sábado, 28 de octubre de 2017

“Equidad de género”

“Ellas son protagonistas en la Iglesia latinoamericana” dice el Papa


Testimonio de una señora colombiana en la vigilia de la Divina Misericordia

Testimonio de una señora colombiana en la vigilia de la Divina Misericordia (Foto CTV- Osservatore Romano)


EQUIDAD DE GÉNERO

+ Felipe Arizmendi Esquivel
Obispo de San Cristóbal de Las Casas



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Dedicamos a este tema el curso anual que tenemos en la diócesis para la formación permanente de religiosas, sacerdotes y laicas comprometidas a tiempo completo en la pastoral. No fue sobre ideología de género, como si hubiera tantos géneros cuantas tendencias sexuales, sino sobre la relación, el trato, la comunicación, la interacción entre varones y mujeres, para que en la vida y en la pastoral cada quien ocupe su lugar conforme al plan de Dios. Recordamos que a ambos géneros Dios nos hizo a su imagen y semejanza, con la misma dignidad; no idénticos, sino diferenciados, y no sólo biológicamente, sino en todos los demás aspectos de la persona. Es hermoso y fecundo contar, en la diócesis, con equipos pastorales integrados por ellas y ellos, pues ni los presbíteros podemos aportar lo que es muy femenino y que enriquece mucho a la Iglesia, ni las mujeres han de prescindir de la jerarquía eclesial, sólo por ser varones. Nos complementamos y nos necesitamos. Persisten, sin embargo, desconfianzas y rechazos que no corresponden al estilo de Jesús, y nuestro curso nos ayudó a avanzar en esta interrelación madura y fecunda.
En la sociedad, aún hay subculturas que no dan a la mujer la dignidad que le corresponde. Hay también mujeres que intentan perder su femineidad y equipararse en todo a los varones, como si con ello valieran más. En algunos pueblos originarios, permanece el criterio de que las mujeres no pueden tener los mismos derechos que los varones para poseer tierras. No les permiten casarse con personas de otras culturas. No les dan iguales oportunidades para estudiar. Son discriminadas a la hora de repartir herencias. No las toman en cuenta para vender una gallina o un cerdo, siendo que ellas son las que cuidan los animales de casa. Persiste la violencia intrafamiliar. Antes, el varón escogía a la mujer que quería como esposa, sin ser novios, ni conocerse siquiera, y los papás hacían los tratos matrimoniales sin consultar a la mujer. Esto ha cambiado mucho, porque ahora las adolescentes y jóvenes salen a estudiar y a trabajar, exponiéndose a múltiples peligros. Se han liberado de unas esclavitudes familiares, pero pueden caer en otras esclavitudes morales y sociales.



PENSAR


El Papa Francisco nos dijo, en Bogotá, a los obispos miembros del CELAM: “La esperanza en América Latina tiene un rostro femenino. No es necesario que me alargue para hablar del rol de la mujer en nuestro continente y en nuestra Iglesia. De sus labios hemos aprendido la fe; casi con la leche de sus senos hemos adquirido los rasgos de nuestra alma mestiza y la inmunidad frente a cualquier desesperación. Pienso en las madres indígenas o morenas, pienso en las mujeres de la ciudad con su triple turno de trabajo, pienso en las abuelas catequistas, pienso en las consagradas y en las tan discretas artesanas del bien. Sin las mujeres la Iglesia del continente perdería la fuerza de renacer continuamente. Son las mujeres que, con meticulosa paciencia, encienden y reencienden la llama de la fe. Es un serio deber comprender, respetar, valorizar, promover la fuerza eclesial y social de cuanto realizan. Acompañaron a Jesús misionero; no se retiraron del pie de la cruz; en soledad esperaron que la noche de la muerte devolviese al Señor de la vida; inundaron el mundo con su presencia resucitada. Si queremos una nueva y vivaz etapa de la fe en este continente, no la obtendremos sin las mujeres. Por favor, no pueden ser reducidas a siervas de nuestro recalcitrante clericalismo; ellas son, en cambio, protagonistas en la Iglesia latinoamericana; en su salir con Jesús; en su perseverar, aun en el sufrimiento de su Pueblo; en su aferrarse a la esperanza que vence a la muerte; en su alegre modo de anunciar al mundo que Cristo está vivo, y ha resucitado.
La esperanza en América Latina pasa a través del corazón, la mente y los brazos de los laicos. Quisiera reiterar: Es un imperativo superar el clericalismo que infantiliza a los fieles laicos y empobrece la identidad de los ministros ordenados” (7-IX-2017).



ACTUAR


Hemos de superar los residuos de machismo que nos quedan, así como los feminismos extremistas, y no excluirnos ni rechazarnos entre nosotros mismos por luchas mundanas de poder. Apreciemos el aporte específico de hombres y mujeres, sin perder nuestra identidad, para que seamos la sociedad y la Iglesia que Dios quiere.

sábado, 21 de octubre de 2017

Aborto: muchas alegrías sin vivir

Demasiadas historias interrumpidas, cuentos sin contar, alegrías sin vivir.

Por: José Bolio Halloran | Fuente: yoinfluyo.com




Por un primer despertar. Por una sonrisa pura, sin dientes y con mucha baba. Por un par de ojos que brillan como soles. Por una piel suave y delicada. Por una noche de mal dormir. Por una risa suave que alegra hasta el más triste de los rincones. Por un tierno gesto de sorpresa ante los sabores desconocidos. Por un “ma-má” balbuceado.
Vida interrumpida
Por unas rodillas percudidas. Por unos primeros e inseguros pasos. Por una primer caída. Por una primer levantada. Por un primer día de escuela. Por unos zapatos raspados. Por un primer amigo. Por un pastel con velitas. Por un abrazo de oso. Por un beso baboso. Por una mirada de amor. Por un “te amo” canturreado. Por un “me perdonas” susurrado. Por un primer triunfo. Por una primer derrota. Por un grito alegre sin razón. Por una caricia. Por una primer pelea. Por una primer reconciliación. Por un sueño. Por un baile sin razón. Por una inocente travesura. Por un “gracias”. Por una carcajada sin control. Por un sollozo. Por una ocurrente y, a veces, incómoda pregunta. Por una lágrima de felicidad. Por una primer fiesta. Por un primer amor. Por un primer beso. Por una difícil decisión. Por un experimento fallido. Por un primer trabajo. Un primer ascenso. Por un sí en el altar. Por un hogar. Por un hijo. Por otro hijo… y, quizá, por otro. Por un primer viaje. Por un hermoso paisaje. Por oír el trinar de los pájaros. Por una meta cumplida. Por un esfuerzo recompensado. Por una sola vida llena de alegrías y sinsabores, de éxitos y fracasos, de esperanzas, de oportunidades, de sueños…
En México se registran alrededor de 80,000 abortos anuales. Demasiadas historias interrumpidas, cuentos sin contar, alegrías sin vivir. No seamos testigos silenciosos y pasivos.  
Por defender tan solo uno de estos milagros valdría la pena luchar sin descanso día y noche hasta el último de nuestros alientos. Arriesgar la propia vida. Perder hasta el último centavo. Porque son estas maravillas las que le dan sentido a la vida. Afortunadamente, no hay que llegar a tanto. Con muy poco podemos hacer mucho.


El esfuerzo constante y alegre. El sacrificio desinteresado. La aportación generosa. El comentario valiente. La actitud congruente. El valioso tiempo. El conocimiento útil. El consejo oportuno. La opinión informada. Son éstas nuestras armas contra los cada vez más enemigos de la vida humana.

sábado, 14 de octubre de 2017

Les ofrecieron abortar, dijeron sí a la vida, y ahora te necesitan

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Itatí, que no iba nacer según algunos médicos, que no iba a vivir, vivió.

Durante años, Inés y Matías la buscaron, la esperaron. Y cuando llegó, todo parecía derrumbarse. Los primeros médicos que le hicieron las ecografías advirtieron que Itatí, como ya se llamaba la beba, sufría onfalocele gigante, una rarísima patología en la pared abdominal por la cual algunos órganos se desarrollan por fuera del abdomen del feto.

Los médicos que primero acompañaban el embarazo de Inés les hacían saber de las posibilidades de un aborto, puesto que las posibilidades de que Itatí sobreviviera serían nulas. El embarazo no llegará a término, si nace con vida, vivirá algunas horas…

Pero los papás de Itatí no se resignaron, y dieron con un cuerpo médico que les acompañó durante todo el embarazo, hasta donde se pueda acompañar y avanzar, como se propusieron.
Itatí nació sin signos vitales. En la neonatología tuvieron que reanimarla durante varios minutos pero salió adelante. Entonces comenzaron un camino de recuperación que parecía imposible.

La dimensión y el tipo del onfalocele no permitía una cirugía en el recién nacido. El desafío era otro… ¿Cómo evitar infecciones en una niña que nace con los órganos fuera del cuerpo, sin una piel que los recubra?
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Itatí, que no iba nacer según algunos médicos, que no iba a vivir, vivió. Y fueron pasando los días. Los cuidados neonatales y el de sus papás en el control de las infecciones, en la búsqueda de alternativas médicas, en el mimo permanente a la niña fueron sorprendiendo a todos.

Pero nuevos problemas aparecían en la medida en que se iba controlando la posibilidad de infecciones. Como los órganos de Itatí no contuvieron en su desarrollo el crecimiento de la caja torácica, sus pulmones no pudieron desarrollarse como debían hacerlo… Médicos y papás fueron abordando juntos día a día los desafíos de una niña que no dejaba de sorprender.

A los pocos meses, Itatí pasó de la sala de neonatología a una sala de internación pediátrica. El alta debía esperar. Durante meses, los papás de Itatí durmieron cada noche en la habitación con su hija, con el apoyo de familia, trabajo, amigos, y muchos que iban rezando y sumándose por Itatí a la distancia. Itatí recibía a cada visita de enfermera, de médico, de amigos, con inmensa alegría.

No hablaba porque tenía menos de un año y la traqueotomía para ayudarla a respirar le impedía, y le impide aún, el uso de las cuerdas vocales. Pero se leía en los ojos de Itatí que al irse ella quería decir “Gracias por visitarme. Te voy a extrañar”.

En el mismo Hospital Austral, algunos pisos más abajo, iba al cielo la hermana Cecilia María, la religiosa carmelita cuya sonrisa recorrió el mundo.

En cada Misa que podía asistir en la capilla hospitalaria, la hermana Cecilia asentía con la cabeza cada vez que el sacerdote celebrante rezaba por los enfermos del Hospital, rezando por ella, por Itatí, y por cada uno de los que allí estaban… La hermana Cecilia rezaba explícitamente por Itatí, enterada de su caso.

En el país, y en el mundo, el caso se iba haciendo conocido entre los profesionales médicos. El papá de Itatí pudo viajar a Estados Unidos a hacer consultas en el Boston Children’s Hospital, donde a Itatí ya la conocían y muy bien por las interconsultas con el Hospital en el que estaba, y comenzaron a ilusionarse y confirmar que la posibilidad de que no sólo Itatí sobreviviera, sino que desarrolle una vida normal.
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Itatí cumplió un año en el Hospital que la vio nacer; nunca había salido de él. Hasta que un día de diciembre, tras la habilitación de la internación domiciliaria, pudo salir y conocer su hogar.


Allí comenzó a caminar, y fue recibiendo amigos con los que jugar. A poco de cumplir dos años, en una emotiva ceremonia, completó estos días el rito del bautismo que recibió poco tiempo después de nacer, cuando la muerte parecía inminente.
Itatí, cuya supervivencia da esperanza a otros papás que se enteran de patologías similares y no se les ofrece la posibilidad de apostar la vida, puede completar su camino a la vida sana en un corto plazo, puede ilusionarse con poder ir al colegio y jugar con amigos sin ningún tipo de restricciones, puede terminar de decirle al mundo que el aborto no es nunca una opción. Pero necesita nuestra ayuda.

Cuenta su papá a Aleteia que “el único centro del mundo que les ofrece una alternativa definitiva concreta y con experiencia en casos similares es el Boston Children´s Hospital, pero el costo de las dos cirugías que debieran aplicársele a Itatí, con el seguimiento posquirúrgico, los traslados y los costos de permanecer durante el tratamiento, es de 550 mil dólares”.

Para ayudar a Itatí, la niña que superó todas las adversidades, se puede colaborar desde el sitio gofundme.com/juntosxitati.

También, si se está en la Argentina, con transferencias a la Cuenta Benéfica en Pesos 0085 6474230 / CBU 0110599530000064742301 / CUIL 20-24957115-7.

sábado, 7 de octubre de 2017

Esperanza Puente: La depresión postaborto es el gran tabú del siglo XXI




Ella abortó a los 23 años y sufrió el síndrome postaborto, ahora ayuda a mujeres que sufren el postaborto


Por: n/a | Fuente: Religión en Libertad




Esperanza Puente sabe como nadie lo que se siente al abortar y las terribles consecuencias del postaborto, secuelas físicas y psicológicas que en muchas mujeres permanecen para el resto de su vida.

Como incansable activista provida que es en la actualidad, esta mujer fundó la
Asociación Voz Post Aborto, para ayudar a mujeres que pasaron por lo mismo que ella. “Seguimos condenadas al postaborto en silencio y soledad y esta es una de las violencias más duras que tiene que vivir la mujer en pleno siglo XXI”, afirma Esperanza Puente en una entrevista en Mater Mundi TV.

Esperanza cuenta que su historia es como la de muchas mujeres pues “uno no se plantea en la vida lo que te va a pasar ni las consecuencias”.


La supuesta libertad
Fue madre soltera con 18 años y llegó a Madrid con su hijo a los 23 donde se “me ofrecía libertad y no dar explicaciones”. Y de nuevo se quedó embarazada pero su novio en esta ocasión no quiso saber nada y la abandonó.
“Me vi sola, abandonada y con mucho miedo”, confiesa esta mujer, que cuenta cómo “me ofrecieron el aborto como algo fácil, indoloro y en 24 horas. Me vi en la misma situación que están las mujeres de hoy, sin información, donde sólo se da una opción, no eliges nada y vas como cordero al matadero. Nadie me dijo que había instituciones en Madrid que podrían haberme ayudado”.

Recordando su experiencia y ahora la de otras muchas chicas a las que ha ayudado, Esperanza Puente asegura en la entrevista que “cuando uno está agobiado y tiene miedo, quiere que el miedo se vaya cuanto antes y si te dan una solución rápida te acoges como un clavo ardiendo y así fue como acabé abortando”.


Consecuencias físicas y espirituales
¿Qué ocurrió después? “El aborto no tiene nada de positivo y como es contrario a la naturaleza tiene consecuencias físicas y también espirituales, aunque no tengas fe”, explica.

Son tres las heridas que deja a la mujer. Una herida humana, una espiritual y el duelo. Precisamente esta última es de la que menos hablan a la mujer y “es para nosotras el más complicado porque nuestros hijos es como si no existieran para el mundo”.

“Conocí el infierno”, añade Esperanza. Y es que aunque cada mujer sobrelleve el dolor de una manera, “una decisión de este calibre nos afecta a todas”.


"El grajn tabú del siglo XXI"
A su juicio, “el gran tabú del siglo XXI son las consecuencias del aborto” pues además se vende como un “derecho, algo que está bien”. Y es también una de las mayores violencias contra la mujer, pues es estructural, y al estar regulado la presión a la embarazada le llega por todos los ámbitos.

Por ello, la consecuencia de esto es que cada vez hay más mujeres enfermas, física y psicológicamente. Al empezar antes las relaciones sexuales los abortos también empiezan a producirse antes. Esperanza cuenta ejemplos de chicas que se ha encontrado que con 20 años han abortado hasta siete veces.

En estos momentos –agrega- “la mujer sigue estando más abandonada todavía. Los profesionales han ideologizado su profesión (psicología y psiquiatría). Cuando las mujeres cuentan que lloran o que tienen miedo, en muchos casos les dicen que eso no es nada”.


"Dios se las ingenió para que volviera a casa"
El encuentro con Dios fue la verdadera salvación para Esperanza. Desde su experiencia, asegura que en las mujeres que no tienen fe y no les han hablado de Dios es todo más difícil porque no conocen el perdón. “A lo largo del tiempo de mi vida desordenada a mi Dios me protegió siempre porque no perdí la conciencia de pecado”.

Esta mujer tuvo que llegar a pedir ayuda psiquiátrica pues entre otras consecuencias del aborto se puede maltratar a los hijos, sufrir ansiedad, pesadillas. Ella acabó pegando a su hijo. Acudió a un profesional católico, que le ayudó sobremanera. “A partir de ahí Dios se las ingenió para que volviera a casa. Y volví a la Iglesia, y actualmente pertenezco al Camino Neocatecumenal".

Y tras ser perdonada y perdonarse a sí misma, Esperanza Puente quedó muy marcada en un encuentro en la ONU en 2005 y desde ese momento decidió que contaría su experiencia y hablaría de la cara oculta del aborto allá donde se lo pidiesen. Y así lo ha hecho hasta hoy.
Este artículo fue publicado originalmente por nuestros aliados y amigos: ReligionEnLibertad.com