Mi amigo Nacho es un pozo sin fondo de ideas,
anécdotas y buen humor, tan importante en los tiempos que corren.
Jovencísimo padre de familia me explicó este fin de semana su reflexión.
El caso es que su hija pequeña rompió un delicado jarrón en casa de la
abuelita y él, ni corto ni perezoso, se dedicó a repararlo con cuidado.
Mientras encajaba las dos partes rotas con un adhesivo especial resulta
que con la presión rompe sin querer otras dos partes más. ¡Desolación!:
de la niña, de él mismo y de la abuela… ¡Ves, si no lo intentas
arreglar! –dice el hijo más mayor!!! Pero, salvada la curva de la rotura
con varios pacientes encajes de artesanía paterna, el jarrón quedó
perfectamente completo, aunque con la evidente reparación.
Dejar de afrontar una situación negativa o dificultosa, me decía Nacho, es como lo que me pasó con el jarrón. Seguro que pueden complicarse algunas cosas, que pueden «llover críticas» pero lo
peor sería dejar «el jarrón» sin reparar, pues seguro que, incluso
siendo valioso puede acabar en la basura con el paso del tiempo por la desidia de quien lo debería tener en buenas condiciones.
Nacho, buen economista, buen gestor, excelente y comprensivo –más
allá de la justicia–, responsable de recursos humanos de una empresa
puntera, me sigue explicando que la actitud chata, egoísta, cómoda,
cobarde, de muchas personas e instituciones es un mal endémico en
nuestro país.
Me hace pensar sobre otros muchos temas, en aquello de «lo mejor es
enemigo de lo bueno». Y, sobre las perspectivas de soluciones a la
crisis, creo que sí, creo que los poderes públicos tiene la
obligación de motivar la iniciativa privada, la innovación, el espíritu
emprendedor de tantos que piensan qué pueden hacer ellos por su país, más que qué va a hacer su país para tenerlos entre algodones y subirlos al tren del gratis total. Esa generosidad y trabajo cooperativo entre lo público y lo privado puede generar verdadera riqueza y progreso.
Y, entre algunas iniciativas que he conocido, se me
viene a la cabeza una que parece de contrastada seriedad y que no será
flor de un día: es la liderada por el consejero catalán de Empresa y
Ocupación, Sr. Francesc Xavier Mena, que, mediante la inversión de 200 millones de euros pretende generar 60.000 nuevos emprendedores, lo que reactivirá con seguridad la creación de empresas y puestos de trabajo. Hablo
de lo más conocido por mi parte, pero seguro que de manera similar se
estarán planteando propuestas en Galicia, Cantabria, Madrid, La Rioja…
Esos objetivos tan ambiciosos pasan también por incorporar el espíritu emprendedor a la educación (a la enseñanza obligatoria, al superior y a la formación profesional). El plan catalán prevé, por ejemplo, que algunas titulaciones universitarias incorporen un plan de empresa.
El siguiente estadio es, ya en relación directa con los interesados en
iniciar un negocio, a través de asesoramiento empresarial y jurídico,
formación, programas de apoyo económico, ayudas a empresas con
perspectivas de crecimiento o segundas oportunidades para emprendedores
que no tuvieron el éxito deseado. El último de los pasos es acompañar
las medidas con «cambios normativos y administrativos», que se plasmarán
en una ley para estimular y premiar a los emprendedores.
Creo que por ahí tenemos las buenas, necesarias y razonables soluciones para nuestro país.
Y algunos se preguntarán ¿por qué no hablo de la huelga de este jueves,
que está en boca de todos? Pues porque, si no fuera por los 2.000
millones de euros que costará a nuestra economía, la recurrente
comparación con Grecia que harán los medios de comunicación de todo el
mundo, o la imagen de inseguridad para los inversores internacionales,
yo la llamaría más bien la tragicomedia de Toxo, Méndez y Rubalcaba.
Es una barbaridad quemar un país con un medio lícito de protestar,
cuando precisamente quienes más quieren ahora «tensionar el ambiente»
–otra vez– son aquellos que no han puesto remedio al despilfarro y mala gestión de años. Ni en Andalucía parece que tampoco tienen intención de rectificar. ¿Tendrá que llamarnos la atención, otra vez más, la Sra. Merkel para que a algunas gentes les vuelva el sentido común? ¡Al tiempo!
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