Por: Nory Camargo | Fuente: Catholic-link.com
Ser
padres nos hace responsables no solo del cuidado de nuestros hijos sino
también de la educación espiritual que les brindamos desde el momento
en que los concebimos. Por eso quiero compartir con ustedes 10 sencillas
formas de acercar a nuestros hijos a Dios inclusive desde el momento en
que nos enteramos de que vamos a ser padres.
«¿Buscamos
entender ‘dónde’ los hijos verdaderamente están en su camino? ¿Dónde
está realmente su alma? ¿Lo sabemos? Y sobre todo: ¿Lo queremos saber?
¿Estamos convencidos de eso, en realidad, no esperan algo más?» (Papa
Francisco).
1. Ora en voz alta durante el embarazo
Nuestros
pequeños escuchan nuestra voz todo el tiempo, es importante que el
momento que le dediques a la oración esté lleno de tranquilidad. Elije
un espacio cómodo en donde no te interrumpan o donde nada te distraiga.
Puedes construir un pequeño altar o hacerlo mientras ves una estampita
de la Virgen o de Jesús para que tus pensamientos no divaguen en otras
cosas. Haz que tú bebe sienta que ese momento es único y especial para
los dos, puedes elegir una hora del día para que se vuelva una rutina
diaria. Mientras oras puedes sobar tu pancita para que tu bebe sienta
que la oración va dedicada a él también
2. Llévalo a misa
Algunas
personas piensan que es muy molesto llevar a los chiquitines a misa
porque lloran muy fuerte, hacen ruido, incomodan a la gente o no se
quedan quietos. Mi recomendación es que lo lleves a misa cada domingo,
tal como tú y tu familia lo solían hacer antes de su nacimiento. Si
llora y es aún muy bebe lo podrás calmar con el pecho o el biberón; si
es un poco más grande y ya gatea o camina suele hacer berrinches más a
menudo, sal de la iglesia, dale un pequeño paseo hasta que se calme y
vuelve a entrar. Si tu niño ya es 100% consciente de que va a misa los
domingos y no se queda quieto, grita a todo pulmón o incluso se tira al
piso, sal de nuevo, ponte a su altura y háblale de manera pausada y en
tono suave, explícale porque están allí y porque es importante portarse
bien durante la Eucaristía. Si pellizcas a tu hijo mientras hace el
berrinche, lo halas bruscamente para sacarlo, lo matas con la mirada o
le gritas afuera de la iglesia, detestara cada domingo. Son niños y hay
que ponernos en sus zapatos, no están en edad de quedarse quietos y
mucho menos de poner atención más de 20 minutos seguidos. Cada vez que
yo voy a misa, salgo a calmar a mi hijo unas 10 veces pero lo vuelvo a
entrar; no hay que darse por vencido pues aunque son pequeños saben muy
bien como manipularnos, lo importante es que ellos se den cuenta que no
importa cuántas veces salgamos de la iglesia siempre volveremos a entrar
hasta que la celebración culmine.
3. Reza con ellos en las noches
Puede
ser junto a su cama o cuna, ponte de rodillas y ora. Cuando los niños
son pequeños todo les asombra y les causa curiosidad, tienen el don de
imitar tanto lo bueno como lo malo, y muy probablemente mientras estés
orando querrán llamar tu atención, empezaran a hablar como si les dieran
cuerda, cantaran, sacaran sus juguetes o te halaran de la camisa.
Aprovecha esta oportunidad para explicarle lo que estás haciendo e
invítalo a unirse a tu oración. Dile que repita después de ti o
pregúntale: ¿por qué le darías gracias a Dios hoy? ¿Quieres enviarle un
mensaje a la Virgen conmigo? Notarás que este tipo de preguntas les
causa sorpresa, enséñales cómo deben persignarse y procura que ese
momento dedicado a la oración no sea tan largo, pues querrá empezar a
hacer otra cosa. Si tu niño o niña es un bebe, persígnalo con su manita y
ora en voz baja junto a él.
4. Familiarízalo con imágenes de Jesús y de María Santísima
Tener
un altar en el hogar debe ser tarea de todo católico, no tiene que
ocupar una habitación completa, pero si debes destinarle un lugar
especial, de visibilidad y alcance para todos los miembros de la
familia. Es importante que nuestros pequeños encuentren imágenes de
Jesús, de María y de los Santos. Mi hijo tiene un año y cinco meses y le
hemos enseñado a mandarle besitos a la Virgen. Cada vez que la ve, sin
importar el lugar en el que estemos le manda un beso y yo me derrito de
amor, los niños aprenden muy rápido las cosas, aprovechar la edad entre
los 0 y 5 años es primordial para ensañerles lo que más podamos. Un día
Juan José (mi hijo) encontró el llavero de mi mamá en un bolso, vio que
de el estaba colgada la imagen de la Virgen de Guadalupe, y sin que
nadie le dijera nada, hizo cara de sorpresa, nos miró a todos por unos
segundos y la beso. Puedes poner un Cristo en su habitación, la imagen
de María Santísima en su mesita de noche o un cuadro con el ángel de la
guarda.
5. Déjalo elegir películas y libros que hablen de Dios
Aprovecha
el gusto que tienen tus hijos por las películas o los cuentos. Compra
películas como «El Arca de Noe», «David y Goliat», «El Buen Samaritano»,
«El Hijo Prodigo», «La Historia de José y sus hermanos», «Los Milagros
de Jesús», «El Príncipe de Egipto», «Joseph: Rey de los Sueños», etc.
Existen también muchos libros que le cuentan a los niños las historias
de la biblia de manera divertida e ilustrada, puedes comprar libros
para colorear o la llamada «Biblia de los niños» que está en las
principales librerías. De esta manera podrás darle varias opciones a tu
hijo para que sea él quien escoja qué historia quiere conocer. Nunca los
obligues o los amenaces con castigos si no quieren realizar esta
actividad. Cada fin de semana le puedes dar una opción distinta o
proponerle a él o ella que te acompañe a comprar el libro o la película
que prefiera. Es una manera fácil y divertida para que nuestros hijos
conozcan la vida de Jesús, de María Santísima o los santos desde que son
chiquitines.
6. Déjalos participar en actividades relacionadas con la Iglesia
Si
en el colegio de tu hijo hay infancia misionera, déjalo ser miembro del
grupo. Si le gusta actuar o cantar, déjalo participar en las ceremonias
religiosas en las que se hacen dramatizaciones o inscríbelo al coro de
la Iglesia. Si el colegio realiza campañas en las que se recolecta ropa o
víveres para los más necesitados, explícale porque debemos ayudarle a
los demás. Nunca le prohíbas a tu hijo actividades como estas, si
muestra algún interés, déjalo experimentar y mantén una actitud siempre
positiva frente a sus logros y hazañas. Hazle saber cuánto le agrada a
Dios su buen comportamiento y solidaridad, permitiéndole sentir que te
sientes orgulloso de ser su madre o su padre.
7. Permítele ver que hay niños que no lo tienen todo
Llevar
a nuestros hijos a fundaciones o instituciones que ayuden a los demás
es una experiencia hermosa para todos los involucrados, tanto como para
los niños a los que visitamos, como para nuestros hijos y para nosotros
mismos. Hacerles ver que el mundo no es color de rosa y que no todos los
niños gozan de un hogar con papá y mamá abrirá sus corazones. Puedes ir
a una fundación que acoja a niños huérfanos, niños maltratados, con
cáncer, o alguna enfermedad como síndrome de down. Todos los niños
merecen ser amados y escuchados. Haz que tu hijo comparta al menos dos
veces al año una experiencia como ésta. Organiza un partido de fútbol,
una tarde de película o un compartir con la organización que escojas. De
esta manera tu hijo comprenderá que no todos los niños gozan de los
privilegios que él tiene; aprenderá a compartir y a ver a todos como
iguales, no hará distinciones en la hora del juego y se convertirá en un
niño consciente y dispuesto a ayudar a los demás en cualquier lugar.
8. Enséñale a apreciar la naturaleza
No
es necesario que viajes a Irlanda para que tu hijo sea testigo de
impresionantes paisajes: una flor basta para que le cuentes a tu pequeño
que Dios está presente en cada una de sus creaciones, hasta en la más
pequeña. El cielo, el mar, las estrellas, la luna, los árboles, las
montañas. Puedes intentar preguntarle a tu hijo cuanto cree que le ama a
Dios (tal vez alguna de sus ocurrencias te haga derretir de amor) pero
es válido que tú le des una manita: puedes retarlo a contar las
estrellas o a adivinar qué tan profundo es el mar y decirle que así es
el amor de Dios: infinito como las estrellas que adornan el firmamento o
los granos de arena en la playa. Es importante que nuestros hijos sean
conscientes que todo cuanto nos rodea ha sido creado de la mano de Dios,
los viajes a otras ciudades o países pueden ser la oportunidad perfecta
para que le hables de Dios a tus hijos.
9. Hazle saber que hay más satisfacción en dar que en recibir
La
época de Navidad es perfecta para realizar esta actividad. Hay dos
formas de hacerlo: la primera es comprar juguetes o ropa para que niños
de escasos recursos, huérfanos o desamparados reciban un detalle en esta
fecha. La otra opción que tenemos es pedirles a nuestros pequeños que
decidan qué juguetes ya no utilizan y están en buen estado para
donarlos. En todo el proceso debemos incluir a nuestros pequeños, desde
ir a comprar o escoger los juguetes, hasta empacarlos e ir a entregarlos
personalmente. De esta manera ellos entenderán que las cosas no son tan
fáciles de obtener y que no todos los niños tienen los privilegios que
nosotros como padres les otorgamos. Este acto de generosidad y entrega
puede practicarse en cualquier época del año, lo importante es
transmitirles a nuestros hijos el amor por el que más lo necesita.
Cuando hayan culminado la tarea puedes preguntarle cómo se sintió al
entregarle a otro niño un regalo o que fue lo que más le gustó de estar
allí. Podemos encontrar a Dios de muchas maneras, hazle comprender
cuanta felicidad hay en dar.
10. Enséñale a bendecir los alimentos
El
desayuno, el almuerzo o la cena pueden ser escenarios perfectos en los
que le enseñes a tus hijos que hay que dar gracias por todo lo que Dios
nos permite tener, incluyendo la comida que llega a nuestra mesa. Yo
acostumbro hacer la siguiente oración para bendecir los alimentos:
«Bendice Señor estos alimentos que por tu infinita misericordia tenemos
hoy en esta mesa, dale Señor pan a los que no tienen y danos hambre de
ti a los que tenemos pan. Ámen». Recuerda que tu ejemplo es la mejor
herramienta, conviértete en el modelo a seguir de tus hijos y bendice
los alimentos sin importar el lugar en el que te encuentres, pídele a
tus hijos que repitan después de ti y veras como con el tiempo ellos lo
harán solitos.
Este artículo fue publicado originalmente por nuestros aliados y amigos: |