UN ESPACIO DEDICADO A LAS MUJERES QUE EN SU ACCIONAR, SON VERDADEROS EJEMPLOS PARA LAS PERSONAS, LA SOCIEDAD Y LAS INSTITUCIONES CON PODER POLITICO Y RELIGIOSO.
domingo, 26 de noviembre de 2017
La Fiesta de CRISTO REY 2017
Campo de la realeza de Cristo
Sabemos que su reino no es de este mundo, pero ¿cuáles son los campos en loos que Su reino tiene poder?
Por: n/a | Fuente: ACI Prensa
a) En lo espiritual Los textos de la Escritura demuestran, y el mismo Jesucristo lo confirma con su modo de obrar, que este reino es principalmente espiritual y se refiere a las cosas espirituales. En efecto, en varias ocasiones, cuando los judíos, y aun los mismos apóstoles, imaginaron erróneamente que el Mesías devolvería la libertad al pueblo y restablecería el reino de Israel, Cristo les quitó y arrancó esa vana imaginación y esperanza. Asimismo, cuando iba a ser proclamado Rey por la muchedumbre, que, llena de admiración, le rodeaba, El rehusó tal título de honor huyendo y escondiéndose en la soledad. Finalmente, en presencia del gobernador romano manifestó que su reino no era de este mundo. Este reino se nos muestra en los evangelios con tales características, que los hombres, para entrar en él, deben prepararse haciendo penitencia y no pueden entrar sino por la fe y el bautismo, el cual, aunque sea un rito externo, significa y produce la regeneración interior. Este reino únicamente se opone al reino de Satanás y a la potestad de las tinieblas; y exige de sus súbditos no sólo que, despegadas sus almas de las cosas y riquezas terrenas, guarden ordenadas costumbres y tengan hambre y sed de justicia, sino también que se nieguen a sí mismos y tomen su cruz.
b) En lo temporal Se cometería un grave error el negársele a Cristo-Hombre el poder sobre todas las cosas humanas y temporales, puesto que el Padre le confió un derecho absolutísimo sobre las cosas creadas, de tal manera que todas están sometidas a su arbitrio. Sin embargo, mientras él vivió sobre la tierra se abstuvo enteramente de ejercitar este poder, despreciando la posesión y el cuidado de las cosas humanas, así también permitió, y sigue permitiendo, que los poseedores de ellas las utilicen.
Este artículo fue publicado originalmente por nuestros aliados y amigos: ACIprensa.com
sábado, 25 de noviembre de 2017
Karen Armstrong, profeta de una religión “light”
Artículo de Josemaría Carabante
La reputación de esta escritora británica, que recibirá el Premio Princesa de Asturias de las Ciencias Sociales el próximo 20 de octubre, no se debe tanto al valor de sus aportaciones a la historia de las religiones como a la capacidad con la que ha aprovechado el interés del público por comprender el fenómeno religioso.
Hay que reconocer una cosa a Karen Armstrong: escribe bien. Y además, como sus libros son voluminosos y vienen acompañados de una prolija bibliografía, el lector que los frecuenta tiene la impresión de que en sus páginas hallará la última verdad sobre la religión. Pero, para ser sinceros, se termina su lectura sin saber qué entiende Armstrong por religión ni a qué se refiere cuando habla de Dios, porque emplea esos conceptos de una manera general, confusa y poco rigurosa.
La concesión del Premio Princesa de Asturias muestra, sin embargo, que ha sabido tocar hábilmente las fibras adecuadas. Sus lectores occidentales, imbuidos por lo políticamente correcto, quedan satisfechos con la religión a la carta que propone la pensadora británica y encuentran en sus páginas lo que desean: que Occidente no comprende el islam y que el yihadismo reacciona frente a la imposición de valores occidentales; así como motivos para criticar las instituciones religiosas.
Otro rostro de Dios
La trayectoria de la propia Armstrong reproduce también el cliché religioso posmoderno y su insatisfacción ante las religiones positivas. Educada como católica, ingresó en un convento, pero al cabo de siete años lo abandonó hundida emocionalmente. Escribió un primer libro en el que arremetía contra la religiosidad católica. Fue un escándalo y su primer éxito de ventas. Pero tras profundizar en la historia de las religiones, explica, descubrió otro rostro de Dios, más benigno y flexible, que la reconcilió definitivamente con lo que según ella es la verdadera fe religiosa.
Pero Armstrong no es teóloga, y eso lo nota quien se aproxima a sus obras. Espiga de aquí y de allá; agavilla hechos históricos y anécdotas que le interesan, y del rico y denso caudal cultural de las religiones selecciona aquello que apoya su idea light de la fe y lo que sabe que puede impactar en el homo religiosus de hoy, ese que, como ella, busca desesperadamente consuelo en el atiborrado bazar de las religiones.
Un Dios a medida del hombre
Por Dios, Armstrong entiende un símbolo, un mito, un sortilegio humano para nombrar el misterio, pero en el que está ausente la transcendencia (En defensa de Dios). Para ella de ningún modo es la fe una relación entre el creyente y un Dios personal, sino la actitud del individuo ante la nebulosa de lo inexplicable, que parece conminarle solo a compadecerse de su prójimo.En la fe de Armstrong no hay lugar para la razón, solo espacio para lo incomprensible; no hay revelación, solo una hermosa mitología; no comparece el dogma, sino una narrativa producto de la imaginación y creatividad humanas. Y, en fin, no hay salvación; únicamente, moralismo. Perfila una espiritualidad superficial, psicologista y diseñada a medida del hombre.
El lector avezado puede admirar el excelente tono divulgativo de sus obras, pero lamentará en ocasiones la imprecisión o su inexactitud histórica. Por ejemplo, solo se puede sostener que la teología es una construcción foránea a la religión y racionalista si se desconoce u obvia la historia del pensamiento. Por otro lado, al hacer de la misericordia y la compasión la piedra de toque de todos los credos (¿no es ingenuo pensar que todas las enseñanzas religiosas, todas sin excepción, ofertan tanta benevolencia?), olvida la relación intrínseca entre verdad y fe, entre verdad y moral, que caracteriza a algunas religiones, como el cristianismo.
La decadencia de la religión
En sus dos libros más famosos –Una historia de Dios y La gran transformación–, Armstrong contrapone dos visiones acerca de la religión: la nacida espontáneamente, emparentada con el mito y centrada en la promoción de la moral, que cristalizó en la “Edad Axial”; y esa otra comprensión, moderna y espuria, que irrumpe cuando la religión se mezcla con el poder, y que se construye sobre la idea de un Dios omnipotente, celoso y excluyente.Su tesis es que todo mensaje religioso es en sus orígenes idéntico, del mismo modo que son iguales las pretensiones de los santos y los visionarios que las fundan: de todas ella se desprende pacifismo, fraternidad, pluralismo y apertura al diferente. Es más tarde cuando el poder político las sojuzga y comienza la intolerancia y la ortodoxia, el conflicto interreligioso, el fanatismo y la posibilidad de la herejía.
También la escritora británica plantea una lectura decadente de la interpretación bíblica, en la que no se detiene a reflexionar sobre la riqueza de la tradición exegética cristiana. Según su Historia de la Biblia, los creyentes veían las Escrituras como narraciones mitológicas, no como textos revelados, y solo mucho más tarde, a tenor de la evolución religiosa, estos se sacralizaron como palabra de Dios.
Violencia, religión e islam
Al hilo de estas ideas, Armstrong ha levantado la voz para hacer frente a las posturas de los nuevos ateos y contrarrestar la tergiversación de lo religioso promocionada por R. Dawkins y S. Harris. Les ha acusado de intransigentes y ha denunciado el fundamentalismo laicista que propagan. Para ella, la religión no es violenta per se; por el contrario, en esencia las grandes religiones son siempre pacíficas. Lo que es el violento es el hombre y su deseo de dominio, de modo que lo religioso se transforma en semilla de la violencia solo cuando se mezcla con el poder (Campos de sangre)Algo, sin embargo, no cuadra con su argumentación. Por ejemplo, en el caso de sus libros sobre el islam y Mahoma, escritos con el fin de contrarrestar los estereotipos creados sobre ellos en Occidente, descubre un relato de paz. No hay incompatibilidad entre las tradiciones musulmanas y la democracia, repite una y otra vez. Más acerbamente reflexiona sobre la confusión entre poder y cristianismo, olvidando que mientras que el islam es un proyecto político-religioso, centrado en la constitución de la umma y la aplicación de la sharía, es central en el mensaje cristiano la diferencia entre lo secular y lo sagrado.
Prejuicios anticristianos
Las ideas religiosas de Armstrong, en definitiva, son las del establishment cultural y progresista: relativistas, mundanas, confusas y siempre atentas a no salirse de lo exigido por lo políticamente correcto. Y parece sentirse obligada a recelar de la historia cristiana y de sus fuentes. Tanto en sus primeros libros, como en el último, San Pablo, afirma que los primeros seguidores, lejos de afirmar la divinidad de Jesús, le vieron como un líder de la compasión y que su mensaje se cifró en la ayuda a los necesitados y pobres.
Como aportación positiva, los libros de Armstrong pueden haber despertado en muchos el interés por la religión e incentivar lecturas posteriores y más profundas sobre las diversas tradiciones religiosas. Pero, para su pesar, se descubre que tiene puntos en común con sus detractores ateos. La religión que ella reclama para nuestros días no es una fe ni una creencia: es un mito confuso y mágico para difundir el sentimentalismo de la compasión, una estrategia psicológica superficial que oferta bienestar emocional, pero sin auténticas ni profundas raíces espirituales.
Leer artículo en Aceprensa
Libros de Karen Armstrong en castellano
— Una historia de Dios (Paidós, 1995, 2016)— Historia de Jerusalén: Una ciudad y tres religiones (Paidós, 1997, 2005, 2017)
— El islam (Debate, 2001, 2002, 2013)
— Buda (Debate, 2002, 2017)
— Los orígenes del fundamentalismo en el judaísmo, el cristianismo y el islam (Tusquets, 2004, 2009, 2017)
— Mahoma. Biografía del profeta (Tusquets, 2005, 2008, 2017)
— Breve historia del mito (Salamandra, 2005)
— La escalera de caracol : en busca del sentido de la vida(Maeva, 2006)
— La gran transformación. El mundo en la época de Buda, Sócrates, Confucio y Jeremías (Paidós, 2007)
— Historia de la Biblia (Debate, 2008, 2015)
— En defensa de Dios (Paidós, 2009)
— Doce pasos hacia una vida compasiva (Paidós, 2011)
— Campos de sangre (Paidós, 2015)
— San Pablo: el apóstol más incomprendido (Urano, 2016)
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profeta de una religión “light”
sábado, 18 de noviembre de 2017
Día Mundial de los Pobres
Y 1.500 invitados en el almuerzo con él
(ZENIT – 14 Nov. 2017).- Para la I Jornada Mundial de los Pobres (19 de noviembre de 2017), más de 4.000 personas pobres participarán en la Misa con el Papa Francisco y 1.500 compartirán el almuerzo con el Papa.
Así se ha anunciado en un comunicado del Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización, con fecha del 14 de noviembre de 2017.
También, un “Centro de Atención Solidaria” estará abierto hasta el domingo 19 de noviembre en Plaza Pío XII, cerca del Vaticano, dice la nota.
Este evento es una iniciativa del Papa Francisco, al concluir el Jubileo de la Misericordia, “para que toda la comunidad cristiana esté llamada a tender la mano a los pobres, a los débiles, a los hombres y mujeres cuya dignidad es violada”, recuerda el dicasterio organizador.
Durante este día, más de 4.000 personas pobres de Roma y Lazio (Italia), y de diferentes diócesis del mundo (París, Lyon, Nantes, Angers, Beauvais, Varsovia, Cracovia, Solsona, Malinas-Bruselas, Luxemburgo…) se unirán a la basílica San Pedro para participar en la Misa celebrada por el Papa Francisco a las 10 horas. Al final de la celebración, 1.500 de ellos serán recibidos en la Sala Pablo VI para participar en una comida festiva con el Papa.
La orquesta de la Gendarmería del Vaticano y el coro “Las notas dulces”, compuesto por niños de 5 a 14 años animarán este momento. El servicio será prestado por 40 diáconos de la Diócesis de Roma y por unos 150 voluntarios.
El menú, preparado por el restaurante “Al Pioppeto”, consistirá en pequeños “ñoquis” con tomate, aceitunas y queso Collina Veneta, un salteado de ternera con verduras, polenta y brócoli de Bassano y de un tiramisú veneciano.
Además, otras 2.500 personas serán trasladadas a comedores católicos, seminarios y colegios en Roma para participar en un almuerzo festivo. Para implicar a todos los pobres, el Consejo Pontificio para la Promoción de la Nueva Evangelización ha pedido la ayuda de varias asociaciones (Caritas, Sant’Egidio, Orden de Malta, Comunidad Juan XXIII, Fratello 2016, Equipos de San Vicente de Paúl, etc).
Entre las iniciativas que se están preparando para ese Día: el Centro de Atención Solidaria, activo hasta el domingo 19, de 9 a 16 horas, en la Plaza Pío XII. En este campo de la medicina, de forma gratuita, para todos los que lo soliciten, análisis clínicos y visitas médicas especializadas en cardiología, dermatología, infecciones, ginecología y andrología.
Varios institutos colaboraron en este proyecto: Estructura de la Dirección de Salud y Saneamiento del Estado del Vaticano, Hospital Gemelli, Roma Tor Vergata, la Cruz Roja Italiana, el Ejército Italiano y la Confederación Nacional de Misericordias de Italia.
Además, se celebrará una vigilia de oración por el mundo del voluntariado el sábado, 18 de noviembre a las 20 horas, en la basílica de San Lorenzo Extramuros.
© Traducciones de Hélène Ginabat y Rosa Die Alcolea
sábado, 11 de noviembre de 2017
“Equidad de género”
Ellas son protagonistas en la Iglesia latinoamericana” dice el Papa
EQUIDAD DE GÉNERO
+ Felipe Arizmendi Esquivel
Obispo de San Cristóbal de Las Casas
VER
Dedicamos a este tema el curso anual que tenemos en la diócesis para la formación permanente de religiosas, sacerdotes y laicas comprometidas a tiempo completo en la pastoral. No fue sobre ideología de género, como si hubiera tantos géneros cuantas tendencias sexuales, sino sobre la relación, el trato, la comunicación, la interacción entre varones y mujeres, para que en la vida y en la pastoral cada quien ocupe su lugar conforme al plan de Dios. Recordamos que a ambos géneros Dios nos hizo a su imagen y semejanza, con la misma dignidad; no idénticos, sino diferenciados, y no sólo biológicamente, sino en todos los demás aspectos de la persona. Es hermoso y fecundo contar, en la diócesis, con equipos pastorales integrados por ellas y ellos, pues ni los presbíteros podemos aportar lo que es muy femenino y que enriquece mucho a la Iglesia, ni las mujeres han de prescindir de la jerarquía eclesial, sólo por ser varones. Nos complementamos y nos necesitamos. Persisten, sin embargo, desconfianzas y rechazos que no corresponden al estilo de Jesús, y nuestro curso nos ayudó a avanzar en esta interrelación madura y fecunda.
En la sociedad, aún hay subculturas que no dan a la mujer la dignidad que le corresponde. Hay también mujeres que intentan perder su femineidad y equipararse en todo a los varones, como si con ello valieran más. En algunos pueblos originarios, permanece el criterio de que las mujeres no pueden tener los mismos derechos que los varones para poseer tierras. No les permiten casarse con personas de otras culturas. No les dan iguales oportunidades para estudiar. Son discriminadas a la hora de repartir herencias. No las toman en cuenta para vender una gallina o un cerdo, siendo que ellas son las que cuidan los animales de casa. Persiste la violencia intrafamiliar. Antes, el varón escogía a la mujer que quería como esposa, sin ser novios, ni conocerse siquiera, y los papás hacían los tratos matrimoniales sin consultar a la mujer. Esto ha cambiado mucho, porque ahora las adolescentes y jóvenes salen a estudiar y a trabajar, exponiéndose a múltiples peligros. Se han liberado de unas esclavitudes familiares, pero pueden caer en otras esclavitudes morales y sociales.
PENSAR
El Papa Francisco nos dijo, en Bogotá, a los obispos miembros del CELAM: “La esperanza en América Latina tiene un rostro femenino. No es necesario que me alargue para hablar del rol de la mujer en nuestro continente y en nuestra Iglesia. De sus labios hemos aprendido la fe; casi con la leche de sus senos hemos adquirido los rasgos de nuestra alma mestiza y la inmunidad frente a cualquier desesperación. Pienso en las madres indígenas o morenas, pienso en las mujeres de la ciudad con su triple turno de trabajo, pienso en las abuelas catequistas, pienso en las consagradas y en las tan discretas artesanas del bien. Sin las mujeres la Iglesia del continente perdería la fuerza de renacer continuamente. Son las mujeres que, con meticulosa paciencia, encienden y reencienden la llama de la fe. Es un serio deber comprender, respetar, valorizar, promover la fuerza eclesial y social de cuanto realizan. Acompañaron a Jesús misionero; no se retiraron del pie de la cruz; en soledad esperaron que la noche de la muerte devolviese al Señor de la vida; inundaron el mundo con su presencia resucitada. Si queremos una nueva y vivaz etapa de la fe en este continente, no la obtendremos sin las mujeres. Por favor, no pueden ser reducidas a siervas de nuestro recalcitrante clericalismo; ellas son, en cambio, protagonistas en la Iglesia latinoamericana; en su salir con Jesús; en su perseverar, aun en el sufrimiento de su Pueblo; en su aferrarse a la esperanza que vence a la muerte; en su alegre modo de anunciar al mundo que Cristo está vivo, y ha resucitado.
La esperanza en América Latina pasa a través del corazón, la mente y los brazos de los laicos. Quisiera reiterar: Es un imperativo superar el clericalismo que infantiliza a los fieles laicos y empobrece la identidad de los ministros ordenados” (7-IX-2017).
ACTUAR
Hemos de superar los residuos de machismo que nos quedan, así como los feminismos extremistas, y no excluirnos ni rechazarnos entre nosotros mismos por luchas mundanas de poder. Apreciemos el aporte específico de hombres y mujeres, sin perder nuestra identidad, para que seamos la sociedad y la Iglesia que Dios quiere.
Testimonio de una señora colombiana en la vigilia de la Divina Misericordia (Foto CTV- Osservatore Romano)
EQUIDAD DE GÉNERO
+ Felipe Arizmendi Esquivel
Obispo de San Cristóbal de Las Casas
VER
Dedicamos a este tema el curso anual que tenemos en la diócesis para la formación permanente de religiosas, sacerdotes y laicas comprometidas a tiempo completo en la pastoral. No fue sobre ideología de género, como si hubiera tantos géneros cuantas tendencias sexuales, sino sobre la relación, el trato, la comunicación, la interacción entre varones y mujeres, para que en la vida y en la pastoral cada quien ocupe su lugar conforme al plan de Dios. Recordamos que a ambos géneros Dios nos hizo a su imagen y semejanza, con la misma dignidad; no idénticos, sino diferenciados, y no sólo biológicamente, sino en todos los demás aspectos de la persona. Es hermoso y fecundo contar, en la diócesis, con equipos pastorales integrados por ellas y ellos, pues ni los presbíteros podemos aportar lo que es muy femenino y que enriquece mucho a la Iglesia, ni las mujeres han de prescindir de la jerarquía eclesial, sólo por ser varones. Nos complementamos y nos necesitamos. Persisten, sin embargo, desconfianzas y rechazos que no corresponden al estilo de Jesús, y nuestro curso nos ayudó a avanzar en esta interrelación madura y fecunda.
En la sociedad, aún hay subculturas que no dan a la mujer la dignidad que le corresponde. Hay también mujeres que intentan perder su femineidad y equipararse en todo a los varones, como si con ello valieran más. En algunos pueblos originarios, permanece el criterio de que las mujeres no pueden tener los mismos derechos que los varones para poseer tierras. No les permiten casarse con personas de otras culturas. No les dan iguales oportunidades para estudiar. Son discriminadas a la hora de repartir herencias. No las toman en cuenta para vender una gallina o un cerdo, siendo que ellas son las que cuidan los animales de casa. Persiste la violencia intrafamiliar. Antes, el varón escogía a la mujer que quería como esposa, sin ser novios, ni conocerse siquiera, y los papás hacían los tratos matrimoniales sin consultar a la mujer. Esto ha cambiado mucho, porque ahora las adolescentes y jóvenes salen a estudiar y a trabajar, exponiéndose a múltiples peligros. Se han liberado de unas esclavitudes familiares, pero pueden caer en otras esclavitudes morales y sociales.
PENSAR
El Papa Francisco nos dijo, en Bogotá, a los obispos miembros del CELAM: “La esperanza en América Latina tiene un rostro femenino. No es necesario que me alargue para hablar del rol de la mujer en nuestro continente y en nuestra Iglesia. De sus labios hemos aprendido la fe; casi con la leche de sus senos hemos adquirido los rasgos de nuestra alma mestiza y la inmunidad frente a cualquier desesperación. Pienso en las madres indígenas o morenas, pienso en las mujeres de la ciudad con su triple turno de trabajo, pienso en las abuelas catequistas, pienso en las consagradas y en las tan discretas artesanas del bien. Sin las mujeres la Iglesia del continente perdería la fuerza de renacer continuamente. Son las mujeres que, con meticulosa paciencia, encienden y reencienden la llama de la fe. Es un serio deber comprender, respetar, valorizar, promover la fuerza eclesial y social de cuanto realizan. Acompañaron a Jesús misionero; no se retiraron del pie de la cruz; en soledad esperaron que la noche de la muerte devolviese al Señor de la vida; inundaron el mundo con su presencia resucitada. Si queremos una nueva y vivaz etapa de la fe en este continente, no la obtendremos sin las mujeres. Por favor, no pueden ser reducidas a siervas de nuestro recalcitrante clericalismo; ellas son, en cambio, protagonistas en la Iglesia latinoamericana; en su salir con Jesús; en su perseverar, aun en el sufrimiento de su Pueblo; en su aferrarse a la esperanza que vence a la muerte; en su alegre modo de anunciar al mundo que Cristo está vivo, y ha resucitado.
La esperanza en América Latina pasa a través del corazón, la mente y los brazos de los laicos. Quisiera reiterar: Es un imperativo superar el clericalismo que infantiliza a los fieles laicos y empobrece la identidad de los ministros ordenados” (7-IX-2017).
ACTUAR
Hemos de superar los residuos de machismo que nos quedan, así como los feminismos extremistas, y no excluirnos ni rechazarnos entre nosotros mismos por luchas mundanas de poder. Apreciemos el aporte específico de hombres y mujeres, sin perder nuestra identidad, para que seamos la sociedad y la Iglesia que Dios quiere.
sábado, 4 de noviembre de 2017
Existencia del MÁS ALLA 2017
El misterio del más allá .Y, ante todo, os voy a decir por qué he escogido este tema. Son tres las principales razones que me han movido a ello: En primer lugar, por su trascendencia soberana. Ante él, todos los demás problemas que se pueden plantear a un hombre sobre la tierra, no pasan de La categoría de pequeños problemas sin importancia. No voy a invocar una conversación tenida con un alto intelectual. Salid simplemente a la calle. Preguntadle a ese obrero que se dirige a su trabajo:–¿Adónde vas? Os dirá: ¿Yo?, a trabajar.–¿Y para qué quieres trabajar?–Pues para ganar un jornal.–Y el jornal, ¿para qué lo quieres?–Pues para comer.–¿Y para qué quieres comer?–Pues..., ¡para vivir!–¿Y para qué quieres vivir? Se quedará estupefacto creyendo que os estáis burlando de él. Y en realidad, señores, esa última es la pregunta definitiva; ¿para qué quieres vivir?, o sea, ¿cuál es la finalidad de tu vida sobre la tierra?, ¿qué haces en este mundo?,¿quién eres tú? No me interesa tu nombre y tu apellido como individuo particular:¿quién eres tú como criatura humana? ,¿como ser racional?, ¿por qué y para qué estás en este mundo?, ¿de dónde vienes?, ¿adónde vas?, ¿qué será de ti después de esta vida terrena?, ¿qué encontrarás más allá del sepulcro? Señores: éstas son las preguntas más trascendentales, el problema más importante que se puede plantear un hombre sobre la tierra. Ante él, vuelvo a repetir, palidecen y se esfuman en absoluto esa infinita cantidad de pequeños problemas humanos que tanto preocupan a los hombres. El problema más grande, el más trascendental de nuestra existencia, es el de nuestros destinos eternos.
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