sábado, 26 de marzo de 2016

Vigilia Pascual El Pregón Pascual 2016




El Pregón Pascual o Exultet
Liturgia de la Misa
Partitura y canto del Pregón Pascual que se canta la noche de la vigilia pascual.
Por: P. Agustín Ambrosini | Fuente: IVE Instituto del Verbo Encarnado
En preparación del Pregón Pascual
El Pregón Pascual o Exultet, que se canta la noche de la vigilia pascual, ha de ser uno de los himnos más hermosos y emotivos de toda la liturgia romana pues canta el triunfo definitivo de Cristo sobre el pecado y sobre la muerte, el triunfo de la luz del Salvador sobre las tinieblas que parecían haber vencido al rey de la vida. Cuenta además con la fuerza de una tradición antigua ya que se encuentran testimonios de su existencia desde el mismo siglo IV.

sábado, 19 de marzo de 2016

Ideología de género, mal profundo






Como explica el profesor Alberto Bárcena en conversación con Rosa Duque para Las 2 ciudades, su esencia última es un rechazo absoluto a la naturaleza en cuanto obra de Dios. Fuente: HM Televisión.

sábado, 12 de marzo de 2016

La historia de Chiara, sus bebés que morían y su cáncer, es luminosa: la Cruz es dulce, decía ella

Casarse tras siete años de noviazgo tempestuoso, perder un hijo recién nacido, después el segundo y morir feliz un año después de haber dado a luz al tercero. ¿Cómo es posible?

Lo explicó hace unos días, en Bolonia (Italia), ante una platea de más de mil doscientos jóvenes Enrico Petrillo, marido de Chiara Corbella Petrillo, subida al cielo el 13 de junio de 2012 y cuya historia dio inmediatamente la vuelta al mundo. En el funeral, el cardenal Vallini la definió como una nueva Gianna Beretta Molla.

Pero, ¿quién es Chiara? ¿Y cómo ha hecho para vivir y morir feliz? «Chiara era una pobrecilla como vosotros y como yo, pero hecha a imagen y semejanza de Dios» y, por lo tanto, «vivía para decir sí, para convertirse en hija de Dios».

No es fácil, admite Enrico, pero «ver que sois tantos me hace pensar que era verdaderamente necesario que Chiara se reuniera con el Señor. Para mí, a veces, no es fácil decirle que sí a Jesús. No es fácil volver a contar siempre la historia de Chiara y volver a ver el vídeo del funeral de tu esposa», pero se puede decir «de manera no sentimental “es bonito estar aquí” si estás en relación con el Señor». Esta es la tensión con la que ha vivido Chiara y este es el secreto: «Vivir una vida como hijos de Dios».


Enrico Petrillo habla de su esposa Chiara y su experiencia de la Cruz y la belleza 

Un noviazgo agitado pero con fe
 

Chiara y Enrico se conocieron en una peregrinación a Medjugorje en 2001. «Pocos meses después nos prometimos, pero nos dejamos y volvimos juntos varias veces. ¡Creo que un noviazgo sano debe ser turbulento!».

Los dos hacen que los dirija espiritualmente, de manera separada, Fra´ Vito, franciscano de Asís, porque «en la vida es importante tener a alguien que nos vea mejor de lo que hacemos nosotros mismos, que tenga más fe que nosotros: hicimos los cursos de novios, el curso vocacional y la marcha franciscana. Y al final me di cuenta de que estando junto a Chiara me acercaba al Señor. Esto me hizo entender que era un bien jugarme toda mi vida con ella y le pedí que se casara conmigo».

Acompañar tu bebé al Paraíso
 

El matrimonio se celebra el 21 de septiembre de 2008 y cuando vuelven del viaje de novios Chiara está embarazada de su primera hija: Maria Grazia Letizia. Durante la ecografía morfológica Enrico está en el hospital y Chiara descubre sola que la pequeña tiene anencefalia. Pasa una noche durísima pidiendo al Señor por qué lo ha descubierto sin su marido.

«Esa noche lo único que la consoló fue un cuadro de la Virgen María ante la cual entendió: "También Tú, Madre, tenías un hijo que no era para ti y también Tú, Madre, no sabías como decírselo a tu marido". Cuando volví a casa me dio la noticia, lloramos y llevamos juntos esta cruz», sabiendo sin embargo que «el Señor nos pedía que acompañáramos a nuestra hija hasta las puertas del Paraíso».

La niña nace el 10 de junio de 2009, Fra´ Vito la bautiza y media hora después «se durmió entre nuestros brazos y subió al Padre». Fue doloroso, «pero un día que recordábamos lleno de belleza»; más bien al contrario,«nos costaba ver la desgracia en todo esto. Porque nacer, estar en los brazos de tus padres y después en los del Padre es lo más bello».


El libro que cuenta la historia de Chiara Corbella ya se
ha traducido al español y ha emocionado a muchas personas;
se titula Nacemos Para No Morir Nunca (aquí en OcioHispano)


Una visión distinta de la muerte
 

A través de Maria Grazia Letizia el Señor empieza a mostrar a los cónyuges una visión distinta de la muerte: «Vivimos el primer funeral como una anticipación de la eternidad…Chiara, además, me mostró que se puede morir felices. Entonces, si se puede morir felices vale la pena hacer el esfuerzo de buscar al Señor, de intentar encontrarle». Al haber sido una experiencia dramática pero «bella, no tuvimos objeciones en concebir otro hijo».

Chiara se quedó rápidamente embarazada de Davide Giovanni. Al principio los médicos informaron a los esposos de que el niño nacería minusválido: «Seguramente sería una vida muy difícil, para él y para nosotros, pero estábamos preparados para acogerlo con felicidad». Sin embargo, las ecografías sucesivas revelan que también él probablemente morirá a causa de un síndrome aún más raro que el de su hermana.

«Todos, después de Maria Grazia Letizia, nos decían: "Sois guapos, jóvenes, más adelante tendréis hijos maravillosos, pero ahora ¡esperad, dedicad tiempo para vosotros!" Para ellos la experiencia de Maria Grazia Letizia era una experiencia que había que olvidar y a nosotros nos dolía oírles hablar así. Para todos Davide debía ser el hijo de la consolación, pero ¡por suerte no lo fue! No hizo que nos olvidáramos de que el único que consuela es el Señor».

Enrico confiesa a la platea que aunque «muchas veces Dios nos hace dones que no entendemos, hay que acogerlos porque Dios es bueno, pero lo entiendes sólo si tienes una relación con Él… nosotros sabíamos que Dios hace las cosas bien, y sobre todo por nuestro bien, y por lo tanto confiamos en Él y acompañamos también a Davide a las puertas del Paraíso».

El niño nació el 24 de junio de 2010 y, como su hermana, fue bautizado por Fra Vito´ y vivió sólo media hora.

Chiara escribe: "¿Quién es Davide? Un pequeño que ha recibido de Dios el gran don de los muchos Goliats que hay dentro de nosotros. Ha derrotado nuestro derecho a desear un hijo que fuera sólo nuestro, porque él era sólo de Dios. Ha derrotado la confianza en la estadística de quien decía que teníamos la misma probabilidad que cualquier otra pareja de tener un hijo sano. Ha demostrado que Dios hace los milagros pero no según la lógica que nosotros tenemos en la cabeza. Davide, tan pequeño, se ha lanzado con fuerza contra nuestros ídolos. Doy gracias a Dios por haber sido derrotada por el pequeño Davide. El Goliat que hay dentro de mí ha muerto finalmente gracias a Davide. Nadie ha conseguido convencerme de que lo que ha sucedido ha sido una desgracia».

Un niño sano... y el cáncer
 

Y sin embargo, hay católicos que culpan a Chiara, convencidos de que se trata de un castigo divino. En cambio, también el segundo funeral «fue otro momento de eternidad. Tanto Chiara como yo nos miramos y nos dijimos: "¿Hay un motivo válido para no tener otro hijo?" Y con miedo respondimos que no».

Cuando Chiara se queda embarazada de Francesco tiene una pequeña lesión en la lengua: «Parecía una llaga pero cuando estaba de cinco meses descubrimos que era un tumor».

No hay dudas sobre llevar adelante el embarazo o no: «Nunca nos preguntamos: "Y ahora, ¿qué hacemos?" Decíamos siempre que sí al camino que teníamos delante».

Francesco es el niño sano que tanto esperaban, pero el carcinoma que tiene en la lengua crece, si bien Chiara nunca había bebido ni fumado. Por esto «si pienso en mi historia, pienso que se hizo para confundir a los sabios».


Chiara con el pequeño Francesco, su tercer hijo, el único sano

Pero cuando los médicos le proponer a Chiara inducir el parto para anticipar las curas «yo estaba de acuerdo porque quería tener las dos cosas, mi mujer y mi hijo. No quería quedarme viudo: quería a mi mujer y que mi hijo tuviera a su madre». Pero Chiara descoloca al marido y le pregunta: «"Pero tú, ¿de qué parte estás?" Era como una leona que defiende a su cachorro. Yo no entendía, pero ella tenía razón: no quería en absoluto que Francesco corriera ningún riesgo. Entonces entendí que Chiara estaba viviendo algo más grande de lo que estaba viviendo yo».

La historia tal vez hubiera sido distinta si Chiara hubiera sido operada dos semanas antes, «pero el Señor es el Rey de la historia y tenía que ser así».

Francesco nace el 30 de mayo de 2011. Chiara es operada de inmediato; luego empieza la quimioterapia y la lucha contra el cáncer: «No exaltaba el dolor y quería vivir».



Los últimos días
 

Quiere, sobre todo, permanecer al lado de su esposo y pide hasta el final el milagro de la curación. Los últimos meses de su vida los pasan juntos en una casa de campo.

«Nos asustaba mucho pensar en el futuro. Chiara no quería saber cuánto tiempo le quedaba de vida para no estropear el presente que Dios seguía dándole. Para prepararnos al encuentro definitivo le pedimos a Fra´ Vito que viniera a vivir con nosotros y que trajera al Señor en casa con el tabernáculo. Las gracias hay que pedirlas y las obtuvimos. Fueron días preciosos. Bromeando con Chiara nos parecía que estábamos de vacaciones: después de todos los acontecimientos sucesivos al matrimonio, finalmente teníamos tiempo para estar en familia».

Chiara empeora, su cuerpo se debilita, pero sin embargo «estaba cada día más bella». Cuando se descubre que la enfermedad es terminal, lo primero que «pensamos fue volver a Medjugorje para confiar a la Virgen María nuestra historia y nuestra vida. Conseguimos alquilar un avión de línea sólo para nosotros: viajamos con 150 amigos y 40 niños. Chiara, ya muy enferma y cansada, consigue inexplicablemente hablar durante mucho rato, admitiendo que ya recibido “la gracia de vivir la gracia”».

A la vuelta de Medjugorje Chiara empeora: «Le pregunté si tenía miedo de morir; me dijo que no, pero que temía otras tres cosas: el dolor, porque una noche en el hospital había tenido un dolor atroz en la lengua, pero los enfermeros no le habían dado los analgésicos y ella había dudado: "Si existes es imposible que me hagas sentir un dolor tan grande"». Al día siguiente, mientras Enrico le lee sobre la “perfecta alegría” franciscana, se echó a llorar «porque, me escribió, había renegado de Cristo mientras que Él no la había abandonado nunca y le estaba hablando a través de mí. Segundo, tenía miedo de vomitar y, tercero, de ir al purgatorio. Le dije: "¡Anda ya! Si tú vas al purgatorio, ¡los demás estamos condenados!"».

La Cruz es dulce
 

El último día, a medianoche, Fra´ Vito celebró la misa. Parecía una premonición de la vocación de Chiara. "Vosotros sois la luz del mundo, la sal de la tierra… que resplandezca vuestra luz ante los hombres"».

Por la noche Chiara es asistida por su hermana porque quiere que Enrico tenga fuerzas para su hijo. «Por la mañana, hacia las 7, me desperté y la encontré en la silla de ruedas delante del tabernáculo. Estaba rezando. Le pregunté: "Chiara, amor mío, pero esta cruz de la que habla Jesús, ¿es verdaderamente dulce?". Ella me sonrió y me dijo:"Sí, Enrico, ¡es muy dulce!"».

La santidad, concluye Enrico, es un camino para todos, «una gracia que sucede cuando te sirve, no se nace santo».

A las 12 del 13 de junio de 2012, Chiara se va al cielo. Su historia aparece en todas las televisiones y periódicos, que hablan de la mujer que ha dado la vida por los hijos, «pero Chiara es mucho más». Chiara ha dado la vida a Cristo y a sus hijos «y así, con ella, nosotros hemos hecho experiencia de la eternidad».

(Traducción del italiano de La Nuova Bussola Quotidiana por Helena Faccia Serrano, diócesis de Alcalá de Henares)



9 marzo 2016

sábado, 5 de marzo de 2016

¿Quiénes somos las Carmelitas Samaritanas?

Carmelitas Samaritanas: esa es nuestra vocación, nuestra misión, lo que somos. Lo que queremos ser. Lo que debemos ser. Lo que Jesucristo quiere que seamos y la Iglesia necesita que seamos. ¡Carmelitas Samaritanas! Esposas de Cristo en el Carmelo, en este Carmelo “nuevo” concretamente, y ¿qué eso? ¿Qué es el Carmelo Samaritano? ¿Qué tiene que ser este Carmelo recién brotado? ¿Qué es lo que Jesús quiere, lo que Jesús espera de esta comunidad?

Este Carmelo tiene que tender a ser una lámpara viva que se consuma en honor del Corazón de Jesucristo, que lo alumbre. Éste Carmelo tiene que ser como una doble genuflexión, honda, profunda, que testimonia la grandeza del Creador, que lo adora. Tiene que ser como una jaculatoria, como un canto de alabanza inacabable, perenne, interminable… como el que vamos a cantar después en la Gloria, alabando a la Trinidad.
Este Carmelo tiene que ser -ante todo- testimonio de unidad, ejemplo de unidad, UT UNUM SINT, que sean uno. Es el deseo supremo de Jesús en la última cena: que los suyos, sus íntimos, sus apóstoles, nosotras sus esposas, seamos completamente uno para que el mundo crea. OLYMPUS DIGITAL CAMERAJesús tiene sed de esa unidad, de ese testimonio de unidad, para que el mundo crea, porque esa unidad es signo de amor.  Es signo de que el Evangelio es válido y real y se hace presente en este mundo. Y el hacer y vivir el Evangelio en este mundo, es realizar la Gran Promesa, ser completamente uno, con una  unidad sin fisuras, sin que se resquebraje por ningún sitio. Una unidad cuyo fundamento, cuya consistencia, cuyo vínculo, es Él, es Jesús, es el amor de Cristo.
Este Carmelo tiene que ser también, como el publicano en el Evangelio, que se inclina con  sincera humildad, golpeándose el pecho y pidiendo misericordia, para sí y para el mundo entero. “¡Oh Dios ten misericordia de mí que soy un pecador!”, repetía el publicano. Nosotras, en comunidad, tenemos que ser ese publicano, consciente de la propia pobreza, que pide misericordia para sí y para la humanidad entera.
cropped-diapositiva49-e1450827499543.jpgEste Carmelo tiene que ser un sacerdote que ofrece a Jesucristo al Padre, que le venera, que le adora, que le ama, que le trae al mundo y ofrece el sacrificio de Cristo al Padre. Tiene que ser como dos manos envejecidas, trabajadas, entregadas, que sostienen  una patena ante el Corazón de Cristo, en la que descansa la humanidad toda. Este Carmelo tiene que ser eso: tiene que convertirse en esas manos sacerdotales, que elevan  la patena que contiene  la  humanidad entera, con toda su  miseria, con todo su pecado, con todo su dolor, y es ofrecida junto con Cristo al Padre. Tenemos que prestarle a Jesús ese servicio. A Jesús y a la Iglesia.
Este Carmelo es, tiene que ser -nuestra Santa Madre quería que fuera- un cielo anticipado antes de que la vida haya terminado, un tiempo robado a la eternidad.
Este Carmelo tiene que ser un Moisés en lo alto del monte, rogando por todos los que pelean en la llanura. Tenemos que estar ahí orando, rogando, pidiendo, con los brazos en alto, como Moisés. Tenemos que ser también, como Juan el Bautista, que iba delante del Señor preparándole el camino,  anunciándole.
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Y por último… tenemos que llegar a ser Jesús mismo. ¡Jesús!  Jesús que llora y se lamenta por las gentes de Jerusalén que no amaban, que no eran capaces de amar, ni de acoger el don de Dios. Tenemos que ser Jesús mismo, que por ellos llora, y por ellos muere.
Todo esto son pequeños matices, diversas caras, de la misma misión: la de  estar ahí con Él, la de ser de Él, pertenecerle a Él. Y también la de ser amor, ser Jesús, ser completamente Él. Menguando para que El crezca, para que venga su reino.
Las Carmelitas Samaritanas… ¿qué somos? ¿qué tenemos que ser cada una? Tenemos que ser sencillamente la esposa fiel, entregada, amante de Jesucristo. Tenemos que ser mujeres llenas, plenas, plenas de vida. Que dan vida, porque viven para el que es la Vida. Tenemos que ser aquellas que hacemos de los hijos de Adán, hijos del Padre. Engendrar continuamente almas a la vida de la Gracia, a la vida de Dios. Aumentar sin fin el número de los hijos de Dios.
Tenemos que ser aquellas que vamos presurosas al encuentro de Jesús, al encuentro del Señor. Tenemos que unirnos a Cristo en sus vigilias de oración, en sus momentos de intimidad con el Padre, a Jesucristo que ahí -en la Eucaristía- está orando al Padre como un puente entre Dios y los hombres. Tenemos que estar adheridas a Él. Vivir con el alma arrodillada, junto a Él, para rogar al Padre, para alabar al Padre. Y para ser crucificadas con Él. Vivir como Él: con los brazos abiertos entre el cielo y la tierra, acogiendo a todos esos hijos que hemos engendrado y entrándolosa la gloria. Si es necesario… metiéndolos en el cielo  a empujones. Y clamando con Jesús: “Padre perdónales, porque no saben lo que hacen.”
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Tenemos que ser ese grito de perdón al Padre. Tenemos que cargar, como Jesús, sobre nosotras el pecado del mundo, llevándolo al patíbulo, llevándolo a la Cruz. Empaparnos en la Sangre y el Agua del Costado y lavar todo ese pecado. Y ofrecerle al Padre hijos regenerados, nuevos, vivos, resucitados para siempre… hijos en el Hijo Primogénito. Esa es nuestra misión: ¡Dame almas y quítame todo! ¡¡Dame almas y quítame todo!!
Tenemos que ser las que, abrazadas a Él, clavadas y traspasadas con Él,  suframos su sed, esa sed acuciante, abrasadora… ¡¡Ojalá!! ¡ojalá que esa sed nos consuma!  Y al mismo tiempo tenemos que ser el agua que calme esa sed. Ser la gota de agua fresca, transparente, que en los labios de Jesús, suaviza un poco el tormento de su sed, alivia un poco esa sed.
Todo eso y mucho más -pero no quiero seguir ya- es lo que tiene que ser este Carmelo, pero sobre todo… unas manos que sostienen una patena y se elevan a Dios ofreciendo la humanidad. Creo que eso es lo más importante, la idea más fuerte, la más central: esas manos elevando en una patena la humanidad entera. Tenemos que tirar de toda la humanidad hacia arriba,  y elevarla al Padre. A un mundo pagano, olvidado de Dios, alejado de Él, que le ignora, tenemos que ponerlo en esa patena y no cansarnos nunca de ofrecerlo, de elevar las manos y arrastrar hacia el cielo a la humanidad.

2 marzo 2016