Tras rodar como estrellas de sus equipos por varios países europeos, se consagrarán a evangelizar el mundo del deporte.
Jennifer Risper y Christina Wirth se conocieron en 2005 cuando coincidieron como compañeras de habitación en la Vanderbilt University de Nashville (Tennessee, Estados Unidos), en cuyo equipo de baloncesto empezaron a jugar nada más llegar al campus.
En 2009 fueron elegidas en el draft de la WNBA,
la liga de baloncesto profesional femenino, y Christina ayudó a su
equipo, Indiana Fever, a alcanzar la final del campeonato, que perdieron
tras cinco intensos partidos.
Ya convertidas en amigas, decidieron dar un salto a Europa y,
siguiendo la ruta de muchos jugadores de baloncesto, convertirse en
estrellas en las competiciones del viejo continente. Juntas ficharon por
equipos de Eslovaquia, Portugal y, ahora, Rumanía. Que es donde han hecho una nueva y radical opción, y también juntas: convertirse en misioneras católicas.
La evangelización del deporte
Será en el mes de mayo, cuando acabe la temporada. "Comprendí que Dios quería utilizarme como instrumento a través del deporte.
He tenido éxito por la gracia de Dios, y me pregunté si sería capaz de
influir sobre otros deportistas. Y pensé que realmente puedo, y quiero",
explica Jennifer a Varsity Catholic, la institución con la que colaborarán, y que se dedica precisamente a esa misión, evangelizar el mundo del deporte.
A partir del próximo otoño, se incorporarán al equipo de doce misioneros a tiempo completo que manda Focus (The Fellowship of Catholic University Students, Hermandad de Estudiantes Universitarios Católicos), organización en la que está integrada Varsity Catholic. Focus tiene presencia en 74 campus de Estados Unidos, de los cuales 12 los cubre Varsity Catholic, creada en 2007.
"Es una oportunidad realmente especial e importante llevar la fe
católica a la gente, y en particular a los deportistas", dice Christina.
Ella y Jennifer serán las primeras deportistas profesionales que tomarán parte en este peculiar apostolado: "La
forma en que nuestra cultura mira a los deportistas crea una gran
presión y expectación, pero también una plataforma que puede ser
utilizada para difundir el Evangelio", afirma Christina antes de añadir
que "es importante influir en la vida de los deportistas para que
crezcan personalmente, pero también para mostrarles la gran oportunidad que tienen de llevar a otras personas a Cristo".
Juntas para ayudarse
Ambas jugadoras hicieron juntas ese recorrido de profundización. "A veces eres la única cristiana del equipo.
En Vanderbilt había otras, pero fue magnífico que una de ellas fuese mi
compañera de habitación. Nos ayudamos una a otra a llevar una vida
mejor, incluso en las cosas pequeñas", dice Jennifer, quien explica que
Christina le ayudó a redescubrir su fe católica, que llevaba años
cuestionando hasta el punto de considerarse "cristiana sin
denominación".
Y Christina añade: "Estos dos últimos años han sido un viaje maravilloso
juntas para crecer en nuestra fe católica y en santidad. Lo mejor es
que Dios me dio la gracia de abrir mis ojos a lo que Él quería de mí, y que tuve a mi mejor amiga para animarme a hacerlo".
"Nuestra vida no es tan glamurosa como la gente cree", prosigue:
"Nuestra cultura idolatra a los deportistas, pero al finalizar el día
quieres tener algo que sea eterno. Estamos hecho para
algo mucho mayor que la fama o el poder, y comprenderlo me hizo decirle a
Dios: Tú sabes lo que es mejor para mí, así que yo lo quiero también".
Temores desechados
"Será un periodo maravilloso para crecer junto a Cristo y discernir mi vocación de manera más profunda", dice Jennifer pensando en su futuro inmediato.
Están "nerviosas" pero felices, le transmiten a Katy Zweifel, que firma
el reportaje, y no confían en sus fuerzas sino en Dios: "Mis temores se
alivian con la oración, y Dios me recuerda que Él es glorificado en mi debilidad.
Le digo que hago esto porque creo que es lo que Él me ha llamado a
hacer, y que estoy dispuesta. Así que iré, y cuando vaya a los campus...
le pediré a Dios que esté conmigo". Firmado: Jennifer y Christina,
jugadoras de baloncesto. Dos valientes.
UN ESPACIO DEDICADO A LAS MUJERES QUE EN SU ACCIONAR, SON VERDADEROS EJEMPLOS PARA LAS PERSONAS, LA SOCIEDAD Y LAS INSTITUCIONES CON PODER POLITICO Y RELIGIOSO.
sábado, 16 de febrero de 2013
sábado, 9 de febrero de 2013
Salió dos veces del armario: una por lesbiana y la otra por dejar la vida gay y hacerse cristiana
“Cuando
miro hacia atrás veo que el demonio me ha engañado a
mí y a miles de personas más haciéndonos creer
que se puede ser feliz con una vida homosexual. Que es un orgullo
ser homosexual”. Quien afirma esto es Charlene Cothran, la directora
de la revista Venus, una publicación destinada a la comunidad
homosexual afroamericana de Estados Unidos y Canadá, y que
con una tirada de más de 40.000 ejemplares es uno de los referentes
más importantes para este grupo de personas.
"La vida homosexual no hace feliz a nadie"
Charlene ha tenido que salir dos veces del armario. La primera para explicar que era lesbiana; la segunda para explicar que dejaba de serlo y que lo hacía porque era lo que Cristo quería de ella y porque la vida homosexual no hace feliz a nadie. Con una vida pública firmemente comprometida con la causa homosexual, ¿qué iba a pasar con su revista Venus? Charlene responde claramente: “El público será el mismo, pero la misión ha sido renovada: nuestra nueva misión es animar, educar y asistir a todos aquellos que quieren cambiar, pero no han encontrado una salida”.
Defensa de la causa gay
“Cuando fundamos la revista Venus, la idea era demostrar que había un gran comunidad negra de gays y lesbianas –ha explicado Charlene recientemente. La idea era poner un pie en la puerta para poder entrar hasta el final. O hacer una pequeña defensa de los trabajadores gays para que no fueran echados de los colegios por su condición de homosexual. En realidad, lo que verdaderamente queríamos era tomar el control de todo el sistema escolar, tal y como se ha visto en estos 15 años”. La estrategia es colarse un poco para que cuando haya un grupo suficiente de homosexuales se pueda hacer un trabajo más grande.
El lobby gay controla los mas-media en Estados Unidos
Esto se ve, por ejemplo, en los antiguos colaboradores y periodistas de Venus. Ahora están trabajando en Bloomsburg o el New York Times: “Es una realidad que los gays y lesbianas de este país controlan los medios de comunicación. Son ellos los que toman las decisiones. Un ejemplo fácil de ver es el hecho de que en cada programa de entretenimiento deba participar un personaje homosexual. Todo esto –denuncia la exactivista- es porque los homosexuales saben que los medios hablan a la mente, y así puedes cambiar la de los más jóvenes”.
Comprar un mausoleo y ponerse a pensar…
Sin embargo estando en la cima de su exitosa carrera profesional murió su madre. En ese momento Charlene llevaba una vida muy activa con reuniones, entrevistas, conferencias, estrategias políticas para la agenda homosexual y, además, llevaba 10 años conviviendo con otra lesbiana.
La muerte de su madre fue el comienzo del cambio. Tuvo que encargarse de su abuela, enferma de Alzheimer, y llevarla a su casa. Además se vio obligada a comprar una sepultura para enterrar a su madre. Optó por un mausoleo con tres nichos: uno para su madre, otro para su abuela y un tercero… para ella.
¿Un nicho también para ella? Sí. Charlene, que no iba a la iglesia ni a reuniones religiosas, se puso pensar que ese agujero iba a ser su destino final. La cosa le inquietó: “Esto me ayudó a ver de forma diferente mi vida homosexual. Me di cuenta que la gente no se preocupa de la vida después de la muerte. La gente evita pensar en ello. Yo nunca quise ir a una iglesia para homosexuales. Sabía que eso no era sensato”.
A pesar de tu vida, Dios te ama
El visualizar su muerte le planteó cuestiones fundamentales: “Me preguntaba si podría volver a ser libre de la carne y poder ver una mujer sin desearla”.
Cuando estaba con estas inquietudes, una pastora conocida suya la llamó y le preguntó cómo estaba su relación Dios: “Mi espíritu –confiesa Charlene- quería compartir con ella mis luchas, pero me dije: ‘Si le cuentas estas cosas a la pastora te colgará el teléfono y nunca más volverá a llamarte”. Pero no fue así, ella no le colgó el teléfono. Hablaron y hablaron.
A medida que la conversación avanzaba, a Charlene le afloró el orgullo y comenzó a contarle todo el éxito que había logrado, todo lo que había publicado y viajado, el dinero que había ganado con la revista… Al final, la pastora le radiografió el alma: “Puedo ver que quieres regresar a Cristo. Que tú sabes cómo llegar a ser libre pero no sabes cómo mantenerte, y que tú crees que Dios no te puede aceptar porque has tenido una vida pública de lesbiana. Sin embargo, con todo, has de saber que Dios te acepta”.
Charlene explica que Dios la silenció en ese momento, no podía habar, y lo único que hizo fue llorar: “Yo quería ser libre”.
En esos momentos, Dios le habló: “Tienes que elegir hoy a quien vas a servir: estuve contigo amándote, protegiéndote, sacándote de situaciones, ayudándote…” Y es verdad, “Él había hecho esto por mí –reconoce-, Dios me ha abierto caminos. Sabía que era Dios quien había hecho esto cuando mi madre murió. Y lo hacía por amor y compasión”.
Dios siguió hablándole a su alma: “Si me escoges, te haré muy feliz. Voy a emplear todos tus dones para mi gloria. Pero si me dices que ‘no’, voy a permitirte que hagas lo que quieras, pero será un camino de condenación”.
Llamada a confirar en Dios
Ella escogió, y escogió a Dios y, ¡claro!, el demonio también entró en liza: “¿Qué va a pasar con tu salario? Ya no vas a poder publicar la revista gay. ¿Qué será de tus gastos, la casa, el coche…?”.
La que estaba a punto de dejar su vida homosexual no sabía cómo iba a solucionar todos estos problemas, pero tenía que escoger y confiar en Dios. En dos semanas, ella tenía un compromiso público, pues tenía que participar en una mesa redonda convocada con motivo del día del orgullo gay. Entonces el demonio aprovechó la ocasión: “Pero ¿qué va a pasar con el compromiso de New York? Ya te lo han pagado. Tú no puedes presentarte como una mujer salvada por Cristo ese día ante toda la comunidad homosexual”. Ella no sabía cómo lo iba a hacer, pero que allí estaría como una persona salvada, eso era seguro.
Su relación con la pastora continuó y en dos ocasiones, incluso, llegó a preguntarle si quería darle un “sí” a Cristo. Las dos fueron insistentes: una en preguntar y la otra en decir que no. Pero llegó una tercera ocasión: “Y le dije que sí, y el Señor vino a mi corazón ese día” y entregó su vida a Cristo.
Pasó el tiempo, y llegó el encuentro del orgullo gay. Nadie conocía el cambio que estaba operando Dios en su vida. Cristo mismo le hizo ver que no debía preocuparse y que le daría la palabra perfecta en el momento idóneo: “Pero yo me decía en mi interior: conozco a la comunidad de homosexuales y lesbianas, y ¡van a enfadarse conmigo!”. Tenía mucho miedo
Llegó el momento de la verdad
La directora del la revista Venus participaba en un mesa redonda con otros comunicadores, gente que ella conocía y con la que había trabajado mucho. Cada uno de los participantes respondía algunas preguntas sobre cómo habían comenzado con sus publicaciones, cómo conseguían lectores, etc. Finalmente el presentador les preguntó acerca del futuro de sus revistas: “En ese momento me di cuenta que era el momento de hablar: ‘La dirección de la revista Venus va a cambiar 180 grados -explicó. Tenemos otra misión. Hasta ahora les hemos dicho que lo tomen con valentía y que se sientan orgullosos de ser gays, que salgan del armario, que se lo digan a sus padres… Pero ahora vamos a tomar otra dirección. Vamos a informar a la comunidad gay que no es esto lo que Dios quiere de ellos”.
Se hizo un silencio total en el auditorio. Se podía escuchar la caída de un alfiler: “Traté de no mirar a mis amigos y continué: ‘Esto no es lo que Dios quiere, y la revista Venus va a informar a la gente sobre cómo pueden salir de su homosexualidad. Pero como no podemos salir solos, es necesario que nos sometamos a una relación con Dios, y esto es lo que Él ha hecho conmigo”.
El moderador no salía de su asombro, todo era silencio y finalmente, tras un minuto en el que nadie dijo nada, cogió fuerzas para presentar al siguiente invitado.
Nadie puede acusarme de discriminación
Una vez acabado el evento, había un cóctel al que Charlene no osaba ni presentarse: “Vete de aquí, no vayas, corre al coche y vuelve a New Jersey lo antes posible, no respondas preguntas. Sólo sal de aquí”, se dijo a sí misma.
Pero el Señor intervino: “Ésta es tu misión, aquí es donde tú empiezas; te vas a quedar y vas a hacer lo que tengas que hacer”.
Ella pensó que “me van tratar muy duro, me van a separar del grupo, estaré sola”. Pero la realidad fue, una vez más, muy diferente: uno a uno acudieron a ella los asistentes y le explicaban sus experiencias personales: “Yo iba antes a la iglesia y hoy no soy feliz. También quiero dejar la homosexualidad”.
Otra mujer le dijo: “Yo era ministra y caí. Esa es la razón por la cual ando en esta vida gay”. Le agradecían sus palabras: “Gracias por compartir esto conmigo, por decir lo que dijiste y tener la valentía para decirlo en esta reunión”. Ella se dio cuenta del valor de su testimonio: “Conmigo no podrán decir que estoy discriminando a los homosexuales, porque ellos saben muy bien que estuve en la misma situación que ellos están ahora; saben que yo estaba atrapada en la misma lucha carnal, pero ahora soy libre”.
No se puede ser cristiano y homosexual a la vez
En el templo al que acude, se canta una canción que proclama: “El Señor está en este lugar, ¡oh, alma mía! Él está en este lugar”. No hace referencia al edificio, sino al alma: “Hoy puedo decir que Cristo vino y llenó este lugar vacío, porque quien no tiene a Cristo en su vida, tiene un lugar vacío –explica Charlenne. Cristo es un caballero, Él no va a entrar en tu vida si no lo invitas. Pero sólo entra a lugares limpios. Hay gays y lesbianas que creen que se puede ser homosexual y cristiano al mismo tiempo. Pero esto es una mentira del demonio para tener a la gente atrapada. El Señor me ha enviado a denunciar esta mentira. Cristo y la oscuridad no pueden vivir juntos”.
El demonio usa otra mentira para tener atados y bien atados a los homosexuales. Es el hecho de no poder cambiar y abandonar esa situación que tantísimo dolor les produce: “Tú no puedes cambiar. Nunca vas a cambiar porque has sido gay y vivido como gay más de treinta años”.
Pero como aclara la exlesbiana: “Yo soy una evidencia de que el Espíritu Santo puede cambiarte si tú le das todo tu corazón. Cuando ores, ora para que Dios venga y cambie todo tu corazón, no sólo para que te quite el deseo homosexual. Esto no funciona así. Tienes que entregarte completamente. Así Él obrará en ti”.
Tengo una paz que los demás no tienen
Al poco de su salida del armario cristiano, una mujer le escribió: “Estás muy equivocada, te aplaudo por los cambios que has hecho en tu vida, pero creo que Dios me ama tal y como soy”. Charlene le contestó: “Estoy de acuerdo contigo, Dios te ama” pero también sabes que eres una pecadora: “Dios te ama como eres, pero espera que lo ames así, como Él es: santo y sagrado. Dios ha creado su orden y nos guste o no es Su orden. Él está esperando que le amemos como Él es y cuando lo elijas, porque nos dio libertad para elegir, elije amar a Dios tal y como Él es, y simplemente sigue su orden y su palabra. Entonces, Él entrará en tu vida y te cambiará, te dará paz y regocijo. Eso es lo que yo tengo y la gente no entiende. Una paz que no tenía antes y que la gente que conozco quiere tener”.
Salir del lesbianismo
La directora de Venus puso su propio testimonio en la portada de la revista: “Recibí cartas de lectores muy enfadados. Recuerdo la de una mujer que me decía que cómo podía hacer esto a nuestra comunidad”. Sin embargo, dos años más tarde, la misma mujer le escribió y le dijo: “Nunca imaginé que un día te iba a escribir para decirte que he salido del lesbianismo y decidido entregar mi vida a Jesús”.
Un decálogo para iniciar el cambio
Charlene Cothran ha redactado un decálogo titulado “Redímete. 10 formas de salir de la vida gay, si quieres salir” . Es todo un itinerario de salvación. Se resume en lo siguiente:
1) Establecer y aceptar para uno mismo que la Palabra de Dios es cierta tal cual fue dicha
2) Buscar la verdad en las escrituras acerca de la homosexualidad
3) No rechazar la llamada de Dios en tu vida
4) Saber con certeza que eres amado por Dios
5) Decir sí
6) Hacer real tu salvación, no ocultarla, pues con ello el enemigo intentará que vuelvas a tu antigua vida
7) Experimenta el paraíso AHORA
8) Camina con cuidado para mantener el espíritu limpio y fresco
9) Haz amistad con personas creyentes, siempre hay gente que está dispuesta caminar con nosotros
10) Estate en contacto con la revista y compártenos tu testimonio.
"La vida homosexual no hace feliz a nadie"
Charlene ha tenido que salir dos veces del armario. La primera para explicar que era lesbiana; la segunda para explicar que dejaba de serlo y que lo hacía porque era lo que Cristo quería de ella y porque la vida homosexual no hace feliz a nadie. Con una vida pública firmemente comprometida con la causa homosexual, ¿qué iba a pasar con su revista Venus? Charlene responde claramente: “El público será el mismo, pero la misión ha sido renovada: nuestra nueva misión es animar, educar y asistir a todos aquellos que quieren cambiar, pero no han encontrado una salida”.
Defensa de la causa gay
“Cuando fundamos la revista Venus, la idea era demostrar que había un gran comunidad negra de gays y lesbianas –ha explicado Charlene recientemente. La idea era poner un pie en la puerta para poder entrar hasta el final. O hacer una pequeña defensa de los trabajadores gays para que no fueran echados de los colegios por su condición de homosexual. En realidad, lo que verdaderamente queríamos era tomar el control de todo el sistema escolar, tal y como se ha visto en estos 15 años”. La estrategia es colarse un poco para que cuando haya un grupo suficiente de homosexuales se pueda hacer un trabajo más grande.
El lobby gay controla los mas-media en Estados Unidos
Esto se ve, por ejemplo, en los antiguos colaboradores y periodistas de Venus. Ahora están trabajando en Bloomsburg o el New York Times: “Es una realidad que los gays y lesbianas de este país controlan los medios de comunicación. Son ellos los que toman las decisiones. Un ejemplo fácil de ver es el hecho de que en cada programa de entretenimiento deba participar un personaje homosexual. Todo esto –denuncia la exactivista- es porque los homosexuales saben que los medios hablan a la mente, y así puedes cambiar la de los más jóvenes”.
Comprar un mausoleo y ponerse a pensar…
Sin embargo estando en la cima de su exitosa carrera profesional murió su madre. En ese momento Charlene llevaba una vida muy activa con reuniones, entrevistas, conferencias, estrategias políticas para la agenda homosexual y, además, llevaba 10 años conviviendo con otra lesbiana.
La muerte de su madre fue el comienzo del cambio. Tuvo que encargarse de su abuela, enferma de Alzheimer, y llevarla a su casa. Además se vio obligada a comprar una sepultura para enterrar a su madre. Optó por un mausoleo con tres nichos: uno para su madre, otro para su abuela y un tercero… para ella.
¿Un nicho también para ella? Sí. Charlene, que no iba a la iglesia ni a reuniones religiosas, se puso pensar que ese agujero iba a ser su destino final. La cosa le inquietó: “Esto me ayudó a ver de forma diferente mi vida homosexual. Me di cuenta que la gente no se preocupa de la vida después de la muerte. La gente evita pensar en ello. Yo nunca quise ir a una iglesia para homosexuales. Sabía que eso no era sensato”.
A pesar de tu vida, Dios te ama
El visualizar su muerte le planteó cuestiones fundamentales: “Me preguntaba si podría volver a ser libre de la carne y poder ver una mujer sin desearla”.
Cuando estaba con estas inquietudes, una pastora conocida suya la llamó y le preguntó cómo estaba su relación Dios: “Mi espíritu –confiesa Charlene- quería compartir con ella mis luchas, pero me dije: ‘Si le cuentas estas cosas a la pastora te colgará el teléfono y nunca más volverá a llamarte”. Pero no fue así, ella no le colgó el teléfono. Hablaron y hablaron.
A medida que la conversación avanzaba, a Charlene le afloró el orgullo y comenzó a contarle todo el éxito que había logrado, todo lo que había publicado y viajado, el dinero que había ganado con la revista… Al final, la pastora le radiografió el alma: “Puedo ver que quieres regresar a Cristo. Que tú sabes cómo llegar a ser libre pero no sabes cómo mantenerte, y que tú crees que Dios no te puede aceptar porque has tenido una vida pública de lesbiana. Sin embargo, con todo, has de saber que Dios te acepta”.
Charlene explica que Dios la silenció en ese momento, no podía habar, y lo único que hizo fue llorar: “Yo quería ser libre”.
En esos momentos, Dios le habló: “Tienes que elegir hoy a quien vas a servir: estuve contigo amándote, protegiéndote, sacándote de situaciones, ayudándote…” Y es verdad, “Él había hecho esto por mí –reconoce-, Dios me ha abierto caminos. Sabía que era Dios quien había hecho esto cuando mi madre murió. Y lo hacía por amor y compasión”.
Dios siguió hablándole a su alma: “Si me escoges, te haré muy feliz. Voy a emplear todos tus dones para mi gloria. Pero si me dices que ‘no’, voy a permitirte que hagas lo que quieras, pero será un camino de condenación”.
Llamada a confirar en Dios
Ella escogió, y escogió a Dios y, ¡claro!, el demonio también entró en liza: “¿Qué va a pasar con tu salario? Ya no vas a poder publicar la revista gay. ¿Qué será de tus gastos, la casa, el coche…?”.
La que estaba a punto de dejar su vida homosexual no sabía cómo iba a solucionar todos estos problemas, pero tenía que escoger y confiar en Dios. En dos semanas, ella tenía un compromiso público, pues tenía que participar en una mesa redonda convocada con motivo del día del orgullo gay. Entonces el demonio aprovechó la ocasión: “Pero ¿qué va a pasar con el compromiso de New York? Ya te lo han pagado. Tú no puedes presentarte como una mujer salvada por Cristo ese día ante toda la comunidad homosexual”. Ella no sabía cómo lo iba a hacer, pero que allí estaría como una persona salvada, eso era seguro.
Su relación con la pastora continuó y en dos ocasiones, incluso, llegó a preguntarle si quería darle un “sí” a Cristo. Las dos fueron insistentes: una en preguntar y la otra en decir que no. Pero llegó una tercera ocasión: “Y le dije que sí, y el Señor vino a mi corazón ese día” y entregó su vida a Cristo.
Pasó el tiempo, y llegó el encuentro del orgullo gay. Nadie conocía el cambio que estaba operando Dios en su vida. Cristo mismo le hizo ver que no debía preocuparse y que le daría la palabra perfecta en el momento idóneo: “Pero yo me decía en mi interior: conozco a la comunidad de homosexuales y lesbianas, y ¡van a enfadarse conmigo!”. Tenía mucho miedo
Llegó el momento de la verdad
La directora del la revista Venus participaba en un mesa redonda con otros comunicadores, gente que ella conocía y con la que había trabajado mucho. Cada uno de los participantes respondía algunas preguntas sobre cómo habían comenzado con sus publicaciones, cómo conseguían lectores, etc. Finalmente el presentador les preguntó acerca del futuro de sus revistas: “En ese momento me di cuenta que era el momento de hablar: ‘La dirección de la revista Venus va a cambiar 180 grados -explicó. Tenemos otra misión. Hasta ahora les hemos dicho que lo tomen con valentía y que se sientan orgullosos de ser gays, que salgan del armario, que se lo digan a sus padres… Pero ahora vamos a tomar otra dirección. Vamos a informar a la comunidad gay que no es esto lo que Dios quiere de ellos”.
Se hizo un silencio total en el auditorio. Se podía escuchar la caída de un alfiler: “Traté de no mirar a mis amigos y continué: ‘Esto no es lo que Dios quiere, y la revista Venus va a informar a la gente sobre cómo pueden salir de su homosexualidad. Pero como no podemos salir solos, es necesario que nos sometamos a una relación con Dios, y esto es lo que Él ha hecho conmigo”.
El moderador no salía de su asombro, todo era silencio y finalmente, tras un minuto en el que nadie dijo nada, cogió fuerzas para presentar al siguiente invitado.
Nadie puede acusarme de discriminación
Una vez acabado el evento, había un cóctel al que Charlene no osaba ni presentarse: “Vete de aquí, no vayas, corre al coche y vuelve a New Jersey lo antes posible, no respondas preguntas. Sólo sal de aquí”, se dijo a sí misma.
Pero el Señor intervino: “Ésta es tu misión, aquí es donde tú empiezas; te vas a quedar y vas a hacer lo que tengas que hacer”.
Ella pensó que “me van tratar muy duro, me van a separar del grupo, estaré sola”. Pero la realidad fue, una vez más, muy diferente: uno a uno acudieron a ella los asistentes y le explicaban sus experiencias personales: “Yo iba antes a la iglesia y hoy no soy feliz. También quiero dejar la homosexualidad”.
Otra mujer le dijo: “Yo era ministra y caí. Esa es la razón por la cual ando en esta vida gay”. Le agradecían sus palabras: “Gracias por compartir esto conmigo, por decir lo que dijiste y tener la valentía para decirlo en esta reunión”. Ella se dio cuenta del valor de su testimonio: “Conmigo no podrán decir que estoy discriminando a los homosexuales, porque ellos saben muy bien que estuve en la misma situación que ellos están ahora; saben que yo estaba atrapada en la misma lucha carnal, pero ahora soy libre”.
No se puede ser cristiano y homosexual a la vez
En el templo al que acude, se canta una canción que proclama: “El Señor está en este lugar, ¡oh, alma mía! Él está en este lugar”. No hace referencia al edificio, sino al alma: “Hoy puedo decir que Cristo vino y llenó este lugar vacío, porque quien no tiene a Cristo en su vida, tiene un lugar vacío –explica Charlenne. Cristo es un caballero, Él no va a entrar en tu vida si no lo invitas. Pero sólo entra a lugares limpios. Hay gays y lesbianas que creen que se puede ser homosexual y cristiano al mismo tiempo. Pero esto es una mentira del demonio para tener a la gente atrapada. El Señor me ha enviado a denunciar esta mentira. Cristo y la oscuridad no pueden vivir juntos”.
El demonio usa otra mentira para tener atados y bien atados a los homosexuales. Es el hecho de no poder cambiar y abandonar esa situación que tantísimo dolor les produce: “Tú no puedes cambiar. Nunca vas a cambiar porque has sido gay y vivido como gay más de treinta años”.
Pero como aclara la exlesbiana: “Yo soy una evidencia de que el Espíritu Santo puede cambiarte si tú le das todo tu corazón. Cuando ores, ora para que Dios venga y cambie todo tu corazón, no sólo para que te quite el deseo homosexual. Esto no funciona así. Tienes que entregarte completamente. Así Él obrará en ti”.
Tengo una paz que los demás no tienen
Al poco de su salida del armario cristiano, una mujer le escribió: “Estás muy equivocada, te aplaudo por los cambios que has hecho en tu vida, pero creo que Dios me ama tal y como soy”. Charlene le contestó: “Estoy de acuerdo contigo, Dios te ama” pero también sabes que eres una pecadora: “Dios te ama como eres, pero espera que lo ames así, como Él es: santo y sagrado. Dios ha creado su orden y nos guste o no es Su orden. Él está esperando que le amemos como Él es y cuando lo elijas, porque nos dio libertad para elegir, elije amar a Dios tal y como Él es, y simplemente sigue su orden y su palabra. Entonces, Él entrará en tu vida y te cambiará, te dará paz y regocijo. Eso es lo que yo tengo y la gente no entiende. Una paz que no tenía antes y que la gente que conozco quiere tener”.
Salir del lesbianismo
La directora de Venus puso su propio testimonio en la portada de la revista: “Recibí cartas de lectores muy enfadados. Recuerdo la de una mujer que me decía que cómo podía hacer esto a nuestra comunidad”. Sin embargo, dos años más tarde, la misma mujer le escribió y le dijo: “Nunca imaginé que un día te iba a escribir para decirte que he salido del lesbianismo y decidido entregar mi vida a Jesús”.
Un decálogo para iniciar el cambio
Charlene Cothran ha redactado un decálogo titulado “Redímete. 10 formas de salir de la vida gay, si quieres salir” . Es todo un itinerario de salvación. Se resume en lo siguiente:
1) Establecer y aceptar para uno mismo que la Palabra de Dios es cierta tal cual fue dicha
2) Buscar la verdad en las escrituras acerca de la homosexualidad
3) No rechazar la llamada de Dios en tu vida
4) Saber con certeza que eres amado por Dios
5) Decir sí
6) Hacer real tu salvación, no ocultarla, pues con ello el enemigo intentará que vuelvas a tu antigua vida
7) Experimenta el paraíso AHORA
8) Camina con cuidado para mantener el espíritu limpio y fresco
9) Haz amistad con personas creyentes, siempre hay gente que está dispuesta caminar con nosotros
10) Estate en contacto con la revista y compártenos tu testimonio.
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domingo, 3 de febrero de 2013
Visitó el infierno en una experiencia casi mortal: por la oración de un desconocido volvió a vivir
Golpeada por un rayo, yacía en una camilla y se enfrentaba a un terrible
repaso de los mandamientos que ella vivía con tibieza. Fue "devuelta",
dice, con la misión de dar testimonio.
Gloria Polo, a pesar de sus orígenes humildes, llegó a subir a una magnífica posición social en la sociedad colombiana.
Tenía todo lo que quería: un marido, dos hijos, un buen trabajo–es dentista-, admirada por todos, dinero, liderazgo… hasta que un día le cayó un rayo.
Textual: “Un viernes por la tarde estaba con mi sobrino en la Universidad Nacional en Bogotá. Llovía muy fuerte, mi sobrino y yo íbamos debajo de un paraguas muy pequeño. Como podíamos, saltábamos los charcos, hasta que nos cayó un rayo. Nos dejó carbonizados; mi sobrino fallece allí. En cambio a mí el rayo me entra. Me quema de forma espantosa todo mi cuerpo, por fuera y por dentro. Todo mi cuerpo está reconstruido. Es misericordia de nuestro Señor. Me carboniza, prácticamente se me desaparece toda mi carne y mis costillas; el vientre, las piernas... sale el rayo por el pie derecho, se me carboniza el hígado, se me queman los riñones, los pulmones…”
El túnel de luz, los parientes fallecidos
Decir que aquello cambió su vida sería una perogrullada, pero realmente lo fue, no sólo en lo físico sino en lo psíquico y en lo espiritual.
En cuanto le cayó el rayo, tuvo una de esas experiencias extrañas de las que de vez en cuando se habla: vio un túnel de luz y se encontró con sus familiares; abrazos, saludos, luz, mucha luz, paz, serenidad… hasta que escuchó la voz de su marido que le decía: “¡Gloria! Por favor, no se vaya. ¡Mire, Gloria regrese! Los niños, Gloria. No sea cobarde”.
En aquel lugar encontró paz, serenidad, goce; se estaba bien, incluso, con uno mismo. Sin embargo, volvió.
Volver a un cuerpo destrozado
El regreso fue dramático. Los médicos, la ambulancia, los dolores... Con todo, lo peor fue saberse con el cuerpo destrozado, su vanidad: “Una mujer con criterios de mundo, la mujer ejecutiva. La intelectual, la estudiante y la esclavizada del cuerpo, de la belleza y de la moda: cuatro horas diarias de ejercicios aeróbicos. Esclavizada para tener un cuerpo hermoso. Masajes. Dietas...”
Inmediatamente fue llevada al hospital pero en plena operación volvió a “salirse del cuerpo”.
Una vida para vivirla a tope
Ya volveremos ahí, pero ahora demos unas pinceladas sobre su vida. Como ya dijimos, Gloria nació en una familia humilde de Colombia. Su madre debió ser una auténtica santa: sacó adelante a sus siete hijos a pesar del marido que tenía, borracho, mujeriego, maltratador… Gloria llegó estudió, se hizo dentista y consiguió una envidiable posición social.
En esa cumbre, en donde todo es vanidad y apariencia, Gloria dedicaba horas y horas a hacer deporte, masajes y vestía a la última y sin el menor decoro. Es paradójico que su culto al cuerpo, el verdadero centro de su vida, acabara fulminado por un rayo.
Misa por apariencia social
Como cristiana, dejaba mucho que desear. Ciertamente acudía a Misa los domingos, pero no dejaba de ser también una postura social. Las Misas a las que acudía eran tan cortas como su fe: ahí empezaba, ahí acababa.
Claro, que de su alejamiento de Dios también tenía la culpa algún que otro cura. Cuando era estudiante, recuerda Gloria, escuchó de la boca de un sacerdote que el Infierno y los demonios no existían. Esto le impactó y la alejó todavía más de una vida cristiana. Con toda lógica se cuestionó que para qué preocuparse de lo que hagamos y cómo seamos, al final sólo hay Cielo.
La caída en el Infierno
Volvamos a la mesa de operaciones. En plena intervención empezó a tener otra experiencia similar a la anterior. Sólo que esta vez eran las puertas del dolor y del sufrimiento las que se abrían. No eran esos momentos de placer y armonía que vivió antes.
“Veía a los demonios que venían a recogerme. En ese instante, empecé a ver cómo de la pared del quirófano brotaban muchísimas personas. Aparentemente comunes y corrientes, pero con una mirada de odio tan grande, una mirada espantosa, y yo me doy cuenta en ese instante que a todas ellas les debo algo; que el pecado no fue gratis. En ese susto tan terrible, yo salí corriendo y atravesé la pared del quirófano. Aspiraba a esconderme entre los pasillos del hospital, pero cuando salí caí en el vació”.
La visión le condujo “por una cantidad de túneles que van abajo. Al principio tenían luz y eran luces como panales de abeja. Donde había muchísima gente. Pero voy descendiendo y la luz se va perdiendo y empiezo andar en unos túneles de tinieblas espantosas. No se pueden comparar. Ellas mismas ocasionan dolor. Horror. Vergüenza. Huelen mal. Y yo termino ese descenso por entre todos esos túneles y llego a una parte plana. Veo cómo en el piso se abre una boca grandísima y siento un vació impresionante en mi cuerpo. Lo más espantoso de ese hueco era que no se sentía ni un poco del amor de Dios, ni una gota de esperanza”.
Millares de personas en el Infierno
Con toda su alegre y despreocupada vida perdida en algún lado, empezó a gritar: “¡Almas del purgatorio, por favor, sáquenme de aquí!” En medio de esos gritos y ese dolor descubre a millares y millares de personas, sobre todo jóvenes. Era el rechinar de dientes, alaridos y lamentaciones.
Gloria no entendía qué hacía allá: “Yo, tan santa. Jamás he robado, yo nunca he matado, yo le daba limosnas a los pobres, yo sacaba muelas gratis a los que necesitaban. ¿Qué hago aquí? Yo iba a Misa los domingos, a pesar de que me consideraba atea nunca falté; si en mi vida falte cinco veces a misa fue mucho. Yo soy católica, por favor, yo soy católica, sáquenme de aquí”.
De repente se escuchó una voz dulce y todo se inundó de amor y de paz. Incluso, todas las criaturas salieron despavoridas. Una voz que le pidió: “Muy bien, si tú eres católica dime los mandamientos de la Ley de Dios”.
No has amado ni a Dios ni a los hombres
A partir de ese momento comenzó un repaso de su vida a la luz del Decálogo. Mandamiento a mandamiento, fue descubriendo que había pecado gravemente en cada uno de ellos:
- El primero. Amar a Dios sobre todas las cosas, y al prójimo como a ti mismo
- ¡Muy bien! -y le preguntan: ¿Y tú los has amado?
- ¡Yo sí, yo sí, yo sí!
Pero la voz le respondíó:
- ¡No! ¡Tú no has amado a tu Señor sobre todas las cosas, y muchísimo menos a tu prójimo como a ti misma! Tú te hiciste un dios que acomodaste a tu vida sólo en momentos de extrema necesidad: te postrabas ante él cuando eras pobre, cuando tu familia era humilde, cuando querías ser profesional. ¡Ahí sí orabas todos los días, y te postrabas horas enteras suplicando a tu Señor! ¡Orando y pidiéndole para que él te sacara de esa pobreza y te permitiera ser profesional y ser alguien! Cuándo tenías necesidad y querías dinero. ¡Esa era la relación que tú tenías con el Señor!
Y era verdad. Gloria confiesa que Dios era como “cajero automático”. En el mismo momento en que tenía lo que quería se olvidaba de Él. Jamás fue agradecida, ni con Dios ni con los hombres.
Ni siquiera con sus padres. Jamás reconoció su esfuerzo, su amor y su entrega. Es más, llegaba a avergonzarse de su madre, por su humildad y su pobreza. Esposa y madre renegona, ni qué decir del resto de personas. Todo un corazón de piedra.
El repaso de los mandamientos
Continuó el examen con el resto de los mandamientos. Con el segundo, resultó que desde pequeña ya juraba en falso con total de salvarse de castigos y conseguir lo que quería. Con el tercero sintió un inmenso dolor: “La voz me decía que yo dedicaba cuatro y cinco horas a mi cuerpo y ni siquiera diez minutos diarios de profundo amor al Señor, de agradecimiento o de una oración”.
Del cuarto mandamiento, honrar a Padre y Madre, el Señor le mostraba cómo fue de desagradecida con ellos, “cómo maldecía y renegaba cuando no me podían dar todo lo que mis amiga tenían, y cómo fui una hija que no valoraba lo que tenía. Llegué al punto de decir que esa no era mi mamá, porque me parecía muy poquita cosa para mí”.
El ambiente familiar tampoco ayudaba mucho. Su padre presumía delante de su madre de lo mujeriego que era, de lo mucho que fumaba y bebía: “Me empecé a llenar de rabia, de resentimiento y empecé a ver cómo el resentimiento me llevaba a la muerte espiritual, sentía una rabia espantosa al ver cómo mi papá humillaba a mi mamá delante de todo el mundo”. Cuando Gloria comenzó a tener una autonomía económica quiso divorciar a sus padres: “¡Sepárese de mi papá, es imposible que usted aguante un tipo así, sea digna, hágase valer, mamá!”.
Como la madre no quiso “empecé a defender el aborto, el divorcio y a defender la ley del Talión, el que me la hace me la paga, nunca fui infiel físicamente, pero dañé a mucha gente con mis consejos”.
Los abortos que ella pagó
Cuando llegamos al quinto mandamiento, el Señor le mostró cómo había pecado en aquello que más abomina: el aborto. Gloria vio a una niña de catorce años abortando, era una sobrina suya: “No sean bobitas –les decía a sus sobrinas-, si sus mamás les hablan de virginidad y de castidad es porque están pasadas de moda. Ellas hablan de una Biblia de hace dos mil años, y los curas no se han querido modernizar. Ellas hablan de lo que decía el Papa, pero ese Papa está pasado de moda”. Sólo que algunas de ellas quedaron embarazadas. Embarazos que finalizaron en aborto. Abortos que pagó ella.
Con el sexto mandamiento, no fornicar, se sentía más segura: “No, aquí sí que no me van a descubrir ningún amante porque yo en toda la vida sólo he tenido un hombre y es mi esposo”. Pero le mostró su forma de vestir y de exhibirse ante los hombres, lo que llevó a muchos a que tuvieran malos pensamientos haciéndolos pecar y participando en su adulterio. Pero había más: “Yo aconsejaba a muchas mujeres que fueran infieles con sus esposos. Les decía: no sean bobas desquítense, no los perdonen y divórciense”.
Robar la honra, robar la presencia
En el séptimo, el de no robar, Gloria se consideraba honesta, pero se ve que el Señor tenía otra perspectiva del asunto. Ya no era únicamente el dinero malgastado para su vanidad, cuando en su propio país había gente que no tenía lo esencial para vivir, sino que el Señor le mostró el robo que hizo de la honra a muchas personas de las que hablaba mal. O peor aún, el robo que hizo a sus hijos. Ella les robó a su madre: “Una mamá en la casa, tierna; una mamá que les amara y no la mamá en la calle dejando a los niños solos con el papá televisor, la mamá computadora o con los videojuegos”.
¿Y qué decir de los falsos testimonios, ella que desde pequeña mintió para conseguir todo lo que necesitaba? Aquí se vio como hija de la mentira, como hija de Satanás: “Si Dios es la verdad y Satanás es la mentira, ¿quién era mi papá?” En cierta ocasión llegó a decirle a su madre, para ratificarse, que si mentía que le cayera un rayo…
Y cuando llegó el mandamiento de la codicia “salieron todos mis males. Yo pensaba que iba a ser feliz teniendo mucho dinero y se me volvió una obsesión. Cuando tuve mucho fue el peor momento que vivió mi alma. Con tanto dinero y sola, vacía, amargada, frustrada quería suicidarme. Esa codicia me soltó de la mano del Señor”.
El libro de la Vida
Gloria explica cómo después del tremendo examen de los 10 Mandamientos, Dios le mostró el “Libro de la Vida”. En ese libro todo queda al descubierto, acciones y pensamientos, desde el momento en que inicia la vida de la persona.
- ¿Qué tesoros espirituales traes?, le preguntó el Señor.
- Tengo las manos vacías –pensó Gloria. Ella que había tenido de todo en este mundo no traía absolutamente nada.
- ¿Qué hiciste con los talentos que yo te di?
- …
- Es que tu muerte espiritual –le aclaró Dios a Gloria- comenzó cuando a ti te dejaron de doler tus hermanos. En el corazón no sentías nada, todo de piedra, el pecado te lo petrificó.
En ese libro vio, cómo hasta el último momento de su vida, Dios le estuvo buscando para que se convirtiera: “En mi libre albedrío, escogí quién era mi papá, y Dios no fue mi papá. Escogí a Satanás. Cuando se cerró ese libro, vi que estoy de cabeza hacia un hueco”.
Un último recuerdo salvador
En ese momento recordó el consejo de una paciente suya: “Mire, doctora, usted es muy materialista y un día lo va a necesitar. Cuando usted esté en inminente peligro, cualquiera que sea, pídale a Jesucristo que la cubra con su sangre. Él nunca la va abandonar. Porque Él pagó un precio de sangre por usted”. Y con esa vergüenza tan grande y ese dolor, empezó a gritar: “Jesucristo, Señor, ten compasión de mí.¡Perdóname, Señor, dame una segunda oportunidad!”
Su grito fue escuchado. Jesucristo la sacó de allí y le dijo: “Vas a volver. Vas a tener tú segunda oportunidad, pero no por la oración de tu familia. Porque es normal que ellos oren y clamen por ti, sino por toda la intercesión de todas las personas ajenas a tu carne y a tu sangre que han llorado, han orado y han elevado su corazón con muchísimo amor por ti”.
La oración de un campesino desconocido
De entre todas, el Señor le hizo ver una en concreto. Era la de un pobre campesino que cuando supo el terrible dolor que debió sufrir por el rayo no dejó de orar y sacrificarse por ella: “Eso es Amor al Prójimo –le explicó el Señor. Vas a volver, pero tú no lo vas a repetir mil veces. Sino mil veces mil. Y, ¡ay!, de aquellos que oyéndote no cambien, porque van a ser juzgados con más severidad. Como lo vas a ser tú en tu segundo regreso”.
Actualmente, Gloria Polo se dedica a dar conferencias con su testimonio allí en donde la invitan. También ha publicado su testimonio en varios idiomas en su web (www.gloria.polo.ortiz.in): Ella da gracias Dios constantemente por el regalo de una segunda oportunidad: “Cómo me duelen mis años anteriores en que fui una católica dietética; doy gracias a Dios por mi madre la Iglesia Católica. Amo profundamente al Papa, a mis sacerdotes y religiosas… En mi experiencia de adoración al Santísimo, esta miserable sierva ha encontrado los deleites, la Paz y el Amor, anticipos del Paraíso”.
Gloria Polo, a pesar de sus orígenes humildes, llegó a subir a una magnífica posición social en la sociedad colombiana.
Tenía todo lo que quería: un marido, dos hijos, un buen trabajo–es dentista-, admirada por todos, dinero, liderazgo… hasta que un día le cayó un rayo.
Textual: “Un viernes por la tarde estaba con mi sobrino en la Universidad Nacional en Bogotá. Llovía muy fuerte, mi sobrino y yo íbamos debajo de un paraguas muy pequeño. Como podíamos, saltábamos los charcos, hasta que nos cayó un rayo. Nos dejó carbonizados; mi sobrino fallece allí. En cambio a mí el rayo me entra. Me quema de forma espantosa todo mi cuerpo, por fuera y por dentro. Todo mi cuerpo está reconstruido. Es misericordia de nuestro Señor. Me carboniza, prácticamente se me desaparece toda mi carne y mis costillas; el vientre, las piernas... sale el rayo por el pie derecho, se me carboniza el hígado, se me queman los riñones, los pulmones…”
El túnel de luz, los parientes fallecidos
Decir que aquello cambió su vida sería una perogrullada, pero realmente lo fue, no sólo en lo físico sino en lo psíquico y en lo espiritual.
En cuanto le cayó el rayo, tuvo una de esas experiencias extrañas de las que de vez en cuando se habla: vio un túnel de luz y se encontró con sus familiares; abrazos, saludos, luz, mucha luz, paz, serenidad… hasta que escuchó la voz de su marido que le decía: “¡Gloria! Por favor, no se vaya. ¡Mire, Gloria regrese! Los niños, Gloria. No sea cobarde”.
En aquel lugar encontró paz, serenidad, goce; se estaba bien, incluso, con uno mismo. Sin embargo, volvió.
Volver a un cuerpo destrozado
El regreso fue dramático. Los médicos, la ambulancia, los dolores... Con todo, lo peor fue saberse con el cuerpo destrozado, su vanidad: “Una mujer con criterios de mundo, la mujer ejecutiva. La intelectual, la estudiante y la esclavizada del cuerpo, de la belleza y de la moda: cuatro horas diarias de ejercicios aeróbicos. Esclavizada para tener un cuerpo hermoso. Masajes. Dietas...”
Inmediatamente fue llevada al hospital pero en plena operación volvió a “salirse del cuerpo”.
Una vida para vivirla a tope
Ya volveremos ahí, pero ahora demos unas pinceladas sobre su vida. Como ya dijimos, Gloria nació en una familia humilde de Colombia. Su madre debió ser una auténtica santa: sacó adelante a sus siete hijos a pesar del marido que tenía, borracho, mujeriego, maltratador… Gloria llegó estudió, se hizo dentista y consiguió una envidiable posición social.
En esa cumbre, en donde todo es vanidad y apariencia, Gloria dedicaba horas y horas a hacer deporte, masajes y vestía a la última y sin el menor decoro. Es paradójico que su culto al cuerpo, el verdadero centro de su vida, acabara fulminado por un rayo.
Misa por apariencia social
Como cristiana, dejaba mucho que desear. Ciertamente acudía a Misa los domingos, pero no dejaba de ser también una postura social. Las Misas a las que acudía eran tan cortas como su fe: ahí empezaba, ahí acababa.
Claro, que de su alejamiento de Dios también tenía la culpa algún que otro cura. Cuando era estudiante, recuerda Gloria, escuchó de la boca de un sacerdote que el Infierno y los demonios no existían. Esto le impactó y la alejó todavía más de una vida cristiana. Con toda lógica se cuestionó que para qué preocuparse de lo que hagamos y cómo seamos, al final sólo hay Cielo.
La caída en el Infierno
Volvamos a la mesa de operaciones. En plena intervención empezó a tener otra experiencia similar a la anterior. Sólo que esta vez eran las puertas del dolor y del sufrimiento las que se abrían. No eran esos momentos de placer y armonía que vivió antes.
“Veía a los demonios que venían a recogerme. En ese instante, empecé a ver cómo de la pared del quirófano brotaban muchísimas personas. Aparentemente comunes y corrientes, pero con una mirada de odio tan grande, una mirada espantosa, y yo me doy cuenta en ese instante que a todas ellas les debo algo; que el pecado no fue gratis. En ese susto tan terrible, yo salí corriendo y atravesé la pared del quirófano. Aspiraba a esconderme entre los pasillos del hospital, pero cuando salí caí en el vació”.
La visión le condujo “por una cantidad de túneles que van abajo. Al principio tenían luz y eran luces como panales de abeja. Donde había muchísima gente. Pero voy descendiendo y la luz se va perdiendo y empiezo andar en unos túneles de tinieblas espantosas. No se pueden comparar. Ellas mismas ocasionan dolor. Horror. Vergüenza. Huelen mal. Y yo termino ese descenso por entre todos esos túneles y llego a una parte plana. Veo cómo en el piso se abre una boca grandísima y siento un vació impresionante en mi cuerpo. Lo más espantoso de ese hueco era que no se sentía ni un poco del amor de Dios, ni una gota de esperanza”.
Millares de personas en el Infierno
Con toda su alegre y despreocupada vida perdida en algún lado, empezó a gritar: “¡Almas del purgatorio, por favor, sáquenme de aquí!” En medio de esos gritos y ese dolor descubre a millares y millares de personas, sobre todo jóvenes. Era el rechinar de dientes, alaridos y lamentaciones.
Gloria no entendía qué hacía allá: “Yo, tan santa. Jamás he robado, yo nunca he matado, yo le daba limosnas a los pobres, yo sacaba muelas gratis a los que necesitaban. ¿Qué hago aquí? Yo iba a Misa los domingos, a pesar de que me consideraba atea nunca falté; si en mi vida falte cinco veces a misa fue mucho. Yo soy católica, por favor, yo soy católica, sáquenme de aquí”.
De repente se escuchó una voz dulce y todo se inundó de amor y de paz. Incluso, todas las criaturas salieron despavoridas. Una voz que le pidió: “Muy bien, si tú eres católica dime los mandamientos de la Ley de Dios”.
No has amado ni a Dios ni a los hombres
A partir de ese momento comenzó un repaso de su vida a la luz del Decálogo. Mandamiento a mandamiento, fue descubriendo que había pecado gravemente en cada uno de ellos:
- El primero. Amar a Dios sobre todas las cosas, y al prójimo como a ti mismo
- ¡Muy bien! -y le preguntan: ¿Y tú los has amado?
- ¡Yo sí, yo sí, yo sí!
Pero la voz le respondíó:
- ¡No! ¡Tú no has amado a tu Señor sobre todas las cosas, y muchísimo menos a tu prójimo como a ti misma! Tú te hiciste un dios que acomodaste a tu vida sólo en momentos de extrema necesidad: te postrabas ante él cuando eras pobre, cuando tu familia era humilde, cuando querías ser profesional. ¡Ahí sí orabas todos los días, y te postrabas horas enteras suplicando a tu Señor! ¡Orando y pidiéndole para que él te sacara de esa pobreza y te permitiera ser profesional y ser alguien! Cuándo tenías necesidad y querías dinero. ¡Esa era la relación que tú tenías con el Señor!
Y era verdad. Gloria confiesa que Dios era como “cajero automático”. En el mismo momento en que tenía lo que quería se olvidaba de Él. Jamás fue agradecida, ni con Dios ni con los hombres.
Ni siquiera con sus padres. Jamás reconoció su esfuerzo, su amor y su entrega. Es más, llegaba a avergonzarse de su madre, por su humildad y su pobreza. Esposa y madre renegona, ni qué decir del resto de personas. Todo un corazón de piedra.
El repaso de los mandamientos
Continuó el examen con el resto de los mandamientos. Con el segundo, resultó que desde pequeña ya juraba en falso con total de salvarse de castigos y conseguir lo que quería. Con el tercero sintió un inmenso dolor: “La voz me decía que yo dedicaba cuatro y cinco horas a mi cuerpo y ni siquiera diez minutos diarios de profundo amor al Señor, de agradecimiento o de una oración”.
Del cuarto mandamiento, honrar a Padre y Madre, el Señor le mostraba cómo fue de desagradecida con ellos, “cómo maldecía y renegaba cuando no me podían dar todo lo que mis amiga tenían, y cómo fui una hija que no valoraba lo que tenía. Llegué al punto de decir que esa no era mi mamá, porque me parecía muy poquita cosa para mí”.
El ambiente familiar tampoco ayudaba mucho. Su padre presumía delante de su madre de lo mujeriego que era, de lo mucho que fumaba y bebía: “Me empecé a llenar de rabia, de resentimiento y empecé a ver cómo el resentimiento me llevaba a la muerte espiritual, sentía una rabia espantosa al ver cómo mi papá humillaba a mi mamá delante de todo el mundo”. Cuando Gloria comenzó a tener una autonomía económica quiso divorciar a sus padres: “¡Sepárese de mi papá, es imposible que usted aguante un tipo así, sea digna, hágase valer, mamá!”.
Como la madre no quiso “empecé a defender el aborto, el divorcio y a defender la ley del Talión, el que me la hace me la paga, nunca fui infiel físicamente, pero dañé a mucha gente con mis consejos”.
Los abortos que ella pagó
Cuando llegamos al quinto mandamiento, el Señor le mostró cómo había pecado en aquello que más abomina: el aborto. Gloria vio a una niña de catorce años abortando, era una sobrina suya: “No sean bobitas –les decía a sus sobrinas-, si sus mamás les hablan de virginidad y de castidad es porque están pasadas de moda. Ellas hablan de una Biblia de hace dos mil años, y los curas no se han querido modernizar. Ellas hablan de lo que decía el Papa, pero ese Papa está pasado de moda”. Sólo que algunas de ellas quedaron embarazadas. Embarazos que finalizaron en aborto. Abortos que pagó ella.
Con el sexto mandamiento, no fornicar, se sentía más segura: “No, aquí sí que no me van a descubrir ningún amante porque yo en toda la vida sólo he tenido un hombre y es mi esposo”. Pero le mostró su forma de vestir y de exhibirse ante los hombres, lo que llevó a muchos a que tuvieran malos pensamientos haciéndolos pecar y participando en su adulterio. Pero había más: “Yo aconsejaba a muchas mujeres que fueran infieles con sus esposos. Les decía: no sean bobas desquítense, no los perdonen y divórciense”.
Robar la honra, robar la presencia
En el séptimo, el de no robar, Gloria se consideraba honesta, pero se ve que el Señor tenía otra perspectiva del asunto. Ya no era únicamente el dinero malgastado para su vanidad, cuando en su propio país había gente que no tenía lo esencial para vivir, sino que el Señor le mostró el robo que hizo de la honra a muchas personas de las que hablaba mal. O peor aún, el robo que hizo a sus hijos. Ella les robó a su madre: “Una mamá en la casa, tierna; una mamá que les amara y no la mamá en la calle dejando a los niños solos con el papá televisor, la mamá computadora o con los videojuegos”.
¿Y qué decir de los falsos testimonios, ella que desde pequeña mintió para conseguir todo lo que necesitaba? Aquí se vio como hija de la mentira, como hija de Satanás: “Si Dios es la verdad y Satanás es la mentira, ¿quién era mi papá?” En cierta ocasión llegó a decirle a su madre, para ratificarse, que si mentía que le cayera un rayo…
Y cuando llegó el mandamiento de la codicia “salieron todos mis males. Yo pensaba que iba a ser feliz teniendo mucho dinero y se me volvió una obsesión. Cuando tuve mucho fue el peor momento que vivió mi alma. Con tanto dinero y sola, vacía, amargada, frustrada quería suicidarme. Esa codicia me soltó de la mano del Señor”.
El libro de la Vida
Gloria explica cómo después del tremendo examen de los 10 Mandamientos, Dios le mostró el “Libro de la Vida”. En ese libro todo queda al descubierto, acciones y pensamientos, desde el momento en que inicia la vida de la persona.
- ¿Qué tesoros espirituales traes?, le preguntó el Señor.
- Tengo las manos vacías –pensó Gloria. Ella que había tenido de todo en este mundo no traía absolutamente nada.
- ¿Qué hiciste con los talentos que yo te di?
- …
- Es que tu muerte espiritual –le aclaró Dios a Gloria- comenzó cuando a ti te dejaron de doler tus hermanos. En el corazón no sentías nada, todo de piedra, el pecado te lo petrificó.
En ese libro vio, cómo hasta el último momento de su vida, Dios le estuvo buscando para que se convirtiera: “En mi libre albedrío, escogí quién era mi papá, y Dios no fue mi papá. Escogí a Satanás. Cuando se cerró ese libro, vi que estoy de cabeza hacia un hueco”.
Un último recuerdo salvador
En ese momento recordó el consejo de una paciente suya: “Mire, doctora, usted es muy materialista y un día lo va a necesitar. Cuando usted esté en inminente peligro, cualquiera que sea, pídale a Jesucristo que la cubra con su sangre. Él nunca la va abandonar. Porque Él pagó un precio de sangre por usted”. Y con esa vergüenza tan grande y ese dolor, empezó a gritar: “Jesucristo, Señor, ten compasión de mí.¡Perdóname, Señor, dame una segunda oportunidad!”
Su grito fue escuchado. Jesucristo la sacó de allí y le dijo: “Vas a volver. Vas a tener tú segunda oportunidad, pero no por la oración de tu familia. Porque es normal que ellos oren y clamen por ti, sino por toda la intercesión de todas las personas ajenas a tu carne y a tu sangre que han llorado, han orado y han elevado su corazón con muchísimo amor por ti”.
La oración de un campesino desconocido
De entre todas, el Señor le hizo ver una en concreto. Era la de un pobre campesino que cuando supo el terrible dolor que debió sufrir por el rayo no dejó de orar y sacrificarse por ella: “Eso es Amor al Prójimo –le explicó el Señor. Vas a volver, pero tú no lo vas a repetir mil veces. Sino mil veces mil. Y, ¡ay!, de aquellos que oyéndote no cambien, porque van a ser juzgados con más severidad. Como lo vas a ser tú en tu segundo regreso”.
Actualmente, Gloria Polo se dedica a dar conferencias con su testimonio allí en donde la invitan. También ha publicado su testimonio en varios idiomas en su web (www.gloria.polo.ortiz.in): Ella da gracias Dios constantemente por el regalo de una segunda oportunidad: “Cómo me duelen mis años anteriores en que fui una católica dietética; doy gracias a Dios por mi madre la Iglesia Católica. Amo profundamente al Papa, a mis sacerdotes y religiosas… En mi experiencia de adoración al Santísimo, esta miserable sierva ha encontrado los deleites, la Paz y el Amor, anticipos del Paraíso”.
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