sábado, 30 de noviembre de 2019

¿Por qué Dios calla a veces?

El que Dios no nos dé siempre lo que le pedimos no quiere decir que no nos haya oído

Por: n/a | Fuente: PildorasDeFe.net




Cuenta una antigua Leyenda Noruega, acerca de un hombre llamado Haakon, quien cuidaba una capilla. A ella, acudía la gente a orar con mucha devoción. En esta capilla había una cruz muy antigua. Muchos acudían ahí para pedirle a Cristo algún milagro.


Un día el ermitaño Haakon quiso pedirle un favor. Lo impulsaba un sentimiento generoso. Se arrodillo ante la cruz y dijo:

    Señor, quiero padecer por ti. Déjame ocupar tu puesto. Quiero reemplazarte en la cruz.


Y se quedó fijo con la mirada puesta en la Efigie, como esperando la respuesta. El Señor abrió sus labios y habló. Sus palabras cayeron de lo alto, susurrantes y amonestadoras:
   
 Siervo mío, accedo a tu deseo, pero ha de ser con una condición.

    ¿Cual, Señor? preguntó con acento suplicante Haakon. ¿Es una condición difícil? 

¡Estoy dispuesto a cumplirla con tu ayuda, Señor!
    
Escucha: suceda lo que suceda y veas lo que veas, has de guardarte en silencio siempre.
   
 Haakon contestó: Te lo prometo, Señor.


Y se efectuó el cambio. Nadie pudo apreciar el trueque. Nadie reconoció al ermitaño, colgado con los clavos en la Cruz. El Señor ocupaba el puesto de Haakon. Y éste por largo tiempo cumplió el compromiso. A nadie dijo nada.


Un día, llegó un rico, después de haber orado, dejo allí olvidada su cartera. Haakon lo vio y calló. Tampoco dijo nada cuando un pobre, que vino dos horas después, se apropió de la cartera del rico. Ni tampoco dijo nada cuando un muchacho se postró ante él poco después para pedirle su gracia antes de emprender un largo viaje. Pero en ese momento volvió a entrar el rico en busca de la bolsa. Al no hallarla, pensó que el muchacho que estaba orando se la había apropiado.


El rico se volvió al joven y le dijo iracundo: ¡Dame la bolsa que me has robado!. El joven sorprendido, replicó: ¡No he robado ninguna bolsa!. ¡No mientas, devuélvemela enseguida!. 


¡Le repito que no he cogido ninguna bolsa! afirmó el muchacho. El rico arremetió, furioso contra él.
 
Sonó entonces una voz fuerte: ¡Detente!


El rico miró hacia arriba y vió que la imagen le hablaba. Haakon, que no pudo permanecer 
 en silencio, gritó, defendió al joven, increpó al rico por la falsa acusación. El hombre quedó anonadado, perplejo, y salió de la capilla corriendo. El joven salió también estupefacto por lo que había visto y porque tenia prisa para emprender su viaje.


Cuando la capilla quedó a solas, Cristo se dirigió a su siervo y le dijo:

Baja de la Cruz. No sirves para ocupar mi puesto. No has sabido guardar silencio.

Señor, - dijo Haakon - ¿Como iba a permitir esa injusticia?.


Se cambiaron los oficios. Jesús ocupó la Cruz de nuevo y el ermitaño se quedó ante la Cruz. El Señor, siguió hablando:

Tu no sabias que al rico le convenía perder la bolsa, pues llevaba en ella el precio de la virginidad de una joven mujer.

El pobre, por el contrario, tenía necesidad de ese dinero, pues su familia estaba pasando por una hambruna terrible e hizo bien en llevárselo; en cuanto al muchacho que iba a ser golpeado, sus heridas le hubiesen impedido realizar el viaje que para él resultaría fatal. Ahora, hace unos minutos acaba de zozobrar el barco y él ha perdido la vida. Tú no sabias nada. Yo si. Por eso callo. Y el Señor nuevamente guardó silencio.

Reflexión:

Muchas veces nos preguntamos: ¿Por qué razón Dios no nos contesta.? ¿Por qué se queda callado?.  Muchos de nosotros quisiéramos que Él nos respondiera lo que deseamos oír pero, Dios no es así. Dios nos responde aún con el silencio. Debemos aprender a escucharlo. Su Divino Silencio, son palabras destinadas a convencernos de que, El sabe lo que está haciendo. En su silencio nos dice con amor: ¡Confiad en mí, que se bie nl oque debo hacer!. ¿Estás dispuesto a hacer silencio en el Obrar de Dios en tu vida


¿Sabemos que es lo que más nos conviene cuando le pedimos "x" o "y" cosa a nuestro Señor Jesús?.

 ¿Somos algunos de nosotros de los que nos hemos retirado de la oración porque no hemos visto atendidas nuestras peticiones a la primera?. El que Dios no nos dé siempre lo que le pedimos no quiere decir que no nos haya oído. Además, querer que Dios ejecute nuestros deseos no sería pedir, sino mandar.


Y... ¿qué es lo que pedimos?

Casi siempre, lo mismo: que no tengamos enfermedades ni dolores, que venga a nosotros el éxito fácil, ese puesto de trabajo cómodo hasta la puerta de la casa, las soluciones rápidas a la hipoteca o a la crisis.


Dios deja que los acontecimientos sigan su curso porque de ellos se derivará un bien mayor para nosotros. Por ignorantes, por impulsivos pedimos piedras en lugar de pan. Jesús no da migajas sobrantes y caídas al suelo, sino el pan tierno y blanco de su amor y poder infinito.
Este artículo fue publicado originalmente por nuestros aliados y amigos: PildorasDeFe.net

sábado, 23 de noviembre de 2019

¿Cómo es tener un hijo con síndrome de Down?




Un hijo con síndrome de Down no puede ser más que una bendición

Por: Nory Camargo | Fuente: catholic-link




¿Síndrome de Down? Tal vez esto es lo último en lo que piensa una madre cuando la prueba de embarazo sale positiva

 Incluso, cuando le entregan a su hijo recién nacido en brazos. Y aunque las reacciones y opiniones frente al tema sean bastante amplias, está claro que el corazón de una madre no conoce distinciones.


El video que les comparto a continuación ha sido producido por la marca de pañales Babysec de Chile. Nace como una campaña para demostrar que para que la inclusión sea real, hay que actuar. El video nos da un hermoso mensaje de lo que significa el amor para aquellos que se convierten en padres.



Como no amar al ser que ha crecido en mis entrañas

 Vamos a dejar de lado todo el tema del aborto y las mil y un razones por las que algunos dirían que frente a este tipo de noticia, un aborto es la «solución al problema». 

Nos centraremos en el conmovedor testimonio de estos padres, que con lágrimas en los ojos hablan de la inclusión.  

De lo importante que es actuar en vez de hablar, y dejar que las palabras se las lleve el viento.

¿Qué padre quiere ver a sus hijos sufrir?, ¿a qué madre no le partería el corazón que su hijo fuera rechazado? 

Que no tuviera amigos o que sea el foco de murmullos y miradas, no de admiración, sino de esa curiosidad e indiscreción que es capaz de lastimarnos hasta lo más profundo.


El amor de una madre o un padre, no se compara con nada. 

 Aunque lamentablemente hayan muchos casos en que alguno de los padres rechace la condición de su hijo, podríamos decir que la gran mayoría, ama y apoya a ese hijo desde el primer instante en que llega a sus vidas.


La forma del amor

Me gusta pensar en que el amor es ciego. No me refiero a ese amor ciego del que nos tildan como causa para aceptar el maltrato, el irrespeto o la violencia en una relación. 

Sino ese amor que proviene de Dios, el amor que no viene dosificado, ni digno solo para unos cuantos. 

Me gusta pensar que el amor no conoce raza, ni estrato, ni color, ni condición, es para todos, sin importar de dónde vengamos o quiénes seamos.

¿Por qué no sería digno del mismo amor un niño con síndrome de Down?, ¿por qué pensamos que merecen menos o que sus padres deben sentir pena? 

Al contrario, estos padres conocen un amor aún más grande, un amor con un cromosoma extra que lo cambia todo. Que lleva este concepto a otro nivel.

 
La transformación del corazón

Los hijos, vienen con esa increíble y maravillosa capacidad de sacar de nosotros, lo mejor. 

Convertirnos en padres nos demuestra que somos mucho más fuertes de lo que pensábamos. Aprendemos a combatir nuestros más grandes miedos e inseguridades. 

Porque el amor que ese hijo nos brinda, es tan inmenso, que es capaz de hacernos descubrir cualidades o fortalezas que jamás creímos poseer en nuestro interior.


La oscuridad ya no nos da miedo, los monstruos debajo de la cama ahora son cuento chino, las heridas y caídas se pueden curar con un buen beso o un abrazo, y las lágrimas se pueden cambiar por carcajadas en un abrir y cerrar de ojos.

 Un hijo con síndrome de Down no puede ser más que una bendición, igual a la que Dios le otorga a los millones de padres y madres que le dan el sí a la vida.


Es verdad que para los padres que tienen un hijo con síndrome de Down la vida no es tan sencilla. 

Para nadie la es, pero para ellos, todo se complica un poco más. Porque vivimos en un mundo que señala con el dedo, uno en el que hace mucha falta ser compasivo.  


El problema no es de los padres, ni de los niños, el problema es nuestro, al no luchar por la inclusión y hacerle ver a estos pequeños y sus papás, que tienen derecho al mismo trato.

Si eres padre o madre de un niño con síndrome de Down hoy me gustaría darte las gracias, no solo por traer a tu hijo al mundo, sino por amar a ese ser con todas las fuerzas de tu corazón. 

Por luchar por su felicidad y por limpiarte las lágrimas y seguir adelante aún cuando otros te han lastimado con sus comentarios.

sábado, 16 de noviembre de 2019

Los mil y un lenguajes para entender a los hijos

Estemos siempre en contacto con nuestros hijos porque sólo así lograremos comprenderlos y comunicarnos adecuadamente con ellos.

Por: Silvia del Valle | Fuente: Catholic.net



El fin de semana di un curso de comunicación en mi parroquia y al llegar al tema de los lenguajes me puse a reflexionar que las mamás también debemos ser expertas en lenguajes para poder comprender a nuestros hijos.

Cuando están recién nacidos, debemos aprender a entender el lenguaje del llanto y de los ruiditos.

Conforme van creciendo nuestros hijos debemos ir aprendiendo más lenguajes, como son el del silencio, el de los gestos, el de los berrinches, el de los abrazos y el de las caricias; y cuando ya están aún más grandes, el de los emojis y el de las tecnologías.

Es por eso que aquí te dejo mis 5Tips para lograr comprender y aprender los lenguajes que nuestros hijos usan.



PRIMERO. Observa y escucha a tus hijos.

La mejor forma de entender y comprender un lenguaje nuevo es escucharlo y observar lo que quiere decir cada palabra o seña.

Por eso debemos ir observando a nuestros hijos en sus diferentes etapas para comprender y llegar a hablar el mismo lenguaje que ellos.

Si no los hacemos, no puede haber un encuentro, no podemos relacionarnos y por lo mismo no puede haber comunicación.

No siempre es fácil, pero hay que afinar los sentidos para lograrlo.


SEGUNDO. Conoce el medio en el que se desarrollan.

Cuando nuestros hijos salen del ambiente familiar, es decir, van a la escuela, es necesario que conozcamos ese ambiente para comprender las modificaciones que pueden tener sus lenguajes.

Ya que lo que aprenden en la escuela y de la convivencia con otros niños afecta su comportamiento y su lenguaje cambia.

Otro factor de cambio es la tecnología a la que van teniendo acceso. Por eso también la debemos conocer.


TERCERO. Cuando van creciendo, pregúntales qué quieren decir con algunas actitudes o gestos.

Es preciso que hagamos un alto en el camino y que dialoguemos con nuestros hijos.

Muy seguido no podemos comprender que nos quieren decir por eso es bien importante preguntarles a ellos que quieren lograr con tal o cual actitud.

Así pondremos en común los términos y podremos dialogar, aún con las actitudes y gestos.


CUARTO. Descubre los patrones de comportamiento de tus hijos.

Una vez que los hemos observado y que hemos dialogado con ellos, ahora si podemos establecer sus patrones de comportamiento.

Esto nos ayudará a descubrir cuándo haya algún cambio que requiera atención.

También los patrones de comportamiento son una forma de lenguaje que debemos tener presente y estar atentos a cualquier cambio.

Un cambio pequeño en ellos es normal, pero un gran cambio es un síntoma de alerta que debemos atender de inmediato.


Y QUINTO. Déjate guiar por el lenguaje por excelencia que es el Amor.

Todo esto debe estar regido por el lenguaje que Dios nos ha dado, el lenguaje del amor.

El amor hace que los demás lenguajes sean entendibles para nosotras las mamás, es como el traductor maestro que nos permite intuir y adaptar nuestros sentidos para comprender los mil y un lenguaje a de nuestros hijos.

Dejémonos guiar por él y hagámosle caso a nuestra intuición.

Y estemos siempre en contacto con nuestros hijos porque sólo así lograremos comprenderlos y comunicarnos adecuadamente con ellos.


Dios te bendiga y la Santísima Virgen María te cubra con su manto.

sábado, 9 de noviembre de 2019

¿Hijos firmes o vulnerables?

Algunos consejos para formar la voluntad de nuestros hijos

Por: Lucía Legorreta de Cervantes | Fuente: yoinfluyo.com




Somos muchos los padres de familia preocupados por las influencias del ambiente sobre nuestros hijos. ¿Cuál es la diferencia entre aquellos que se mantienen en los principios y los que se dejan envolver por el ambiente?    


¿Qué es lo que hace que algunos sean firmes y otros vulnerables?

La diferencia está en la formación de la voluntad, y ésta se refleja en los diversos ámbitos de la vida.

Todos conocemos a personas que intentan dejar de fumar, cumplir la dieta, ser ordenados y empezar a leer.  Sin embargo, la dieta se rompe, el libro no se termina de leer y los malos hábitos vuelven a dominar.

Nos encontramos con el contraste de personas que “logran” lo que quieren con el simple hecho de proponérselo, mientras que otros, por más que lo intentan, no logran conseguir lo que se proponen.


Los hombres como seres racionales, estamos dotados de “voluntad”, pues somos libres y elegimos como actual. El problema surge cuando actuamos según lo que nuestros impulsos, deseos y pasiones nos presentan como apetecible.

La formación de la “voluntad” es un pilar fundamental de la educación de los hijos, pues en ella recae la capacidad de elegir lo que más conviene y de perseverar con dedicación y fortaleza para alcanzar metas e ideales.

“Solo quien es dueño de sí mismo es capaz de donarse a los demás en el amor y ser feliz”


¿Cómo formar la voluntad?

La voluntad se forma básicamente en la familia, en lo cotidiano, en la convivencia familiar.  

La forma en la que los padres viven y cómo motivan a los hijos influye significativamente en la formación de la voluntad.

En la vida diaria se presentan constantemente oportunidades para formarla, pero es importante saber que debe ser:


1. De manera oportuna, temprana, eficaz y preventiva, es decir, adecuada al momento y a las circunstancias del desarrollo del niño, progresiva y que estimule positivamente la elección de lo que está bien hecho.


2. Gradual y constante: deberá ir avanzando según el desarrollo y capacidad de cada hijo.  Cultivarla con el esfuerzo de cada día a través del trabajo constante.  La inconsistencia y la falta de perseverancia dificultarán el progreso y la madurez.


3. Con el ejemplo: los hijos aprenden de los padres el dominio de sí, la disciplina y la fuerza de voluntad: “las palabras jalan….el ejemplo arrastra”.


4. Motivada: la voluntad no se ejercita ni se motiva por el simple hecho de formarse, ni de dominarse, se forma para amar.   El ideal alto, pero las metas tangibles y alcanzables.
 
La motivación positiva da mejores resultados que la negativa, potencia las áreas de oportunidades y contribuye en la autoestima y el ánimo.

  
5. Personalizada: tener en cuenta los aspectos y diferencias individuales de cada hijo para adecuar los esfuerzos educativos y ayudar a cada uno a realizarse, a ser una persona libre y responsable.


Comparto contigo algunos consejos para formar la voluntad de nuestros hijos:


- Comunicar claramente lo que se espera y acompañarlo de un estímulo positivo.

- Que reciba la información en condiciones adecuadas.

- Asegurarse de que la procese correctamente.

- Exigir completar lo iniciado.  Por ejemplo: cuando decida inscribirse a alguna actividad extracurricular  (Futbol, música,), no permitirle salirse a medio año simplemente porque ya no le gusta o se aburre.   Explicarle la razón por la que debe permanecer, perseverar y completar lo elegido.

- Proceder siempre con método y previsión sin dejarse llevar por la inspiración o la debilidad del momento.

- Poner especial atención en los detalles.  Por ejemplo: al hacer la tarea, motivarlo para que la haga lo mejor posible, cuidando la letra y la limpieza, y dedicándole tiempo necesario para hacer un buen trabajo.

- Evitar ceder a la vida llena de comodidades y optar por la austeridad de vida, aún en cosas pequeñas y triviales.

- Hacer las cosas con determinación, sin dejarlas para después.

- Mantener la palabra dada.  No retractarse con facilidad.

- Exigir en los pequeños detalles que requieren esfuerzo, como cuidar el orden en casa y en la escuela, la puntualidad.


La formación de la voluntad es tarea primordial de los padres al educar a sus hijos.  Con una voluntad firme serán dueños de sí mismos, libres y capaces de realizarse y alcanzar la felicidad.  

Esto los distinguirá entre ser personas  “firmes” o ser “vulnerables

sábado, 2 de noviembre de 2019

No tengas miedo de envejecer

No le tengamos miedo a envejecer, vivamos plenamente, disfrutando de nuestra familia y amigos.

Por: Mónica Muñoz | Fuente: Catholic.net




Dicen que los treintas son los nuevos veintes, refiriéndose a que la gente no envejece igual que hace setenta años. Para comprobarlo, basta con darle un vistazo a las películas de la época de oro del cine mexicano para entenderlo claramente: los actores y actrices que comenzaron la historia del séptimo arte en nuestro país, se caracterizaban como adultos maduros en plena juventud, para aparentar ser personas de cincuenta o sesenta años, que, en esos tiempos, ya se consideraban respetables ancianos. Y qué decir de los jóvenes: con su forma de vestir y expresarse, representarían cincuenta años actuales contra los veinte que en realidad tenían. Cómo han cambiado las cosas.


Además, ocurre algo muy gracioso con las mujeres: creemos que si nos dicen: “señora”, tenemos que brincar ofendidas, porque relacionamos el término con la edad, como si calificaran nuestro estado civil o peor, nuestro aspecto, el cual es impecable en nuestros treintas y cuarentas o más. Bueno, es todo un espectáculo observar las reacciones de las aludidas cuando oyen la temida palabra, sin embargo, llama la atención que nos resistimos a aceptar el paso del tiempo, como si fuese una maldición, y no hay nada más lejano a la realidad.


Por ello no es extraño observar los gimnasios llenos de personas adultas intentando mantenerse en forma o haciéndose infinidad de tratamientos para alisar las arrugas y quitar las canas, algunos más extremos hasta recurren a las cirugías, además se visten casi igual que sus hijos. Y no es un comportamiento exclusivo de las mujeres, infinidad de hombres entran en la misma dinámica.


En fin, que no hay límites para la imaginación, si el presupuesto lo permite, para intentar desesperadamente detener el tiempo. ¡Ah! Y ya hasta tiene nombre, le llaman “midorexia”.


Y no digo que esté mal tratar de verse bien, es muy bueno para la salud hacer ejercicio, además, conservar un estilo de vida juvenil mantiene la autoestima alta, sólo comento que es un fenómeno curioso que nos está tocando vivir y que es cada vez más frecuente en todos los ambientes y niveles de nuestro México.


Quizá tenga que ver con el aumento de esperanza de vida, lo cual me alegra mucho, porque, según el INEGI, en 1930, las personas vivían en promedio 34 años. Para 2018, el promedio era de 76 años. Sin embargo, estos índices son menores a los del resto de los países que pertenecen a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), donde el promedio es de 81 años. Las causas de este descenso fueron recogidas en el boletín 848 de la UAM, aportadas por la Dra. Carmen Zúñiga Trejo, investigadora de la Unidad Iztapalapa de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) y son la desigualdad en el ingreso, la falta de acceso a los servicios de vivienda y salud y al mal funcionamiento de las instituciones públicas.


En el mismo boletín, la investigadora añade que los mexicanos presentan graves problemáticas en materia de violencia y salud, derivadas de las condiciones de inequidad social, disminuyendo de manera significativa la calidad de vida por el clima de inseguridad y el incremento de enfermedades características de la pobreza como obesidad, diabetes, cáncer y enfermedades isquémicas (Falta de suministro de sangre en alguna parte del cuerpo). (UAM, 2018).


Estas cifras nos deben alertar respecto a la realidad de nuestro país, donde existen personas que apenas tienen dinero para subsistir, lo que debería motivarnos a ser más solidarios, apoyando en lo que podamos a las instituciones y grupos que se dedican a ayudarlos.


Pero regresando al tema que motivó esta reflexión, envejecer es parte del proceso natural de la vida humana. Nacemos, nos desarrollamos, nos reproducimos y, finalmente, morimos. 

Dice el salmo 89 que si uno vive 70 años y el más robusto hasta 80, la mayor parte son fatiga inútil porque pasan aprisa y vuelan. (Sal 89,10). Y es verdad, todos recordamos nuestra infancia, adolescencia y juventud como si hubiera sido ayer, porque hubo acontecimientos que marcaron cada época.


Además, al menos en mi caso, no me gustaría repetir ninguna etapa, me siento muy bien con quien soy actualmente, creo que he llegado hasta aquí porque Dios lo ha querido, así que para mí, cada día que amanezco, representa una nueva oportunidad para hacer algo bueno con mi vida. Y creo también que es importante aprender a desprenderse de objetos y hasta de personas, porque, inevitablemente, nos separaremos de ellos en algún punto del camino.

Por eso, no le tengamos miedo a envejecer, vivamos plenamente, disfrutando de nuestra familia y amigos, dando valor a lo que verdaderamente lo merece y compartiendo lo que tenemos porque, al final de la jornada, por todo eso habrá valido la pena haber venido a este mundo.


¡Que tengan una excelente semana!



Referencias
UAM. (3 de diciembre de 2018). Boletines UAM. Recuperado el 8 de Septiembre de 2019, de Boletines UAM: http://www.comunicacionsocial.uam.mx/boletinesuam/848-18.html