sábado, 29 de junio de 2013

Motos, rock y alcohol, pero, aún sin fe «ante el Santísimo, de golpe, vi mi vida y lloré»

Y como ella se resistía a su vocación, Dios le dio otra experiencia: «como en las películas antiguas, cuando la mujer se pone histérica y el hombre le da dos bofetadas... pero en espiritual» 


 Karen McMahon es una religiosa irlandesa en la congregación de Siervas del Hogar de la Madre y una entusiasta pintora de iconos y cuadros religiosos, pero durante mucho tiempo estuvo alejada de Dios y volcada sólo en el rock, las motos y el alcohol. Incluso después de una experiencia mística impactante, intentó mantener a Dios "controlado" en su vida. Su itinerario hacia la fe comprometida dio vueltas... y cruzó océanos.

Familia católica y colegio de monjas

 
Karen explica que su familia era católica practicante y que estudió en un colegio de monjas. Hacia los 16 años, en vez de perseverar en los estudios, intentó trabajar en cualquier cosa para ganar dinero.

"Una de las cosas que más me gustaba era todo el tema del arte, pintar. Creo que como tenía ese espíritu inquieto, que nunca estaba contenta en nada, buscaba ideales en todo. Por eso saltaba mucho de una cosa a otra", recuerda.

Adorar a Dios sin iglesia... lleva a no adorar

 
Lo que le alejó de la Iglesia fue un inocente poema.

"En clase de inglés leímos una poesía de unos pájaros que estaban volando, adorando a Dios en la creación, volando sobre un monasterio oscuro. Lo de ir a Misa todos los domingos, para mí no tenía ningún sentido. Y pensé, “¿Por qué tengo yo que ir a una Iglesia oscura cuando yo puedo estar adorando a Dios allí fuera en la creación?” Y dejé de ir a Misa totalmente. Me gustaba realmente estar fuera, y de verdad pensaba que estaba adorando a Dios. Me lo pasaba muy bien. Pero poco a poco empecé a alejarme de Dios. La primera cosa fue dejar de ir a Misa. Y después empezó todo lo demás".

Hizo una serie de amistades poco aconsejables. "Muchas veces salíamos en moto, y volvíamos a las 4 de la mañana, tres subidos en una moto. Vestíamos todo de negro, pelo negro, con cruces. Un modo de vestir que es típico de los que van en moto allí. Íbamos también a conciertos. Vino Guns&Roses a Irlanda y fuimos al concierto. Fue tremendo", recuerda Karen.

Muchísimo alcohol

 
"En esa época en Irlanda no había tanta droga como ahora, pero sí muchísimo alcohol. Quizás por el clima, porque como siempre está lloviendo... Todo el mundo hace la vida en el Pub, es un sitio muy familiar, tiene su chimenea, e incluso si muere alguien, ¡todo el mundo al Pub!"

"No me sentía llena. Yo recuerdo que la sensación que tenía era de tener algo de felicidad y que esta se me escapaba de las manos. Y me preguntaba: ¿por qué no puedo retener la felicidad?, ¿por qué se me va de las manos? Y recuerdo la desesperación de pensar, ¿es que no existe la felicidad?, o ¿no hay nada que dura?"

Las amigas que no se hacen preguntas
"Yo sí pensaba en Dios. En esa época, con 17 años todavía escuchaba esa voz interior que te dice, esto sí, o mejor esto no. Pero por otro lado pensaba que estaba loca porque mis amigas no tenían este problema, que tenía que ser yo, que por mi carácter, por el arte, por lo que fuera, me pasaba"

"Ellas me decían que no, que todo el mundo lo hace. Y para mí estaba mal y entonces bebía para actuar como ellas actuaban. Pero para mí era ir en contra de mi naturaleza. Yo no quería hacer muchas de las cosas en las que nos metimos".

No servir ni a Dios ni a los hombres

 
A los 21 años, Karen decidió ingresar en la universidad para estudiar arte. Seguía metiéndose en líos, pero a esta edad ya le echaba la culpa a Dios. “¿Cómo puedes dejar que todo eso me pase a mí? ¿Qué he hecho yo?”, le protestaba. "Mi reacción era decirle a Dios que no le necesitaba para nada. Y de hecho era una feminista convencida, y decía “No serviré ni a Dios ni a hombres”. Ese fue mi lema de vida, ni Dios ni hombres".

Aunque llevaba años sin ir apenas a la iglesia, sus pinturas siempre tenían una base religiosa, en parte porque era lo más antisistema que se podía pintar allí.

"En la práctica podías hacer de todo, menos de religión. Y como yo tenía la cabeza dura, hacía mis cuadros sobre religión. Las cosas del libro del Apocalipsis me gustaban mucho. Recuerdo explicándoles a los otros estudiantes: “Mira, eso significa tal”. Yo les contaba esas cosas, y me decían “¿Por qué no sabemos nosotros eso? ¿Por qué no nos lo cuentan los sacerdotes?” Aprendí mucho de mi madre, porque yo no pisaba mucho la Iglesia. Pero es cierto que las veces que había ido no había oido hablar del pecado ni de nada de eso".

"¡Para habernos matado...!"

 
El primer "bocinazo" de Dios le llegó una tarde en coche, volviendo de la universidad con su hermano. Tuvieron un accidente.

"Nos salimos de la carretera. Era para habernos matado. Creo que estábamos yendo a 140 o 150 km/h, tomamos una curva y el coche se salió. Recuerdo que en ese momento pensé “De esta no salgo”. Recuerdo que el coche iba hacia una muralla y el gesto de encogerme. Y en ese momento sí que le dije a Dios : “Perdóname”, porque yo era consciente de que estaba en pecado mortal y si me moría ahí no sabía donde iría”. Salimos de ello, sin ningún rasguño ni nada. Fue una cosa milagrosa que me marcó. Empecé a pensar, y ¿qué estoy haciendo yo con mi vida?"

Dos jóvenes en un retiro

 
Entonces su madre le invitó a un retiro de oración. Al principio pensó ir; después, pensó rechazarlo, por no estar con ella. En ese momento apareció por su casa un amigo de su hermano, "llegó de la nada", y le dijo:

- Mira, Karen, me he enterado de que vas a un retiro buscando a Dios. ¿Puedo ir contigo?

Era un chico de su edad, que había estado metido en el mismo ambiente de rock y alcohol... "la última persona que esperaba encontrar en la puerta diciendo que buscaba a Dios".

- Pues sí. Si tú vas, yo voy también -dijo Karen.

Una experiencia mística

 
Y allí fueron: los dos únicos jóvenes en un retiro de gente mayor. En ese contexto tuvo lugar la experiencia mística de Karen.

"Había una Hora Santa, de noche. Yo ya no tenía fe y para mí la Eucaristía no tenía significado. Estábamos sentados detrás, y el sacerdote dijo: “Vamos a acercarnos al Señor y a pedirle alguna curación, si necesitamos algo”. Y recuerdo decir a Dios: “mira, si existes, ayuda a éste, pues él necesita ayuda. Échale un cable”.

En ese momento, yo recuerdo que mi corazón empezó a latir muy fuerte. Y se me caían las lágrimas. Y pensé: “¿qué me está pasando?”, porque yo no sentía nada. No sentía nada pero estaba teniendo una reacción muy extraña. Entonces me levanté y me fui delante del Santísimo. Yo tenía la cara bajada, y en un momento dado, la levanté y miré al Señor. En ese momento vi toda mi vida delante del Señor, todo lo de antes, e incluso lo que tenía olvidado en mi conciencia. Como de un golpe lo vi todo. Y rompí a llorar allí mismo. Vi mi verdad delante del Señor. Era como si el Señor estuviera allí en persona."

"Fue una experiencia muy extraña pues yo no sentía vergüenza, aunque tenía mucho por lo que tenerla. Sentía amor. Un tipo de amor que en este mundo no existe. Y me sentía comprendida, como si Él no estuviera escandalizado con todo lo que yo había hecho, con mis maneras de actuar muchas veces que no eran sino un grito de ayuda, que salía en forma de rebeldía. En ese momento sentí que tenía que pertenecerle a Él. Para mí, ya sólo existía Él. Volví a casa, y desde este momento pensé en ser religiosa".

Tanteando el matrimonio

 
Tenía 21 años y la historia sería más breve si hubiera entrado rápidamente en una congregación o monasterio. Pero la cosa se demoró.

"Yo sabía que tenía que pertenecer a Dios, y pensaba que a lo mejor eso significaba ser religiosa, rezaba al Señor y le decía: Mira, si es vocación, enséñame la institución, y si es matrimonio, el hombre”.

Había dejado las fiestas de alcohol y las motos y otras locuras. Estudiaba su último curso y trabajaba para pagarse su coche deportivo, "el amor de mi vida". Y entabló amistad con un chico, y luego algo más.

"Empezamos a salir. Era un chico muy majo. Recordé como había estado rezando al señor, y pensé: “pues si ese chico ha aparecido a lo mejor realmente tengo que casarme, y seguir con el arte”.

Este chico tenía familia en EEUU, en Filadelfia, y decidieron ir allí. Karen vendió su precioso coche deportivo y se trasladaron a América. Pero descubrió que el país no le gustaba. "Te puedes morir por allí al lado de la carretera y nadie se enterará... es tan liberal, tan grande, yo echaba en falta un poco esa familiaridad, ese sentirme protegida como en Irlanda".

Le prometieron triunfar en el mundo del arte, conocer gente, exposiciones, contactos, firmar... "¡Karen McMahon!" "Para una artista eso era lo mejor", reconoce.

"Pintaba en la sala de baile de una mujer influyente, que era como de película, con dos lámparas de cristal, y con puertas que se abren, y yo allí en medio pintando un cuadro. Eran cuadros grandes. Pero recuerdo estar allí pintando y detrás de todo, esa voz que decía, “¿qué estás haciendo?” Yo me sentía casi como una adúltera. Como si Dios me preguntara, “¿Pero qué me estás haciendo?, ¿qué me estás haciendo?” Y yo le respondía, “¡que no, que no, que no!, ¡que yo lo tengo todo! ¿Sabes? Tengo este chico, tengo el arte que es una posibilidad”. Pero yo seguía sintiendo esa voz.

Llegó un momento en que hasta en la misma relación había tensión, se notaba que la cosa no iba bien. La hermana de su novio le llevó a ver a un sacerdote.

- ¿Te vas a casar con ese chico? - preguntó el cura

Ella, de repente, tuvo la certeza de que no.

- Bien, ¿qué haces entonces?

"Cuando regresamos a casa, justo en ese momento me llegó una carta de un amigo en Irlanda con el dinero justo para comprar un billete de vuelta . Y compré el billete y le dije al chico: “Mira, tengo que irme.” Y él me dijo, “Ya lo sé.” Y le pregunté, “¿Cómo lo sabes?” “Porque si no vuelves nunca me vas a amar ni a mí ni a nadie.”

Volví a Irlanda, llegué un domingo y pensé: “estoy aquí, un domingo, no tengo ni coche, ni novio, ni nada. No tengo nada”. Decidí llamar a una mujer que conocía, y ésta me dijo, “Mira, justo está aquí una nueva institución de España, ¿Por qué no vienes a conocerles?” Y me fui a su casa. Allí conocí a unos sacerdotes de los Siervos del Hogar de la Madre, que me invitaron a España, para conocer a las hermanas. En dos semanas yo estaba en España. "

España, seca, austera... ¡no gusta!

 
"España no me gustó. Yo venía de Irlanda donde todo estaba tan verde, y llegué a Madrid, en el verano, cuando todo esta tan seco, tan amarillo, y encima vamos a un monasterio franciscano del siglo XVI o XVII, austero. No había ni camas, ni nada, todo el mundo durmiendo por el suelo. No había ni cristales en las ventanas. Después de haber estado en esa sala de baile en Norteamérica, encontrarte allí, en España, en el suelo, en un monasterio, y sin hablar nada de español...Yo no entendía nada. Me decía “Que no. Que no me quedo allí por nada del mundo”. Yo no me quería quedar. Y me decía: “Yo voy a volver a Irlanda. Voy a pedir perdón al chico, y…

"En aquellos días había una ceremonia de algunas hermanas que iban a hacer sus votos perpetuos. Y estaba sentada en la Iglesia detrás. Un hermano me estaba traduciendo porque no entendía español. Y entonces escuché las palabras del Evangelio, “No sois vosotros quienes me habéis elegido a Mí, soy Yo quien os he elegido a vosotros”. En inglés es en singular; se puede entender en singular, y yo lo entendí así."

"Recuerdo, con toda la virtud que me caracterizaba en ese momento que dije al Señor, “¡No me quedo aquí por nada en este mundo! ¡Me da igual lo que Tú quieras de mí! ¡Yo no me quedo aquí!

Dos bofetadas para una histérica

 
"Y tuve la experiencia como en las películas antiguas de blanco y negro, cuando la mujer se pone histérica y el hombre le da dos bofetadas. Sentí algo parecido pero espiritualmente, y el Señor me decía, “Hasta que tú no rompas tu voluntad, no puedes hacer la mía”.

La voz era "muy fuerte" y dejó a Karen muy impactada. "Y me mostró mi corazón, como estaba tan llena de mí misma. Yo nunca había caído en la cuenta de que estaba tan llena de mí. Desde ese momento sabía que aquel era mi lugar, que me tenía que quedar".

Pintando para Dios

 
Ahora Karen lleva 14 años en España y cuando cuenta su testimonio le parece que es la vida de otra. "¡Me cuesta tanto pensar en esa otra persona!. De hecho, a veces, cuando he visto fotos, he dicho: “¡qué cosa, pero si soy yo! Me cuesta hasta recordarlo".

Ahora pinta sólo las cosas de Dios.

"Si yo pudiera retratar ese rostro de Cristo, transmitir su belleza para que otros puedan tener ese encuentro con Él… Porque de verdad, si yo pudiera transmitir esto, todo el mundo se convertiría. Porque es una cosa tan impresionante. El Señor está tan por encima de todo. Su amor me recuerda mucho a esas bombas nucleares que cuando explotan es como una ola que destruye, como que te deja desnuda delante de él. Es un autoridad tan amorosa y tan de criatura que no hay problema, que no puedes sino decirle: “Sí, sí, lo que tú quieras”. Es tan impresionante. A mí, con el arte, me gustaría poder expresar eso".

sábado, 22 de junio de 2013

Ana, «chica dura» y sin Dios, quería «dar algo a la Humanidad y suicidarme»... hoy es religiosa

Cuando se convirtió y empezó a ir a misa diaria, su familia no practicante se asustó como si estuviese en una secta y trataba de impedírselo.

A sus 25 años, la Hermana Ana María de la Peña ha vivido ya todo un itinerario espiritual complejo: una infancia con fe pero poca práctica, una adolescencia de ateísmo y amargura y una juventud adulta en la alegría del amor de Dios.

Familia de católicos ocasionales

 
Ana creció en una familia en Cuenca, de católicos de "bodas, comuniones y funerales", de los que "llevan a sus hijos a la catequesis para que reciban los Sacramentos y ya está".

En la catequesis de Primera Comunión le preparó un sacerdote que era "muy pero que muy bueno, nos tenía a todos los niños en el bolsillo. Y el buen recuerdo que tengo de las cosas de Dios de cuando era pequeña es gracias a él. Siempre me llamó la atención como este sacerdote miraba a Jesús en el Sagrario y yo empecé a desear querer a ese Jesús que él quería tanto".

También tuvo una profesora en su colegio público "que era una enamorada de la Virgen. Tenía una imagen de la Virgen en clase, le teníamos que rezar todos los días y en el mes de mayo llevarle flores, cantar la Salve en latín ... A mí esas cosas me encantaban y fue una experiencia bonita de Dios en mi infancia".

Exigencia adolescnte y una mala parroquia

 
Llegó la adolescencia, con sus exigencias de radicalidad. Como en tantas familias españolas, Ana, que no iba a misa dominical, se apuntó a catequesis de confirmación "porque toca".

"La parroquia a la que fui digamos que era muy incoherente. Yo siempre he sido una persona muy radical para todo, me gusta que lo blanco sea blanco y lo negro sea negro, y cuando no hay coherencia, me repele. Así que me enfadé con la Iglesia. Yo veía que lo que me decían y lo que ellos vivían en ese sitio no coincidía".

"Aparte de eso, como era una adolescente, empecé a vivir una serie de cosas que ya no son tan inocentes, y la conciencia me remordía. Hay cosas que da mucha vergüenza confesar, y se unió la incoherencia que yo veía, con mi conciencia que me decía que estaba viviendo mal. Algunas de mis amigas empezaron a escuchar grupos de música claramente anti-católicos cuyas letras eran contra la Iglesia y todo lo religioso así que yo me empecé a convencerme de eso, que yo escuchaba a través de la música. Me venía bien pensar mal de la Iglesia para justificar mi conciencia. Y como siempre he sido radical para todo me metí de cabeza . Comencé un camino de rebeldía fuerte".

Ser duro en un mundo amargo

 
La nueva Ana anti-Iglesia no era en absoluto especialmente feliz y realizada. Más bien lo contrario: era una adolescente que tenía que mostrarse dura y asumía que la vida debía ser, necesariamente, amarga.

"Yo era muy dura con mis compañeros. Tampoco es que diese palizas, ni cosas de esas, pero digamos que no dejaba que nadie se pusiese en mi camino. Me encargaba de que si alguien me hacía algo lo pagase caro. A la gente le daba una especie de miedo mi forma de ser".

"Además en esa época, había muchos problemas en mi familia. Todo lo que me rodeaba era un poco amargo. También la música que escuchaba transmitía amargura. Pronto mi visión del mundo fue esa, un sitio amargo y oscuro donde todos eran malos y yo tenía que serlo más, para que nadie me pisase. Eso era un poco lo que tenía dentro: rabia, desesperación".

Leer y estudiar pero ¿para qué?

 
Otros adolescentes buscaban olvido o distracción en las discotecas, el alcohol, salir... pero a ella eso no le atraía: "me parecía como hacer lo que hace todo el mundo. No me atraía. No había nada que me atrajese, nada que me hiciese ilusión".

Lo único que le interesaba, curiosamente, era leer y estudiar. "Era como un alivio, lo único con lo que yo disfrutaba".

Pero, estudiar ¿para qué? No quería formar una familia, no soñaba con nada.

Y Ana recuerda que se dijo a sí misma: “bueno, pues estudiaré, haré algún descubrimiento científico para hacer algún aporte a la humanidad, y después me suicido, y ya está”. Tenía 13 o 14 años, era una estudiante inteligente y lectora ávida... y esa era su visión de la vida.

Esa era su situación cuando un día en clase el profesor comenzó a explicar las distintas teorías sobre el origen de universo.

"No digas eso, Dios existe"... y recordó

 
"No sé a cuento de qué, pues el profesor no había dicho nada de eso, saqué el tema del Creador , y poniéndome de pie comencé a criticar muy duro a la Iglesia. Entonces una chica que había en clase que era creyente y muy convencida se levantó y me dijo: ´no digas eso; no digas eso, porque Dios sí existe´."

Y eso bastó para hacer pensar a Ana.

"No dijo nada más. No dio más argumentos. Pero estuve tres días sin poder parar de pensar en ello. Y empecé a acordarme de cuando era pequeña, y de la experiencia de Dios que yo había tenido entonces. Y de pronto empecé a echar de menos aquella paz, y aquella limpieza que yo tenía cuando era pequeña. Pero no sabía como encontrar el camino de vuelta. Me había lanzado de cabeza, y no sabía cómo volverme a levantar".

Y Ana hizo algo que muchos no logran hacer: pedir ayuda.

"Decidí pedirle ayuda, a esa compañera. Me acerqué a ella y le dije, “Oye, yo quiero creer en Dios, ¿me ayudas?” En ese momento ella no sabía si era una broma, si me estaba riendo de ella, si había cámaras ocultas, o algo así".

Monjas, ¿gente rara que canta en latín?

 
Ella admitió que no tenía mucha formación y le animó a acudir a unas reuniones con religiosas. Ana no conocía ninguna monja. "Solo las conocía de películas, pero me las imaginaba como un círculo de gente vestida de negro, y cantando en latín. Pero estaba desesperada por tener luz y decidí ir a esas reuniones".

"Y allí estaban las Siervas del Hogar de la Madre. Desde el principio me trataron como si me conociesen de toda la vida, con mucho cariño. Y todo lo que yo les preguntaba ellas me lo iban explicando".

Conociendo jóvenes cristianos alegres

 
Ese verano participó en un campamento de jóvenes del Hogar de la Madre. "Me impresionó muchísimo, porque yo nunca había conocido jóvenes así, con esa ilusión, con esas ganas de vivir, con esa alegría, que estaban pendientes de todo el mundo. Yo me había auto convencido de que ya no existía gente buena. Y allí ví que sí, que existía gente buena. Fue como recuperar otra vez la esperanza".

"Un día, que estábamos en la capilla, Jesús me habló en mi corazón y me dijo, ´Ahora decídete. O sigues por aquí, o te vuelves a ir donde estabas, pero doble vida, no´. Entonces viendo que la vida que llevaba antes no merecía la pena, me dije ¡me quedo con ésta que he encontrado!"

Si nuestra hija va a misa, ¿está en una secta?

 
Sus padres, que como hemos explicado ni siquiera iban a misa los domingos, se asustaron al ver que ¡su hija iba a misa diaria! Ana ya casi no veía la televisión, ya no iba con su anterior grupo de amigos y -siendo gran lectora-, ahora se pasaba el día leyendo libros religiosos.

"Mis padres pensaron que me había metido en una secta. Intentaron alejarme de todo lo que oliese a religioso y a partir de aquí empezó una película, que fue intentar esconderme de mis padres para ir a la Misa y todas esas cosas. Yo, ahora los entiendo, porque claro, fue un cambio muy radical. La verdad es que ahora lo recuerdo y me río", admite.

Responder por quienes no lo hacen

 
Muy pronto, con 15 años, descubrió su vocación a la vida religiosa. "Iba andando por la calle tan feliz para ir a Misa, y no iba pensado en nada de la vocación, pero de repente me acordé de una cosa que yo hice en ese famoso campamento. Un día en la capilla, rezando, le dije al Señor que si él quería, que yo me ofrecía para responder por todas las almas que no lo hacen. Entonces, no me dijo nada. Y ya después de un tiempo, casi un año, yo iba por la calle, y como que me vino ese recuerdo a la cabeza, de cuando yo estaba en la capilla diciéndole eso al Señor. Y experimenté que me decían por dentro, “Pues acepto tu ofrecimiento”. Desde ese momento supe que tenía vocación. Estuve esperando hasta los 18 para poder entrar porque evidentemente mis padres no me iban a dar un permiso antes. Y cuando cumplí 18 años entré de candidata en las Siervas del Hogar de la Madre".

Desde entonces ya han pasado unos años. Cumplidos los 25, Ana lo tiene claro: "Estoy muy agradecida al Señor por haberme sacado de esa oscuridad en la que vivía y ahora intento ser un testimonio de amor apasionado por el Señor y transmitir esa ilusión y esa esperanza que pienso que solo Él puede dar de una forma permanente".


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sábado, 8 de junio de 2013

Sor Blandina, la monja del Far West que se enfrentó a Billy el Niño

Ella llegaba tan lejos como el ferrocarril, y vivió episodios típicos de las películas de pioneros, carrromato y caballos desbocados incluidos. 

 Nadie en aquella región al sur de Colorado quiso hacerse cargo del moribundo. Un hombre de Billy el Niño había resultado herido en un duelo y ninguno de los cuatro médicos de Trinidad, por entonces un pueblo perdido en la frontera del Oeste, quiso mover un dedo por él.

El valor de una monja


Sor Blandina Segale, sí. Le visitó durante varias semanas, cuidó sus heridas y le asistió espiritualmente. Pero Billy el Niño (respondía a ese nombre, aunque no se sabe bien si era el William Bonney más célebre, pues varios reivindicaban el apodo) tenía sed de venganza y volvió con su cuadrilla a Trinidad a vengar a su sicario (quien nunca se recuperaría, muriendo a los pocos meses) y matar a los cuatro médicos que se habían negado a atenderle.

Cuando vio lo que Sor Blandina había hecho por él, le dijo que le pidiese lo que quisiese. Y ella le pidió salvar la vida de esos cuatro desgraciados. El criminal accedió y se fue.

Siempre manos a la obra


El pueblo entero respiró tranquilo gracias a esa menuda monjita nacida en 1850 en la localidad italiana de Cicagna, de donde sus padres emigraron a Estados Unidos cuando ella tenía cuatro años. Se instalaron en la populosa Cincinnati, sede de la diócesis desde hacía treinta años y donde tenían casa las Hermanas de la Caridad fundadas por Elizabeth Ann Seton. En 1866, Rosa Segale (que así se llamaba) y su hermana María ingresaron en la congregación, y Rosa tomó el nombre de Blandina, una mártir cristiana de los primeros siglos.

Tras completar su formación fue enviada a la frontera del Oeste, hacia donde se estaban expandiendo los colonos del Far West. Llegó a Trinidad, en Colorado, en 1872, y no tenemos que imaginarnos cómo era porque lo hemos visto cientos de veces en los mejores westerns: una calle principal, casas de madera, mezcla de razas y gentes y mucho, mucho polvo.

Había allí ya cuatro monjas y una iglesia que era poco más que una barraca. Su misión consistiría en dirigir la escuela pública, a la que asistirían alumnos de todas las denominaciones cristianas. En ese territorio de conquista, sencillamente la opción era esa escuela, o ninguna.

Tampoco la escuela estaba en las mejores condiciones, así que Sor Blandina, que no se arredraba ante nada, decidió construir ella sola una nueva y empezó a demoler la antigua. Cuando una señora de las más adineradas del pueblo la vio en el tejado a martillazos, le preguntó: "Por el amor de Dios, hermana, ¿qué está usted haciendo?". Al conocer la respuesta, se comprometió a financiar una partida de trabajadores que se pusiesen manos a la obra.

Al cabo de unos días quien se la encontró construyendo el nuevo colegio como un obrero más fue el obispo de Denver, Joseph Machebeuf, de visita en Trinidad.

Caballos desbocados


Estas y otras historias se conocen gracias a sus diarios y a las cartas que escribía a su familia, que han sido publicadas como libro (At the End of the Santa Fe Trail [Al final del Camino de Santa Fe]), que ha sido muy leído por los cultivadores de la historia de los pioneros, y es considerado veraz en líneas generales, a pesar de algunas inexactitudes y de lo colorido de ciertas aventuras.

Porque Sor Blandina vivió de todo. Una vez había programado una excursión a las montañas con los niños de la escuela, pero el conductor del carromato se puso enfermo. No queriendo decepcionar a los pequeños, tomó ella misma las riendas. Cuando llegaron al lugar de destino, y cuando ya habían bajado todos menos una niña, los caballos se desbocaron. La religiosa se vio conduciendo una caravana sin control, con el cuero llagándole las manos y una niña aterrorizada a su lado. Cuando se dio cuenta de que caminaban hacia la muerte en un barranco, decidió frenar en seco y provocar ella misma el accidente antes de llegar a un terreno peligroso.

Quedó inconsciente, y cuando despertó, el carromato estaba destrozado y los caballos a su aire. La pequeña estaba tendida a su lado sin señales de vida y sangrando por la nariz. Sor Blandina pidió a la Virgen que intercediera por ella y fue a buscar uno de los animales para volver. Cuando regresó, la pequeña ya se había sentado y empezaba a hablar. De camino al lugar de partida encontraron ayuda y todo quedó en un susto.

A esta señora no le robaréis tan fácilmente...


En 1876 ella y otra hermana fueron destinadas a Santa Fe, donde terminaba el célebre Camino. Allí estuvo cinco años, y luego la mandaron a Albuquerque. En ambos destinos se consagró a la enseñanza, al cuidado de los enfermos y a la visita a los presos. En más de una ocasión defendió a los mexicanos y a los indios de la poca consideración que recibían, como ciudadanos de segunda clase, por parte de los anglos que gobernaban la ciudad.

Era una mujer enérgica. En cierta ocasión advirtió a una mujer mexicana de que sus dos hijos, nacidos ya en Estados Unidos, se estaban aprovechando de su escaso conocimiento del inglés para quitarle unas tierras: "Dígales que existe un comité de vigilancia que estará encantado de vérselas con ellos".

El hábito es sagrado


Sor Blandina volvió a Trinidad en 1889. La ciudad había perdido su aspecto de frontera y el Viejo Oeste que ella había conocido empezaba a desaparecer. Incluso la escuela que las Hermanas de la Caridad habían gestionado durante décadas quiso modernizarse y les pidió que abandonasen sus largos hábitos.

Pero a sus 49 años de edad, la monja que le había parado los pies a Billy el Niño y había gobernado una carreta con caballos desbocados no se iba a arredrar tan fácilmente: "La Constitución de los Estados Unidos me concede el derecho a llevar este hábito igual que a usted para llevar pantalones. Adiós", le espetó al político de turno que quería cambiar el colegio.

En 1894 Sor Blandina abandonó el Far West para siempre y volvió a Cincinnati, donde trabajó entre los emigrantes italianos pobres el resto de su vida, que fue larga, pues murió en 1941 a los 91 años de edad.

"Su vida y su trabajo son sólo un ejemplo -si se quiere, extraordinario- del papel indispensable que jugaron las religiosas católicas en asentar y civilizar la frontera del Oeste", afirma Kevin Schmiesing en el articulo de Crisis Magazine de donde hemos tomado esta historia.
Esas valientes mujeres no ocupan en la conciencia colectiva estadounidense el papel prominente del que se hicieron acreedoras con sus méritos.

sábado, 1 de junio de 2013

Islandia, con una Primer Ministro lesbiana y socialista, prohibirá el porno en Internet

Ya castiga la distribución y edición de pornografía de papel con 2 meses de cárcel. El ministro de Interior, de Los Verdes, da por probada la relación con la violencia. 

 Islandia, una isla-estado con 300.000 habitantes presidida por una lesbiana socialista desde 2009, podría convertirse en la primera democracia occidental en prohibir, por ley, la pornografía en Internet.

En este país, poco religioso y nada mojigato, ya hay una ley que prohíbe la distribución de impresos y revistas pornográficas con multas y hasta 6 meses de cárcel; la pornografía infantil la multa con hasta 2 años de cárcel. Su Primer Ministro, la socialista Johanna Sigurdardóttir (antaño ministra de asuntos sociales) logró titulares cuando la prensa la declaró la primera "Jefe de Gobierno abiertamente homosexual" del mundo. En 2010 ella y su compañera fueron de las primeras en recurrir al recién implantado "matrimonio gay".

Los Verdes, convencidos

 
El Ministerio de Interior, dirigido por el ministro Ogmundur Jonasson, del Partido Verde (ecologistas) prepara un borrador de ley con el objetivo de impedir todo acceso digital de contenidos pornográficos en desde ordenadores, consolas y móviles.

Se busca la forma de ilegalizar el uso de tarjetas de crédito islandesas en la compra de contenidos porno y sistemas para filtrar las IPs que ofrecen estos contenidos.

El ministro ecologista parte de un consenso que él ve claro: "todos estamos de acuerdo en que la pornografía violenta tiene efectos muy nocivos en la gente joven y puede tener una relación clara con incidencias de crímenes violentos".

"Se está creando un fuerte consenso en Islandia. Apoyando esto tenemos muchos expertos, desde educadores a policías o expertos en el trabajo con niños. Esto es mucho más amplio que la política de partidos", declaró a la prensa inglesa Halla Gunnarsdóttir, asesora política del ministro.

Para Gunnarsdóttir no se trata de una norma "anti-sexo" sino que "es antiviolencia, porque los niños ven porno y les afecta a su actuar. Ahí ponemos la frontera. Este material desdibuja las fronteras para los jóvenes entre lo que está bien y mal", declara.

Un reto técnico

 
El reto técnico es complicado: "Por ahora estamos mirando cuáles son las mejores opciones técnicas para conseguirlo. Si podemos enviar un hombre a la Luna, tenemos que ser capaces de solucionar el porno en Internet".

Por el momento, poner el bozal a este perro es complicado: China y Arabia Saudí han puesto filtros nacionales que dificultan el acceso al porno desde sus países, pero no son ejemplos de democracia, mientras que Islandia presume de ser la más antigua democracia del mundo, con un parlamento ya en el año 1000, cuando votó por mayoría absoluta aceptar el cristianismo en el país.

El porno digital, un coloso imponente

 
Enfrentarse al porno digital es retar a un coloso que, según el experto Sebastian Anthony, de ExtremeTech, "deja enano a cualquier sitio excepto los Googles y los Facebooks del internet". Hay quien considera que el 30% de todo el tráfico en Internet es porno. Mientras los portales de noticias tienen visitas de 3 a 6 minutos de duración media, los de porno las tienen de 15 a 20 minutos.

Hay expertos que afirman que la facilidad del acceso al porno digital en edades muy tempranas ha sido el factor que ha presionado más para que en los medios generalistas aumente más y más la dosis de sexo explícito. Los teléfonos móviles y tabletas modernas, portátiles, con acceso a Internet, facilitan más aún el acceso.

Después de Islandia, quizá Inglaterra

 
Gail Dines, socióloga y autora de "Pornland: how porn has hijacked our sexuality" ("Pornolandia: cómo el porno ha secuestrado nuestra sexualidad"), cree que si Islandia lo consigue, el Reino Unido podría ser el siguiente país en intentar filtrar "la imaginería cada vez más brutal y dura que ahora es lo estándar".

"He hablado con organizaciones en Reino Unido y con profesionales que ven lo que pasa, el aumento en el abuso con los niños, la violencia. Hay movimientos para seguir lo de Islandia. Vivimos en una sociedad muy cerrada cuando se trata de hablar de sexo, con mucha gente que esconde la cabeza bajo tierra, pero no es así con los que trabajan estos temas. No puedes dejárselo a los padres. El porno online es lo que está dando forma a la vida sexual de nuestros jóvenes".

Cada niño, 5 dispositivos

 
En Inglaterra es muy potente desde 1895 la Sociedad Nacional Para la Prevención de la Crueldad con los Niños (NSPCC). Una de sus portavoces, Claire Lilley, declaró al periódico de izquierdas The Guardian: "nosotros no pediríamos una prohibición plena, pero queremos que los niños dejen de estar expuestos a ello. Un niño hoy tiene acceso, como media, a cinco dispositivos [con acceso a porno] así que estamos más allá de poner un simple filtro familiar en el PC."

Lilley considera que la industria del juego on-line ha conseguido sistemas de verificación de edad eficaces y podría aportar soluciones.

"No somos moralistas con la pornografía; las cosas que los niños se encuentran son hardcore, inquietantes. Es asombroso lo extendida que está la pornografía infantil", insiste Lilley. 



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