Es una escritora católica estadounidense que vivió en el Sur profundo bautista. Me gustan sus cuentos más que sus novelas, pero lo que de verdad me fascina son los epistolarios. Supongo que me estoy haciendo mayor, nunca pensé terminaría recomendando colecciones de cartas. Parte de la ‘culpa’ es de uno los blogueros más veteranos de lengua española: Hernán J. González, que me hizo zambullir en los de León Bloy.
Tanto los de Bloy como los de O’Connor son obras maestras de la Nueva Evangelización. Cada uno en su estilo, conversan con sus correspondientes de lo divino y de lo humano, pero en todo lo humano hay divino, con naturalidad, con cariño, son extraordinarios observadores de la naturaleza humana y llenos de sentido del humor.
O’Connor era una apasionada de Santo Tomás de Aquino, leía unos minutos la Summa todas las noches y se nota. Le ayudaba a conocerse más a sí misma, a los demás y a Dios.
Transcribo un cruce de cartas con su amiga Betty Hester (tomado del blog de uno de los mayores expertos hispanohablantes sobre la escritora). En este caso FOC –como se suele abreviar el nombre– con muy pocas líneas dice muchísimo.
No podría enjuiciar la Summa [de Santo Tomás de Aquino]; lo que podría decir es que todas las noches leo unos veinte minutos antes de acostarme. (…) En cualquier caso, me parece que puedo garantizar que santo Tomás amaba a Dios porque, por más que lo intento, no puedo dejar de amar a santo Tomás. Sus hermanos no querían que malgastara su vida siendo dominico, por lo que lo encerraron en una torre y metieron una prostituta en su dormitorio; la sacó con un atizador al rojo vivo. Hoy en día estaría de moda sentir simpatía hacia la mujer, pero yo tengo simpatía por Santo Tomás.A Betty Hester le parecía que con eso que decía Flannery mostraba una actitud ‘fascista’, por defender el uso de la fuerza. Y Flannery responde:
——Cartas (p. 92)
Pero busque otra palabra que no sea fascista para describirme tanto a mí como a Santo Tomás. Tampoco serviría totalitario. Santo Tomás y san Juan de la Cruz, aun siendo tan diferentes, estaban completamente unidos por la misma fe. Cuanto más leo a santo Tomás más flexible me parece. A propósito, san Juan hubiera sido capaz de sentarse con la prostituta y decir: «Hija, pensemos en esto», pero sin duda santo Tomás se conocía a sí mismo y sabía que debía librarse de ella con un atizador o ella le vencería. No sólo estoy de parte de santo Tomás, sino también de acuerdo en que usase el atizador. A esto lo llamo ser un realista tolerante, no un fascista.A mi me parece un buen ejemplo de conocimiento de Santo Tomás y de aplicación de las virtudes de la fortaleza y la templanza. También muestra experiencia de la debilidad humana.
——Cartas (p. 95)
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