sábado, 8 de septiembre de 2012

De Playmate y chica Baywatch a católica devota en busca del Arca de Noé


WASHINGTON D.C., 29 Ago. 12 / 07:21 am (ACI/EWTN Noticias).- 


 Donna D’Errico ha dado un giro total a su vida. De haber posado en la revista Playboy en 1995 y tras participar entre 1996 y 1998 en la conocida serie televisiva Baywatch (Guardianes de la bahía) ahora es una devota católica y prepara un documental sobre el Arca de Noé.

Madre de dos hijos y exesposa del líder de la banda de rock Motley Crye, Nikki Six, esta católica de 44 años confiesa a FoxNews su fascinación desde pequeña con el Arca de Noé y afirma que viajó a Turquía, específicamente al Monte Ararat, en donde algunos científicos afirman estaría la emblemática barca, para cumplir el sueño que tuvo desde pequeña cuando la historia bíblica la deslumbró.

Hace unos días, mientras escalaba el Monte Ararat sufrió un accidente y se golpeó el rostro y otras partes del cuerpo. Por error colocó una de esas fotos en su cuenta de Twitter para enviarlas a su familia y las imágenes se hicieron virales en Internet.

Sobre el Arca de Noé relata que “creo en lo que la Biblia dice. Además con el paso de los años ha habido registros históricos sobre el hecho de que el Arca de Noé puede estar en el Monte Ararat, así que no soy ingenua ni creo sólo en lo que dicen las Escrituras. Hay datos de la historia de gente respetable que han visto esto”.

En efecto, uno de estos registros data del año 2006 cuando la revista Space en Estados Unidos dio cuenta de unas investigaciones realizadas con fotografías satelitales sobre una “anomalía” que podría ser el Arca de Noé.
La anomalía está a 4 mil 663 metros de altura, en la zona noreste del Monte Ararat. El tamaño de la formación, de acuerdo a las imágenes del satélite, 309 metros, equivaldría a los 300 por 50 cúbitos que medía el Arca de Noé, como explica el libro del Génesis.

En esta investigación, también están incluidas imágenes tomadas por la unidad aérea GeoEye's Ikonos del satélite QuickBird, el Radarsat 1 de Canadá, y otras imágenes tomadas por varias agencias de inteligencia de Estados Unidos.

Al ser preguntada sobre si se considera una persona religiosa, Donna D’Errico afirma que “totalmente. No me gusta el término espiritual porque creo que encierra una excusa. O eres religioso o no. No existe el ser espiritual, es un término tonto que se ha convertido en un cliché. Si no eres religioso, no lo eres y ya. ¿Qué significa ser espiritual? Voy a Misa todos los domingos y rezo el Rosario todas las noches con mis hijos”.

La madre de familia explica así la oposición que muchos en Estados Unidos intentan establecer entre los términos “religioso” y “espiritual” para justificar la postura de quienes, en el segundo caso, dicen tener alguna experiencia trascendente pero sin contar con religión alguna o “estructuras” como la Iglesia, por ejemplo.

Sobre su pasado en la revista Playboy, Dona D’Errico afirma que “he cometido errores y he tomado opciones en mi pasado que no tomaría hoy. Ese es un capítulo en mi vida en el que he cerrado la puerta. Me parece que fue otra persona. No es quien soy hoy”.

La ahora catalogada como “actriz exploradora” permanece en Turquía realizando una serie de grabaciones para el documental que produce sobre el Arca de Noé.

sábado, 1 de septiembre de 2012

Un nuevo feminismo y una nueva cultura del trabajo

2. Un nuevo feminismo y una nueva cultura del trabajo

Esto me trae a mi segunda y tercera sugerencia, que se refieren a la importancia de las enseñanzas católicas para el proyecto de un "nuevo feminismo." Mis observaciones de aquí en adelante se basan en la creencia que los escritos de Juan Pablo II sobre el trabajo, las mujeres, y el laicado deben ser leídos conjuntamente. ¿Qué une a estos escritos y los liga con ese desafiante párrafo 99 de Evangelium Vitae? Es, ustedes ya lo adivinaron, la llamada para nada menos que una transformación cultural.
Como lo muestra la biografía magnífica de Juan Pablo II escrita por George Weigel, el interés intenso del Papa en esos tres temas no es ningún accidente. Él sabe por su propia experiencia como trabajador de las minas y de una fábrica como es el duro trabajo manual. Es un hombre moderno que se siente cómodo con las mujeres, y que ha tenido amigas mujeres. Y es el primer Papa que se recuerde en haber pasado tanto de su vida como pastor (un pastor moderno, relacionado de cerca con los hombres y las mujeres) vacacionando con ellos, compartiendo las confidencias de parejas comprometidas y casadas, aconsejándolos en todo tipo de problema. Laborem Exercens, Christefideles Laici, y los escritos sobre las mujeres fueron refinados en el mismo crisol de experiencia personal y de preocupación pastoral. Y todas ellas descansan sobre el mismo concepto de persona humana.
Así pues, mi segunda sugerencia es que la llamada para un nuevo feminismo necesita ser entendida en conexión con la llamada para una nueva cultura del trabajo. En Laborem Exercens (1981), que el Santo Padre ha descrito como su encíclica más personal, él dice que el "trabajo humano es una clave, probablemente la clave esencial, a todas las cuestiones sociales" (3). Él enfatiza la dignidad del trabajo, diciendo que es a través del trabajo que "el hombre no solo transforma la naturaleza, adaptándola a sus propias necesidades, sino que también alcanza su desarrollo como ser humano" (9). Y él insiste que el "trabajo es para el hombre y no el hombre para el trabajo".
En esta temprana encíclica, llega a tres conclusiones que darían forma, más adelante, a sus escritos sobre las mujeres. Primero, afirma la dignidad de todas las formas de trabajo legítimo, pagadas o sin paga. En conexión con esto último, escribe que, "debe haber una nueva evaluación social del papel de las madres, del arduo trabajo conectado con él, y de la necesidad que los niños tienen de cuidado, amor y afecto para que puedan convertirse en personas responsables, maduras moral y religiosamente, y psicológicamente estables" (19). En segundo lugar: "el adelanto verdadero de las mujeres requiere que el trabajo sea estructurado de una manera tal que las mujeres no tengan que pagar su avance a costa de la familia" (19).
Y tercero: "debe recordarse y afirmarse que la familia constituye uno de los términos de referencia más importantes para dar forma al orden social y ético del trabajo humano" (10).
Vuelve a estas ideas diez años más tarde, en Centesimus Annus, cuando llama a "una cultura auténtica del trabajo" en la cual los valores humanos tengan prioridad por sobre los valores económicos (15). En otras palabras: No deshumanicen a los hombres y las mujeres, humanicen el mundo del trabajo. También vuelve al tema de la familia en Centesimus Annus, advirtiendo que la libertad económica se debe ejercitar con respeto a la "ecología humana" en la cual la familia es el primer y más esencial elemento. "Frente a la llamada cultura de la muerte," escribe, "la familia es el corazón de la cultura de la vida" (39). Es en la familia donde el "hombre recibe sus primeras ideas formativas sobre verdad y bondad, y aprende lo que significa amar y ser amado, y de esta forma aprende lo que significa realmente ser una persona" (39).
Luego, en 1995, en una serie notable de escritos dirigidos específicamente a las mujeres, el Papa nuevamente expresa su apoyo total a las aspiraciones de las mujeres de una participación en vida política y económica, pero al mismo tiempo insiste en el completo respeto al rol de las mujeres en la familia. Reconociendo la dificultad enorme de reconciliar estos dos objetivos, precisa que se requerirán cambios sociales importantes. En su carta a Gertrude Mongella, la secretaria general de la conferencia de Beijing, dice, "los desafíos que enfrentan la mayoría de las sociedades hoy es el de mantener, de hecho, el de fortalecer, el papel de las mujeres en la familia mientras que al mismo tiempo posibiliten que puedan utilizar todos sus talentos y ejercitar todos sus derechos en la construcción de la sociedad" (8). Para que esto suceda, precisa, "se necesitan cambios profundos en las actitudes y la organización de la sociedad". (5). Continúa expresando dudas de que el desafío pueda ser resuelto "mientras los costos sigan siendo pagados por el sector privado". En la perspectiva de las incontroladas políticas de libre-mercado existe poca esperanza de que las mujeres puedan superar los obstáculos en su camino" (8). Después de su reunión con el Papa, la señora Mongella dijo, "si todos pensaran como él, quizás no necesitaríamos una conferencia sobre las mujeres".
Los escritos del Santo Padre de 1995 a las mujeres fueron registrados extensamente, pero me pregunto a menudo si han sido leídos realmente por los que los registraron. Hubo muchos en la prensa y entre el clero que "se maravillaron de que él hablara" con las mujeres. Pero lo había estado haciendo toda su vida. Y los mensajes en los escritos a las mujeres son principalmente especificaciones de las ideas que eran ya características importantes de sus escritos anteriores. Temo que no se hayan leído ninguno de estos escritos tan cuidadosamente como se debería, porque ¿cómo podemos explicar sino el hecho de que su llamado radical y repetido para el cambio social profundo haya sido ignoradas en silencio? Se espera que el próximo Catecismo social haga que más lectores conozcan los aportes notables que este pontificado ha hecho al tesoro del pensamiento social católico