sábado, 28 de enero de 2017

Lejos de Dios, relaciones tóxicas y alcohol para olvidar... un sacerdote «divertido» la hizo cambiar

La Hermana Miriam James Heidland es, desde 1998, religiosa misionera de la Sociedad de Nuestra Señora de la Santísima Trinidad (www.solt.net), pero aunque fue educada en una familia católica, en su juventud se alejó de Dios, dejó de ir a misa y quedó enganchada al alcohol y a relaciones tóxicas. Ver a un sacerdote alegre fue lo que inició un proceso de transformación en ella.

Infancia católica, buena doctrina... pero sin Jesús

 
“Fui criada como católica. Mi padre se convirtió para casarse con mi madre, que era de una comunidad católica granjera alemana del sur de Texas. Íbamos a misa cada domingo y rezábamos juntos el rosario. Incluso cuando yo era pequeña eran fieles a los sacramentos, y después tuvieron incluso una conversión más profunda”, explica la hermana Miriam.

Sin embargo, la Miriam niña y adolescente no experimentaba la fe como algo vivo. “Crecí aprendiendo, básicamente, las ‘reglas’ del catolicismo. Veía a Dios como alguien al que hay que obedecer, y si no lo obedeces, te irás al infierno. Lo encontraba opresivo. No amaba a Cristo, en realidad ni siquiera lo encontré”.

Por supuesto, nunca pensó que acabaría de religiosa misionera. “Yo quería ser empresaria o periodista deportiva”, comenta.


La hermana Miriam James
aún recuerda como jugar a voleibol


Deportista en la universidad... lejos de Dios 


De su pequeño pueblo del estado de Washington (al noroeste de EEUU) llegó a la pequeña universidad de Reno-Nevada para estudiar comunicación con una beca como deportista por su buen rendimiento como jugadora de voleibol.

Se le pedía ir simplemente a clase y aprobar más o menos las asignaturas, y entrenar mucho y jugar bien para la selección de la universidad. “Grandes viajes, y estancias en sitios buenos y los ayudantes del entrenador nos gestionaban muchas cosas”, recuerda.

Los entrenadores y ayudantes pedían a las jugadoras que estuviesen listas para los entrenamientos y los partidos y las castigaban si alguna no podía acudir por trasnochar, estar de fiesta o emborracharse. Pero no había ninguna supervisión más que esa. Los otros días Miriam se emborrachaba, iba de fiestas inacabables y, por supuesto, lejos de la supervisión familiar, dejó de ir a misa.



Buscando amor en sitios equivocados

 
Hoy Miriam explica que ella buscaba amor, buscaba sentido y significado a la vida… “y tocaba a cualquier puerta”. Buscaba amor en los sitios equivocados, en relaciones dañinas, y en el alcohol buscaba olvido.

“Yo aún tenía sueños grandes, quería ser alguien. Pero como sabía que era infeliz, evitaba el silencio, la sobriedad… porque sabía que las cosas que me dañaban salían a la superficie en esos momentos”, recuerda.

En los programas de 12 pasos para dejar adicciones se suele decir: “tu dolencia es tan profunda como tus secretos”. “Esa era yo: tenía muchos secretos, que eran tóxicos, en mi interior. Yo ya sabía lo que era bueno y lo que era malo, pero tomaba decisiones que me dañaban y avergonzaban”.
 
Ha reflexionado mucho sobre eso para poder ayudar a otras personas. Señala que buscamos plenitud en cosas que no pueden dárnoslas, llegando a la adicción (en móviles, comida, ir de compras, alcohol, relaciones). “Un día entiendes que esas cosas te dañan, pero no estás dispuesta a dejarlas, y te autoconvences de que si tuvieras más de eso, todo se arreglaría”.

Algo nos hace desear la eternidad en el bien

 
Hoy entiende que “hay algo en el ser humano que, desde el principio de los tiempos, le hace desear la eternidad”. Cuando experimentamos un momento hermoso, de plenitud, queremos que sea para siempre.

Pero también experimentamos una tendencia destructiva, engancharnos a cosas que no nos dan vida, pero nos mantienen caminando, aunque sea en círculos dañinos.

Un sacerdote que "era divertido"

 
Ella empezó a salir de este ciclo cuando conoció a un sacerdote que llamó su atención: “Era divertido, con los pies en la tierra… y caminaba con Dios. Me decía verdades, me animaba a salir de donde estaba, como un padre espiritual”.

Fue un proceso lento. Lo conoció a los 19, y a los 21 ella aún no era capaz ni siquiera de reconocer que era alcohólica y que “estaba muy llena de lujuria, muy rota”.

Pero a esa edad le dijo: “Padre, no sé lo que tiene usted en la vida que es diferente, pero yo lo quiero”.

"Mirarle a él me hacía sentir que era posible vivir para Dios y ser feliz”, explica.

Miriam cree que Benedicto XVI lo expresa bien en su encíclica Spe Salvi: “el que tiene esperanza, vive distinto”. Y este sacerdote tenía esperanza, y así podía darla.

La transformación de Miriam fue lenta, con muchas caídas y recaídas. Pero entendió lo que necesitaba. Entendió que su corazón deseaba tres cosas buenas: amor, comunidad y belleza. Y entendió que las había buscado en modos y lugares incorrectos.

Unos días de silencio: la llamada 


Al acabar la carrera universitaria y ya de vuelta a su casa, este sacerdote la invitó a acompañarla unos días en una misión en Nuevo México. Por supuesto, ella no quería ser misionera en absoluto, pero por confianza hacia él acudió.

Allí no había televisión, de hecho no había casi nada que pudiera distraerme. Tenía mucho tiempo para estar en silencio. Y en ese silencio entendí que mi deseo último, final, era estar con Dios”.

 “Y oí que Dios me llamaba. Sentí que en un momento oí con claridad que Dios me llamaba a ser suya. Y dije sí: eso fue hace 18 años”, explica en una entrevista a Coming Home Network, un portal de testimonios de conversos.



Crecimiento y compromiso 


El proceso de conversión y de vocación siguió: requirió crecer en honestidad, en apertura, en sobriedad, aceptar el asesoramiento  y la dirección espiritual y confesarse. "Era aprender cómo ser una persona, aprender cómo amar”. Finalmente, en 1998 entró en la Sociedad de Nuestra Señora de la Santísima Trinidad.

A la gente que evita el silencio, que busca engañarse atiborrándose de experiencias, emociones o adicciones para no dejar hablar a la conciencia y a Dios, les anima a pensar en esos momentos de paz y belleza verdadera y a imaginar cómo debe ser vivir eso eternamente: eso es lo que Dios da.

“Él quiere que seamos felices, y quiere que seamos felices en Él”, explica.



26 enero 2017

sábado, 21 de enero de 2017

Julia nació esclava y fue siempre modelo de misericordia con los más pobres y con los bomberos

Julia nació esclava y fue siempre modelo de misericordia con los más pobres y con los bomberos



Julia Greeley fue una esclava que supo lo que significaba la palabra brutalidad; de niña, perdió un ojo a causa de un latigazo mientras se aferraba a su madre, que estaba recibiendo una paliza de un negrero; sufrió el racismo, que la sentenció a labores de sirvienta y a la pobreza. Greeley, que se convirtió al catolicismo y comulgaba diariamente, trascendió la injusticia a través de su fe y se hizo famosa por sus extraordinarias obras de caridad, aun a pesar de sus exiguos medios, tal y como explica el portal Aleteia citando al Denver Catholic.

A su muerte, a la edad de entre 70 y 85 años —no sabía cuántos años tenía—, Greeley era tan querida que su cuerpo permaneció en la capilla ardiente durante cinco horas, mientras un flujo constante de personas de todos los ámbitos de la sociedad pasaban para presentarle sus respetos a esta piadosa mujer.
 

Única imagen que se conserva de Julia Greely

Greeley fue seleccionada como icono de misericordia para los católicos de Denver, en Estados Unidos, como ejemplo a seguir durante el pasado Año de la Misericordia. La archidiócesis de Denver encargó, incluso, que se pintase un icono de Greeley a la artista Vivian Imbruglia, puesto que también en breve se espera la apertura de su causa de beatificación.

“Encarnó todas las obras de misericordia

 
Destacó por lo extraordinaria que era”, afirma David Uebbing, canciller de la archidiócesis. “Aunque apenas ganaba entre 10 y 12 dólares al mes limpiando y cocinando, lo dedicaba a ayudar a otras personas que eran pobres. Esto ya lo dice todo sobre el tipo de corazón caritativo que tenía. Además, sentía una gran devoción por el Sagrado Corazón de Jesús y fue conocida por caminar (mensualmente) hasta 20 estaciones de bomberos diferentes para repartir entre los bomberos medallas (de fieltro) del Sagrado Corazón y folletos. Es la encarnación de las obras corporales y espirituales de misericordia a las que este año santo está dedicado”.

Nacida esclava entre 1833 y 1848 en Hannibal, Missouri, Greeley llegó a Colorado en 1874, 11 años después de que los esclavos fueran liberados. En 1878 vino a Denver con Julia Gilpin, mujer católica y casada con el primer gobernador territorial de Colorado, William Gilpin. Greeley se convirtió al catolicismo en 1880 en la Iglesia del Sagrado Corazón de Denver. Asistía a misa diariamente y llamaba a la Eucaristía su “desayuno”.

Después de dejar el servicio de los Gilpin, Greeley realizó trabajos eventuales de cocinera, limpiadora y de cuidadora de niños. Se la veía frecuentemente por las calles de Denver con su rompa modesta, su sombrero ondulado de ala ancha y unos zapatos que le quedaban grandes, mientras empujaba un carrito rojo lleno de los artículos que había comprado, encontrado o mendigado, y que luego daba a los necesitados.

A menudo repartía estos bienes —muchas veces a familias de blancos pobres— bajo la protección de la noche, para permanecer en el anonimato. Murió un 7 de junio de 1918, en la Fiesta del Sagrado Corazón. Tanto los diarios de Denver como el periódico Denver Catholic Register escribieron largos obituarios en su honor.

Sólo hay una imagen suya

 
Con el paso de los años, muchos han expresado su deseo de ver a Greeley canonizada. En la localidad, el libro sobre su vida es el segundo más veces impreso y existen un sindicato y un refugio para mujeres sin techo que llevan su nombre. A pesar de ello, muchos nunca han oído hablar de “Old Julia”, la Vieja Julia.

“Sólo se tiene constancia de una foto de ella”, explica Uebbing, en referencia a una fotografía que retrata a Greeley sosteniendo a una pequeña bebé de la que a veces cuidaba. “Esa es la razón por la que hemos encargado la sagrada imagen. Así despertaremos conciencia sobre ella. Queremos acercarla a la vida de hoy”.



Por desgracia, la única foto que existe de Greeley no muestra claramente su rostro, puesto que su sombrero proyecta sombra sobre sus ojos. La iconógrafa Vivian Imbruglia de la ciudad de Rancho Cucamonga, California, quiere cambiar esta situación.

“No se trata de un retrato”, explica Imbruglia. “Es diferente porque en un retrato verías su rostro. En la fotografía sólo vemos con claridad su nariz y su boca”.

La imagen representa símbolos relevantes en la vida de Greeley: el Sagrado Corazón de Jesús, la Eucaristía, las Montañas Rocosas, un niño y una estación de bomberos.

“Rezo”, continúa Imbruglia, “porque esta imagen consiga transmitir su historia a los que no la conozcan, es la diferencia con el retrato”. “Se me ha ido revelando lentamente”, confiesa la iconógrafa. “Siento como si se desvelara ante mí”.

Con únicamente un ojo bueno, Greeley a menudo se daba toquecitos en el ojo malo, que supuraba, con un pañuelo. La buena mujer no era considerada muy atractiva, aunque sí era conocida por su desbordante alegría y su inolvidable sonrisa.

“Me puse muy contenta cuando supe que la archidiócesis iba a incluir a Greeley en la celebración de este Año de la Misericordia”, afirma Mary Leisring, presidenta del Sindicato Julia Greeley. “Teníamos a una santa caminando por las calles de Denver y muy pocas personas la conocían”.


 Leisring y el padre franciscano capuchino Blaine Burkey, autor de “In Secret Service of the Sacred Heart: The Life and Virtues of Julia Greeley” (En secreto servicio al Sagrado Corazón: La vida y virtudes de Julia Greeley), han participado en un pequeño documental sobre Greeley realizado por la archidiócesis y que fue presentado en un congreso titulado “Mercy Chose Me” (La misericordia me escogió) como parte de la celebración del Año de la Misericordia.

“Se la trató tan miserablemente de muchas formas, y aun así dedicó toda su vida a ayudar a las personas”, pronuncia el padre Blaine. “Ella puso en práctica las obras de la misericordia en un nivel heroico”.


20 enero 2017

sábado, 14 de enero de 2017

Snapchat: ¿nueva frontera de las redes sociales o trampa social de la que escapar?

No es la última película de espías recién estrenada, sino el mecanismo en el que se basa la red social más popular y de moda del momento, al menos entre los adolescentes estadounidenses.

Por: Fabrizio Piaciarelli | Fuente: familyandmedia.eu/es




No es la última película de espías recién estrenada, sino el mecanismo en el que se basa la red social más popular y de moda del momento, al menos entre los adolescentes estadounidenses.
Estamos hablando de Snapchat, la app que permite enviar mensajes y contenidos que se autodestruyen en pocos segundos y que está conquistando a los adolescentes de todo el mundo.

Qué es Snapchat

Snapchat es una app de mensajería específica para móviles, lanzada en Estados Unidos en 2011. Es única en su género. Se distingue, de hecho, de cualquier otra red social porque permite hacer y compartir fotos y vídeos breves, que no son para guardar pues se destruyen automáticamente inmediatamente después de haber sido recibidos y visualizados por el destinatario. La particularidad de Snapchat consiste en esto: en la caducidad máxima de 10 segundos de los contenidos producidos e intercambio de los usuarios. Vídeo y foto pueden también ser salvados por el destinatario, pero permanecen visibles solo durante 24 horas.
En resumen, Snapchat es un cruce entre una red social y una app de mensajería, a mitad de camino entre Facebook y WhatsApp. Con la diferencia de que aquí no hay cronologías, diarios, álbumes o perfiles para personalizar. Hay solo una cámara que invita a hacer una foto o grabar un vídeo para compartirlo con los otros usuarios.


Snapchat: cuáles son los riesgos

Aparentemente todo es sencillo, fácil, sin riesgos o problemas. Pero si nos detenemos a pensar un momento, quizá alguna duda nos viene. Sobre todo si nos preguntamos hacia dónde lleva Snapchat. A la ligereza y a la desenvoltura, sin duda. Basta pensar que, apenas se abre la app, aparece enseguida la pantalla de una cámara que invita a hacer foto y vídeo, y a compartirlas con tus amigos, sin pensarlo demasiado. Para comenzar a usar la app es necesario, de hecho, sacar una foto o hacer un vídeo. No es una opción, como en las otras redes sociales. Es lo único que hay que hacer. Snapchat por tanto obliga al usuario a lanzarse enseguida, sin reflexionar bien sobre qué está haciendo o sobre las posibles consecuencias de una invitación de contenidos inapropiados e ilícitos.
La segunda pregunta surge espontánea: ¿Este mecanismo de autodestrucción de los contenidos, a qué conduce a los usuarios? ¿Qué estímulos produce y alimenta inconscientemente? Si el principio que guía esta red social es la extrema ligereza y libertad de uso, es más que probable que alimente comportamientos impulsivos e irreflexivos. Además, si no es posible archivar fotos y vídeos, y todo desaparece al máximo en 24 horas, ¿no se está buscando estimular una fuerte dependencia, para ver de nuevo las fotos y los vídeos que más nos gustan antes de su desaparición, una especie de narcisismo complaciente?
Dejamos a vosotros, queridos lectores, la tarea de encontrar una respuesta. No es nuestra intención abrir procesos contra Snapchat. Nuestra intención, como siempre, es el de ofrecer puntos de reflexión en una óptica de servicio y de orientación.

Un dato es incuestionable. Este mecanismo gusta mucho a los jóvenes y cada vez más. Snapchat toca hoy el umbral de los 150 millones de usuarios activos. 

Un número increíble, si pensamos que Twitter, una de las redes sociales históricas y más difundidas en el mundo, está bajo el umbral de los 140 millones. Y no es casualidad que Facebook haya tratado de comprarlo recientemente, haciendo una oferta enorme de 3 billones de dólares (secamente rechazada) a su fundador de apenas 23 años, Evan Spiegel.

Snapchat: 3 motivos por los que gusta tanto a los adolescentes

¿Pero cuáles son los motivos por los que esta red social gusta tanto a los adolescentes, hasta tal punto que supera en sus preferencias Facebook o Instagram? Hemos probado por vosotros Snapchat, e hipotizamos 3 posibles motivos como respuesta.
  1. Los adolescentes son cada vez más “móviles”. Los jóvenes usan cada vez más dispositivos móviles y cada vez menos los fijos. Para ellos el ordenador de escritorio es como una máquina de escribir para los adultos, un recuerdo lejano y remoto. Snapchat, a diferencia de las otras redes sociales, nace como aplicación pura de móvil y no tiene una verdadera y propia doble interfaz en el fijo. Facebook, Twitter y compañía fueron concebidos para un uso de escritorio y solo después han tenido, a menudo con dificultad, que adaptarse a una segunda vida en el smartphone. Es decir, nacieron hace más de diez años, cuando navegar en internet desde el móvil era caro, lento y con una usabilidad poco satisfactoria. Snapchat, al contrario, nace en el pleno desarrollo del móvil y aprovecha todas sus potencialidades, sintonizando inmediatamente con una generación que ha nacido casi con el smartphone en la mano.
  2. A los adolescentes ya no les gustan los álbumes de fotos. A los adolescentes no les gusta archivar fotos y vídeos. El smartphone ha eliminado el concepto de álbum digital para salvar y volver a ver. Esta es una lógica de adultos, que tienen una mirada dirigida al pasado y son propensos a conservar sus recuerdos con cuidado, al contrario que los jóvenes, proyectados siempre hacia el futuro. Los adolescentes no acumulan fotos, no aman archivar, sino que prefieren ser libres de expresar su estado de ánimo del instante. Snapchat ha intuido esta profunda diferencia generacional, complaciendo con astucia la emotividad de los adolescentes.
3)   El encanto de lo prohibido. Es inútil mirar a otro lado y fingir no ver. El hecho de que cualquier snap tenga vida breve y que no sea posible ser guardado por el destinatario, anima a los adolescentes a sacar fotos y vídeos con contenido sexual explícito. Snapchat ofreceun terreno fértil, desde este punto de vista, y fuera de control de los padres, mucho más que cualquier otra red social tradicional, que por contra debe cuidar extremadamente las conveniencias “morales”, también por exigencias de naturaleza comercial y no sólo de imagen. Todo esto alimenta y hace aún más urgente y compleja la cuestión relativa al Sexting y jóvenes, de la que nos hemos ocupado a menudo en Familyandmedia.

Ahora, la imposibilidad de tener filtros y controles paternos en una red social como Snapchat utilizado mayormente por menores de edad, nos obliga a estar con la guardia alta. No es casualidad que el robo por parte de algunos hackers - que tuvo lugar hace dos años en la base de datos de Snapchat - de más de 200 mil imágenes, muchas de las cuales de adolescentes con explícito contenido sexual, haya creado una fuerte alarma de pedofilia en Estados Unidos e impuesto a las autoridades la necesidad de una reflexión para un política seria en defensa de la privacidad de los menores.

sábado, 7 de enero de 2017

Cinco cosas que -quizás- no sabías acerca de los Reyes Magos





La ruta que siguieron, la estrella que avistaron, el lugar donde reposan, el cuarto Rey Mago y...