sábado, 29 de julio de 2017

9 cosas que me hubiera gustado saber antes de casarme

Enumero las 9 verdades sobre la vida conyugal


Por: Andrés D' Angelo | Fuente: Catholic-link.com




El 7 de noviembre, solemnidad de María Medianera de todas las Gracias, cumpliremoss con mi esposa 19 años de casados. 19 bellísimos años que no cambiaría por ninguna otra etapa de mi vida. Hoy puedo decir que han sido años de paz y armonía conyugal, pero no una paz de cementerio, sino una paz de familia, es decir, una paz conquistada a fuerza de lucha, por paradójico que pueda sonar. No fue fácil, porque justamente esta armonía conyugal, que es parte de la santificación del matrimonio, es uno de los frutos del sacramento.
Y es que el matrimonio es un sacramento “raro”. En todos los demás los elementos constituyentes son claros y distintos. En éste, los contrayentes son al mismo tiempo materia, ministros y beneficiarios, y el consentimiento libre es la forma. Por más que el catecismo lo explique de todos los modos posibles, el matrimonio es una de esas cosas que hay que vivirlas para poder entenderlas bien.
Particularmente me hubiera gustado que alguien me explicara todo esto con mayor profundidad cuando me casé. Por eso a continuación enumero las 9 verdades sobre la vida conyugal que quisiera haber comprendido mejor antes de casarme

1. No existe un plan B. El matrimonio es para toda la vida.

En el curso prematrimonial esto parece quedar siempre claro. Desde toda la vida había tenido buenos ejemplos: mis padres se amaron y se respetaron en salud y enfermedad, en prosperidad y en adversidad. Siendo el menor de doce hermanos, me consideraba “inmune” al espíritu de la época: “a mí no me va a pasar” sostenía, porque amaba a esa mujercita que se había metido en mi vida como nunca había amado a nadie. No solo hay que saber la verdad, también hay que comprenderla y amarla. Y por solo saber, y faltarme la comprensión y el amor a la Verdad, me encontré en medio de una crisis conyugal preguntándome “si no me habría equivocado al casarme”. Inevitablemente eso lleva a pensar “si no habría una compañera más adecuada”, y de allí a despreciar a la bellísima persona que Dios puso a mi lado para mi santificación hay un solo paso. El matrimonio es para toda la vida, y lo que lo hace una aventura maravillosa es precisamente ese mandato de uno con una para toda la vida. Cuando esto está claro, las crisis conyugales se convierten siempre en oportunidades para crecer juntos.

2. El matrimonio no se trata de mi felicidad.

Esta es una verdad clave y no la aprendemos hasta mucho después de habernos casado. Especialmente los hombres. Muchas parejas al preguntarles en forma individual para qué se casaron contestan casi unánimemente: “me casé para ser feliz”. Pero el matrimonio no es una caja mágica de la que podemos extraer felicidad: no habría divorcios si fuera algo así. El matrimonio se trata precisamente de buscar, con todas mis fuerzas, la felicidad de mi cónyuge. Mi felicidad tiene que basarse en ver feliz a las personas amadas: esposa e hijos. Una vez que se comprende esto y que esto se convierte en el eje de la relación, el matrimonio florece y podemos comenzar a ver los frutos del sacramento.


3. La comunicación es más efectiva que el silencio, siempre.

Tal vez habría que reformular esta verdad: el silencio es comunicación. El silencio generalmente comunica hostilidad, desinterés y mala predisposición, y eso mata a la relación casi indefectiblemente. El problema es que hay aquí un desfase en el modo en el que manejamos la comunicación hombres y mujeres cuando estamos estresados. Cuando una mujer está estresada necesita desesperadamente hablar; pero cuando un hombre está estresado, lo que menos necesita en la vida es hablar del estrés que lo aqueja. Y esta sencilla diferencia hace que muchísimas veces nuestras esposas perciban nuestro silencio como hostilidad, o que nosotros percibamos la necesidad de hablar femenina como una amenaza. Enseñanza: si mi esposa está estresada yo la escucho sin corregirla y sin querer resolver sus conflictos. El solo hecho de poder hablar y contarme sus problemas le ayuda a resolverlos. Y si yo estoy estresado, ella me deja que me tranquilice y, luego yo mismo la busco para poder comunicarnos.

4. Servir me beneficia.

Otra gran maravillosa verdad: el matrimonio es una comunidad de servicio. Si yo sirvo a mi esposa y mi esposa me sirve a mí, todos salimos beneficiados. Los hombres no comprendemos muchas veces esto porque vemos que nuestra mujer sirve casi instintivamente y nosotros… bueno, nos queda bastante cómoda esa situación. Y aquí fallamos en la comunicación, porque nuestras queridas esposas muchas veces creen que si ellas siguen dando en la relación, nosotros nos daremos cuenta y querremos dar al mismo tiempo. Generalmente no funciona así. Dos cosas me ayudaron a comprender esta verdad: la primera que mi esposa me lo dijo, no usó el mejor tono para decírmelo, pero me lo dijo, y hasta ese momento yo no me había percatado de todo lo que hacía ella y de todo lo que yo no hacía. La segunda fue el nacimiento de nuestros hijos. En el momento en el que comencé a servirla porque ella estaba con el postoperatorio de la cesárea me di cuenta de que hay una gran verdad en el dicho de Nuestro Señor: “Hay mayor felicidad en dar que en recibir” (Hch 20, 35). Pero es una verdad que tenemos que recordar a diario y ofrecernos a nuestra esposa en una actitud servicial.

5. El conflicto no es señal de que seamos una pareja disfuncional.

Y diría que la contraria es válida: la falta absoluta de conflicto es señal de que “nos rendimos”. Un matrimonio que discute es un matrimonio que tiene dos personas con igual dignidad vivas, y por lo tanto, muchas veces con diferencias de criterio y opinión. Como dije al principio: la vida es lucha y la paz completa existe probablemente solo en el cementerio. Un matrimonio totalmente carente de conflictos está en proceso de muerte. Esto no quiere decir que tengamos que buscar el conflicto para que nuestro matrimonio “reviva”. Solamente tenemos que ser conscientes de que somos humanos falibles y por lo tanto en algún momento va a surgir el conflicto. Y cuando el conflicto surge, podremos tomarlo como oportunidad para aprender más, y para ser más caritativos como pareja.

6. Para un matrimonio fructífero se necesita de tres: Dios, tú y yo.

¿Dije ya que el matrimonio era un sacramento? ¡Y los sacramentos son signos eficaces de la gracia! Este se debe renovar todos los días, pero no solo ante nuestro cónyuge. Se debe renovar la promesa ante Dios para que su gracia actúe. Y ¿cómo renovamos la promesa? Haciendo cada una de estas cosas que hemos estado viendo: reconociendo que es para siempre, poniendo primero a nuestro cónyuge, poniéndonos en lugar del otro para comunicarnos, sirviéndonos mutuamente y teniendo presente que todo conflicto es una oportunidad de Dios para nuestra santificación personal. Todo eso es posible sólo si Dios es un invitado frecuente en nuestro matrimonio. Rezando juntos y con los hijos, participando de la Santa Misa y acogiéndonos al perdón de Dios cuando las cosas no fueron conforme a su Plan para nuestra vida.

7. Los hijos son un regalo y una encomienda de Dios.

¡Vaya si lo sabremos! Nuestra primera hija murió al día siguiente de nacer. “El Señor me la dio, el Señor me la quitó, bendito sea el nombre del Señor” (Jb 1,21). Pero una cosa es decirlo y otra cosa es pasarlo. Nuestra misión en la vida es que nuestros hijos sean santos, ni más ni menos. Esa es nuestra misión como padres y con nuestra primera hija, cumplimos. Luego llegaron los consuelos de Tomás, Matías y Francisco que deberán hacer el “camino largo”. Nuestro único asidero a la cordura luego del fallecimiento de Cecilia fue saber que ella ya era santa y feliz, infinitamente más feliz que lo que nosotros hubiésemos podido hacerla en cualquier circunstancia. ¿Y qué pasa con los matrimonios que no reciben ese regalo? ¡Pueden recibir la encomienda!… ya sea para santificar a los hijos de otros, mediante la adopción, o siendo un matrimonio lleno de fruto ayudando en su parroquia o movimiento eclesial.
 

8. Un buen matrimonio es la unión de dos buenos perdonadores.

Aquel que no perdona en el matrimonio es como aquel que toma veneno y espera que el otro se muera. ¿Verdad que no tiene mucho sentido? Para pedir perdón tenemos que ser muy humildes, y para perdonar tenemos que ser misericordiosos. “Sed, pues, misericordiosos, como también vuestro Padre es misericordioso” (Lc 6, 36). Y esto es profundamente cierto en el matrimonio. “Perdónanos, como nosotros perdonamos”. ¡No podemos pedir perdón a Dios si no estamos dispuestos a perdonar a nuestro cónyuge! Cuando nos perdonamos y expresamos ese perdón mediante la reconciliación también estamos enseñando a nuestros hijos a ser humildes y misericordiosos.

9. El matrimonio ofrece la posibilidad de máxima realización personal.

No se dice mucho esto. Pero la realidad es que el matrimonio es ¡sensacional! “Dios nos crea a Imagen y semejanza suya, varón y mujer nos crea” (Gn 1,27). Y es lógico que en nuestra naturaleza busquemos nuestro complemento. “Tú me completas” es un piropo muy frecuente, porque es una verdad intuida. En el matrimonio podemos encontrar esa sensación de plenitud personal de que todo lo nuestro está en plena armonía. Tertuliano lo resumía así: ¿Cómo podré expresar la felicidad de aquel matrimonio que ha sido contraído ante la Iglesia, reforzado por la oblación eucarística, sellado por la bendición, anunciado por los ángeles y ratificado por el Padre? (Ad Uxorem, 9). Todo esto enmarcado en una gran verdad: para ser plenos hay que entregarse, y para entregarse hay que poseerse, hay que ser dueño de uno mismo, y eso no es una cosa que se compre en los mercados, exige una madurez y un equilibrio que cuesta mucho tiempo y oración conseguir.

Basado en el artículo de este link.
Este artículo fue publicado originalmente por nuestros aliados y amigos:

sábado, 22 de julio de 2017

Recibió dos noticias casi a la vez, su embarazo y un cáncer de mama: ella reaccionó sin dudarlo

Julia Richards tiene 36 años, está casada desde el 2008 y su sueño de ser mamá no se cumplió tan rápido como ella esperaba. Afortunadamente, con el tiempo consiguió quedarse embarazada y empezar a cumplir su sueño. Con nueve hermanos en su familia esperaba, para ella también, una familia numerosa. Sin embargo todo se tambaleó cuando estando embarazada de su tercer hijo le descubrieron un cáncer de mama. Tuvo que elegir entre dos noticias contradictorias. Su objetivo era claro: lograr hacer convivir su embarazo con el cáncer. Lo cuenta la periodista Verónica De Martini, en el diario argentino La Nación.

En todo ello estuvo mi presente Dios: "Yo tengo mucha fe en Dios, mucho heredado y mucho porque yo misma me planteé si creía o no creía y elegí creer, por eso hablo de fe, y es algo que me sostuvo bastante".

Estuvo siempre atenta al cáncer de mama, hacerse controles de rutinas era algo habitual en ella, tuvieron cáncer de mama su madre y dos tías, una de ellas terminal. En septiembre del 2013 todo parecía estar bien: mamografía y ecografía mamaria mostraban buenos resultados. En enero de 2014 las dos rayitas del test de embarazo le aseguraban unas vacaciones llenas de felicidad. Pero ya desde el viaje en auto sintió una dureza en el borde de la axila izquierda, algo que Julia atribuyó a los típicos cambios hormonales que ocurren en la mujer desde el comienzo del embarazo; sin embargo, durante toda su estadía la molestia se hacía notar hasta sin que la tocara, con sólo estar acostada, y decidió que a su regreso sería bueno comentarlo con el obstetra.

Le mandaron a hacer una eco mamaria y luego ver a un especialista que indicó una punción; por suerte los ganglios al tacto estaban bien. A los días la llamaron del laboratorio para retirar los resultados, y porque nunca imaginó que sería una mala noticia fue con el cochecito y sus dos hijos para aprovechar y dar un paseo. "Abro el papel y leo: tumor maligno, metástasis; estaba con los chicos ahí y el mundo se detuvo, pero a la vez ¡estaba en la calle con los chicos! Creo que de haber estado sola me hubiese derrumbado, en ese momento no podía. Era como en las películas, que todo da vueltas y una escucha como si la gente estuviera lejos. Hay una visión social tan catastrófica de la enfermedad que la noticia es una bomba, pero cáncer no es igual muerte".



Esperó a hablar con el médico al día siguiente antes de contar la noticia a su marido y familia: "Así cuando lo decís lo haces con esperanza: tengo cáncer y hay tratamiento".

En la semana 17 pudieron realizar la operación y se encontraron con el peor escenario: los ganglios de la axila estaban tomados. El estudio patológico daba un 90% receptivo de progesterona, lo que significa que las hormonas del embarazo hacen que el cáncer avance más rápido que en una situación normal.

Mientras estaba internada se hizo la correspondiente eco de control donde se enteró el sexo de su bebe: esperaba una niña, su sueño se haría realidad. Julia estaba feliz con la noticia. Que en su cuerpo convivieran una nueva vida y una enfermedad por lo general asociada a la muerte, hacían que en ella la vida le ganara a la muerte. Saber que tenía una hija en su vientre le daba las fuerzas para seguir adelante, y así ella se repetía "concentrate en lo bueno y chau. ¿Cómo podía de repente estar tan positiva ante una noticia así? Creo que era porque una, embarazada, tiene una linda visión del mundo. Yo, que era quejosa, me sorprendí por mi propia reacción, no creía que aquella era yo, había algo ajeno a mí en la forma en que manejaba todo eso, pero estaba embarazada y anímica y psicológicamente me sentía bien, el cáncer era algo malo pero que llevaba mucha cosa buena alrededor, y no me daba miedo decir esa palabra".

Quimioterapia: una enseñanza de vida

 
Empezó con una quimio fuerte cada tres semanas durante casi tres meses, pero sin perder el foco en lo que en verdad le importaba: "Llevar un hijo a buen término es una tarea muy importante".

Muchas veces había soñado con verse rubia, y le pareció que era un buen momento para probar: se cortó el pelo cortito y se lo tiñó de rubio, si le quedaba mal no habría problemas ya que de todas maneras en unos días quedaría pelada fruto de la quimio. Era animarse a más. Pero lo que más le quedó de esa época fueron los buenos gestos de la gente a su alrededor: "Todos se turnaban para acompañarme en la quimio, cada día un lindo gesto de alguien me conmovía ¿Sería capaz de hacer lo que estas personas hacían por mí en el momento en que se enfermen? ¿En qué punto tengo que empezar a cambiar mi forma de ser? Yo antes estaba muy centrada en mi mundo, y siempre me sentía sobrepasada. Y hay gente que, si bien estaba igual, sintió que yo era más importante. Entonces entendí que tenía que salir un poco más de mí misma para ir hacia los demás. Con la maternidad una está mucho en casa y se compadece mucho y no se da cuenta de que hay gente a la que le pasan cosas. Todo eso me ayudó a reflexionar, mucho de lo que me pasó en la enfermedad me hizo pensar sobre la capacidad de la gente para ayudar y si yo haría lo mismo en esa situación".

Para continuar con el tratamiento primero debía nacer el bebé, algo que Julia junto a su obstetra trataron de estirar lo más que pudieron, mientras el cáncer avanzaba. Julia estaba convencida de que mientras más tiempo el bebé estuviera en su panza era mejor. Cuando salía de una ecografía y le informaban que el bebé pesaba ya un kilo pasaba por un supermercado, y al ver lo chico que era un kilo de carne pensaba que ella tenía que aguantar más, tenía que lograr que su bebé creciera protegido dentro de ella. Al fin lograron llegar a la semana 34 donde le indujeron el parto: lo ideal era un parto natural, ya que el post es más rápido y se podía continuar con su tratamiento. Pero no dilató y tuvieron que hacerle una cesárea. Helena, al nacer, debía pasar diez días en la neo del Mater Dei, nació bien de salud y hoy es una chica de dos años sonriente y feliz.



Luego de la cesárea a Julia le hicieron una tomografía computada que mostró que el cáncer no se había extendido y con eso toda la familia respiró aliviada. A los 10 días del parto comenzó una quimio -no tan fuerte como la inicial- una vez por semana durante 3 meses. La convivencia de un recién nacido junto con el tratamiento de la quimioterapia no era lo más fácil, pero gracias a la ayuda de su marido, familia, amigas y enfermeras pudieron sobrellevarla juntos. A sus hijos no les explicaron mucho, eran muy chicos para entender de una enfermedad que a veces hasta a los grandes nos cuesta explicarnos. Para ellos era un juego donde tenían que curar a mamá: coleccionaban las pulseras de la quimio que ella les traía de regalo y mimaban a su nueva hermanita. Julia nunca dejó que ellos que la vieran tirada en piyama o deprimida: quería que sus hijos la vieran bien y sonriente.

En noviembre le hicieron una eco y mamografía de rutina antes de pasar a los rayos y terminar con el tratamiento. Fue un nuevo balde de agua fría: el cáncer había pasado a la otra mama. Con compañía psiquiátrica Julia debió atravesar el mal escenario de una mastectomía. Y después sí, empezar con rayos todos los días durante dos meses. Al día de hoy sigue con controles e inyecciones que deberá aplicarse durante cinco años para no ovular: "Soy menopáusica, no tengo hormonas dando vueltas, y no sólo no tengo que estar embarazada para no tener hormonas dando vueltas sino que además no tengo que tener ninguna hormona como tiene una persona normal".

Valorar el día a día

 
La gente suele preguntarle a Julia qué momento le costaba más, suponiendo que era cuando estaba vomitando y con dolores físicos, pero ella n lo vivió así. "Para mí te cuesta más cuando, por ejemplo, estas en un casamiento re divertida, como me pasó a mi, con la beba nacida y con el tratamiento; estás bailando en un atardecer espectacular, en un lugar divino, mirando la naturaleza; la gente que está feliz y entonces te dan ganas de llorar, porque de repente empezás a valorar la vida de otra manera, la vida es espectacular y no querés irte de acá. El cáncer te hace ver todo diferente, y en cierta forma sos más feliz porque empezás a valorar y a reflexionar mucho. Si no hubiese pasado por el cáncer estaría quejándome de un bebé recién nacido y de lo poco que iba a dormir. A veces me pasaba que iba con los chicos a la plaza y me divertía y por ahí lo feo del cáncer es mirar a tus hijos y preguntarte de repente si estarás ahí cuando vayan a primer grado. El cáncer te hace estar muy consciente de los buenos momentos, tanto que a veces los vuelve muy frágiles. El cáncer te corta la proyección" Sin embargo, Julia está convencida de que hay que seguir proyectando, de que hay que disfrutar el día a día y no levantarse y pensar todo el día solo en la enfermedad.

Hoy agradece enormemente sentirse contenida por la gente a su alrededor, y considera que un pilar fundamental durante el tratamiento fue su fe en Dios: "Yo tengo mucha fe en Dios, mucho heredado y mucho porque yo misma me planteé si creía o no creía y elegí creer, por eso hablo de fe, y es algo que me sostuvo bastante. Porque si uno piensa en la vida después de la muerte y piensa que se va a encontrar con sus seres queridos, entonces la muerte es nada más que un paso y dejás de tenerle miedo. Vivís con mucha más paz un proceso que no se sabe si va a terminar en la muerte".




22 julio 2017

sábado, 15 de julio de 2017

Una actriz de Big Bang Theory anuncia su embarazo con una reflexión provida de un aborto que sufrió





La actriz Melissa Rauch, más conocida por su papel como Bernadette en la exitosa serie The Big Bang Theory, está embarazada. La artista de origen judío de 36 años y casada con el escritor Winston Beigel ha hecho pública esta buena noticia. Sin embargo, ella lo ha hecho de manera diferente puesto que ha acompañado este anuncio con una carta abierta en la que abre su corazón y habla del aborto involuntario que sufrió hace un tiempo y que la marcó para siempre.

Su testimonio se ha convertido en un alegato provida en el que habla de cómo veía a su hijo en la ecografía, donde evidentemente veía a su bebé y no a un conjunto de células, habla también de las secuelas que el aborto aunque sea involuntario puede dejar en la mujer y que tantas veces se esconde. Pero también celebra el milagro de la vida y de la alegría por la llegada de su hijo. Su experiencia la ha dejado por escrito en la revista Glamour y se ha expandido por todo el mundo llevando una visión de la vida que no en muchas ocasiones aparece en dichos medios.

Un anuncio de embarazo con un profundo mensaje de fondo

 
"La única declaración sobre mi embarazo que no me hace sentir como un fraude completo sería: Melissa está esperando su primer hijo. Ella está muy feliz, pero si es sincera, por el hecho de que tuvo un aborto la última vez que estuvo embarazada, está bastante aterrorizada de que eso pueda suceder de nuevo", inicia su carta.


Melissa anuncia su nuevo embarazo

Uno de los "dolores más profundos"


Melissa Rauch confiesa que “el aborto involuntario fue uno de los dolores más profundos que he sentido en mi vida. La imagen de nuestro bebé en el monitor de ultrasonido –sin movimiento, sin un latido de corazón-, después de haber visto ese mismo corazón pequeño, sano y parpadeante justo dos semanas antes, nos cegó completamente y me persigue hasta el día de hoy”.

La actriz no tiene problemas en hablar del sufrimiento de perder a su hijo durante el embarazo y de la depresión que vivió porque aunque “tuve momentos felices, y la vida siguió, la angustia siempre estaba al acecho”.

Además, en su carta se desprende una crítica a la cultura y sociedad actual en la que apenas hay ayuda y atención a la mujeres que han sufridos dramas como el aborto, mientras se fomenta una cultura abortista.

Un drama que se oculta y en el que no se ofrece ayuda

 
“Lo que me di cuenta es que si no se habla abiertamente de este tipo de pérdidas como debería hacerse, no hay una forma concreta de procesar estas emociones”, asegura la actriz que interpreta a Bernardette.  Y añade que “no necesariamente se va a hacer un funeral o tomarse un descanso en el trabajo para llorar, pero eso no cambia el hecho de que algo precioso ha sido inesperadamente arrancado de tu vida”.

Tras invitar a mirar hacia delante e intentar curar las heridas, Melissa se muestra muy contenta por su embarazo aunque algo temerosa de que se repita de nuevo la situación. Eso sí, asegura convencida.

"Agradecida por cada momento de mi embarazo"

 
“Lo que realmente sé con seguridad es que esta experiencia me ha cambiado para siempre. Sé que me ha hecho ser agradecida por cada momento de mi embarazo actual, y espero que me haga una mejor madre cuando finalmente pueda sostener en brazos al niño que está en mi interior”, asegura en la carta.


 Por último, quiso dejar un mensaje alentador para las mujeres que pasaron -o pasan- por esta vivencia: "A todas las mujeres que tengan problemas de fertilidad y que han tenido un aborto espontáneo o están atravesando este dolor ahora, permitidme dejaos este mensaje: no estáis solas".

También había escenas provida en la serie

 
Melissa ya ha pasado como actriz un embarazo pues en la serie en la que es una de las protagonistas, su personaje Bernadette dio a luz a su hijo Halley al que tuvo con su marido Howard. Pero lo llamativo es que durante varios episodios el embarazo fue la trama principal dejando ante millones de espectadores auténticas escenas provida.

Utilizando la ciencia y el humor hablaban de su hijo no nacido como un ser humano, con órganos formados y con capacidades cognitivas. Y lo hacían con total naturalidad.

En el Hollywood más abortista se escucharon frases dichas precisamente por esta actriz como: “¿Te das cuenta que mi bebé tiene los órganos completamente formados y puede reconocer las voces?”; “No puedo creer que estés comparando tu experimento con mi bebé que es un ser humano”; o “el mío ya ha desarrollado el sistema inmunológico”.


15 julio 2017

sábado, 8 de julio de 2017

Cientos de bicitaxis en la India llevan escrito el lema «Dios te ama»: esta monja es la causa

Cientos de bicitaxis en la India llevan escrito el lema «Dios te ama»: esta monja es la causa


La hermana Celine Arikkat, de la congregación de
 las clarisas franciscanas (www.fccongregation.org),
 ha cuidado del sector de los bicitaxis durantelos últimos
 12 años en Noida, una ciudad satélite de Nueva Delhi.

Todo comenzó en 2005, cuando esta monja vio como un conductor de
 estos vehículos era apaleado delante de una multitud que no hacía
 nada por él. Su delito: cobrar el viaje.

Desde entonces, Arikkat ha dedicado su tiempo a ayudar a estas personas 
desfavorecidas y marginadas de la sociedad, que en muchas ocasiones
 se ven en 
la necesidad de delinquir. Ahora, 12 años después, los conductores
 de bicitaxi pueden vivir una vida digna gracias a su labor.



Trabajo duro y mal pagado
 
La hermana Arikkat se encontró con una situación insostenible. Un conductor 
de bicitaxi ganaba al día entre 150 o 350 rupias ($2.32 o $5.42) dependiendo 
de la temporada. Teniendo en cuenta que el alquiler del vehículo cuesta
 casi dos tercios de las ganancias diarias, los conductores deben
 trabajar desdelas 6 de la mañana hasta las 10 de la noche sin descanso 
para poder sacar algo de beneficio.

"Al final de la jornada nos duelen los músculos, y las rodillas nos arden",
 cuenta Juleh Lal Rajasthani, uno de los conductores, según infroma
 Esto unido a la precaria situación económica de sus familias 
provoca que muchos se den a la bebida.

Por ello, Arikkat decidió comprar a estos conductores nuevos bicitaxis 
por los que pagarían una deuda justa con la que podrían ahorrar para 
el futuro. Las únicas condiciones: pagar mensualmente y llevar un 
mensaje en el bicitaxi: "God loves you" (Dios  te ama).



Un trato muy necesario, ya que conductores veteranos como Abdul Jabbar
, musulmán, han conducido su bicitaxi desde hace 20 años pagando en ese 
tiempo un alquiler de varias veces el valor del vehículo.

Patrocinadores de bicitaxis
 
Arikkat comenzó por pedirle a un editor de libros que patrocinara un bicitaxi
 La hermana convocó también una reunión con los conductores de la zona para da
r a conocer esta iniciativa. "Al principio solo vinieron 18, porque tenían miedo de
 que fuera un truco para hacer proselitismo", cuenta la hermana. Los conductores 
son hindúes en su mayoría, aunque también hay algunos musulmanes.

En la siguiente reunión hubo 11 patrocinadores y una gran cantidad de conductores
que no solo han cambiado a mejor sus ingresos, sino también sus vidas.

Y es que la hermana ayuda económicamente y también socialmente. Los conductores
 llegan destrozados por vicios y deudas; en especial por la lacra del alcohol.
 Gracias a la hermana consiguen dejar estos vicios y ayudar a sus familias.


La hermana Akkirat en una de las reuniones que celebra periódicamente con los
 conductores de bicitaxis

La llaman "la leona"
 
La hermana se ha hecho famosa en todo Noida por su férrea defensa al sector de los 
bicitaxis.
 "En cuanto ven el mensaje 'God loves you' en la parte trasera, nadie nos molesta,
 ni siquiera la policía", dicen los conductores.

Además, la hermana hace visitas sorpresa a los conductores entre reunión y reunión para comprobar como se desarrollan en el entorno familiar. Por eso los conductores la llaman "Sherni", que significa leona, ya que les defiende y a la vez les ayuda activamente.

La hermana Arikkat ha proporcionado 432 bicitaxis en total durante los 12 años que 
lleva trabajando con los conductores. Sin embargo, su actividad no termina ahí. La 
hermana es voluntaria del  Ministerio de prisiones de la India, un movimiento de
 la Iglesia que ayuda a los presos.

"Yo era conocida por mi valentía y rebeldía. Cuando decidí unirme al convento, mi padre 
dijo que sus paredes no podrían contenerme, así que me dejó 5 acres de sus tierras 
en herencia 'para cuando volviera a casa y me casase', y aquí sigo", bromea.
 
 
7 julio 2017
 

sábado, 1 de julio de 2017

Tienen cinco hijos adoptados, tres discapacitados: «Damos gracias a Dios por nuestra infertilidad»

Estar abiertos a la vida aunque los médicos les declararan infértiles. Esto es lo que hicieron Antonio Mínguez y Yolanda Nevares al enterarse de esta noticia, que les cayó como un jarro de agua fría, al poco tiempo de casarse.

Trece años han pasado de aquel momento y ahora este matrimonio tiene cinco hijos, todos ellos adoptados, de los cuales los tres pequeños son discapacitados pues así lo decidieron los padres al iniciar el proceso. Esta es a la fertilidad a la que Dios les llamaba.

Este joven matrimonio habló de su experiencia de paternidad y de la acción de Dios en este proceso que no ha estado exento de grandes sufrimientos en el programa Últimas preguntas de TVE.

"El Señor nos iluminó esa cruz"

 
Se casaron con la idea de formar una familia pero los hijos no venían por lo que se hicieron pruebas médicas que confirmaron que no podrían ser padres de manera natural. “Cuando nos dieron el diagnóstico de infertilidad fue un momento difícil porque nos creemos que tenemos derecho a ser padres pero el autor de la vida es Dios, no nosotros”, aseguraba Antonio.

Esta noticia les llegó un Viernes Santo, que nunca olvidarán, pero lejos de escapar del sufrimiento decidieron atravesarlo. “Celebrando este misterio de nuestra fe junto a nuestra comunidad, el Señor nos iluminó esta Cruz que nos ponía sabiendo que de todo esto el Señor sacaría algo bueno”, añadía.


Yolanda habló de cómo Dios les fue dando la capacidad de cuidar y educar a sus cinco hijos, tres con necesidades especiales

Como Antonio y Yolanda hay miles de familias que no pueden tener hijos y que acuden a la adopción. Es lo que hicieron ellos.  Así fue como llegó su primogénito, Josué.  Poco después de llegar se inscribieron de nuevo a otro proceso de adopción y a los tres años ya tenían con ellos a su hija Luz.

La decisión que les marcó sus vidas

 
Pero Dios quería probarles también aquí. Recordaba Antonio que “el Señor nos cuestionó porque en los documentos de adopción había una casilla que si la marcabas te ofrecías a la adopción de un niño con una enfermedad o discapacidad. No la marcamos pero esa decisión sí que nos marcó a nosotros”.

Este matrimonio contaba que poco a poco “el Seños nos iba pidiendo que nos ofreciéramos para ser padres de un hijo con dificultades o enfermo. No fue fácil pero Dios, que es un caballero, nos lo susurraba”.

Fue en una convivencia donde vieron que Dios les llamaba “a dar el salto, de fiarnos de Él, y de que el hijo que nos diera sería el que necesitáramos. Y así llegó nuestro tercer hijo, Juan Pablo”, el primero con discapacidad.

"Dios nos ha ido capacitando"

 
“Dios ha hecho una obra en nosotros porque no teníamos una especial afinidad con la discapacidad ni con aquel ámbito. Dios nos fue llevando pues al principio en nosotros también había miedos, inseguridades pero hemos visto cómo Dios nos ha ido capacitando”, relataba este matrimonio en la televisión pública española.

Siguiendo con su experiencia, Antonio explicaba que “cuando ya teníamos a Juan Pablo, Dios nos invitó a abrirnos a la vida, y llegó Rafael (Dios sana), que nació con hipoxia y un daño cerebral. Y de nuevo fue un gran regalo para nosotros”.


Antonio y Yolanda relataron momentos concretos en los que Dios les habló y les indicó el camino

La pequeña, con síndrome de Down, "ha revolucionado la familia"

 
Tras Rafael llegó la que de momento es la pequeña de la casa, Teresa, que tiene síndrome de Down. “Ha traído la alegría a la casa, ha revolucionado a la familia. Nos enseña muchísimo cada día a vivir la vida y vivirla bien”, afirmaba Yolanda.

Aunque tampoco fue fácil su llegada a la familia. Contaba Antonio que “tenemos una experiencia muy bonita con la adopción de Teresa. Teníamos cuatro hijos y Rafael tenía sólo un añito y dormía fatal, se despertaba muchas veces y estábamos hechos polvo. Pero Dios nos ponía en el corazón el tener otro hijo pero vimos que no era el momento”.

La preciosa coincidencia con Teresa

 
Sin embargo, en una convivencia escucharon una palabra de San Pablo, “ahora es el momento favorable”. Los dos, cada uno por su lado, se sintieron tocado por esta palabra. “Cuando lo hablamos vimos que el Señor nos llamaba a esto e iniciamos un nuevo expediente de adopción”. Luego supieron que esa misma semana que decidieron lanzarse a la adopción fue la que nació Teresa.

A día de hoy este matrimonio afirma seguir abierto a la vida, algo que, según dicen, “nos fortalece como matrimonio y como familia”. Y por ello, pueden decir con certeza que “damos gracias a Dios por nuestra infertilidad porque nos ha dado unos hijos maravillosos”.

Puede ver la entrevista realizada a este matrimonio en Últimas preguntas de RTVE pinchando AQUÍ