sábado, 30 de agosto de 2014

Es un reto ser monja de clausura joven hoy en Uruguay, el país menos católico de Hispanoamérica


María de Jesús llegó de México a Montevideo con una maleta pequeña en la que había guardado un pijama y dos mudas de ropa. Tenía 16 años, un permiso de menor firmado -a disgusto- por sus padres, el pasaje abierto por tres meses y una vocación bien definida: quería ser monja de clausura.

De Uruguay sabía poco y nada, salvo que aquí hacían falta nuevas vocaciones y que algunas hermanas mexicanas ya estaban instaladas en un pequeño monasterio de un lugar llamado Canelones.

"Era una completa desconocida que venía de otro país a tocar la puerta diciendo `quiero ser monja`", recuerda hoy, nueve años después y totalmente adaptada a la vida contemplativa que lleva en la congregación de hermanas clarisas capuchinas, donde la principal actividad es la oración.

Vida de clausura en Uruguay
En Uruguay no hay muchos conventos de clausura y tampoco son muchos los religiosos que los integran. El de las clarisas capuchinas, ubicado en una zona rural sobre la ruta 64, es uno de los cuatro monasterios del departamento de Canelones; también están las clarisas franciscanas en San José de Carrasco, las salesas en Progreso y las benedictinas en El Pinar.

El monasterio es sólido pero austero. Allí viven once hermanas de entre 25 y 100 años y una aspirante. No pueden salir a la calle ni interactuar demasiado, entre ellas ni con el resto de las personas.

Su día está marcado por una actividad principal que se repite de la mañana a la noche: rezar.

"La vida contemplativa es a veces muy difícil de comprender, es una entrega silenciosa que el mundo no ve. A veces la gente te dice `qué están haciendo ahí encerradas habiendo tantas obras sociales, tantos pobres, tantas necesidades donde hacen falta manos... pero en realidad nuestra vida es una constante plegaria", explica María de Jesús (25). "Y no se pide para nosotras mismas, se pide para los demás".

"Nada nos es indiferente"
Desde un pequeño oratorio, donde cada una tiene un lugar asignado y su material de lectura, las hermanas mantienen su conversación con Dios y aspiran a través de esas plegarias a llegar a toda la humanidad. "Nada nos es ajeno, nada nos es indiferente", resume la hermana Celina (68), una de las pocas uruguayas, actual madre superiora del monasterio Santa María de los Ángeles.

Piden por los enfermos, desempleados, presos, los que se sienten solos, los que sufren por las guerras o por la muerte de un ser querido.

Además, aunque no es su principal cometido, reciben peticiones por teléfono o en persona. "No es nuestra misión, pero si la gente viene o llama siempre se la recibe".

Una clausura pero ya sin rejas
Es que la de las clarisas es una clausura bastante laxa, producto de los tiempos que corren y de la propia ubicación del monasterio. La congregación tuvo su origen en los años `30 en Nuevo París, pero la instalación de varias curtiembres en la zona, con su consiguiente ruido y cenizas, impulsó -sobre todo por razones de salud- la mudanza, que se concretó en 1979. Con el dinero de la venta del viejo convento se construyó uno nuevo, ya sin grandes muros ni rejas. "Tenemos lo elemental, hoy más que nada por seguridad", aclara la madre superiora.

Y aunque solo salen de allí por "causas justas" y "dignas de aprobación", el hecho de que a uno de los lados del edificio haya una pequeña gruta de piedra dedicada a la virgen de Lourdes hace que el contacto con los fieles sea, casi, cotidiano.

El día empieza a las 6 AM
El día comienza temprano, cuando a las seis de la mañana la madre Celina hace sonar una campana a lo largo del pasillo que une las "celdas", como las hermanas llaman a sus habitaciones. Media hora dedicada al "aseo personal" y la cita es en el oratorio, el lugar "más íntimo" de la comunidad. Los rezos empiezan con el Angelus y se extienden durante casi dos horas antes de ir a desayunar. Esa misma rutina, que realizan con dedicación y alegría, se repite previo al almuerzo y al terminar la tarde.

El resto de la mañana las hermanas lo dedican a sus labores, que incluyen la limpieza de la casa, atender la puerta y el teléfono, hacerse cargo de la enfermería, de la cocina o de cortar la leña para abastecer las salamandras. Además, para generar ingresos hacen dulces, salsas y conservas, tareas de costura y hostias.

"Nuestra vida es muy simple, por opción es sencillez y pobreza. Lo principal es trabajar para recibir el sustento, aunque también acogemos limosna", explica Celina.

Las hostias, que venden a los talleres Don Bosco en Montevideo y en varias parroquias de Maldonado, son el ingreso más significativo de la congregación. Para uno de los últimos pedidos elaboraron 30 mil hostias chicas y 300 grandes. Casi todos los alimentos que preparan los venden en un puesto sobre la Ruta 5. "Nos acogen todo y nos pagan en el momento, lo que nos sirve para ir viviendo".

Además, desde hace unos meses la hermana Josefina (40) pinta unas "babitas" de bautismo que tienen mucho éxito en la iglesia de Pando. Por cada una perciben 80 pesos.

El tiempo de "recreo"
Las monjas de clausura no suelen conversar entre ellas, salvo en los momentos de "recreo", como se refieren a las instancias más distendidas que se dan luego del almuerzo o la cena. "Ahí hablamos", dice María de Jesús dejando escapar la risa. Justamente, agrega, ese es un tiempo para reír y jugar.

Para los "recreos comunitarios", que tienen lugar los domingos, las hermanas organizan juegos de mesa o pelota, rondas de chistes y adivinanzas o salidas a caminar o correr. También celebran los cumpleaños, con torta casera, algunos globos y sesión de cine con películas "con enseñanzas".

Los lunes pueden ver noticias
En ningún momento viven la clausura con angustia ni cuestionan la eficacia de sus reiteradas conversaciones con Dios. Ni siquiera los lunes, día que tienen permitido mirar el informativo.

"No es todo fracaso, hay mucho bien escondido", dice la madre Celina y ejemplifica con los triunfos de Uruguay en el fútbol y el esfuerzo de muchos grupos de jóvenes que en Montevideo trabajan por las noches para acercar un plato de comida a la "gente necesitada".

En esa apuesta hacia una vida más integrada a la sociedad, las clarisas también tienen una computadora con acceso a Internet, algo impensable hace algunos años o en otras congregaciones más conservadoras.

"A través de Internet las hermanas se informan bastante, podemos imprimir alguna noticia destacada, como el conflicto en la zona de Gaza... nada se nos escapa, ningún ser humano, y entonces lo incluimos en nuestras plegarias", justifica la superiora.

Además, este año están recibiendo un curso de antropología y teología espiritual. "Porque nuestra vida tiene que estar renovándose cada día y tenemos que estar actualizadas".

Las salidas son excepcionales, para ir al médico -se atienden en salud pública- o hacer un trámite. Y las visitas, previa coordinación, son casi siempre de familiares. "Una vez vino desde España una sobrina de sor Juana que estaba buscando a su familia", recuerda Celina.

Familias con fe... que se oponen a la vocación
En tiempos en que la merma de aspirantes a la vida religiosa preocupa a la Iglesia Católica, la elección de la clausura despierta caras de asombro, miradas reprobatorias e incluso burlas. Desde afuera, parece difícil comprender una elección tan radical, incluso para los propios católicos.

María de Jesús proviene de una familia cristiana y aún así tuvo sus obstáculos. "Mi mamá es una mujer de mucha fe y mi papá es muy creyente, pero de los que decían `mi hija no`. Él fue el más tenaz para interponerse, pero al final el Señor lo doblegó y accedió".

Ella definió su vocación cuando aún estaba en México, ni bien terminó la secundaria, a los 15 años. "Es una experiencia que te atrae pero que a la vez tiene que tener un momento de encuentro. Yo viví ese encuentro con el Señor a través de una mirada. Claro que no lo tenía enfrente, pero cuando sentí que Él me miró se me quitaron todas las dudas... todo lo que se interponía en el camino para dar el sí a esta vida de clausura desapareció".

La hermana Celina lleva cincuenta años de clausura, una vocación que siempre tuvo clara. Se educó en el colegio San José de la Providencia, pero no cree que eso haya sido decisivo. "Porque éramos muchas y solo dos entramos de monjas", recuerda.

Primero conoció a un grupo de hermanas capuchinas, luego a las clarisas. "No sé qué me pasó, pero sentí en mi interior y en mi corazón que ese era mi lugar". Ingresó de forma definitiva al terminar el liceo. "Hay algo que te atrae, algo muy fuerte que uno ni se da cuenta cuando es pequeño pero después va creciendo con uno. Y uno percibe que ese es el llamado".

Historias de vocación
A comienzos de agosto llegó al monasterio María del Valle (30), una joven de Maldonado con voluntad de experimentar la vida de clausura. "Es la forma de ir sintiendo y viviendo si este es tu lugar. Con sus dificultades, con sus virtudes, esa es la idea... por ahora estoy re-contenta". Antes, María había cursado unos años de Medicina y trabajaba como profesora de inglés en una UTU. "He hecho de todo, tuve mis compañeros, mi casa, mi trabajo, pero nada me llenaba", dice para explicar el cambio de rumbo.

Aunque viene de una familia creyente, su decisión no contó con el visto bueno de algunos parientes y amigos.
"No es un camino lisito, tiene sus espinas, como gente que te dice `¿te vas a encerrar?` o `¡estás loca!` y eso te queda en la cabeza, te hace cuestionarte, pero también te ayuda a ir madurando la vocación".

Si se decide por la clausura, le espera un largo proceso de formación que entre aspirantado, postulantado y noviciado se puede extender por una década y culmina con el compromiso definitivo.

En ese "casamiento" con Dios las monjas realizan los votos de castidad, obediencia y pobreza. María sabe de qué se trata y se la nota entusiasmada. Dice que hace tiempo que viene regalando ropa y objetos, dejando lo imprescindible para no pasar frío.

"De repente, estando en el mundo uno compra y compra, tiene el ropero lleno y después se da cuenta de que no precisa tanto".

Allí, viviendo como una hermana más, estará hasta noviembre. "Cuando se termine vuelvo a casa a pensar un poco. Pienso yo y piensan ellas", dice entre risas. "Y quizás después vuelva".

El día que ellas son anfitrionas
El lunes 11 de agosto en el Monasterio Santa María de los Ángeles, a pocos kilómetros de la ciudad de Canelones, hay más movimiento que el habitual. Sobre las 15.30 llegan los primeros visitantes, que se acomodan en los bancos de la capilla, aún vacía y donde el frío cala hondo en los huesos.

Algunos fieles hacen una breve escala en la pequeña gruta de Lourdes, repleta de mensajes de agradecimiento y donde las velas encendidas son una constante. Pero ese día la protagonista es Santa Clara, figura que le da nombre a la congregación de once hermanas clarisas capuchinas que llevan una vida "de clausura" dedicada a la oración. Esa tarde la rutina cambia y ellas abren las puertas de su casa.

Las enganchadas al móvil
Desde la entrada de la capilla María de Jesús da la bienvenida y conversa con cada uno de los visitantes. Cuatro adolescentes llegan a las risas y se ubican en uno de los últimos bancos. Están tentados y no pueden evitar revisar el celular. Se los nota familiarizados con el entorno, aunque poco compenetrados con la actividad que está por comenzar. Una de las hermanas los invita a ayudar con los preparativos. Reparten las carpetas con los cantos y preparan algunas canastas para la limosna, sin dejar de reír.

El obispo de Canelones, Alberto Sanguinetti, es el encargado de oficiar la misa, que comienza puntualmente a las 16 horas. Cada una de las hermanas ocupa su lugar en el oratorio, separado de la capilla por una ventana con rejas que en otros tiempos supo permanecer cerrada. Es que hoy la clausura de las clarisas ya no es tan estricta como en los años de su fundación, hace más de ocho décadas.

Detrás de esa ventana asoma el rostro arrugado y rozagante de la hermana Juana, la mayor de la congregación, que con 100 años está autorizada a permanecer sentada durante todo el servicio.

María de Jesús es la organista y el resto conforma el orgulloso coro. La celebración dura casi dos horas y termina con una oración a Santa Clara y la invitación de la madre superiora, Celina, a compartir una merienda en el locutorio. Así, entre chocolate caliente y pasta frola casera, transcurre una de las pocas instancias en que las hermanas pueden interactuar con gente fuera de la congregación.

Uruguay: el país menos católico de Sudamérica
Uruguay es el país menos católico del continente más católico del mundo: 47% de la población se declara parte de esa feligresía. Además, es el único de la región donde se produce "un proceso de secularización acelerada", según las conclusiones de la Corporación Latinobarómetro en su informe "Las religiones en tiempos del Papa Francisco", presentado este año.

Pero más allá de los fieles, es difícil cuantificar cuántas personas entregan su vida a la religión. La Conferencia de Religiosos y Religiosas del Uruguay (Confru) tiene unas 60 congregaciones de hermanas registradas con 429 monjas, aunque podría haber más que no están en esta base de datos.

"En los tiempos que corren hay que gritar que encontrarse con Dios vale la pena, y que Dios puede llenar a una persona", opina el obispo de Canelones, Alberto Sanguinetti, sobre la progresiva disminución de religiosos y fieles en todo el país.

Facebook, una herramienta útil para ayudar a discernir
En los tiempos de Internet, la clausura es cada vez más relativa. Con el visto bueno de la congregación, desde hace un año la hermana María de Jesús gestiona una página en Facebook a la que bautizó Jesús te llama hoy y a través de la cual "sube" mensajes y fotos para toda la comunidad, pero sobre todo para los jóvenes. "Hoy la vocación es muy difícil, a los muchachos les cuesta el compromiso, lo viven con mucha inseguridad", explica.

Además, "el Face" le resulta una herramienta útil para "ayudar a discernir" a aquellas chicas "que sienten el llamado pero tienen miedo". Es que en los últimos años las clarisas no han tenido nuevas incorporaciones; María de Jesús fue la última, hace ya casi una década.

En esa misma búsqueda la congregación está haciendo una experiencia de tres meses con un grupo de chicos de la zona, a los que dos sacerdotes imparten charlas y María de Jesús forma en canto, sin traspasar los muros del monasterio. Al comienzo eran 20, pero el invierno hizo menguar la asistencia. Al servicio por el día de Santa Clara, solo asistieron cuatro de ellos. "Es difícil, son adolescentes y, como parte de su naturaleza, adolecen de todo", dice María de Jesús.


sábado, 23 de agosto de 2014

Sor Bonetti coordina en Italia cien casas dedicadas a acoger y devolver la dignidad a exprostitutas

Combate el tráfico de seres humanos y lucha en favor de la dignidad de la mujer desde hace más de veinte años. Por esto, sor Eugenia Bonetti –misionera de la Consolata, coordinadora de la Oficina “Trata de mujeres y menores” de la Unión de las Superioras Mayores de Italia (Usmi) y presidente de la asociación Slaves no More– ha recibido numerosos reconocimientos: del Departamento de Estado de los Estados Unidos (2004 y 2007), del Observatorio permanente de la Santa Sede en la ONU en 2011, de la Unión Europea en 2013 y del presidente Giorgio Napolitano el pasado 8 de marzo. “Desde principios de los años 90 –dice sor Eugenia– y posteriormente con mayor eficacia desde el año 2000, cuando se creó la Oficina para la Trata de mujeres y menores de la Usmi, muchísimas congregaciones han abierto las puertas de sus conventos para acoger a las nuevas esclavas: mujeres con las que se ha traficado, a las que se ha obligado a prostituirse, reducidas a mercancía, compradas y vendidas por explotadores y clientes”.

Sor Eugenia, por fin las Naciones Unidas han convocado una Jornada Internacional contra el tráfico de seres humanos…
 

Es muy importante, porque ayuda a crear una conciencia sobre un fenómeno amplísimo, que muchos siguen sin querer ver. El tráfico de seres humanos es una de las peores esclavitudes de nuestro siglo. Una vergüenza para la humanidad. La misma ONU tendría que hacer mucho más, pidiendo a los países que están involucrados -y casi todos los están, por origen, tránsito o destino- que firmen y respeten las convenciones internacionales, y que aprueben e implementen leyes nacionales más eficaces.

En Italia y en el mundo, una red capilar de congregaciones religiosas está trabajando contra esta vergonzosa esclavitud. ¿De qué manera?
 

Junto a muchísimas otras religiosas en toda Italia -pero también en Europa y en el mundo- intentamos devolver la dignidad y la legalidad a muchas mujeres que han sido privadas de su libertad y que han sido obligadas a prostituirse, reducidas literalmente en esclavas. Sólo en Italia más de seis mil mujeres han sido acogidas en nuestras comunidades y han sido acompañadas en su recorrido de integración. Además, en el último año, gracias a una contribución de la Conferencia Episcopal Italiana y a la colaboración de Caritas nacional hemos puesto en marcha, como Asociación Slaves no More, un proyecto de repatriación para mujeres nigerianas que quieren volver a su país de origen. Un desafío nuevo y arduo que, sin embargo, demuestra que el viaje de la esclavitud no tiene un único sentido. También se puede volver a casa con dignidad.

Estas intervenciones a escala internacional requieren un gran trabajo en red…
 

Es lo fundamental para no desperdiciar energías y obtener resultados. En Italia, la Oficina Trata de la Usmi coordina un red de casi 250 religiosas pertenecientes a unas setenta congregaciones que gestionan aproximadamente una centenar de casas de acogida. Además existe una red europea, Renate, y una internacional, Talita Kum. Más otros varios grupos y comités que trabajan también a nivel de la ONU, donde hacen presión y actúan a nivel jurídico. Esta Jornada internacional creo que es también fruto de sus esfuerzos.

Además de las religiosas, ¿la Iglesia está haciendo algo más contra la trata?
 

A veces, a nuestras propias realidades de Iglesia les cuesta acoger el grito del Papa Francisco, que en diversas ocasiones ha hablado contra esta nueva esclavitud. Pero muchas cosas se están moviendo. Se está organizando en el Vaticano un segundo Simposium que implica aún más a los jóvenes. Y junto a Talita Kum –que es parte de la Unión Internacional de las Superioras Generales (Uisg)– y a otras organizaciones estamos trabajando para llegar a una Jornada de oración y reflexión contra la trata, que se celebrará por primera vez en toda la Iglesia católica el próximo 8 de febrero, fiesta de Santa Bakhita, la pequeña esclava, liberada de sus verdugos y convertida en santa.

(Traducción de Helena Faccia Serrano, Alcalá de Henares)


 Anna Pozzi - Avvenire / ReL

lunes, 18 de agosto de 2014

El emotivo encuentro del Papa con una anciana que fue esclava sexual durante la II Guerra Mundial

El Papa saludó de manera muy emotiva a una anciana víctima de la esclavitud sexual durante la II Guerra Mundial en la catedral de Myeongdong en Seúl, donde Francisco celebró la última misa de su visita de cinco días a Corea del Sur.
 
El pontífice pasó varios minutos estrechando la mano de Kim Bok-dong, de 89 años, que atendió a la misa en silla de ruedas, y que fue una de las siete "esclavas sexuales" que participaron en la ceremonia.
 
Kim, conocida activista por los derechos de este colectivo, entregó un pin con una mariposa a Francisco, que se lo colocó en su solapa. La mariposa es el símbolo de las niñas y adolescentes que el Imperio Japonés reclutó forzosamente en los países colonizados en Asia como esclavas sexuales para sus soldados durante la II Guerra Mundial, conocidas eufemísticamente como "mujeres de confort".
 
Se estima que hasta 200.000 mujeres, la mayoría coreanas, fueron víctimas de la esclavitud sexual de Japón, aunque poco más de medio centenar de ellas permanecen vivas y todas ellas tienen más de 80 años.
 
Éstas, junto a otros seguidores de la causa, se manifiestan cada miércoles desde hace 24 años para exigir a Tokio unas disculpas "sinceras", a pesar de que el país vecino ya se excusó oficialmente en 1993.
 
"Quiero que me ayude a conjurar el dolor"
 
Una de estas víctimas es Lee Yong-soo, una devota católica que recuerda con dolor los momentos sufridos a manos de los soldados japoneses cuando tenía 15 años. “Si tenemos la oportunidad de hablar con él, quiero acercarme llorando y pedirle que nos ayude a conjurar nuestro dolor”, dijo en una entrevista telefónica difundida previamente por AP. “Quiero pedirle que nos ayude a poner fin a este problema de manera pacífica”, expresó.

Por su parte, Kang Il-chul, de 87 años, recordó que “los coreanos, varones y mujeres, fueron arrebatados por los militares japoneses”. En ese sentido, durante la entrevista difundida antes de la Misa, dijo que “aunque esté en mi lecho de muerte, estaré feliz sabiendo que me encontraré con este gran hombre”.
 
 http://www.religionenlibertad.com/contactar.asp?idarticulo=37221

sábado, 9 de agosto de 2014

Fallece por ébola en Monrovia la misionera Chantal Pascaline, que el equipo español no rescató

La Orden Hospitalaria de San Juan de Dios ha confirmado el fallecimiento esta madrugada de sábado de la hermana Chantal Pascaline Mutwamene, misionera de la Inmaculada Concepción, natural del Congo, de 47 años, como consecuencia del virus del ébola en el Hospital San José de Monrovia, en Liberia.

Según ha indicado la Orden en un comunicado, el fallecimiento se ha producido "a pesar de los cuidados que estaba recibiendo por parte de un enfermero voluntario, que es la persona que está atendiendo también al hermano Georges Combey, que también se encuentra en un estado muy preocupante de salud".

El hospital ha sido aislado por las autoridades liberianas: allí solo están los enfermos y este enfermero voluntario.

La nota de la Orden de San Juan de Dios recuerda que esta orden y su ONG Juan Ciudad intentan enviar "un equipo de profesionales sanitarios lo antes posible".

Tienen en marcha la campaña ´Paremos el Ebola en África del Oeste´ en la página web www.juanciudad.org, que recoge fondos para ayudar a sus dos hospitales en la zona: el de Monrovia (ahora colapsado bajo el ébola) y el de Sierra Leona.

Los religiosos con Ébola que se quedaron en Liberia tras la salida en la madrugada del jueves del sacerdote español y de la hermana con pasaporte español Juliana Bonoha aseguraron haber perdido la esperanza tras varios días pidiendo que también se les sacara del país a ellos y dijeron estar "esperando la muerte".

"Estamos esperando la muerte", aseguró a Europa Press la hermana Catherine, una de las religiosas que, junto a las Misioneras de la Inmaculada Concepción Chantal y Paciencia, permanecían aisladas.

Los religiosos reclamaron ser trasladados a España al igual que sus hermanos: "Llevamos cuatro o cinco días pidiendo y pidiendo y pidiendo pero no habido forma", remarcó.

Según explicó la religiosa, los que aún permanecían asilados en el convento contiguo al hospital, ella, las hermanas Chantal y Paciencia y un hermano de San Juan de Dios, se encontraban "mal". "Si no hay medicamento para esto --señalaba Catherine--, ¿recuperarnos? Estamos esperando la muerte. Los síntomas debilitan mucho".

sábado, 2 de agosto de 2014

Carta de gratitud de una microbióloga nigeriana a Meriam Ibrahim, modelo de «auténtica feminidad»

Obianuju Ekeocha es licenciada en Microbiología por la Universidad de Nigeria y doctora en Ciencias Biomédicas por la Universidad de East London. Nigeriana y católica, reside en Inglagerra, donde trabaja en Canterbury en el ámbito de la Biomedicina.



Forma parte de African Culture of Life [Cultura Africana de la Vida], que busca "defender la santidad y la dignidad de la vida en África mediante la información, la sensibilización y la información", lo que le ha llevado a denunciar públicamente a Melinda Gates, la esposa de Bill Gates, cuya Fundación común promueve principios exactamente opuestos.

En la última entrada de su blog, publicada el 24 de julio, la doctora Ekeocha dirige una hermosa carta a Meriam Ibrahim, la joven sudanesa de 27 años condenada a muerte por ser cristiana y casarse con un cristiano, y que dio a luz a su hija con las piernas encadenadas por sus carceleros, tras negarse a renunciar a su fe y a aceptar el islam. Tras su liberación, fue recibida por el Papa Francisco.

A continuación traducimos las interesantes reflexiones de esta joven microbióloga en su misiva de agradecimiento a Meriam como testigo... no sólo de la fe.

"Carta de agradecimiento de una mujer africana a Meriam Ibrahim"
La gran noticia de la llegada de Meriam Ibrahim a Italia me llenó de tanta alegría como entusiasmo. Las imágenes de esta mujer africana tan graciosa y bella saliendo del avión con su bebé en brazos atraía la atención tras su inconcebible dolor y sufrimiento de la prisión sudanesa.



Así que pensé que debía, en una carta muy sencilla, dejar por escrito mis reflexiones y pensamientos de gratitud a esta intrépida hija de África cuya libertad se celebra hoy en el mundo entero.

En nombre de todas las mujeres de Africa, te agradezco, Meriam Ibrahim, por mostrarle al mundo el coraje indómito que constituye el corazón de la auténtica feminidad. Digo esto porque tu dolor y tu persecución estuvieron íntimamente ligados a tu feminidad. Y por eso tu triunfo fue el más potente testimonio de vida, de maternidad, de matrimonio, de amor y de fe.

Tú eres realmente la imagen viva de la fe y de la virtud, un verdadero símbolo de fortaleza y valentía. Eres, en mi humilde opinión, una auténtica mujer con sustancia, una mujer africana con sustancia, y tu historia llena mi corazón de coraje y audacia en mi propia vocación de defender nuestra cultura africana de la vida, del matrimonio, de la maternidad, de la fe y de la familia, no importa lo difícil, vergonzoso o doloroso que pueda resultar para mí.

Porque bajo una intensa persecución, te negaste a rechazar tu fe cristiana. Bajo la amenaza de extremistas, permaneciste en pie como testigo y mártir. Bajo pena de ser encarcelada, no renegaste de tu marido ni renunciaste a tu matrimonio. Bajo los pesados grilletes de la prisión, mostraste energía y resistencia para dar vida, para dar a luz. Bajo la certidumbre de una sentencia de muerte, tuviste la determinación de alimentar a tu preciosa pequeñita.

Gracias a tu poderoso ejemplo, el mundo ha sido testigo de la fortaleza de una joven mujer africana que, en las peores condiciones, ofreció un testimonio heroico de las virtudes de fe, matrimonio y maternidad. Tus indecibles pruebas de los últimos meses han sido el más brillante rayo de luz que ha atravesado las nubes más negras para contradecir a un mundo moderno que nos dice que la fe no importa nada, que la libertad religiosa no tiene ninguna importancia, que el matrimonio es lo que queramos nosotros que sea, que la maternidad debe ser una elección que hagamos sólo en las condiciones más propicias, que nuestros niños sólo deben nacer si llegan en el momento más conveniente.

Tú, mi hermana africana, te has convertido en un pararrayos de las feministas radicales de nuestro tiempo, que repudian y denigran todas las virtudes que tú encarnas.

En tu cuerpo has llevado las marcas y las cicatrices de una verdadera cristiana, esposa, madre y mártir, y así nos has mostrado lo que es ser una mujer liberada y con autoridad, y me encanta decir que no es lo que los ideólogos radicales occidentales nos están diciendo. Ellos intentan decirnos que a las mujeres africanas hay que darles poder, que tienen que ser "sexualmente liberadas", egoístas, individualistas y orgullosamente autónomas. Pero tú, Meriam, con tu ejemplo, nos has enseñado que la mujer africana liberada es la mujer que es libre para vivir y practicar su fe, amar a su marido y proteger a sus hijos, los nacidos y los no nacidos. Una mujer liberada es una mujer de fe y de familia. Ésta es la verdad que debe ser predicada en toda África.

Hoy el mundo te miraba cuando respirabas el aire fresco de la libertad y cuando hacías tu primera parada, no en la Casa Blanca, sino en la Casa Santa Marta, que es también la casa del Santo Padre, el Papa Francisco. En vez de darle la mano al presidente, como muchas otras habrían ansiado, escogiste la mano papal. Y en vez de una recepción política elegiste la bendicion apostólica para ti y tu familia. ¡Elegiste al Papa antes que al presidente de los Estados Unidos! Eres una mujer de gran sabiduría y fortaleza y realmente África te cultiva, te alaba y te celebra.



Nos regocijamos contigo y por ti. Nos regocijamos porque al fin estás libre. Y más allá de nuestro regocijo, rezo para que más mujeres (de nuestra África y de todos los rincones del mundo) se miren tan profundamente en tu experiencia como para emularte.

Rezo para que las mujeres de fe lleven su valiente testimonio hasta el extremo del martirio. Rezo para que las mujeres embarazadas escojan a toda costa la vida para sus hijos. Rezo para que las mujeres sean esposas y madres sean fieles a su compromiso y a su vocación.

Rezo para que, más allá de nuestra alegría global, nos adorne tan sólo una porción de la virtud heroica del auténtico feminismo de Meriam Ibrahim, purificado y forjado en la intensa prueba de la persecución religiosa.


C.L./ ReL