domingo, 30 de noviembre de 2008

Danielita, la niña del milagro del beato Olallo



Por Osvaldo Gallardo González

CAMAGÜEY, sábado, 29 noviembre 2008 (ZENIT.org).-

Muchas son las personas que afirman en Camagüey haber contado con la intercesión de Olallo Valdés en momentos de enfermedad o desconsuelo, pero sin dudas la feliz "culpable" de que este religioso hospitalario de la Orden de San Juan de Dios sea declarado beato es Daniela Cabrera Ramos, la niña del milagro del Padre Olallo como se la conoce. Danielita, que tiene hoy doce años, fue sanada de un cáncer invasivo e irreversible a la tierna edad de tres años.

Presentamos la entrevista a la niña que ha ha publicado "Nostros hoy", sector informativo de la Conferencia de Obispos Católicos de Cuba (www.iglesiacubana.org).

El hermano Olallo Valdés ha sido beatificado este sábado en Camagüey.

--Daniela, sabes que estuviste muy enferma porque seguro te lo han contado tus padres. ¿Recuerdas algo de ese tiempo a pesar de que eras muy pequeña? ¿Qué te han contado tus padres de tu enfermedad?

--Yo recuerdo que me pinchaban mucho en las venas. Mi mamá me contó que estuve muy enferma debido a un cáncer masivo de abdomen y que los médicos decían que no sobreviviría.

--¿Qué has oído decir o has leído del Padre Olallo?

--Que fue un religioso cubano de la Orden de San Juan de Dios y dedicó su vida al cuidado de los enfermos a quienes consideraba sus hermanos predilectos, era un buen enfermero.

--Sabes por qué la calle donde vives se llamó, primero de los Pobres y luego Padre Olallo? ¿No te parece curioso el hecho de que sea aquí donde vives?

--Porque era una calle donde vivían, en tiempos de Olallo, las personas más pobres y luego se llamó como él porque de sus ahorros compraba alimentos y venía tocando de puerta en puerta dejando comida para esas personas. Bueno sí es curiosos, así son las cosas de Dios.

--¿Crees que él tiene alguna relación con tu sanación?

--Mamá me cuenta que cuando enfermé todos en casa, vecinos y amigos rezaban su oración pidiendo que intercediera ante Jesucristo para que yo no muriera.

--¿A quién atribuyes tu curación?

--A Jesucristo por la intercesión de uno de sus siervos, el Padre Olallo.

--¿Qué sentimientos provoca en ti el hecho de saber que Dios te escogió para hacer un milagro con la intercesión del Padre Olallo?

--Con la edad que tengo ahora le puedo contestar que le doy gracias a Dios de haber sido elegida para un milagro porque en la sala del hospital había otros muchos niños, tan enfermos como yo, y que murieron.


sábado, 22 de noviembre de 2008

Pablo y el "genio femenino".3


La pitonisa, mujer objeto 2

Remedios Falaguera

"Sucedió que al ir nosotros al lugar de oración, nos vino al encuentro una muchacha esclava poseída de un espíritu adivino, que pronunciando oráculos producía mucho dinero a sus amos.

Nos seguía a Pablo y a nosotros gritando: "Estos hombres son siervos del Dios Altísimo, que os anuncian un camino de salvación."

Venía haciendo esto durante muchos días. Cansado Pablo, se volvió y dijo al espíritu: "En nombre de Jesucristo te mando que salgas de ella." Y en el mismo instante salió.

Al ver sus amos que se les había ido su esperanza de ganancia, prendieron a Pablo y a Silas y los arrastraron hasta el ágora, ante los magistrados; los presentaron a los pretores y dijeron: "Estos hombres alborotan nuestra ciudad; son judíos y predican unas costumbres que nosotros, por ser romanos, no podemos aceptar ni practicar."

La gente se amotinó contra ellos; los pretores les hicieron arrancar los vestidos y mandaron azotarles con varas. Después de haberles dado muchos azotes, los echaron a la cárcel y mandaron al carcelero que los guardase con todo cuidado". (Hechos 16,16-23)

Es una delicia observar en este texto como San Pablo pone en evidencia la superioridad del poder de Jesucristo ante esta plaga de adivinos, magos, médium, espiritistas, etc. dominada por la fuerza del demonio, que entonces, como ocurre hoy en día, tiene un gran numero de seguidores.

Pero, hay algo más. San Lucas aprovecha el episodio de la pitonisa no solo para manifestar la superioridad del mensaje de Jesucristo ante el poder maligno de la superstición, sino para demostrar al pueblo de Filipos su comprensión ante esta joven esclava, se supone que al servicio de los sacerdotes paganos, exorcizándola y jugándose la vida en defensa de su dignidad explotada.

La típica mujer objeto

Si leemos con atención estas palabras, resulta de tremenda actualidad la defensa de la dignidad de esta esclava; ya que podemos suponer que dadas sus cualidades adivinas, se habría pagado por ella un alto precio, y sus amos se lucraban económicamente gracias a ella, convirtiéndola en lo que en pleno siglo XXI se considera una mujer objeto.

"Al ver sus amos que se les había ido su esperanza de ganancia" la reacción es inevitable. Son capaces de denunciar al apóstol públicamente, con doblez engañosa, aludiendo a falsas injurias salidas de la boca del apóstol para no rebelar su verdadera intención: Vale la pena difundir mentiras contra el bien antes que perder los privilegios. Si para evitar que las arcas mengüen hay que dejar por el camino el respeto que la mujer se merece convirtiéndola en mujer objeto, no hay problema alguno.

Como ya pasaba en la época del apóstol, hoy 2.000 años después, el complejo de superioridad que muchos hombres tienen hacia la mujer, tiende a colocarla en un segundo plano, y a tratarla como mujer-objeto cuya única misión en la vida es hacer la vida agradable a su marido, a su padre, a sus hermanos, a su jefe,…

Pongamos un ejemplo desgraciadamente muy actual y que afecta a miles de mujeres como es la violencia domestica. La mujer, como objeto que pertenece al hombre, tiene que acatar con una sumisión y respeto mal entendido la voluntad de su cónyuge, y en caso contrario, el hombre se considera con derecho a recurrir a la violencia. De ello depende un matrimonio feliz y con éxito.

Para que brille con luz propia

En caso contrario, la mujer era presa de un sentimiento de culpabilidad, que llegaba a aceptar la violencia física o verbal como una consecuencia lógica del incumplimiento y del fracaso en su misión. Como ya pasaba en la época del apóstol, hoy 2.000 años después, la concepción de superioridad de muchos hombres hacia la mujer, sigue manteniéndola en un segundo plano como mujer objeto.

Pues bien, como nos muestra este pasaje de los Hechos de los Apóstoles, San Pablo, cansado ya de esta situación, nos habla de respeto, de igualdad y de dignidad. La repulsa que siente hacia todo tipo de violencia contra la mujer utilizándola como reclamo no le permite dejar pasar la ocasión y "dijo al espíritu: En nombre de Jesucristo te mando que salgas de ella ", para que vuelvan a brillar en la mujer endemoniada su valor intrínseco, sus cualidades, valores, cultura, feminidad, ternura, intuición, esfuerzo... que nunca nadie tendría que haber violado.

Y al igual que entonces, hoy es Benedicto XVI el que afirma: "Hay lugares y culturas en los que la mujer es discriminada y minusvalorada sólo por el hecho de ser mujer, en los que se recurre incluso a argumentos religiosos y a presiones familiares, sociales y culturales para defender la disparidad de los sexos, en los que se perpetran actos de violencia contra la mujer, haciendo de ella objeto de malos tratos o de abusos en la publicidad y en la industria del consumo y de la diversión. Ante fenómenos tan graves y persistentes parece más urgente todavía el compromiso de los cristianos para que se conviertan por doquier en promotores de una cultura que reconozca a la mujer la dignidad que le compete, en el derecho y en la realidad concreta. (Discurso a los participantes del Congreso Internacional "Mujer y varón, la totalidad del humanum" el 10 febrero 2008).

domingo, 16 de noviembre de 2008

Lecciones del corazón (I)




Memoria y amor interior: ¿Cómo se alimenta el corazón?

Mercedes Malavé Gonzáles

Mujer Nueva

Una especie de recuerdo

Mientras leía el inspirador artículo de Jutta Burgraff titulado Aprender a perdonar, pensaba que sólo un corazón grande y bien alimentado de recuerdos es capaz del perdón. Para que el acto de perdonar sea sincero y profundo –no fingido, ni tampoco superficial o pasajero– se necesita un corazón generoso. Un corazón calculador, flaco, reaccionaría negativamente ante la exigencia de perdonar, por ejemplo, una injusticia. Incluso podría considerarlo un acto “injusto”, que no “merece” aquel que ha traicionado a alguien o que ha dejado herida a una persona.

Pero ¿cómo agrandar diariamente el corazón? ¿de qué se alimenta? Sabemos que la inteligencia crece mediante el conocimiento, y que la voluntad se robustece mediante la repetición de actos buenos y libres. El corazón crece cuando ama, pero ¿en qué consiste exactamente amar? Si nos concentramos en la dimensión interior del acto de amar, podemos decir que amar es, principalmente, recordar. El amor interior se ejercita mediante un acto de la memoria. De hecho, la palabra recordar viene del latín re-cordaris y significa literalmente "hacer presente de nuevo en el corazón", tener presente continuamente aquello que amamos.

Entendemos por memoria aquella facultad por la cual ejercitamos el acto interior de recordar las cosas previamente conocidas. El célebre San Agustín desarrolló ampliamente este tema de la memoria en su obra De Trinitate. En algunos pasajes explica que todo lo que el hombre conoce por medio de los sentidos corporales queda impreso en la memoria, a manera de imágenes que son semejantes a lo exterior. Luego, el hombre puede traer de nuevo a su interior, aquellas realidades que ahora están ausente. A esta presencia consciente llama San Augstían “mirada interior”, y equivale a un recuerdo. La voluntad es la encargada de llevar y traer estos recuerdos, porque tenemos la capacidad de retener o rechazar ciertos pensamientos. Capacidad que no viene dada, pues no es fácil deshacerse de los recuerdos: es necesario ejercitarse con disciplina y constancia para que paulatinamente esos pensamientos vayan disminuyendo en su intensidad y no ofusquen el mundo interior personal.

Cuando la voluntad está lo suficientemente dispuesta a permanecer unida al ser querido mediante un pensamiento o recuerdo constante, entonces decimos que allí hay amor, en su dimensión interior. Amor interior o recuerdo que tiene como su morada o su permanencia en lo que solemos designar con el nombre de corazón. Al referirnos al corazón estamos nombrando una facultad por la que somos capaces de mantenernos fijos en un pensamiento, al tiempo que realizamos otras operaciones del intelecto y la volutnad –tanto internas como externas– como el estudio, el trabajo, el diálogo, la distracción, etc.

Por su parte, el hombre de hoy, saturado de malas noticias y continuamente expuesto a los sufrimientos que padecen tantas personas en el Mundo, encuentra dificultades para recordar cosas buenas y agradables; y por ello puede que experimente un fuerte deseo de limpiar su memoria de recuerdos tristes. Con mucho más motivo, aquellos que han experimentado en su propia vida un dolor fuerte, buscan una explicación que sane sus corazones y que les permita alcanzar un poco de felicidad y serenidad frente al dolor. Tim Guénard, luego de haber sufrido el abandono de su madre, las golpizas de su padre, el maltrato de su madrastra y de los funcionarios que le vigilaban en los diversos reformatorios en los que vivió; después de ser víctima de la violación y del abuso infantil (robo, prostitución, peleas callejeras, etc.), explica en su libro Más fuerte que el odio que durante años sólo vivió por la motivación –el recuerdo– de querer matar a su padre, hasta el momento en que se topó con el amor de las personas lisiadas. Allí, su corazón “se puso de rodillas”, y dice: "Les debo la vida y una formidable lección de amor. Este reencuentro inesperado con el Amor conmocionó mi existencia (…) Doy fe de que el perdón es el acto más difícil de plantear. El más digno del hombre. Mi combate más hermoso. El amor es mi puño final". Fue el amor lo que hizo que su corazón se arrodillase y en esta condición, de aparente vulnerabilidad, fue que pudo iniciar ese camino fuerte, de combate duro, que lo condujo al perdón de su padre.

Corazón y calidad personal

Cuando amamos nos mantenemos en el ser amado, lo contemplamos, es decir, lo miramos desde nuestro interior y por eso nadie puede obligarnos a borrar algún recuerdo, a no permanecer en él. Éste es el acto que hace grande al corazón. Victor Frankl afirma en su biografía que lo que hizo que sobreviviese a los campos de concentración nazi fue el recuerdo de su esposa. Cuando las fuerzas físicas y psíquicas le fallaron, cuando ya no tenía energías para sobrevivir, el corazón demostró su fuerza regeneradora del ánimo y del cuerpo. Fue este acto del recuerdo de su mujer, ese aferrarse interiormente a ella, la fuente de una extraña fortaleza que le permitió superar las torturas de los soldados y del invierno, sin entregarse a la muerte: “la oía contestarme, la veía sonriéndome con su mirada franca y cordial. Real o no, su mirada era más luminosa que el sol del amanecer (...) Comprendí cómo el hombre, desposeído de todo en este mundo, todavía puede conocer la felicidad –aunque sea sólo momentáneamente– si contempla al ser querido”.

El corazón se adecua al tamaño y a las exigencias de lo que ama, se pone a su nivel. Si es algo inferior al hombre, el corazón se hace pequeño y mezquino, porque no le exige grandes esfuerzos de conocimiento y de sacrificio personal. En cambio, cuando lo amado es igual o superior al hombre, el corazón se agranda y se hace fuerte, como lo experimentó Victor Frankl. El corazón empequeñecido se suele identificar con el hombre egoísta, que ha reducido su capacidad de mirar el mundo que le rodea, con su belleza y con sus problemas, porque permanece encerrado en sí mismo, encadenado a un amor que le reduce en su capacidad de entrega y de amor. Más adelante volveremos sobre este punto cuando tratemos de las obsesiones y los apegos.

Corazones y tesoros

Si amar es principalmente un acto interior, una mirada constante del corazón al ser amado, entonces en el acto de amar confluyen todas las potencias humanas. Hace falta la inteligencia para poder imaginar y conocer al ser amado. Hace falta la voluntad de querer contemplarlo, que se traduce en un continuo sí del amante desde lo más profundo de su intimidad; un sí que no puede ser automático, ni en todo momento inconsciente, porque entonces dejaría de ser libre. De este modo, toda la persona se amolda, adapta sus potencias y las dirige, según aquello que ama. Con razón, dice la Escritura, donde está tu tesoro –y podemos decir, donde están tus recuerdos: ambiciones, ideales, metas, deseos, personas, cosas, etc.– allí está tu corazón, aferrándote cada vez más a ese tesoro.

Veamos con un ejemplo las manifestaciones de comportamiento del corazón pequeño. Hace tiempo leí que en dos países estupendos y con grandes posibilidades materiales, como son Estados Unidos e Inglaterra, los propietarios de mascotas habían invertido altas sumas de dinero en la compra de regalos de navidad para sus animales: joyas de oro y de perlas verdaderas, gastos en hoteles para animales –de habitaciones con aire acondicionado y purificadores–, campos de ejercicios con entrenadores de animales, etc. Todo esto ocurría la misma navidad cuando la UNICEF publicaba su informe titulado «El Estado Mundial de la Infancia 2006: Excluidos e Invisibles». Allí, la Directora Ejecutiva de UNICEF, Ann Veneman, comentaba, en una rueda de prensa en la misma ciudad de Londres, que «no puede haber un progreso duradero si seguimos descuidando a los niños que están más en necesidad –el más pobre y el más vulnerable, el explotado y el abusado». El informe abunda en datos precisos sobre la situación de los niños pobres, desprovistos de los bienes materiales más básicos y sin oportunidades de educación.

No es sólo un sentimiento

Si bien las injusticias sociales y la marginalidad tienden a hacernos reaccionar y decir ¡cómo es posible que estas cosas estén sucediendo en el Mundo!, no siempre reflexionamos acerca de la relación que pueden tener con el egoísmo personal, con la falta de corazón. Se puede pensar que una cosa es el amor a las mascotas, a un capricho, a un lujo, etc., y otra cosa son los problemas del Mundo, cuando en realidad ambas situaciones tienen su punto de encuentro en el corazón de las personas. Un corazón empequeñecido difícilmente notará los problemas que ocurren a su alrededor porque es insensible. Así se paraliza, paulatinamente, el curso de las acciones que podrían llevar a aportar una pequeña solución –o no tan pequeña– a los problemas del Mundo. Pensemos por ejemplo qué hubiese sucedido si en esas navidades del 2006 esos 150 millones de dólares que, según el artículo, fueron gastados en regalos de navidad para animales, se hubiesen invertido en comida y regalos para los 1.000 millones de niños pobres que hay en el Mundo. No toda la responsabilidad de los problemas sociales debemos atribuirla a los gobiernos y a la ineficacia pública de las finanzas.

Pero no es sólo esta dimensión material de la justicia social la que se transformaría si las personas nos ejercitásemos más en este esfuerzo por agrandar el corazón. Sobre todo mejorarían las relaciones humanas, se fortalecería la familia, los matrimonios, el noviazgo. También descubriríamos la verdadera dimensión de la caridad cristiana, que es esencialmente un acto de amor interior. Podríamos comenzar por ejercitarnos en el esfuerzo diario por recordar a aquellos que sufren, porque están solos, porque necesitan amor: los niños, los enfermos, los pobres, los ancianos. Seguramente notaremos cómo el corazón se va senbilizando progresivamente. Adquirir esa profundidad de las personas que saben acoger y comprender a los demás es una urgencia de este nuevo milenio que no queremos que sufra las guerras y el odio del siglo pasado. Es bueno saber que este acto de recordar no necesariamente conlleva un sentimiento, que basta con un puro y simple acto de la memoria, un "hacer presente en el corazón" aquellas realidades, una y otra vez, para ir adquiriendo una mayor sensibilidad interior frente a los problemas y las personas.

Mujer china pide al Papa en el Sínodo que abra un blog



Agnes Lam, presidente de la Asociación Bíblica Católica de Hong Kong

CIUDAD DEL VATICANO, martes, 14 octubre 2008 (ZENIT.org).-

Una de las oyentes del Sínodo, procedente de China, ha sugerido a Benedicto XVI que abra un blog para explicar la Palabra de Dios de una manera atractiva.

La propuesta fue presentada este martes en el Sínodo de los Obispos por la señora Agnes Lam, presidente de la Asociación Bíblica Católica de Hong Kong.

Entres sus sugerencias para este Sínodo para promover la Palabra de Dios de manera que la gente conozca a Cristo, la representante china ilustró su propuesta, suscitando espontáneas sonrisas entre los obispos.

La oyente invitó al Santo Padre "a abrir un blog en varios idiomas para pastorear al mundo de hoy". Como contenidos para esta página, propuso, "un verso de la escritura con una reflexión sencilla y un breve texto con bellas imágenes".

Agnes Lam propuso, además, otros instrumentos de encuentro con la Palabra.

En particular, que se ofrezca un método sencillo de meditación sobre la Biblia en un mundo complejo. Como ejemplos, ofreció recitar en voz alta la Biblia, como se hace con los clásicos en China, y la "Lectio Divina".

"Leer la Biblia es como la comida --dijo--. Una buena sopa preparada con amor y tiempo es deliciosa, si se hace de prisa y corriendo no tiene sabor".


martes, 11 de noviembre de 2008

Cumpleaños de la beata Victoria Díez



Actividades del Centro Socio Cultural dedicado a la maestra mártir

HORNACHUELOS, 11 noviembre 2008 (ZENIT.org).-

El 11 de noviembre de 1903 nacía en Sevilla, España, Victoria Díez y Bustos de Molina. En 1936 moría fusilada en la mina del Rincón, a unos kilómetros del pueblo en el que ejerció con gran provecho de maestra, Hornachuelos, Córdoba. Juan Pablo II la declaró beata en 1993 en Roma. El centro sociocultural son sede en la escuela de Victoria recuerda que se cumplen 105 años del natalicio de la joven educadora que dio la vida por la fe a los 32 años.

Con el lema "La vida es un don que brota del amor de Dios. Acoger la vida y darla es llegar al corazón de los demás" el centro socio cultural invita a recordar esta fecha.

"Al corazón de los demás se llega sobre todo por el Amor", decía la beata Victoria.

Con este motivo, los responsables del centro y su directora, Trini Moreno, han puesto al día la página web:www.victoriadiezdesdehornachuelos.com

"Te invitamos a conocer a Victoria", proponen al dar a conocer el CD 3, que contiene un montaje completo sobre la beata Victoria.

Por Nieves San Martín

sábado, 8 de noviembre de 2008

De monjita en monjita 5


Todo comenzó habiendo recibido permiso para entrevistar brevemente a Teresa de Calcuta.

Arturo Guerra

"... del Niño Jesús"

…Así que un viaje más. Esta vez a Lisieux, Francia, 1890.

Como buen periodista, me documenté antes de entrevistar a la persona. Me fui a una biblioteca del pueblo. No había nadie y estaba cerrada. Entonces se me ocurrió sacar los libros aquellos que había comprado, después de mi encuentro con Teresa de Calcuta. Y ahí estaba yo... investigando sobre otra Teresa más... Uno de aquellos libros era un santoral, una especie de resumen de la vida de algunos santos. Me fui al índice y encontré a la que buscaba.

Resulta que esta Teresa fue una monja de clausura, es decir una de esas mujeres que se encierran en un convento y no salen si no es para visitar al médico o si algún papa viene a la ciudad. Murió a los 24 años. No hizo nada extraordinario: rezar, limpiar, trabajar, seguir rezando y poco más. De adolescente viajó a Roma y pidió al papa permiso especial de ingresar al convento antes de la edad prescrita. Murió en medio de atroces sufrimientos causados por una tuberculosis que acabó con ella en unos cuantos años. Escribió un libro llamado Historia de un alma, donde en tono autobiográfico cuenta su vida. Realmente ella no quería escribirlo pero su abadesa se lo ordenó. Nunca tuvo grandes estudios teológicos. De ese libro es esta cita que me llamó la atención: “Yo me había ofrecido al Niño Jesús para ser su juguete y le había dicho que no se sirviera de mí como uno de sus juguetes de lujo, que los niños se contentan con mirar, sino como de un pequeño balón de poco valor, que se puede echar por el suelo, empujar con el pie, dejar abandonado, o también estrechar contra el corazón, si eso le daba gusto. En otras palabras quería divertir al Niño Jesús y abandonarme a sus caprichos infantiles”. Ella se hizo llamar Teresa del Niño Jesús. ¡Vaya extraña manera de enfocar la vida!

Quería una entrevista

Ya documentado y con aquel santoral guardado en mi mochila, me encaminé hacia el convento. Crucé una primera puerta y me topé con una especie de cilindro descubierto en una de sus mitades y que giraba sobre su propio eje; ahí fuera había una campanita que toqué. Al cabo de dos minutos, una voz lejana de mujer, me dijo desde el otro lado algo así como:

– Avemariapurísima.

– Mire... no... eh... yo soy un periodista interesado en hablar con Teresa del Niño Jesús.

Me indicó que el tiempo del día para visitas estaba a punto de terminar pero que lo iba a consultar con la priora. Después de cinco minutos, volvió y me indicó:

En el locutorio

– ¿Eres tan amable de pasar al cuartito que está en la primera puerta que ves a tu derecha?

Entré. Era una sala pequeña. En uno de sus cuatro lados tenía una extraña reja por donde apenas se podía ver algo de lo que había allá dentro. Había una silla y me senté. Pasados dos minutos oí que se acercaba alguien. Recordé el consejo de un profesor sobre las ruedas de prensa: los momentos de más vida, fotográficamente hablando, eran esos pocos segundos en que el conferencista llegaba y se colocaba... Y, si bien, no traía cámara, me dispuse a presenciar con atención estos segundos. Ella se detuvo ante la reja. Me adelanté:

– Buenas tardes, ¿usted es la señorita Teresa, o hermana Teresa? No sé la verdad cómo hay que dirigirse.

– No te preocupes.

– ¿No va a abrir esta puerta o ventana enrejada para que podamos hablar?

Escuché una risa. Me explicó que el lugar donde estábamos era un locutorio y que las monjas hablaban con las visitas así, desde el otro lado de la reja, que lo vivían como una expresión de su decisión de dejar el mundo y de vivir sólo para Dios... ¡Vaya conferencia de prensa!... No tuve más remedio que iniciar la sesión de preguntas:

Don Bosco

– Mire, yo quiero plantearle una duda, sólo una, espero no quitarle mucho tiempo: ¿No es la fe un acto irracional y fanático del ser humano?

La vi sonreír ligeramente y me dijo:

– Yo creo que Don Bosco podría explicarte mejor que yo. Hay algunos libros sobre su vida. Él murió cuando yo tenía 15 años. No sé si necesites más detalles.

– No, muchas gracias.

– Bien, que Dios te guarde, señor periodista.

La misma jugada... Si al menos me respondieran con nombres que yo conozco. Pero, ¡ah!, no... todos unos desconocidos...

Salí del convento y me fui a la plaza que estaba enfrente. Saqué el santoral, que comenzaba ya a ser una especie de guía de viajes. Busqué el índice. Encontré a Juan Bosco:

Un sacerdote italiano que fundó escuelas y talleres para la formación de pobres. Empezó con un puñado de niños abandonados invitándoles a jugar y rezar. Después fundó un oratorio, que era una especie de centro juvenil abierto los domingos y donde ofrecía talleres técnicos y cursos académicos. Esa experiencia se multiplicó. Fundó dos congregaciones religiosas. Hasta se metió en los medios de comunicación: él y los suyos editaban algunos periódicos y revistas... Al parecer, otro padrecito periodista... (Continuará).

domingo, 2 de noviembre de 2008

Hembras, mujeres, madres

Alejandro Cortés González-Báez

www.padrealejandro.com

En el reino animal

Un visitante ocasional de un zoológico filmó el accidente de un niño, de aproximadamente cinco años de edad, que cayó en la fosa de los osos, donde se encontraban cerca de diez de ellos. Como había una diferencia de varios metros de profundidad, el pequeño quedó inconsciente por el golpe. Sus padres y la demás gente que contemplaban aquello temieron lo peor, especialmente cuando se le acercó uno de esos enormes animales. Sin embargo, para asombro de todos, aquella fiera no sólo no le hizo daño alguno, sino que se dedicó a cuidar de que ningún otro oso se arrimara llegando a amenazar con violencia a los que lo intentaron.

Los trabajadores del parque de recreo se dieron prisa en rescatar al niño, sin que su “custodio” se opusiera a ello, y así poder mandarlo a un hospital. Más tarde, uno de los encargados del parque hizo la aguda observación de que el animal protector era una hembra.

Ahora quisiera hacer referencia a un hecho que me tocó vivir con motivo de un accidente automovilístico ocurrido hace poco, en el cual un par de chiquillas de aproximados quince años, chocaron contra otro vehículo. Cuando yo llegué al lugar estaban siendo atendidas por el equipo de Rescate. Gracias a Dios, los daños personales digamos que quedaron en un simple susto.

Junto a las muchachitas, que no hacían más que llorar, estaba una señora la cual nunca se identificó como pariente de ellas, sin embargo, actuaba como si lo fuera, incluso decidiendo que no se les trasladara a ningún servicio médico –dado que no había datos que exigieran un traslado de emergencia– hasta que los padres de ellas llegaran al lugar y pudieran decidir lo que vieran conveniente.

Con el corazón

En este hecho, hacía acto de presencia una vez más el instinto maternal, esta vez en beneficio de unas criaturillas asustadas. Lógicamente la diferencia era enorme en los dos casos, puesto que en el del zoológico la osa reaccionó condicionada por un reflejo natural, pero irracional. En cambio, la señora que adoptó interinamente a las chiquillas, lo hizo de forma razonada y coherente.

Es justo reconocer la capacidad que tienen las mujeres para actuar por encima de lo que “varonil y fríamente conviene” en muchos casos. Es decir, esta mujer no sólo pensó con la cabeza, sino también con el corazón.

Hay quienes suponemos que, a veces, el enemigo más peligroso de la mujer no es el hombre, sino otras mujeres, dado que algunas pretenden desposeer a la naturaleza femenina de esas cualidades con las que Dios las ha dotado, buscando absurdamente una equiparación absoluta con el hombre. Por lo pronto, me limito a darle gracias a Dios por haberme dado un padre hombre y una madre mujer.