sábado, 31 de diciembre de 2016

Sta MARÍA es madre de DIOS 2016







María, Madre de Dios, Santa
Solemnidad Litúrgica. 1 de enero

Primera fiesta mariana que apareció en la Iglesia occidental

En la octava de la Natividad del Señor y en el día de su Circuncisión. Los Padres del Concilio de Efeso la aclamaron como Theotokos, porque en ella la Palabra se hizo carne, y acampó entre los hombres el Hijo de Dios, príncipe de la paz, cuyo nombre está por encima de todo otro nombre.

Es el mejor de los comienzos posibles para el santoral. Abrir el año con la solemnidad de la Maternidad divina de María es el mejor principio como es también el mejor colofón. Ella está a la cabeza de todos los santos, es la mayor, la llena de Gracia por la bondad, sabiduría, amor y poder de Dios; ella es el culmen de toda posible fidelidad a Dios, amor humano en plenitud. No extraña el calificativo superlativo de "santísima" del pueblo entero cristiano y es que no hay en la lengua mayor potencia de expresión. Madre de Dios y también nuestra... y siempre atendida su oración.

domingo, 25 de diciembre de 2016

Es NAVIDAD 2016








¿Qué ofreceré al niño Jesús, verdadero Dios y verdadero hombre, como mi regalo de Nochebuena?


Lo dejaré nacer en el corazón preparándome con una buena confesión.

Viviré con fervor la Misa de Navidad para abrazar a Cristo hecho Carne en la Sagrada Eucaristía.

Recordaré con el ejemplo o los detalles que El Hijo de Dios se hizo hombre por amor al hombre.

Perdonaré y pediré perdón a aquella persona de la que me aleje por alguna razón.

Le hablaré a alguna persona, familiar o amigo del cual me he desinteresado.

Visitaré a algún familiar, amigo, conocido, vecino enfermo o que viva solo

Colaboración concreta y generosa en algún centro de acogida, asociación de bien.

La austeridad en el modo de vivir, cuidado de lo que uso y tengo

Viviré con especial alegría sabiendo que él es destructor del pecado y de la muerte

Promover todo lo que ayude a engendrar debidamente la vida, a cuidarla, a hacerla crecer

Todo mi ser está dispuesto a acompañarle en estas fiestas, no lo dejaré sólo.




¿Qué ofreceré al niño Jesús, verdadero Dios y verdadero hombre, como mi regalo de Nochebuena?


Lo dejaré nacer en el corazón preparándome con una buena confesión.

Viviré con fervor la Misa de Navidad para abrazar a Cristo hecho Carne en la Sagrada Eucaristía.

Recordaré con el ejemplo o los detalles que El Hijo de Dios se hizo hombre por amor al hombre.

Perdonaré y pediré perdón a aquella persona de la que me aleje por alguna razón.

Le hablaré a alguna persona, familiar o amigo del cual me he desinteresado.

Visitaré a algún familiar, amigo, conocido, vecino enfermo o que viva solo

Colaboración concreta y generosa en algún centro de acogida, asociación de bien.

La austeridad en el modo de vivir, cuidado de lo que uso y tengo

Viviré con especial alegría sabiendo que él es destructor del pecado y de la muerte

Promover todo lo que ayude a engendrar debidamente la vida, a cuidarla, a hacerla crecer

Todo mi ser está dispuesto a acompañarle en estas fiestas, no lo dejaré sólo.

sábado, 24 de diciembre de 2016





El salmo nos hará repetir como profesión de fe gozosa: "Hoy nos ha nacido un Salvador: el Mesías, el Señor" Salmo 95. Por eso: «Cantad al Señor un cántico nuevo»; y el versículo del Aleluya será un eco anticipado del mensaje angélico: «Os anuncio una gran alegría». La causa de esta alegría es el nacimiento de Cristo. Pero, por encima del suceso que nos narra el evangelio, hemos de descubrir su contenido y hondura, con la ayuda del Espíritu de Sabiduría y de Entendimiento: en el niño que acaba de nacer, "la luz de la gloria brilló ante nuestros ojos» Prefacio, ya que el hijo de mujer, en quien «la naturaleza humana se ha unido a la de Dios» Oración sobre las ofrendas, es la luz que ha «iluminado esta noche santa», como hemos dicho en la oración Colecta. Así la fiesta de Navidad no es sólo la evocación de un acontecimiento pretérito, sino una actualización y presencia de su estar presente. En la Comunión, cantaremos: «La Palabra se hizo carne y hemos contemplado su gloria». En la Eucaristía, Cristo, nacido de la Virgen María, es el alimento de nuestro camino, para nuestra ascensión «penetrando con fe profunda este misterio y amándolo cada vez más entrañablemente» hasta llegar a gozar en el cielo el «esplendor de su gloria». Todo es un gran misterio, escondido en el arcano de Dios.

sábado, 10 de diciembre de 2016

Juez deja a la mujer libre tras ahogar a su recién nacido en Canadá


Juez deja a la mujer libre tras ahogar a su recién nacido en Canadá
















Alegó que no sabía que hacer porque tenía un examen ese día, y había quedado embarazada luego de una violación sexual que ocurrió cuando estaba borracha en una fiesta.

(LifeSitesNew/InfoCatólica) Una mujer que ahogó a su bebé recién nacido acaba de recibir dos años de libertad condicional de un juez de la corte provincial luego de que reivindicó que el bebé fue el resultado de una agresión sexual mientras estaba borracha en una fiesta.
A este respecto, Jack Fonseca de Campaign Life Coalition señaló:
«Las mismas excusas utilizadas para justificar el aborto se están aplicando ahora para justificar el asesinato de niños después del nacimiento. Creo que se puede argumentar que este juez está despenalizando el asesinato infantil por la puerta trasera y creando un precedente».
El fiscal, Will Burrows, explicó a la corte que Courtney Saul, ahora de 19 años, dio a luz a un bebé, a quien llamó George Carlos, en la mañana del 15 de diciembre en el baño de su apartamento. «Ella sostuvo al bebé durante algún tiempo, pero también tenía un examen ese día en la Universidad Thompson Rivers. Debido a que tenía un examen y no sabía qué hacer, finalmente decidió ahogar al bebé. Lo hizo en el fregadero y luego fue a presentar su examen».

Pero primero puso el cuerpo en una caja, la caja en una mochila y la mochila en el maletero de su coche, con la intención de enterrarla en su ciudad natal de Lillooet. Pero tres semanas más tarde le prestó el coche a un amigo que se vio involucrado en un choque y el cadáver de George Carlos fue descubierto por la policía.

La asesina confesó a la policía y admitió que supo que estaba embarazada hasta bien avanzado el embarazo, y afirmó que debió haber sido el resultado de una agresión sexual mientras estaba borracha en una fiesta.

Courtney fue acusada inicialmente de infanticidio, luego de asesinato en segundo grado, pero luego se redujo de nuevo al infanticidio, que se aplica cuando la madre tiene problemas psicológicos debido a una «mente perturbada», y puede ser penalizado con hasta cinco años de prisión.

En su sentencia, el juez Len Marchand señaló que la acusada estaba arrepentida, pero que cometió «un acto abominable infligido a una persona vulnerable y completamente indefensa».
Por otro lado, dijo que ante su crimen había la circunstancia atenuante de que quedó embarazada a través de una agresión sexual y que no tenía antecedentes penales.

Su abogado defensor admitió que era «una tragedia en todos los sentidos de la palabra», pero afirmó que ella «no es un riesgo para nadie». «En términos de castigo, no hay castigo mayor que la culpa y el remordimiento que ella siente» agregó el abogado.

A este respecto, Fonseca, de la Campaign Life Coalition, agregó:
«Estamos progresando rápidamente hacia el nuevo y valiente mundo de los abortos posteriores al nacimiento. Sospecho que es muy probable que la señora Courtney Saul haya sido tan adoctrinada por nuestra cultura mediática liberal para aceptar el aborto, que realmente no vio una diferencia moral entre el asesinato ilegal después del parto y el asesinato legal antes del nacimiento.

Esto es repugnante. La aceptación social del aborto está llevando a la aceptación del infanticidio, tanto en individuos como esta joven, como en el juez que la dejó libre, así como en el resto de la sociedad».

Antecedentes

La ley sobre el infanticidio o la forma en que ha sido interpretada por los tribunales ha sido criticada por el fiscal general de Alberta en el anterior gobierno del Partido Conservador Progresista.

Argumentó que la cláusula de «mente perturbada» proveía una brecha demasiado amplia para las mujeres que matan a sus recién nacidos y pidió al Tribunal Supremo de Canadá que la corrigiera.

En 2011, la Corte de Apelaciones de Alberta dio a una mujer una condena de tres años de prisión por matar a su bebé recién nacido en el cuarto de baño del sótano de la casa de sus padres en 2005. En el ínterin fue condenada dos veces por asesinato pero ambos juicios fueron anulados. La segunda vez que el asesinato se redujo a infanticidio, el juez de apelación justificó la decisión al citar la simpatía de los canadienses por las mujeres jóvenes con un embarazo inesperado como lo demuestra su aprobación del aborto.
«Aunque muchos canadienses consideran el aborto como una solución menos que ideal para el sexo sin protección y el embarazo no deseado, generalmente entienden, aceptan y simpatizan con las demandas onerosas de embarazo y parto de las madres, especialmente madres sin apoyo», escribió la juez Joanne Veit. «Naturalmente, a los canadienses les duele la muerte de un infante, especialmente a manos de la madre del bebé, pero los canadienses también sufren por la madre».

 LINK:
 http://infocatolica.com/?t=noticia&cod=27941&utm_medium=email&utm_source=boletin&utm_campaign=bltn161204&icid=9e9a12d63873568401b7b04409a47aa2
 

sábado, 3 de diciembre de 2016

María, la Virgen trabajadora

Las manos de María tenían la belleza que se refleja cuando han trabajado, consolado, se han tendido abiertas a los demás.

Por: El paraíso de Nazaret | Fuente: El paraíso de Nazaret




Siempre que pienso en el trabajo, me viene a la mente lo que San Pablo escribió al enterarse de que había algunos por ahí que se dedicaban a hacer el vago: “el que no trabaje, que no coma”. Bien dicho.

Desde que nuestros primeros padres tuvieron la desgracia de pecar, toda su parentela hemos tenido que cargar con las consecuencias. Una de ellas fue precisamente aquel: “comerás el pan con el sudor de tu frente”. Todos quedamos sometidos a la ley de trabajo y la fatiga.

Pero resulta que no todos los humanos han nacido con el pecado original. Hay dos excepciones: Jesús y María. Y en justicia, ninguno de los dos tenía que haberse ganado el pan con el sudor de su frente. Sin embargo, ambos prefirieron no reclamar para sí ese privilegio. Decidieron someterse al trabajo y al cansancio que conlleva. Y vaya si trabajaron y se agotaron durante su vida...

Así es, María fue muy trabajadora. Lo atestiguan claramente sus manos. Las manos de María.

Manos de una ama de casa. La primera en levantarse y la última al acostarse. Manos de mujer a la que -como suele decirse- “le faltaban manos” para todos los quehaceres propios (y también ajenos); y a la que se le quedaba corto el día con sus 24 horas por todo lo que metía en él.

Manos repletas de tantas cosas grandes y pequeñas, muy pequeñas, de las que depende la felicidad y el bienestar de un hogar, de un barrio, de un pueblo.

María, seguramente, no tenía demasiado tiempo para andar cuidándose y arreglandose las manos. (Cuánto tiempo dedican hoy algunas mujeres a arreglarse las manos...) Cuánto tiempo gastamos nosotros en preocuparnos nada más que de nosotros mismos. Y cuántas cosas dejamos de hacer por eso. Se nos van de las manos tantas posibilidades por no haber sido capaces de mover ni un dedo...

No me apena afirmar que las manos de María no eran tan bonitas como otras. Pero sí eran mucho más bellas. Las manos de María tenían toda esa belleza que se refleja en las manos que han trabajado, que han consolado, que se han tendido abiertas a los demás sin tregua ni medida.

Las manos de María lucían toda esa belleza más espiritual que transpiran las manos de una esposa y de una madre que trabaja con ellas. Esa belleza que poseen las manos femeninas que han hecho, precisamente por trabajar, el sacrificio de parecer menos bonitas.

Sí, sin duda eran las manos de una verdadera Reina, de una auténtica Señora; que ahora se elevaban hasta acariciar al mismo Dios y, poco después, andaban entre los pucheros, la ropa sucia, o dándole a la escoba y al trapeador... Admirable contraste: de traer entre manos lo más elevado y puro (el Hijo mismo de Dios), a estar arreglando las cosas rotas, sucias y sencillas de los hombres.

Manos hechas al trabajo, al agua fría del lavandero del pueblo, a la limpieza de la casa, a lijar y mover maderas ayudando a José... Pero manos que nunca perdieron por eso su finura encantadora.

Manos, por tanto, laboriosas, aplicadas, usadas... Pero sin dejar de ser bellas, tiernas y delicadas. Que sabían también lavar y peinar y acariciar a un Niño que era Dios, su Hijo.

Manos abiertas y disponibles a las necesidades de todos; de los vecinos, de los enfermos, de los marginados de su sencilla aldea de Nazaret. Manos que tocaron muchas puertas para ofrecer ayuda, y muchas llagas para curarlas y vendarlas. Manos discretas, llenas de bondad generosa y callada. Nunca su derecha no supo lo que hacía su izquierda. Por eso esa labor en favor de los otros valía el doble, pues lo hacía oculto.

Manos por las que pasaban otras realidades además de las materiales. Por las manos de María pasaban diariamente quintales de gracias de Dios para otras almas. Manos que daban gloria a Dios en cada trabajo sencillo y humilde. Manos que siguen trabajando sin descanso y a través de las cuales nos llegan copiosas todas las gracias de Dios para cada uno de nosotros.

Y nuestras manos, las manos de sus hijos, ¿cómo están nuestras manos? ¿Las usamos, las empleamos para la gloria de Dios? ¿”Nos manchamos las manos”? Es decir, ¿trabajamos, nos esforzamos, nos metemos a fondo en todo lo que tenemos que hacer cada día? ¿Nos manchamos las manos en el trabajo? ¿Nos las manchamos en los propios estudios? ¿Nos las manchamos en obras de caridad y misericordia para con los necesitados? O quizá se nos puede aplicar eso de que “tiene las manos tan limpias, que no tiene manos”.

Sí, nuestras manos, que son nuestros talentos, nuestras cualidades, los denarios que Dios nos ha entregado para negociar con ellos, para ponerlos a producir para el bien y provecho de los demás. A lo mejor los tenemos sin estrenar, nuevecitos, enterrados bajo tierra, bien envueltos en un pañuelo. Pero, sin dar gloria a Dios, sin ganar méritos, sin producir fruto para nadie. Ahí están, bien sepultados, a ver si florecen por generación espontánea...

Es una lástima que muchas veces no nos parezcamos más a nuestra Madre María, la Virgen de las manos trabajadoras. Nosotros, tantas veces, en vez de ‘ensuciarnos las manos’, nos las lavamos. Nos ‘lavamos las manos’ ante nuestros deberes y responsabilidades personales como hombres y como cristianos. Le sacamos el bulto. Nos desentendemos. Y tristemente, lavándonos las manos, nos ensuciamos la conciencia.

Abramos los ojos a todo lo que podemos hacer en casa y fuera de ella también. No seamos fáciles en pensar que no hay tiempo para más cosas. No nos engañemos, cuando se tienen muchas cosas que meter en él, el día tiene cien bolsillos. Sólo el que se los busca los encuentra.

El trabajo digno y humano no mata, no. Lo que sí mata es la ociosidad y la pereza. El trabajo es salud y vida que se dona a los demás. Bien lo sabe María, siempre trabajadora y dispuesta a hacer más por los demás con una sonrisa envidiable. Bien lo saben tantos hombres y mujeres que minuto a minuto desgastan con alegría su vida y sus manos en un trabajo fecundo mucho más allá de las fronteras del propio egoísmo.

Qué diverso sería nuestro mundo si cada uno de nosotros fuésemos más como María, la Virgen trabajadora. Ojalá que nunca olvidemos que no podemos matar el tiempo, sin herir la eternidad. La nuestra y también la de otros...