lunes, 30 de marzo de 2009

Ser mujer en el Islam y en la Iglesia católica


Teólogas italianas e iraníes a debate

ROMA, miércoles, 25 febrero 2009 (ZENIT.org).-

Un joven fue a ver a un sabio creyente y le confesó, con un poco de temor, que tenía dudas sobre su fe. El sabio le respondió: "Me alegro, porque buscando las respuestas a las dudas es como se llega a creer".

"En el Corán, se subraya en varios pasajes la necesidad de preguntar y volver a preguntar", explicó la teóloga iraní Fariba 'Allasvand, tras relatar este apólogo durante el encuentro "Ser mujer en el Islam y en la Iglesia Católica: iraníes e italianas a debate".

Interrogar, debatir, buscar respuestas más allá del conocimiento en general superficial que se tiene del mundo del otro: han sido estos los objetivos del encuentro del pasado 18 de febrero en Roma, en la sede nacional de la Acción Católica Italiana, por iniciativa de esta asociación y de la Coordinadora de Teólogas Italianas, con el patrocinio de la Embajada de la República Islámica de Irán ante la Santa Sede.

La oportunidad surgió con la visita a Italia de una delegación de mujeres iraníes empeñadas en el campo teológico y en la defensa de los derechos de mujeres, familia y menores.

Según Tahere Nazari, del Ministerio de Asuntos Exteriores iraní para las cuestiones internacionales inherentes a los derechos de las mujeres, niños y familia, está aumentando la conciencia del papel social de las mujeres en Irán, "que debe conciliarse con el de esposa y responsable de la educación de las futuras generaciones".

Las mujeres constituyen el 40% de la población en Irán, y una gran mayoría tiene menos de 25 años. "La tasa de ocupación femenina --explicó Nazari-- en 2007 era del 13, 6%, es decir el 12% más respecto a hace diez años".

Del mismo modo, "la tasa de alfabetización de la población mayor de seis años es del 80,3%, con un incremento del 126% respecto a hace diez años".

En el Parlamento iraní, donde las mujeres tienen acceso al par de los varones, se sientan hoy ocho diputadas y hay 1.491 consejeras comunales y provinciales, presentes en el Tercer Consejo, con un incremento del 8,44% de presencia, respecto a las asambleas precedentes. Aumentan también las estudiantes en todos los niveles de educación, las profesoras y las escritoras.

"Estos resultados --concluyó Nazari-- no son nuestro punto de llegada sino el signo de que las mujeres han comprendido que deben aumentar su esfuerzo para desempeñar su papel incluso en la construcción del país".

"Para el Corán --explicó Fariba 'Allasvand-- la mujer tiene la misma dignidad que el hombre, y la 'sharia', la ley islámica, atribuye a menudo a hombres y mujeres idénticos derechos y deberes". "Las pocas diferencias existentes --añadió la teóloga- se refieren a las diferencias físicas y psicológicas que caracterizan los papeles diversos en la familia".

A la maternidad se le reconoce un fuerte apoyo jurídico, porque está ligada a la transmisión de los valores entre las generaciones, pero sobre todo moral: "El Corán enseña que el respeto a la madre es la clave para resolver todos los problemas, y una actitud humilde ante ella es condición, en el hombre, para la entrada en el Paraíso".

Al hombre se le atribuye la tarea de guía y apoyo económico de la familia, aunque ambos cónyuges trabajen. Para el Islam, esta autoridad se justifica sólo en términos de servicio y la 'sharia' prohibe prevaricación y opresión: "Consultarse incluso en las más pequeñas cosas --afirmó Fariba 'Allasvand-- debe ser la norma entre los cónyuges".

"El Islam --añadió la teóloga-- es un sistema fundado en la justicia equilibrada entre los sexos en relación a su naturaleza".

El conflicto entre papel familiar y social de la mujer nace a menudo "a causa de la economía moderna que necesita a la mujer como individuo y no como madre".

Por este motivo, "el Gobierno iraní ha predispuesto diversas medidas a favor de la maternidad, entre ellas una para la trabajadora madre que puede trabajar, a paridad de estipendio, dos horas menos del horario normal".

"Es la sociedad la que debe adaptarse al papel de madre de la mujer y no al contrario --concluyó la teóloga--. Y gracias a los preceptos religiosos logramos superar el conflicto entre los dos papeles: una religión que no tenga un programa social, no puede tener importancia para el individuo".

Por su parte, Marinella Perroni, presidenta de la Coordinadora de Teólogas Italianas, considera que "encuentros de este tipo son el reconocimiento de cuánto pueden dar a su país y a las tradiciones religiosas las mujeres, con la competencia teológica, afirmando el derecho de las mujeres a reflexionar sobre Dios y a hablar de Él".

Es importante, añadió, "valorizar la capacidad femenina de poner en red la investigación partiendo de lazos de solidaridad".

"Nuestra sociedad que aparece secularizada --concluyó la teóloga italiana-- se caracteriza por la búsqueda de Dios, por el ansia de justicia y por lo que da respuesta a los interrogantes sobre el sentido de la vida. En esta perspectiva, se ve importante la aportación de las teólogas".

También para las mujeres italianas el camino de plena afirmación del propio papel en la sociedad y en la Iglesia no se ha acabado. Chiara Finocchietti, vicepresidenta nacional del sector de jóvenes de Acción Católica (AC), ha recorrido algunas de las etapas fundamentales de este itinerario hasta la afirmación del "genio femenino" contenido en la carta apostólica de Juan Pablo II Mulieris Dignitatem de 1988.

"Entre la carencia de políticas para la familia que ayuden a conciliar los papeles de madre y trabajadora --sostuvo Finocchietti-- y la dificultad de medirse con una sociedad en la que se restringe el espacio para una vivencia de fe, hay todavía mucho camino por hacer para una igual dignidad entre hombre y mujer, vivida en lo concreto, y para dar continuidad al protagonismo de las mujeres católicas expresado por grandes figuras como la de Armida Barelli" (1882-1952), fundadora de la Juventud Femenina Católica.

Según recordó la vicepresidenta de AC, esta mujer "logró reunir en un gran proyecto a millones de mujeres en una época, principios del siglo XX, en la que muchas de ellas estaban escasamente alfabetizadas y menos habituadas aún a salir de casa".

"El desafío que nos espera --concluyó Finocchietti-- es la construcción de una sociedad en la que prevalga el bien común y cada uno, varón y mujer, pueda encontrar el espacio para dar lo mejor de sí".

Por Chiara Santomiero, traducido del italiano por Nieves San Martín

sábado, 28 de marzo de 2009

La sucesora de la Madre Teresa predicará a líderes asiáticos de la caridad


Convocado por el Consejo Pontificio "Cor Unum"

CIUDAD DEL VATICANO, miércoles 11 de marzo de 2009 (ZENIT.org).-

La hermana Nirmala Joshi, sucesora de la beata Teresa de Calcuta, junto a otros cardenales y obispos asiáticos, predicará ejercicios espirituales a los responsables de las Cáritas diocesanas y de las agencias eclesiales de caridad en Asia.

Se trata de una iniciativa promovida por el Consejo Pontificio "Cor Unum", definido por Benedicto XVI como el "organismo de la Santa Sede responsable para la orientación y coordinación entre las organizaciones y las actividades caritativas promovidas por la Iglesia católica" (Deus caritas est, 32).

La reunión tendrá lugar en la Universidad Católica de Fu Jen, en Taipei (Taiwán), del 6 al 11 de septiembre de 2009. Ya han anunciado su participación 300 personas.

Según ha confirmado el organismo vaticano a ZENIT, la iniciativa busca continuar la experiencia que se vivió por primera vez en junio pasado en Guadalajara (México), donde unos 500 líderes de la Iglesia en América y el Caribe se reunieron para participar en ejercicios espirituales dirigidos por el padre Raniero Cantalamessa ofmcap, predicador de la Casa Pontificia.

Al explicar los motivos de estos ejercicios espirituales, un comunicado enviado por "Cor Unum" aclara que, "en este pontificado, Benedicto XVI ha presentado el encuentro personal con Cristo como la fuente que inspira y motiva la vida cristiana".

"Esta es, sin duda, la razón que le movió a concentrar su primer gran documento en el tema 'Dios es amor'", añade en una nota el dicasterio vaticano dirigido por el cardenal Paul Josef Cordes.

"Conocer e impartir el amor de Dios, como es revelado en Jesucristo, a través de la propia entrega a los demás constituye el carácter específico de la actividad caritativa cristiana".

Los cristianos, añade, "están convencidos de que, junto a la asistencia material, la persona humana necesita un mensaje de esperanza que sólo puede dar Cristo a través de testigos llenos de fe. Por eso, el Papa Benedicto XVI llama en su primera encíclica a vivir una 'formación del corazón' de los que trabajan en el campo de la caridad (n.31 a) de manera que los ejercicios espirituales promovidos por Cor Unum son una 'escuela para profundizar en la fe'".

Más información para participar en los ejercicios espirituales del Consejo Pontificio "Cor Unum" (corunum@corunum.va).

jueves, 26 de marzo de 2009

Homenaje de Benedicto XVI a la mujer africana


Pide un examen de conciencia a los hombres

LUANDA, domingo, 22 marzo 2009 (ZENIT.org).-

Benedicto XVI dedicó su último acto público en tierras africanas, antes de regresar este lunes a Roma, a rendir homenaje a la mujer, en respuesta "a los afanes y esperanzas de tantas silenciosas heroínas".

El Santo Padre quiso concluir su primera visita apostólica al continente olvidado, en la tarde de este domingo, con un encuentro con los movimientos católicos para la promoción de la mujer, en la parroquia de San Antonio de Luanda.

En el acto, una celebración de la Palabra, estaban presentes miembros de numerosas asociaciones femeninas como "Protomaica", la mayor asociación angoleña para la promoción de la mujer.

Dos mujeres, en representación de los movimientos presentes, tomaron la palabra para ilustrar al Papa sus problemas y esperanzas. Se meditó en el Evangelio de las bodas de Caná, cuando Jesús transformó el agua en vino.

En su alocución, el Papa "exhortó a todos a tomar conciencia de manera concreta de las condiciones desfavorables a las que han sido y siguen siendo sometidas tantas mujeres, analizando en qué medida la conducta y las actitudes de los hombres, a veces su falta de sensibilidad o de responsabilidad, pueden ser la causa".

Dirigiéndose a las mujeres que le escuchaban, vestidas con intensos colores, el Papa explicó que "hay que reconocer, afirmar y defender la misma dignidad del hombre y de la mujer".

"Ambos están llamados a vivir en profunda comunión, en un mutuo reconocimiento y don de sí mismos, trabajando juntos por el bien común con las características complementarias de lo que es masculino y de lo que es femenino", explicó.

"¿Quién no experimenta hoy la necesidad de dar más espacio a las 'razones del corazón'?", se preguntó.

"En un mundo, como el actual --respondió--, dominado por la técnica, se siente la necesidad de esta complementariedad de la mujer, para que el ser humano pueda vivir sin deshumanizarse del todo".

"Pensemos en las tierras donde abunda la pobreza, las regiones devastadas por la guerra, en tantas situaciones trágicas resultantes de migraciones forzadas...".

"Casi siempre son las mujeres las que mantienen intacta la dignidad humana, defendiendo la familia y tutelando los valores culturales y religiosos", reconoció.

El obispo de Roma lamentó cómo la historia registra casi exclusivamente las conquistas de los hombres, cuando en realidad una parte importantísima se debe a acciones determinantes, perseverantes y benéficas de las mujeres.

"En la actualidad nadie debería dudar de que las mujeres tienen pleno derecho a integrarse activamente en cualquier ámbito de la vida pública y su derecho debe ser afirmado y protegido mediante instrumentos legales".

Ahora bien, explicó, "el reconocimiento del papel público de las mujeres no debe menguar la función insustituible que tienen dentro de la familia".

"Además, a nivel personal, la mujer siente la propia dignidad no tanto como el resultado de la afirmación de derechos en el plano jurídico, sino como directa consecuencia de las atenciones materiales y espirituales recibidas en el corazón de la familia".

"La presencia materna dentro de la familia es tan importante para la estabilidad y el crecimiento de esta célula fundamental de la sociedad, que debería ser reconocida, alabada y apoyada de todas las maneras posibles".

Por este motivo, concluyó, "la sociedad debe reclamar a los maridos y padres su responsabilidad familiar".

El acto terminó con una oración de los presentes por la mujer africana. La última plegaría encomendó a Dios en portugués a "todas las mujeres maltratadas, violadas, oprimidas por tantos problemas sociales para que sean valientes y denuncien los abusos para que tengamos una sociedad más justa".

viernes, 20 de marzo de 2009

El Papa aboga por una mayor valoración de la mujer


En el 8 de marzo

CIUDAD DEL VATICANO, domingo, 8 de marzo de 2009 (ZENIT.org).-

Benedicto XVI abogó por una mayor valoración de la mujer al celebrar este domingo el Día Internacional de la Mujer.

Tras rezar el Ángelus con miles de fieles congregados en la plaza de San Pedro del Vaticano, el Santo Padre invitó "a reflexionar sobre la condición de la mujer y a renovar el compromiso para que siempre y en todo lugar cada persona pueda vivir y manifestar en plenitud sus propias capacidades, obteniendo pleno respeto por su dignidad".

El pontífice recordó que ésta es la enseñanza del Concilio Vaticano II y del magisterio de los papas, en particular la carta apostólica Mulieris dignitatem de siervo de Dios Juan Pablo II (15 de agosto de 1988).

"Ahora bien --reconoció--, los testimonios de los santos tienen más valor que los documentos; y nuestra época ha tenido el de la Madre Teresa de Calcuta: humilde hija de Albania, convertida, por la gracia de Dios, en ejemplo para todo el mundo en el ejercicio de la caridad y en el servicio de la promoción humana".

Al mismo tiempo, exclamó, "¡Otras muchas mujeres trabajan cada día, en lo escondido, por el bien de la humanidad y por el Reino de Dios!".

Por este motivo, concluyó asegurando su oración "por todas las mujeres para que sean cada vez más respetadas en su dignidad y valoradas en sus positivas potencialidades".



miércoles, 18 de marzo de 2009

El mundo recuerda a Chiara Lubich en el primer aniversario de su muerte


Diferentes celebraciones eucarísticas y actos de conmemoración se realizarán mañana sábado

ROMA, viernes, 13 de marzo de 2009 (ZENIT.org).-

Desde Irlanda, Croacia y Serbia, hasta Indonesia y Malasia. Desde los Estados Unidos y Canadá hasta Egipto, así como en muchas ciudades italianas se celebrarán misas, liturgias y actos conmemorativos para recordar a Chiara Lubich, en el primer aniversario de su muerte.

Chiara fundó el Movimiento de los Focolares en la localidad de Trento en Italia en 1943. Ahora, este movimiento se encuentra en 182 países. Sus cerca de 141 mil miembros, y más de dos millones de adherentes no sólo católicos, buscan vivir y difundir la fraternidad universal para contribuir a componer la familia humana en unidad.

Roma recordará a Chiara

En Roma se celebrará mañana sábado a las 11 de la mañana una eucaristía en la Basílica Santa Maria de la Mayor, que será presidida por el cardenal Paul Poupard, presidente emérito del Pontifico Consejo para la Cultura.

También mañana desde las 4 hasta las 7:30 de la tarde, los cibernautas podrán seguir por Internet en directo el evento denominado "conversación con Chiara, un diálogo que continúa", a través de la página (http://live.focolare.org), que se efectuará desde el Centro Mariápolis de Castelgandolfo, con la participación de varias personalidades de diversas iglesias, del mundo civil y delegaciones de los cinco continentes.

"No un es congreso, ni una conmemoración, sino una 'conversación' de tú a tú con Chiara, acompañada con soportes de video, entrevistas y piezas artísticas", explicaron los miembros del Movimiento de los Focolares en un comunicado enviado a ZENIT.

"Se abrirán páginas inéditas de la vida de Chiara hojeando el álbum de la familia de origen, para luego abrir lo correspondiente a los primeros pasos y al desarrollo en el mundo de la revolución evangélica iniciada en su ciudad natal y en todo el mundo", asegura el comunicado.

El canal italiano de televisión Rai Uno trasmitirá en directo una misa en el santuario "Maria Theotokos", ubicado en la aldea de Loppiano, que será presidida por el obispo de Fiesole, Luciano Giovannetti.

Algunas celebraciones en Iberoamérica

En España, el aniversario coincidirá con los cincuenta años del nacimiento de los Focolares en ese país. En muchas ciudades está prevista la participación de representaciones de las diversas Iglesias así como de seguidores de otras religiones.

También se celebrarán actos conmemorativos simultáneos en Barcelona, Madrid, Valencia, Sevilla, Granada y Zaragoza, entre otras ciudades.

En muchos lugares, los eventos se desarrollarán en ámbitos institucionales y culturales. Entre ellos habrá uno en el Parlamento de Sao Pablo en Brasil. La conmemoración en Cuba está programada para el mes de abril y contará con la participación de personalidades del mundo cultural y artístico.

Por su parte, en Santiago de Chile, mañana a las 7 de la noche monseñor Andrés Artega, obispo auxiliar de Santiago, presidirá la misa de aniversario en la Catedral Metropolitana de la ciudad.

Conmemoraciones a nivel mundial

Este domingo a las 4 de la tarde, Su Santidad Bartolomé I, Patriarca ecuménico de Constantinopla, dará un discurso conmemorativo, luego de las vísperas celebradas en la Iglesia de la Panaghia en el Belgrad Kapi en Estambul. En este evento participará también una delegación de los responsables centrales del Movimiento que viajará desde Roma.

Mientras tanto, en Hannover, Alemania, participará el obispo luterano Christian Krause, antiiguo presidente de la Federación Luterana Mundial. En Munich tendrá lugar un evento promovido por movimientos y comunidades de varias Iglesias.

Para el encuentro que se realizará Bangkok (Tailandia), está programada una numerosa participación de monjes budistas. Por su parte, en Nueva York, Los Ángeles, Bolonia, Lublín (Polonia), Manila y Malta los eventos se llevarán a cabo en sedes universitarias.

Los miembros del movimiento aseguraron que puede ser una ocasión para "expresar todo nuestro agradecimiento por el don que el carisma de la unidad ha supuesto y supone para cada uno de nosotros, para la Iglesia y para la sociedad".

jueves, 12 de marzo de 2009

“Mulieris dignitatem” cumple 20 años


"Cada ser humano existe con una vocación especial a
darse, a servir, a amar".

Fernando Pascual


Esto vale para todos, para el hombre y para la mujer. Pero en cierto sentido la mujer “gana” al hombre, y mucho, en esta vocación. Hasta tal punto que los hombres necesitamos aprender de las mujeres el camino del amor.


Esa en una de las ideas que encontramos en la carta apostólica “Mulieris dignitatem” (La dignidad de la mujer), publicada por Juan Pablo II con fecha 15 de agosto de 1988. Sin querer reducir a pocas palabras un documento denso y muy profundo, vale la pena recordarlo cuando cumple 20 años.

Juan Pablo II preparó esta carta en el contexto del Año Mariano (1987-1988), con un deseo muy concreto: ahondar en el tema de la dignidad y de la vocación de la mujer. Lo hizo a través del recurso continuo a pasajes de la Biblia y a textos del Concilio Vaticano II, especialmente de la Constitución pastoral “Gaudium et spes”.

Mulieris dignitatem” está dividida en 9 capítulos o partes. El capítulo I introduce el documento y lo coloca en el contexto del Año mariano y del Sínodo de los obispos de 1987, dedicado a los laicos.

El capítulo II dirige su mirada a la Virgen María y prepara uno de los temas centrales de toda la carta: la importancia del servicio y de la donación como algo esencial para la vida de cada ser humano.

La idea vuelve en el capítulo III, que explica en qué sentido el hombre es “imagen y semejanza de Dios”, no sólo en cuanto ser racional, sino en cuanto existe en esa complementariedad que lo hace ser “hombre” y “mujer”. Como explica el Papa, el hombre, creado como hombre y mujer, no existe sólo como alguien que se “junta” o se “une” a quien es su complemento, sino que recibe la llamada a existir “el uno para el otro” precisamente en cuanto hombre y mujer (cf. n. 7).

La idea es explicada desde la mirada hacia el misterio de Dios y con la ayuda de “Gaudium et spes” n. 24: “El ser persona significa tender a su realización (el texto conciliar habla de ‘encontrar su propia plenitud’), cosa que no puede llevar a cabo si no es ‘en la entrega sincera de sí mismo a los demás’” (n. 7).

El tema mariano reaparece en el capítulo IV, que evoca el paralelismo entre Eva y María para comprender, por un lado, el drama del pecado, que tanto daña las relaciones entre el hombre y la mujer; y, por otro, la promesa de la llegada de un Salvador, que nacerá precisamente a través de una Mujer.

El Salvador, Jesucristo, es presentado en el capítulo V. Este capítulo expone y explica de un modo sumamente bello distintos pasajes evangélicos en los que podemos contemplar cómo el Señor trataba a las mujeres.

El capítulo VI expone la relación y diferencia que existe entre la maternidad y la virginidad, para ilustrar nuevamente la vocación al darse que es propio de cualquier estado de vida de la mujer y del varón.

La maternidad y la deuda del varón

La maternidad, explicaba Juan Pablo II, “ya desde el comienzo mismo, implica una apertura especial hacia la nueva persona; y éste es precisamente el ‘papel’ de la mujer. En dicha apertura, esto es, en el concebir y dar a luz al hijo, la mujer ‘se realiza en plenitud a través del don sincero de sí’” (n. 18).

A través del don de sí, que involucra plenamente a la mujer en la experiencia de la maternidad, también el hombre aprende a ser padre. Maternidad y paternidad es algo que afecta a dos personas, pero que lleva a la mujer a “pagar” (así lo explicaba el Papa) “directamente por este común engendrar, que absorbe literalmente las energías de su cuerpo y de su alma”. El varón debe recordar “que en este ser padres en común, él contrae una deuda especial con la mujer. Ningún programa de ‘igualdad de derechos’ del hombre y de la mujer es válido si no se tiene en cuenta esto de un modo totalmente esencial” (n. 18).

Además, el varón debe aprender y reconocer su propia paternidad a través de la mujer, y participar en todo el proceso con plena responsabilidad, aceptando que la contribución materna es decisiva para la configuración de la nueva personalidad humana, sobre todo durante el embarazo y en los primeros meses tras el nacimiento (cf. n. 18).

Maternidad y virginidad

Por su parte, el ideal evangélico de la virginidad también se explica desde el dinamismo del don: la mujer que es llamada a vivir de modo célibe responde a una llamada del Esposo, Cristo, y vive en una total donación de sí misma que le permite darse por entero al amor de su alma y abrirse a una forma de maternidad espiritual. Desde tal maternidad en el espíritu la mujer consagrada a Dios puede vivir de numerosas maneras su vocación a la entrega, al servicio, al amor.

Juan Pablo II explicitaba esta idea con las siguientes palabras: “La maternidad espiritual reviste formas múltiples. En la vida de las mujeres consagradas que, por ejemplo, viven según el carisma y las reglas de los diferentes Institutos de carácter apostólico, dicha maternidad se podrá expresar como solicitud por los hombres, especialmente por los más necesitados: los enfermos, los minusválidos, los abandonados, los huérfanos, los ancianos, los niños, los jóvenes, los encarcelados y, en general, los marginados. Una mujer consagrada encuentra de esta manera al Esposo, diferente y único en todos y en cada uno, según sus mismas palabras: ‘Cuanto hicisteis a uno de éstos... a mí me lo hicisteis’ (Mt 25,40)” (n. 21).

La idea de la maternidad como donación reviste un carácter central en el capítulo VII, donde el Papa exponía cómo la Iglesia es esposa de Cristo, y cómo entender de modo correcto el misterio de la Eucaristía y la explicación que hace san Pablo de la relación entre el hombre y la mujer en el matrimonio, en el capítulo 5 de la carta a los Efesios.

El hombre confiado a la mujer

El capítulo VIII vuelve sobre el tema de la caridad y establece una de las conclusiones centrales de la carta: la mujer, con su orientación constitutiva al amor y a la entrega, tiene la misión de ayudar a los seres humanos a vivir su propia identidad precisamente bajo la categoría del don. “La mujer no puede encontrarse a sí misma si no es dando amor a los demás” (n. 30).

La mujer, como el varón, necesita recordar que ha recibido una misión especial, que tiene una “tarea encomendada”: la de atender y darse al hombre. “La fuerza moral de la mujer, su fuerza espiritual, se une a la conciencia de que Dios le confía de un modo especial el hombre, es decir, el ser humano. Naturalmente, cada hombre es confiado por Dios a todos y cada uno. Sin embargo, esta entrega se refiere especialmente a la mujer –sobre todo en razón de su femineidad– y ello decide principalmente su vocación” (n. 30).

El capítulo conclusivo recuerda el sentido de toda la carta papal: reconocer la misión que Dios ha dado a la mujer, de forma que sea posible descubrir el sentido de su femineidad y abrirse al “don sincero de sí misma”, lo cual le permite “encontrarse” a sí misma (cf. n. 31).

Vale la pena releer esta carta apostólica. Desde el corazón de Juan Pablo II, abierto sinceramente a Cristo y a los hombres, aprenderemos a valorar a la mujer y a realizar un camino, desde ella y con ella, para cumplir plenamente nuestra vocación humana al amor. Lo cual es lo mismo que aprender a donar, de modo completo y generoso, nuestra humanidad al servicio de quienes viven a nuestro lado y participan de la misma “imagen y semejanza” de Dios.

martes, 10 de marzo de 2009

El Papa pide rezar por los católicos chinos y el reconocimiento de la mujer


Intenciones del Apostolado de la Oración para el mes de marzo

CIUDAD DEL VATICANO, domingo, 1 marzo 2009 (ZENIT.org).-

Benedicto XVI pide para este mes de marzo las oraciones de los creyentes por el reconocimiento de la mujer y los católicos en China.

Lo propone en las intenciones del Apostolado de la Oración, iniciativa que siguen unos 50 millones de personas de los cinco continentes, para este mes que comienza.

El Papa presenta dos intenciones de oración, una general y otra misionera.

La intención general del Apostolado de la Oración del Papa para el mes de marzo es: "Para que el papel desempeñado por las mujeres sea más apreciado y valorado en todas las naciones del mundo".

Su intención misionera es: "Para que los obispos, los sacerdotes, las personas consagradas y los fieles laicos de la Iglesia católica en la República Popular China, a la luz de la carta que el Papa Benedicto XVI les escribió, trabajen para ser signo e instrumento de unidad, de comunión y de paz".

domingo, 8 de marzo de 2009

8 de marzo, Día Internacional de la Mujer

Por monseñor Rodrigo Aguilar Martínez, obispo de Tehuacán

TEHUACÁN, sábado, 7 de marzo de 2009 (ZENIT.org).- Publicamos el artículo que ha escrito monseñor Rodrigo Aguilar Martínez, obispo de Tehuacán, sobre el 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer.

***


El 8 de marzo, desde hace casi un siglo, se celebra el Día internacional de la mujer.

Dios ha creado al ser humano como varón y mujer: iguales en dignidad y diferentes no para pelearse, sino para complementarse.

Cristo Jesús -Camino, Verdad y Vida- nos enseña actitudes concretas en la relación con la mujer: "En una época de marcado machismo, la práctica de Jesús fue decisiva para significar la dignidad de la mujer y su valor indiscutible." (Documento de Aparecida, 451). "La figura de María, discípula por excelencia entre discípulos, es fundamental en la recuperación de la identidad de la mujer y de su valor en la Iglesia." (Id).

Sin embargo mucho falta en nuestra cultura para que la valoración de la mujer no quede sólo en el discurso y en la celebración de un día, sino que sea parte de la realidad de todos los días. Nuestra cultura sigue siendo machista, con muy variadas manifestaciones de violencia y marginación contra la mujer; por otra parte, con frecuencia se descargan en ella muchos deberes que han de ser compartidos.

Invito a usted a renovar actitudes y acciones concretas, en los diferentes ámbitos en que nos movamos, para reconocer y valorar la dignidad y la participación de la mujer en la familia, en la sociedad, en la Iglesia. En breves pero sustanciosos números, el Documento de Aparecida (451-458) nos ofrece aportaciones en este sentido: "La sabiduría del plan de Dios nos exige favorecer el desarrollo de la identidad femenina en reciprocidad y complementariedad con la identidad del varón. Por eso, la Iglesia está llamada a compartir, orientar y acompañar proyectos de promoción de la mujer con organismos sociales ya existentes, reconociendo el ministerio esencial y espiritual que la mujer lleva en sus entrañas: recibir la vida, acogerla, alimentarla, darla a luz, sostenerla, acompañarla y desplegar su ser de mujer, creando espacios habitables de comunidad y de comunión." (Aparecida, 457).

De hecho en nuestra historia familiar, personal y social, la mujer ha ocupado un lugar valioso e insustituible. El "genio femenino", al que se refería el Papa Juan Pablo II, se ha desplegado con gracia, delicadeza y eficacia: que los varones sepamos agradecerlo, acogerlo y promoverlo; que las mujeres sepan reconocerlo, defenderlo y cultivarlo.

Con respetuoso afecto envío la bendición sobre usted, mujer; y también sobre usted, varón, para revalorar los beneficios de la mujer en su vida.

martes, 3 de marzo de 2009

Lecciones del corazón (III)


Mercedes Malavé Gonzáles

Mujer Nueva

Cuando un corazón se engaña

Los peligros del corazón

El filósofo Pascal hablaba de las “razones del corazón” refiriéndose, quizá, a esas ideas a las que el corazón se aferra ciegamente, y que le hacen excluir otras razones que su propia inteligencia o el buen consejo de las personas queridas le intentan mostrar. También se usa con frecuencia la expresión “el amor es ciego” para ilustrar que una vez que el corazón ha escogido un objeto de contemplación y amor, se le hace difícil desprenderse de él y juzgar sobre la conveniencia de ese querer. Sin duda el principal peligro del corazón consiste en la tendencia a los apegamientos.

¿Cómo se reconoce un apegamiento? ¿Por qué pueden dañar el corazón? El amor verdadero es el que nos mueve a la generosidad, mientras que el amor egoísta es el que nos encierra en nosotros mismos, porque busca una posesión desordenada e injusta del ser amado. El deseo de poseer marca la distinción clave entre el amor de entrega y el amor de egoísta. Un corazón generoso es aquel que permanece abierto, que se relaciona con las cosas y con las personas de una manera libre, que goza de ellas porque reconoce el bien que hay en cada una, pero que no se cierra nunca a otros seres, sino que permanece dispuesto a conocerlos y a amarlos. Ésta es la clave del desprendimiento interior.

Un corazón cerrado en sí mismo es aquel que se engaña pensando que ama, porque se mantiene en la contemplación del ser amado, cuando en realidad lo está contemplando no por lo bueno que tiene en sí mismo, sino por la satisfacción personal que se experimenta al contemplarlo. En lugar de ensancharse, el corazón tiende a reducirse a grandes velocidades, nacen las obsesiones hacia las personas y las cosas, lo que demuestra una ceguera y un empequeñecimiento de los horizontes existenciales, de las posibilidades de conocer y amar. Tal es el encierro en sí mismas que las personas terminan reduciéndolo todo a su propia conveniencia e intereses. Y las obsesiones, si no se intenta controlarlas, acaban por ahogar la propia personalidad. Es el efecto que tienen las pasiones desordenadas, los vicios, las ideologías. Son las cadenas del odio, de la mentira, de los prejuicios y de los complejos.

Obsesiones, prejuicios y heridas del corazón

Las obsesiones también tienden a crear prejuicios, porque anulan la capacidad de razonar. Los prejuicios actúan como filtros que distorcionan el conocimiento de la realidad y de nosotros mismos; nos restan creatividad y valentía para superar los obstáculos que, aparentemente, impiden que realicemos nuestros sueños. ¿Cuáles son estos prejuicios? Los más comunes, en nuestra época, son aquellos que tenemos contra nosotros mismos: más o menos inteligente, complejos físicos, tendencia a pensar que nos critican, etc. También abundan los prejuicios contra los demás. Es verdad que a veces no podemos dejar de juzgar negativamente la conducta de una persona, sus ambiciones injustas o sus reacciones egoístas. Pero no debemos condenarlas, si queremos que el corazón se mantenga libre y puro de malos deseos. Tachar a una persona supone apegarse a un recuerdo, a una valoración negativa. Fomentar el desprendimiento de los propios juicios no es nada fácil pero, sin duda, ayuda a conquistar grandes espacios de libertad interior. Esto no quiere decir que tengamos que amar a esas personas que nos han dejado heridas, obligándonos a tener un buen recuerdo de ellas. A veces convendrá tenerlas más distantes, separarse un tiempo, para que el corazón recupere su capacidad de recordar con cariño una vez que ha sanado su herida.

Las heridas del corazón: las rupturas, el abandono, la soledad, son ciertamente ocasiones de oro en las que podemos decidir si queremos hacer crecer y fortalecer el corazón, o si nos dejaremos arrastrar por la ola de las obsesiones, rencores y resentimientos. Pero para huir de ellas no basta con permanecer estable, sereno, dejando pasar el tiempo, sin preocuparse excesivamente de los asuntos que duelen en el alma. Esta actitud, fría y distante de sí mismo, no siempre es posible y, además, no funciona a largo plazo. Es necesario aprender a desahogarse. Muchas veces el mejor remedio consiste en hablar con un amigo, con un director espiritual, con un familiar o con un especialista, sobre aquello que está presente constantemente en el recuerdo y que está nublando el horizonte y el sentido de nuestra existencia. Esta vía puede ayudar a vencer las obsesiones y caminar hacia el perdón. Si no lo hacemos, si retrasamos el desahogo, el corazón se llena de deseos de venganza, de ira, de desilusión, de desencanto.

El perdón tan difícil Tim Guenard –que mencionábamos al principio– después de haber perdonado a su padre, explica cómo hace para mantenerse en el perdón: “El pasado se despierta por un efecto de un sonido, de una palabra, de un olor, de un ruido, de un gesto, de un lugar apenas entrevisto...Basta una nada para que surjan los recuerdos. Me zarandean, me desgarran. Me recuerdan que aún tengo la sensibilidad a flor de piel. Aún me duele. Quizás nunca me apacigüe del todo. Sin duda deberé renovar el perdón, una y otra vez (...) Para perdonar, es preciso recordar. No hay que esconder la herida, enterrarla, sino, al contrario, exponerla al aire, a la luz del día. Una herida escondida se infecta y destila su veneno. Es preciso que se la vea, que se la escuche, para poder convertirse en fuente de vida. Yo doy fe de que no hay herida que no pueda ir cicatrizando lentamente gracias al amor”. No obstante, vale la pena aclarar que una vez que la persona ha decidido perdonar, y lo ha hecho, no debe preocuparse de si su perdón fue o no verdadero, porque siente todavía la herida “a flor de piel”. Cómo decíamos, vivir en el perdón supone una disciplina y un entrenamiento interior que no siempre se consiguen, pero no hace falta preocuparse demasiado. Como decía una persona, perdonar es como cortar la cabeza de un dragón; cuando lo hemos hecho podemos estar seguras de que ha muerto, aunque el cuerpo siga moviéndose. Lo mismo ocurre con las heridas del corazón una vez que se ha perdonado: aunque vuelven y nos aturden, poco a poco irán desapareciendo. El daño del propio corazón

Tampoco debemos tener miedo a llorar de vez en cuando. La antigua leyenda del ave fénix podría ilustrar una bella enseñanza para el corazón: "Mira el ejemplo del ave fénix que resucita a sus hijos (…) cuando los polluelos nacen, se alegra inmensamente, y los estrecha con tanto afecto, que termina por asfixiarlos. Al verlos muertos e inmóviles, pasa tres días destrozado por el dolor y la angustia. No come ni bebe, pero tampoco se mueve de su lado: no se separa de ellos y los custodia. Al cabo, desgarra su cuerpo y los baña con su sangre, y entonces (…) los pequeños cuerpos vuelven a la vida. Si Dios se compadece de un pelícano y resucita a sus polluelos, ¡cuánta mayor compasión tendrá del corazón del hombre! (…)" Es muy gráfica la metáfora del ave fénix porque nos enseña que, en ocasiones, es el mismo corazón el que se hace daño cuando no vigila su tendencia al apegamiento, y se relaciona de modo egoísta con el ser amado. El corazón puede asfixiar su propio amor. Es paradójico pero sucede así: los que más se quieren son los que más daño se pueden causar. El corazón necesita, sin duda, pasar por un proceso de purificación o rectificación.

domingo, 1 de marzo de 2009

Historias de una mística de seis años, contadas por su hermana


Antonietta Meo, conocida como Nennolina, podría ser beatificada

ROMA, lunes 23 de febrero de 2009 (ZENIT.org).-

En pleno centro de Roma, muy cerca de la basílica de San Juan de Letrán se encuentra la casa donde nació y vivió Antonietta Meo, más conocida como Nennolina. Allí vive Margherita, su hermana mayor quien tiene ahora 87 años.

Nennolina fue reconocida como venerable por el Papa Benedicto XVI en diciembre de 2007 y la presentó como modelo de inspiración para los niños (Cf. ZENIT, 20 de diciembre de 2007). Podría ser la beata no mártir más joven de la historia de la Iglesia. Nació en 1930 y murió en 1937, a los seis años y medio, luego de que le fue detectado un osteosarcoma (cáncer óseo) en la rodilla, que una vez le fue amputada la pierna, ya había hecho metástasis en todo el cuerpo.

Antonietta, niña muy alegre y profundamente espiritual, ofreció sus dolores, como Jesús en el Calvario, por la conversión de los pecadores, por las almas del purgatorio y por que no estallara la guerra.

Fueron muchas las cartas que le escribió a Jesús. Antes de aprender a escribir se las dictaba a María, su mamá; luego las redactaba de su puño y letra. Las últimas las firmaba "Antonietta y Jesús". Detrás de las frases sencillas hay un sorprendente contenido místico y teológico.

"Jesús, dame la gracia de morir antes de cometer un pecado mortal", decía la pequeña en una de sus cartas.

En la Basílica de la Santa Cruz en Jerusalén, la que fue su parroquia, se encuentra su tumba, así como algunas de sus reliquias: sus vestidos, sus juguetes y algunos manuscritos. Allí, Antonietta recibió los sacramentos del bautismo, la confirmación y la primera comunión.

ZENIT ha conversado con Margherita Meo, la hermana de la Nennolina. Tenía 15 años, cuando ella murió. Su casa está llena de las fotos y retratos de la hermanita venerable. Esta anciana conserva intactas las historias de su hermana, a quien siempre quiso con particular afecto.

Una infancia llena de amor

La infancia de Antonietta fue tranquila y muy feliz. Tenía las ocurrencias típicas de los niños de su edad. En el diario que escribió su mamá, publicado por la asociación Apostolicam Actuositatem, cuenta cómo Nennolina, l pasar junto al Coliseo Romano y le dijo "¡mira! ¡una taza rota!".

Por su profunda fe y por la fe de sus padres, la pequeña Antonietta fue inscrita a los 4 años en la sección pequeñitas de la Acción Católica.

En octubre de 1934 comenzó a ir a la escuela materna de las hermanas Celadoras del Sagrado Corazón. Le gustaba mucho ir a la escuela. Decía que al obedecer a sus profesoras obedecía también al plan de Dios.

Las aventuras con sus compañeros eran divertidas, y al mismo tiempo hablan de su espíritu. "Había un niño que se llamaba Michelino. Siempre lo castigaban y ella le pidió a la maestra que lo perdonara. 'Ve a ver a la directora', le dijo un día la maestra. Y ella fue. La directora se conmovió y lo perdonó", recuerda Margherita.

Sufrimiento con sentido

A causa del osteosarcoma, a Nennolina tuvieron que amputarle la pierna izquierda el 25 de abril de 1936. Recuerda Margherita que sus padres sufrieron al pensar cómo sería el dolor de la pequeña. Al despertar Antonietta de la operación, su madre le dijo: "Hija: Tú dijiste que, si Jesús quería tu mano, tú se la darías. Ahora te ha pedido que le des tu pierna" y ella respondió: "le he dado mi pierna a Jesús".

"La primera noche tras la amputación fue terrible", testimonia Margherita. "Pero todos sus dolores los ofrecía. Hasta el punto de que, cuando se cumplió un año de esta operación, ella lo celebró muy contenta, porque era un año de ofrecimientos a Jesús".

Meses después comenzó a ir a la escuela con una prótesis de madera. En la noche de la Navidad siguiente hizo la primera comunión. "Se arrodilló para recibir la primera comunión y en la segunda y tercera misa de Navidad incluso se arrodilló", cuenta Margherita.

A la pequeña le dolía mucho caminar, pero con alegría repetía: "Que cada paso que doy sea una palabra de amor". "Los medicamentos provocaban mucho dolor y ella se ponía pálida, temblaba", testimonia Margherita.

El 22 de mayo de 1937 Antonieta tuvo que interrumpir la escuela, debido a que el tumor le había hecho metástasis. Entró en el hospital de San Stefano Rotondo, donde al poco tiempo recibió el sacramento de la Unción de los enfermos. Allí comenzó su agonía durante un mes y medio.

Cuenta su madre, en el diario, que muchos iban a visitar a la pequeña y que una de las religiosas enfermeras que la cuidaba le preguntó: "Antonieta, ¿cómo has podido soportar en silencio? Si me lo hubieran hecho a mí, los gritos se hubieran escuchado en San Juan de Letrán".

En su última carta antes de morir, Nennolina le escribía a Jesús diciendo: "Yo te doy las gracias porque tú me has mandado esta enfermedad, pues es un medio para llegar al paraíso" (...) te encomiendo a mis padres y a Margherita".

Qué es la santidad

Recuerda Margherita que la muerte de Antonieta conmovió profundamente a todos los que la conocían: "Sus funerales fueron en la parroquia. El párroco no quería el color negro, porque decía que ella era un ángel. Prefirieron para la liturgia el blanco".

La hermana de Antonietta asegura que esta pequeña mística aún continúa convirtiendo muchos corazones. Dice que una tarde un sacerdote amigo suyo le comentó que hace algún tiempo encontró a un feligrés que se había divorciado de su esposa y vivía ahora con otra mujer.

"El sacerdote tenía en su mano un libro de Antonietta y le aconsejó al señor, que había sido un oficial del ejército, que lo leyera. El señor le respondió escandalizado que él, un alto oficial del ejército, no podía leer la historia de una niña. Al final, por la insistencia del sacerdote, aceptó y tomó el libro. La mañana siguiente el señor oficial se fue a ver al párroco, había leído el libro toda la noche y regresó arrepentido a casa de su familia".

La anciana asegura que la vida sencilla y rica de Antonietta es un ejemplo de santidad en las cosas pequeñas: "para mí ser santa es aceptar día tras día lo que Dios quiere y querer a todos los demás, también a las personas que parece que no te aman. Con el amor se pueden superar todos los obstáculos", confiesa.

Por Carmen Elena Villa