sábado, 29 de agosto de 2020

Oración para pedir trabajo y superar las dificultades económicas

 

Dios fortalece nuestra fe y ánimo para no decaer ante las dificultades.



Fuente: Desde la Fe



La siguiente es una oración para pedir trabajo, pues la falta de empleo es un momento difícil para toda persona y familia. El desempleo y la falta de recursos materiales puede causar desesperación, sin embargo, esta situación también puede ser un aliciente para aumentar nuestra fe en Dios.

Como señala la Biblia: “Pon en manos de Dios todas tus obras, y tus proyectos se cumplirán” (Pr 16,3).

La oración es de la autoría de monseñor Pedro Agustín Rivera Díaz, coordinador de la Comisión de Liturgia y Espiritualidad de la Arquidiócesis Primada de México.

Oración para el bienestar

 Padre mío, A Ti levanto mis ojos y dirijo mis súplicas.
Tú conoces mis necesidades y estado de ánimo, te pido derrames tu Espíritu Santo en mí,
en mi familia y en todos tus hijos que no tenemos empleo y padecemos tantas necesidades,
para que tengamos fortaleza, amor y templanza.

Fortalece nuestra fe y ánimo, para no decaer ante las dificultades.
 

Danos tu amor para poder amar a los que nos rodean.
 

Danos templanza para que sin lamentar lo perdido, aprovechemos lo que ahora tenemos
y busquemos y encontremos siempre lo mejor, no sólo en lo material sino también en la relación familiar, con los demás y sobre todo Contigo, mi Señor.

Gracias porque en tu Hijo me muestras cuánto y cómo nos amas.
Él vivió en una familia, trabajó y padeció muchas necesidades,
como nosotros en la actualidad.

En Jesús y en su familia encontramos fortaleza y consuelo y un modelo a seguir,
te pedimos que como a ellos, nunca nos falte lo necesario para vivir,
tengamos buen ánimo y nos mantengamos unidos en la oración.
 
Gracias Padre mío, sé que escuchas las súplicas que ponemos en las manos de nuestra madre santa María de Guadalupe para que lleguen a Ti.

Esto y todo lo que guardamos en nuestro corazón
te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

sábado, 22 de agosto de 2020

15 minutos en compañía de Jesús Sacramentado

 Visitas al Stmo. Sacramento,  ¿Qué podemos platicarle a Jesús Sacramentado?


Por: San Alfonso Mª de Ligorio | Fuente: Catholic.net



 

 

No es menester, hijo mío, saber mucho para agradarme; basta que me ames con fervor. Háblame sencillamente, como hablarías al más íntimo de tus amigos, o a tu madre, o a tu hermano.

I. ¿Necesitas hacerme en favor de alguien una súplica cualquiera? Dime su nombre, bien sea el de tus padres, bien el de tus hermanos y amigos: dime al punto qué quisieras hiciese actualmente por ellos. Pide mucho, mucho; no vaciles en pedir; me gustan los corazones generosos, que llegan a olvidarse en cierto modo de sí mismos para atender a las necesidades ajenas. Háblame con sencillez, con llaneza, de los pobres a quienes quisieras consolar, de los enfermos a quienes ves padecer, de los extraviados que anhelas volver al buen camino, de los amigos ausentes que quisieras ver otra vez a tu lado. Dime por todos una palabra de amigo, entrañable y fervorosa. Recuérdame que prometí escuchar toda súplica salida del corazón, ¿y no ha de salir del corazón el ruego que me dirijas por aquellos que tu corazón ama especialmente?



II.Y para ti ¿no necesitas alguna gracia? Hazme, si quieres, una lista de tus necesidades y léela en mi presencia.

Dime francamente que sientes soberbia, amor a la sensualidad y al regalo; que eres tal vez, egoísta, inconsciente, negligente..., y pídeme luego que venga en ayuda de los esfuerzos, pocos o muchos, que haces para sacudir de encima de ti tales miserias.

No te avergüences, ¡pobre alma! ¡Hay en el cielo tantos justos, tantos santos de primer orden, que tuvieron esos mismos defectos! Pero rogaron con humildad..., y poco a poco se vieron libres de ellos.

Ni menos vaciles en pedirme bienes espirituales y corporales: salud, memoria, éxito feliz en tus trabajos, negocios o estudios; todo eso puedo darlo, y lo doy, y deseo que me lo pidas en cuanto no se oponga, antes favorezca y ayude a tu santificación. Por hoy, ¿qué necesitas? ¿Qué puedo hacer en tu bien? ¡Si supieras los deseos que tengo de favorecerte! ¿Traes ahora mismo entre manos algún proyecto? Cuéntamelo todo minuciosamente. ¿Qué te preocupa? ¿Qué piensas? ¿Qué deseas? ¿Qué quieres haga por tu hermano, hermana, por tu amigo, por tu superior? ¿Qué desearías hacer por ellos?

¿Y por mí? ¿No sientes deseos de mi gloria? ¿No quisieras poder hacer algún bien a tus prójimos, a tus amigos, a quienes amas mucho y que viven quizá olvidados de mí? Dime qué cosa solicita hoy particularmente tu atención, qué anhelas más vivamente y con qué medios cuentas para conseguirlo. Dime si te sale mal tu empresa, y Yo te diré las causas del mal éxito. ¿No quisieras que me interesase algo en tu favor? Hijo mío, soy dueño de los corazones, y dulcemente los llevo, sin perjuicio de su libertad, adonde me place.



III. ¿Sientes acaso tristeza o mal humor? Cuéntame, cuéntame, alma desconsolada, tus tristezas con todos sus pormenores. ¿Quién te hirió? ¿Quién lastimó tu amor propio? ¿Quién te ha despreciado? Acércate a mi Corazón, que tiene bálsamo eficaz para curar todas esas heridas del tuyo. Cuéntamelo todo, y acabarás en breve por decirme que, a semejanza de Mí, todo lo perdonas, todo lo olvidas, y en pago recibirás mi consoladora bendición.

¿Temes por ventura? ¿Sientes en tu alma aquellas vagas melancolías que, no por ser infundadas, dejan de ser desgarradoras? Échate en brazos de mi Providencia. Contigo estoy; aquí, a tu lado me tienes; todo lo veo, todo lo oigo, ni un momento te desamparo.

¿Sientes desvío de parte de personas que antes te quisieron bien, y ahora, olvidadas, se alejan de ti sin que les hayas dado el menor motivo? Ruega por ellas, y yo las volveré a tu lado, si no han de ser obstáculo a tu santificación.



IV. ¿Y no tienes tal vez alguna alegría que comunicarme? ¿Por qué no me haces partícipe de ella a fuer de buen amigo?

Cuéntame lo que desde ayer, desde la última visita que me hiciste, ha consolado y hecho como sonreír tu corazón. Quizá has tenido agradables sorpresas, quizá viste disipados negros recelos, quizá recibiste faustas noticias, alguna carta o muestra de cariño; has vencido alguna dificultad o salido de algún lance apurado. Obra mía es todo esto, y Yo te lo he proporcionado: ¿por qué no has de manifestarme por ello tu gratitud y decirme sencillamente, como hijo a su padre: ¡Gracias, Padre mío, gracias! El agradecimiento trae consigo nuevos beneficios, porque al bienhechor le agrada verse correspondido.



V. ¿Tampoco tienes alguna promesa que hacerme? Leo, ya lo sabes, en el fondo de tu corazón. A los hombres se les engaña fácilmente, a Dios no; háblame, pues, con toda sinceridad. ¿Tienes firme resolución de no exponerte ya más a la ocasión aquella de pecado? ¿De privarte de aquel objeto que te dañó? ¿De no leer más aquel libro que avivo tu imaginación? ¿De no tratar más a la persona que turbó la paz de tu alma? ¿Volverás a ser dulce, amable y condescendiente con aquella otra a quien, por haberte faltado, has mirado como enemiga?

Ahora bien, hijo mío: vuelve a tus ocupaciones habituales; al taller, a la familia, al estudio...; pero no olvides los quince minutos de grata conversación que hemos tenido aquí los dos, en la soledad del santuario. Guarda en cuanto puedas silencio, modestia, recogimiento, resignación, caridad con el prójimo. Ama a mi Madre, que lo es también tuya, y vuelve otra vez mañana con el corazón más amoroso, más entregado a mi servicio. En mi Corazón hallarás cada día nuevo amor, nuevos beneficios, consuelos nuevos.


 

 

sábado, 15 de agosto de 2020

Cristiada, una película sobre los cristeros mexicanos

 Andy García y Eduardo Verástegui la protagonizaran


Por: Toni Bardia | Fuente: .



 


Dean Wright empieza el rodaje de un film que narra la historia de los católicos en el México de la segunda década del siglo XX

Cristiada, así se titula la nueva película que este junio empezará a rodarse en Durango (México) dirigida por Dean Wright (Las crónicas de Narnia: el león, la bruja y el armario) y que narra la historia de los cristeros mexicanos.

El film estará protagonizado por el cubano Andy García, que encarnará Enrique Gorostieta, líder de los cristeros de Jalisco y el mexicano Eduardo Verástegui, que interpretará al beato Anacleto González.

El film Cristiada cuenta la historia de los católicos mexicanos llamados cristeros, que en la segunda década del siglo XX se enfrentaron al Gobierno que pretendía la secularización de México y que desató una persecución religiosa contra laicos y religiosos ocasionando numerosos mártires.

Los personajes clave

El personaje que interpreta Andy García es un ex miembro de la Revolución mexicana que durante la Guerra Cristera se puso al frente del contingente en Jalisco. Cuando el presidente Plutarco Elías Calles lanzó el siguiente discurso, se levantó en armas para defender lo que creía justo:

“Todo obispo, sacerdote y ministro extranjero será deportado inmediatamente. Se dictarán cinco años de prisión a cualquier sacerdote que critique al Gobierno y queda estrictamente prohibido utilizar vestimenta religiosa en público”, amenazaba Elías Calles.

Eduardo Verástegui interpretará al beato Anacleto González, laico y dirigente de la rebelión cristera y finalmente fusilado, conocido también como el Gandhi mexicano.


Cabe recordar que Eduardo Verástegui ha expresado su rechazo a involucrarse en ningún proyecto que vaya en contra de sus valores cristianos. Valores construidos desde la familia latina e inculcados por sus padres desde una óptica religiosa. Por ello, el actor opta por interpretar papeles que dignifiquen la persona y se opone a los que denigren a los latinos y a la mujer.

La Guerra Cristera

La Guerra Cristera, que duró oficialmente tres años -entre 1926 y 1929-, tuvo como lema "Viva Cristo Rey y Santa María de Guadalupe". En ella participaron en su mayoría campesinos iletrados arengados por religiosos y terratenientes.
 

 Murieron cerca de un cuarto de millón de personas en ambos lados, con batallas de gran crueldad y terminó sin una victoria clara de ningún bando.

La Constitución de 1917 fue mantenida, aunque el recorte de derechos contra la Iglesia se suavizó. Con la intermediación del embajador norteamericano, se llegó a un acuerdo de paz que muchos alzados consideraron una traición de parte de los dignatarios eclesiásticos locales.

sábado, 8 de agosto de 2020

Alicia y el gato

 

Luis Ignacio Batista nos ofrece un análisis de la obra Alicia en el país de las maravillas


Por: Luis Ignacio Batista | Fuente: Fluvium.com



Marzo de 2010. En estos días está rondando en los cines la película de Alicia en el país de las maravillas. Si mal no recuerdo, en la caricatura de Disney que lleva el mismo nombre (ca.1951) hay una escena donde Alicia pregunta al gato: «¿cómo puedo salir de aquí?» El gato le responde: «eso depende de a dónde quieras ir». Alicia le dice: «no lo sé». El gato, finalmente, apunta: «entonces no importa por dónde salgas».

Cuántas veces somos como Alicia. Queremos salir de nuestra rutina, queremos novedades en la vida o queremos dejar atrás lo que ya no nos gusta: el trabajo o el estudio. Queremos casi cambiar en su totalidad la vida que llevamos. Pero no sabemos para qué lo queremos. En este sentido, es cada vez más común la poca constancia en diversas actividades en la vida de la gente, especialmente en las jóvenes generaciones. Podemos ver lo frágil que es la constancia en estudios universitarios, en los noviazgos, en la amistad. Es una constante cada vez más común en nuestra sociedad: querer cambiar pero sin saber por qué, ni cómo ni a dónde.

Comenzar con el fin en la mente. Ese debe ser el inicio. Fijar una meta. (Evidentemente pensamos en un fin bueno, lejos totalmente de quienes sí tienen un fin, pero empeñado en hacer el mal). Encontrar lo que queremos ser en la vida y luego trabajar por alcanzarlo. Sean Covey, en «Los 7 hábitos de los adolescentes altamente efectivos» dice que este es un hábito primordial porque marca la pauta de lo que se quiere ser en la vida. Es como un mapa, si no lo tienes no sabes a dónde debes ir. Un ejercicio que el mismo Sean propone es imaginarnos cómo nos gustaría vernos en un año. Una vez pensado el ideal, hay que poner los medios.

No las circunstancias sino nuestro modo de relacionar 
 
Sin embargo, hay que ser muy conscientes de que la inconstancia se da por un motivo: las circunstancias. Es interesante lo que dice Sean Covey sobre la carencia de principios sólidos. Sin principios que rijan la vida se corre el peligro de andar como veletas sin rumbo. En cambio, quien basa su vida en principios permanece firme como un faro en medio de la tormenta. Eso es lo que cambia: las circunstancias. Ellas son imprevistas, volubles, dolorosas. El faro, pase lo que pase, no se mueve, porque tiene un fin concretísimo.

Con ello queremos decir que lo importante en la vida no son las cosas que nos sucedan. La vida, en sí misma es muy inestable. Lo importante es nuestra manera de reaccionar frente a las circunstancias. Por eso es necesario un fin en la mente, que dé sentido a la propia vida y la mantenga firme en las más variadas circunstancias. Eso sí lo podemos controlar, en cambio las circunstancias, no.

Si Alicia supiera a dónde quiere ir, tal vez hubiera sido más fácil la salida.

sábado, 1 de agosto de 2020

La alegría, ¿un mandamiento?

¿Se puede mandar la alegría? Quizá podríamos responder que sí, si entendemos por alegría ese gozo de ser cristianos


Por: P. Fernando Pascual | Fuente: Catholic.net



Nos dejaría sorprendidos si alguien nos dijese: “te ordeno que seas alegre”. Porque la alegría no parece que caiga bajo ningún mandamiento. Porque, según parece, estar alegres, vivir en un gozo profundo, conseguir un estado de felicidad completa, se colocaría en un nivel que no depende de nuestras decisiones, propósitos o buenos deseos. Y si no depende de nuestra voluntad, tampoco podría ser mandado.

Sin embargo, en cierto sentido sí se puede “mandar” la alegría. San Pablo se atrevió a pedirlo con su pluma limpia, desde su escucha al Espíritu Santo. “Estad siempre alegres en el Señor; os lo repito, estad alegres” (Flp 4,4).

Jesucristo mismo, al final de las bienaventuranzas, nos dijo: “Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en los cielos...” (Mt 5,12). O, como leemos en otro pasaje: “alegraos de que vuestros nombres estén escritos en los cielos” (Lc 10,20).

El mensaje cristiano es un mensaje de alegría. Es “Evangelio”, que significa “buena noticia” o “noticia alegre”. Es esperanza, es paz, es consuelo, es gozo profundo. Porque Dios ha entrado en la historia humana. Porque el demonio ha sido arrojado fuera. Porque la misericordia destruye el pecado. Porque el Hijo nos muestra el rostro del Padre. Porque la muerte ha sido derrotada. Porque el Señor tiene preparado un lugar para cada uno en el Reino de los cielos.

Necesitamos aprender a ver con alegría nuestra fe cristiana. Necesitamos presentarla con toda su belleza a los hombres. Lo recordaba en una de sus primeras entrevistas el Papa Benedicto XVI, poco antes de ir a Colonia para reunirse con los jóvenes de todo el mundo (agosto de 2005). A la pregunta ¿qué querría decir a los jóvenes? el Papa respondía:

“Quisiera mostrarles lo bonito que es ser cristianos, ya que existe la idea difundida de que los cristianos deban observar un inmenso número de mandamientos, prohibiciones, principios, etc, y que por lo tanto el cristianismo es, según esta idea, algo que cansa y oprime la vida y que se es más libre sin todos estos lastres. Quisiera en cambio resaltar que ser sostenidos por un gran Amor y por una revelación no es una carga, sino que son alas, y que es hermoso ser cristianos. Esta experiencia nos da amplitud, pero sobre todo nos da comunidad, el saber que, como cristianos, no estamos jamás solos: en primer lugar encontramos a Dios, que está siempre con nosotros; y después nosotros, entre nosotros, formamos siempre una gran comunidad, una comunidad en camino, que tiene un proyecto de futuro: todo esto hace que vivamos una vida que vale la pena vivir. El gozo de ser cristianos, que es también bello y justo creer”.

¿Se puede mandar la alegría? Quizá podríamos responder que sí, si entendemos por alegría ese “gozo de ser cristianos” que nace del mayor acto de “obediencia” que los hombres podemos hacer: la obediencia, llena de Amor, que nos permite acoger libremente al Hijo de Dios hecho Hombre por nosotros.

Acoger su Evangelio de esperanza y de misericordia, sentirlo presente y vivo en la Iglesia, recordar sus palabras desde la luz interior del Espíritu Santo, ¿no es una fuente de profunda alegría?

Podemos, por lo tanto, vivir alegres, darnos con gozo y sin miedos al Padre que nos ama, servir con entusiasmo a nuestro hermano. Vale la pena recordar siempre que “Dios ama al que da con alegría” (2Co 9,7) y que “hay más alegría en dar que en recibir” (Hch 20,35).

Entonces, sí se puede mandar la alegría. Porque también Dios nos ha mandado que le amemos desde su mismo Amor, desde su entrega plena, desde su Encarnación redentora, desde su Cruz humilde, desde una presencia callada y constante en su Iglesia. Amados y amantes, seremos felices, seremos dichosos, seremos perfectos como perfecto es nuestro Padre de los cielos.