cuan Mhuire podría ser un lugar donde esta gente pudiera sentirse amada".
Actualmente Cuan Mhuire es considerada la mayor clínica de rehabilitación de toda Irlanda. Por su labor, Consilio fue premiada en 2011 por la Reina Isabel II de Inglaterra con el MBE ("miembro de la más excelente orden del imperio británico" por sus siglas en inglés).

La voz de la experiencia
 
En sus declaraciones al Global Sisters Report, Consilio quiso recordar los devastadores efectos que tienen algunas adicciones sobre las personas y sus entornos.

Entre otras, habló sobre las apuestas online, una adicción muy en boga. "Es un desastre que socava la familia", dijo. "Se pueden ganar miles de euros con un click, pero también perderlos, provocando grandes dificultades económicas al entorno familiar".

La adicción al juego online es especialmente insidiosa.
Al alcohólico o drogadicto se le nota físicamente su degradación. En cambio, el adicto al juego puede disimular su adicción mucho tiempo, y no se le nota, hasta que ha llegado a un nivel muy grave y dañino.

Además, los adictos que antes pensaban que salir corriendo al casino a las once de la noche llamaría la atención, ahora pueden conectarse desde su cuarto o móvil a cualquier hora del día o de la noche por Internet.

Beber hasta perder el conocimiento
 
Consilio quiso también remarcar el peligro de la nueva cultura del binge-drinking (beber alcohol en grandes cantidades en poco tiempo con el objetivo de perder el conocimiento), muy extendida entre los jóvenes.

"La adicción está aumentando. Los jóvenes salen con la única intención de emborracharse. La idea de salir por la noche es quedar tan intoxicados que no puedan recordar nada a la mañana siguiente. Supongo que quieren borrar algo de sus vidas."



La hermana puso como ejemplo de recuperación la vida de San Agustín: "Aprendió que el vino, las mujeres y las canciones no le hacían feliz. Solo cuando encontró a Dios se sintió pleno. San Agustín se dio cuenta del vacío que tenía en su interior, pero su madre tuvo que rezar mucho para que él se diese cuenta. Puede causarse mucho daño antes de que alguien se dé cuenta de lo que está haciendo".
Con el consumo de alcohol, suele venir aparejado el de cannabis. "He visto la mente de muchos jóvenes afectadas por el cannabis. Es algo muy serio, y no lo toman como tal. Afecta la mente de las personas mucho más que cualquier otra droga". Con 50 años de experiencia con adictos, la hermana sabe de lo que habla.

Una de las adicciones más terribles: la soledad
 
"La soledad es la más terrible de las adicciones. Me da mucha pena la gente que se encuentra en estas situaciones, en las que están desesperados, solos y perdidos", prosigue Consilio.

"Imagina que te levantaras por la mañana y no tuvieses ningún propósito en la vida. ¿No sería acaso una existencia vacía, especialmente teniendo mi edad? ¿No sería triste crecer sin ningún objetivo o esperanza? ¿Sin saber que la muerte no es el final, sino solo el principio?".



Grupos que apoyan a los que se reinsertan
 
Consilio espera poder añadir nuevas funciones a Cuan Mhuire. "Cuando la gente termina su rehabilitación se suele sentir algo perdida durante un tiempo" cuenta Consilio. "En este periodo necesitan ayuda, un sitio donde reunirse y darse apoyo mutuo. Queremos formar un grupo de ayuda integrado por gente ya reinsertada en la sociedad que pueda reunirse con aquellos que acaban de salir y necesitan compañía".



"Sería genial que las personas que terminan su tratamiento en Cuan Mhuire tuviera un verdadero propósito en la vida y se valoraran a si mismos. Debemos proporcionar talleres que den la oportunidad a estas personas para encontrar trabajo".

Si quiere saber más sobre la hermana Consilio (en Wikipedia en inglés) pinche aquí

domingo, 16 de abril de 2017

Domingo de Pascua 2017




En distintos momentos advierte Jesús que aceptar su doctrina reclama la virtud de la fe por parte de sus discípulos. Lo recuerda de modo especial a sus Apóstoles; a aquellos que escogió para que, siguiéndole más de cerca todos los días, vivieran para difundir su doctrina. Serían responsables de esa tarea, de modo especial, a partir de su Ascensión a los cielos, a partir del momento en que ya no le vería la gente, ni ellos contarían con su presencia física, ni con sus palabras, ni con la fuerza persuasiva de sus milagros. Metidos de lleno en la Pascua –tiempo de alegría porque consideramos la vida gloriosa a la que Dios nos ha destinado–, meditamos en la virtud de la fe, le decimos al Señor como los Apóstoles: auméntanos la fe: concédenos un convencimiento firme, inmutable de tu presencia entre nosotros y, por ello, de tu victoria, por el auxilio que nos has prometido. Que nos apoyemos en tu palabra, Señor, ya que son las tuyas palabras de vida eterna. Así lo declaró Pedro, cabeza de los Apóstoles, cuando bastantes dudaron y se alejaron: ¿A quién iremos? –afirmó, en cambio, el Príncipe de los Apóstoles– Tú tienes palabras de vida eterna. A poco de haber convivido con Jesús, todos comprendían que merecía un asentimiento de fe. Si tuvierais fe... Creed..., les animaba el Señor. Era necesario, sin embargo, afirmar su enseñanza expresamente, recordarla y establecerla como criterio básico de comportamiento. Era fundamental tener muy claro que si podían estar seguros, al declarar su doctrina infalible e inefable, era por ser doctrina de Jesucristo: el Hijo de Dios encarnado. Todos fueron testigos de los mismos milagros y escucharon las mismas palabras, con idéntica autoridad, con el mismo afán de entrega por todos; y, sin embargo, solamente Pedro es capaz de confesar expresamente la fe que Jesús merece: ¿A quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna, delara el Apostol y Jesús confirma. Y lo que es de Dios, es para siempre: el Cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán, nos aseguró. Queremos tener un convencimiento como el que espera Jesús, como ese que echa de menos en los dos Apóstoles que hoy nos presenta san Lucas, desencantados –con motivo, podríamos pensar– porque habían sido testigos de lo que consideraban el fracaso de Cristo: en quien confiaban, había sido finalmente derrotado. Jesús había muerto, como uno más, a pesar de sus muchos milagros anteriores, a pesar de que tantas veces había escapado incólume de unos y de otros, a pesar de aquella majestad que le era connatural y que había admirado a todos. Con su muerte, sin embargo, todo lo anterior quedaba en entredicho y el desencanto bloqueaba a los suyos y hacía felices a sus adversarios. Pero hoy, por el contrario, se nos presenta Jesús glorioso y vivo como nunca. Con una vida definitivamente inmortal. Esa vida humana y para la eternidad, a la que nos llama reclamando nuestra fe: nuestro asentimiento incondicionado interior y exteriormente; es decir, también con nuestra conducta, con obras que manifiesten nuestra adhesión y confianza en Dios. Son las obras y la conducta de aquellos dos, una vez convencidos de la resurrección. A pesar de la hora y del desánimo de un rato antes, vuelven a Jerusalén porque es preciso hacer justicia al Señor y a su doctrina. No hay tiempo que perder. En un momento, han recobrado el ánimo; y la presencia de los otros Apóstoles reunidos, que también sabían ya por la aparición a Pedro de Jesús resucitado, se lo confirma. Con los Doce está María, la madre de Jesús y Madre nuestra, que persevera en oración junto a los discípulos de su Hijo. Ella, que recibió la alabanza de su prima Isabel: bienaventurada tú que has creído..., nos conducirá, si se lo pedimos, a una fe inconmovible para vivir de las verdades que nos ha manifestado Cristo; las únicas que conducen a la intimidad de Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo: la vida a la que nos llama Nuestro Padre Dios en Cristo.

viernes, 14 de abril de 2017

Vía Crucis narrado por JESÚS 2017




Este Vía Crusis es narrado por JESÚS; dejando una breve reflexión en cada una de las estaciones (EL TEXTO ES FICCIÓN)

sábado, 8 de abril de 2017

Ante el éxito y ante el fracaso, la misma actitud


Ambos son impostores, por tanto indiferencia

Tal vez la fama y el poder, el éxito y el reconocimiento, mueven con demasiada fuerza el corazón del hombre. No quiero que la fama y el poder sean el objeto de mis sueños.

El otro día leía una reflexión interesante de Pedro Luis Uriarte: “Dejé el banco porque de tanto respirar incienso, la persona se estaba muriendo aplastada por el personaje. El poder es la droga por excelencia, te cristaliza el corazón, te cambia como persona. Después de años de éxitos tenía que parar. Cuando estás a máxima presión tienes poder, todo te ha salido bien, tienes tal seguridad en ti mismo que te conviertes en una máquina que va anulando a la persona”.

No quiero que el personaje consuma a la persona. Ni que el poder sea la obsesión de mis pasos. No quiero que la fama y el reconocimiento sean ese poder que sostenga mi vida.

Tengo claro que el poder permite cambiar el mundo. ¡Qué sutil su atracción! ¡Cuánta fuerza tiene! Tira con pasión de las fibras de mi alma. El poder parece hacer posible el cambio. El poder me lo dan el conocimiento, el reconocimiento, el éxito, los logros.

Siempre quiero hacerlo todo bien, tener éxito. Lo tengo claro. Tal vez es la semilla de perfeccionismo que hay en el alma humana. El deseo de triunfar en todo. Ser el primero. Vencer todos los obstáculos. Ganar siempre.

Travis Bradberry habla de una actitud tóxica: “La perfección equivale a éxito. Los seres humanos, por naturaleza, son falibles. Si tu objetivo es la perfección, siempre te quedará sensación de fracaso y acabarás perdiendo el tiempo en lamentarte por no haber logrado lo que te proponías, en vez de disfrutar de lo que sí has podido conseguir”.

¡Qué importante es educarme y educar a otros en la tolerancia frente a los fracasos! Todos vamos a fracasar tarde o temprano. Decía un entrenador de fútbol: “Sólo en el diccionario éxito está antes que trabajo”.

El verdadero éxito en la vida es trabajar sin descanso pensando en la meta. Caerme y volverme a levantar sin demora. Tropezar una y otra vez sin dejar de soñar. Alzar la mirada a lo alto cuando la tentación es permanecer estancado en mi tristeza.
¡
Cuánto bien me hace la humildad de las caídas! Porque corro el riesgo de caer en la vanidad cuando me creo capaz de todo.

El otro día leía: “Cuanto más nos revestimos de gloria y honores, cuanto mayor en nuestra dignidad, cuanto más revestidos estamos de responsabilidades públicas, de prestigio y de cargas temporales como laicos, sacerdotes u obispos, más necesidad tenemos de avanzar en la humildad y de cultivar cuidadosamente la dimensión sagrada de nuestra vida interior, procurando constantemente ver el rostro de Dios en la oración”[1].

Mirar hacia dentro. No buscar continuamente la aprobación del mundo. El eco de mis palabras, de mis gestos. Quiero vivir dándolo todo, porque el trabajo es la clave de una vida lograda, plena y feliz.

No el éxito. Sí el trabajo y la entrega. No el hacerlo todo bien. Sí el intentarlo siempre luchando hasta el final. Sin pensar que no es posible.

No deseo la fama como meta de mi felicidad. No deseo el reconocimiento de todos en todo lo que hago. Esa tentación tan subconsciente me acaba pasando factura.

No quiero dejarme llevar por ese sabor agridulce que dejan las victorias. Siempre, detrás de una victoria, está el deseo de volver a triunfar. Es una cadena que nunca se termina. Siempre puedo lograr más, alcanzar más metas, realizar más gestas.

Puede ser que el personaje que quiero representar me coma por dentro. Pierdo la sensibilidad. 

Dejo de mirar a Dios porque me creo capaz de todo. Y eso no es posible. No puedo yo solo cargar con el peso del mundo.

Necesito volverme hacia mi interior. Descansar. Necesito ahondar en lo más profundo de mi alma.  
Necesito ver el rostro de Jesús y descubrir en él mi verdad. Soy necesitado. Soy vulnerable. No lo puedo todo.

Quiero descansar en la barca de Jesús. Y aprender a vivir el fracaso con paz. ¿Dónde está el umbral de mi tolerancia ante los fracasos?

Hay personas aparentemente maduras que no saben reaccionar ante la más mínima contrariedad que encuentran en el camino. Se frustran. Se enfadan. Se alejan de los hombres. El umbral de tolerancia es muy bajo. Ante la más mínima frustración reaccionan de forma inmadura. No quiero ser así.

Quiero tener una gran tolerancia ante el fracaso. Para poder tratar al éxito y al fracaso como lo que son, dos impostores. Como decía Rudyard Kipling: “Al éxito y al fracaso, esos dos impostores, trátalos siempre con la misma indiferencia”.

No es fácil tolerar bien la fama sin caer en la vanidad. Resistir bien los éxitos sin dejarme llevar por la prepotencia. Y no es fácil resistir las derrotas sin hundirme. Sin desfallecer en la lucha. Sin desesperar.  
Tiene mérito ser capaz de levantarme después de una caída. Y luchar siempre. Hasta el final de la vida. 

[1] Cardenal Robert Sarah, La fuerza del silencio, 33

sábado, 1 de abril de 2017

40 niñas quemadas vivas en Guatemala: 40 bocas silenciadas

Erick Colop - Citizenside-AI




Un sacerdote pide que se investigue quién está detrás de estas muertes

«Pero padre, ¿está seguro de que puedo publicar esto?». «Sí, necesitamos que nos ayudes a denunciarlo, que exista presión a nivel internacional para que se esclarezcan los hechos». El sacerdote guatemalteco Sergio Godoy se pregunta cómo puede ser que en menos de una hora un promedio de 30 niñas fallecieran carbonizadas el pasado 8 de marzo en el Hogar Seguro Virgen de la Asunción sin que nadie las auxiliara.
Se pregunta por qué la Policía, que estaba en las inmediaciones, «no se movilizó para romper el candado que había en la habitación de las muchachas». Dicen en su defensa que el policía con la llave no estaba en ese momento, pero ¿quién no rompe un candado para salvar a unas niñas?». Godoy se pregunta también por qué «no se permitió la intervención de los bomberos», algo que pone en evidencia «un crimen de lesa humanidad». En ese hogar, mal llamado seguro «había violaciones, torturas, trata de personas, y niñas embarazadas». Alguien está afanándose para que la verdad no salga a la luz. Su hipótesis es que el crimen organizado está detrás del suceso.
El Hogar Seguro Virgen de la Asunción hacía tiempo que era un depósito de «niños descartados», utilizando «el mismo lenguaje del Papa Francisco». El padre Sergio Godoy, sacerdote guatemalteco coordinador del programa Comunidad Esperanza y socio local de Manos Unidas, describe el centro como un lugar donde iban a parar «chicos y chicas en conflicto con la ley, menores de edad enviados por jueces dada la situación de maltrato y abusos en el ámbito familiar, huérfanos y niños con necesidades especiales». En este lugar, donde vivían casi 750 menores aunque su capacidad era para 400, «no se tenían en cuenta ni las condiciones del menor ni el rango de edad», y estaba gestionado por personas sin vocación ni capacidad».
Este caldo de cultivo convirtió el hogar seguro en un foco «de corrupción donde se permitía la mala alimentación –hay niños que llevaban tiempo denunciando a la Procuraduría de Derechos Humanos de Guatemala que estaban comiendo alimentos con gusanos– el maltrato, la trata de personas y los abusos sexuales», lo que llevó a la rebelión a las niñas, separadas de los niños por pabellones.

Nadie abrió el candado

Todo ocurrió el 8 de marzo. Los responsables del centro abrieron la puerta para que las menores se marcharan, «supongo que por estar hartos de sus quejas». Pero poco después «recapacitaron sobre las consecuencias que podría tener la salida de las chicas y llamaron a la Policía para que sofocara la rebelión». De este encontronazo, afirma el padre Godoy, «hay fotos de niñas tiradas por el suelo y tratadas de forma indigna».

La Policía devolvió a las jóvenes al hogar, «encerrándolas en una habitación demasiado pequeña para la cantidad de chicas que había. Un contingente de alrededor de 100 agentes rodeó la casa y puso un candado a la habitación». Fue en ese momento cuando se desató la tragedia: una de las niñas prendió fuego a una colchoneta en señal de protesta y provocó la muerte de 40 compañeras. «30 de ellas murieron carbonizadas en un espacio muy corto de tiempo». Las otras diez han fallecido después, en hospitales guatemaltecos, «porque no han sido bien atendidas. Hay una niña que falleció a causa del dolor, porque nadie le dio analgésicos para aliviarla y entró en shock», denuncia el sacerdote. Ante esta situación, Manos Unidas ha ayudado en este primer momento dando respuesta a las necesidades más inmediatas solicitadas por el padre Sergio Godoy.

Diversos representantes de la sociedad civil han presionado a las instancias gubernamentales para que las menores pudieran salir de los hospitales públicos. «Gracias A Dios, dos niñas fueron enviadas a EE. UU. para ser tratadas, pero una abogada que acompaña el caso me informó hace unos días de que, en Guatemala, un hospital privado subvencionado por los fondos de cooperación internacional españoles pedía 300.000 quetzales por tratar a cada chica. Esto hay que pedir que se investigue y se denuncie».

Cinco niñas desaparecidas

Otra de las preocupaciones del padre Sergio Godoy son las cinco niñas que desaparecieron en extrañas circunstancias tras el incendio. «Fue difícil determinar que faltaban chicas, porque no había ningún registro que certificase el número exacto de jóvenes en el hogar». Pero un informante anónimo dio un chivatazo días después del supuesto accidente, y las menores aparecieron en un hospital psiquiátrico de adultos. «Alguien las había escondido, y las niñas estaban con quemaduras de segundo grado sin ser tratadas».

La periodista pregunta con estupor el motivo. «Hay varias hipótesis, pero no se sabe nada de manera oficial. Todo apunta a gente ligada al crimen organizado, al narcotráfico y a la trata de personas». El motivo de hacer desaparecer a las chicas podría ser porque «probablemente sepan los nombres de los autores de los abusos y la trata de personas». De hecho, añade el sacerdote, «una enfermera anónima ha declarado que alguien le pidió que desconectaran los aparatos en su hospital para que las chicas no sobrevivieran».

No son las únicas muertes

«Casualmente» –y hace hincapié el sacerdote para que lo entrecomille–, unos días después del accidente hubo otro motín en un centro de menores cercano al Hogar Seguro Virgen de la Asunción.

«Los chicos internos, entre los que había pandilleros, provocaron la muerte de cuatro de los monitores». Además, la noche de este lunes «fueron atacadas simultáneamente varias estaciones de la Policía que dejaron seis agentes muertos».

Para el sacerdote, «es la misma mano la que crea estos escenarios para generar una crisis institucional seria, porque favorece a los intereses del crimen organizado o de un sector político de extrema derecha». El objetivo de orquestar esta cadena de sucesos «es distraer a la opinión pública y desequilibrar al Gobierno», aunque, recalca, «está lleno de incompetentes».

Se necesita una nueva propuesta de ley

Mientras se esclarecen las oscuras circunstancias de estas muertes, el sacerdote pide a su país que, al menos, «se elabore una nueva propuesta de ley sobre la protección de menores». La última, de 2007, «no es aplicable en el día a día, porque no hay recursos públicos para pagar a gente preparada y competente. El sistema está diseñado mal, pero tampoco se han buscado otras salidas», advierte.

Quienes «lo hemos hecho mejor hemos sido las instituciones de la Iglesia y organizaciones sin ánimo de lucro, que contamos con profesionales mejor preparados. Por eso, en la nueva legislación, «es importante que se incluya la necesidad de que el Estado tenga en estas instituciones aliados para acompañar adecuadamente a los menores. No todo debe centralizarse en las instancias públicas, porque eso favorece la corrupción. Los niños tienen que ser el centro de las políticas».

La noche del martes, cientos de guatemaltecos acudieron a las vigilias de oración por las víctimas y por la paz en Guatemala organizadas en diversas ciudades y ante las embajadas en otros países.
«Estamos al borde de la crisis institucional», sentencia el padre Sergio Godoy.
 
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