Tienen tanta labia y pueden ser tan encantadores que hasta la más inteligente puede caer en la trampa
Me parece importante que en el mes en que celebramos a la mujer
retomemos este tema que pareciera venido de los libros de Agatha
Christie o de Alfred Hitchcock. Tristemente, no es novela de suspense y
está a la orden del día.
Es muy real, más de lo que quisiéramos: el abuso emocional, económico, psicológico, espiritual y verbal (sin omitir el físico) de patanes, bestias sin escrúpulos que se aprovechan de una mujer en estado de quiebra y/o vulnerable; en especial, de aquellas que pasan o acaban de pasar por un proceso de divorcio donde a gritos silenciosos piden ser “rescatadas”.
Todos conocemos a alguien que pasó por algún abuso y ya es hora de hablar, de delatar y de olvidarnos del famoso “qué dirán si hablo” o “van a pensar que estoy ardida”. No tiene nada de penoso reconocer que alguna vez tuviste un “shut down” emocional -una ruptura-, que te enamoraste, que creíste en alguien y que te equivocaste. Es hora de dejar de lado la “falsa vergüenza” y decir: “A mí me pasó y fue…” y prevenir al mundo de estas arpías.
Consciente estoy que cada quien debe vivir su propia experiencia, pasar por su proceso y que nadie escarmienta en cabeza ajena, más creo que si la vida te hizo pasar por este infierno, aparte de crecer y madurar, también es para que alces la voz, ayudes y prevengas a las demás mujeres.
Sé que esto es asunto íntimo de cada mujerc, pero si una empieza, luego sigue la otra y “mujeres unidas…”.
Denunciemos y ayudemos a que haya menos víctimas de estos “depredadores emocionales”. Callamos por miedo a la sociedad o a ser señaladas; no los denunciamos, no hablamos por terror al juicio humano.
A mí me pasó y opté por callar. ¿Por qué? Porque sé que -desafortunadamente- en el tipo de “suciedad” (nótese que no le llamé sociedad) en que vivimos, aún hoy en ese sentido tiene más peso la palabra del hombre que la de la mujer, sigue existiendo el machismo donde las mujeres son vistas como “trofeos” y donde los hombres, entre más mujeres hayan pasado por su vida, más “machos” y exitosos se consideran.
Si yo hubiera hablado, ¿cómo hubiera quedado frente al mundo? Como la ardida, la loca, entre muchos otros peyorativos con los que me hubieran calificado. Luego, al darme cuenta que ese “señor” rondaba a otras mujeres con el mismo cuento que me llegó a mí, pensé, quizá como mujer deba prevenirlas, decirles que se cuiden… No lo hice porque no hubiera funcionado.
Querer “prevenirlas” hubiera resultado en algo peor, aparte de que no me hubieran creído. No existe ceguera más profunda que la de la mujer enamorada de este tipo de sociópatas, porque con su personalidad tan “encantadora”, -literal- hacen eso, “encantar” a su presa, dejarla anestesiada, hipnotizada para hacer de ella lo que más convenga a sus intereses.
Mujeres, hay que hablar, cuidarnos unas a otras desde el respeto. Este tipo de hombres son peligrosísimos, son ladrones de cuello blanco porque verdaderamente dejan a las mujeres vacías, sin nada, robándoles absolutamente todo, hasta las ganas de vivir.
Son enfermos sociópatas (hasta psicópatas) que viven en un estado de anestesia porque si realmente se dieran cuenta de los alcances de sus maquiavélicos actos no podrían con los remordimientos. La conciencia la tienen dormida es por eso que no miden los alcances de sus daños ni las consecuencias de sus acciones.
Saben hablar tan bien que dicen exactamente lo que la mujer necesita escuchar. Es impresionante, hasta parece que tienen radar para reconocer a su presa y atraparla. En este caso, la mujer en estado de debilidad, como si las olieran y por el olfato supieran dónde están. De verdad, ¡qué miedo!
Tienen tanta labia y pueden llegar a ser tan encantadores que hasta la más astuta e inteligente cae si está pasando por un momento de fragilidad emocional. ¡No vale!
Desafortunadamente, estos tipejos están más cerca de lo que pensamos y aún más triste, pueden ser nuestros hijos, nuestros tíos o hermanos. Mamás, ¿dónde estamos?, ¿qué clase de varones estamos dejando al mundo, a la sociedad, a las demás mujeres? No basta con sólo rezar, hay que reaccionar y formarnos nosotras primero para luego así formar y educar a nuestros hijos y que imiten nuestras sanas costumbres y ejemplo de vida.
¡Ya basta! Ni una mujer más lastimada por estas bestias, ni una lágrima más por enfermos del alma e hijos del padre de la mentira. Si eres una mujer que pasó por esto, busca y encuentra apoyo. Trabaja en recobrar tu autoestima y dignidad, como personas primero y luego como la creación más perfecta de Dios, como MUJER.
Confía, no estás sola en esto. ¡Despierta y reacciona! Si estás pasando por algún tipo de abuso, habla, ese es el primer paso. Y todos los demás: “Sirvamos sirviendo y no juzgando”.
Y para ti caballero, recuerda que es más hombre quien ha sabido mantener a “una sola mujer” a su lado que el que ha tenido muchas.
Es muy real, más de lo que quisiéramos: el abuso emocional, económico, psicológico, espiritual y verbal (sin omitir el físico) de patanes, bestias sin escrúpulos que se aprovechan de una mujer en estado de quiebra y/o vulnerable; en especial, de aquellas que pasan o acaban de pasar por un proceso de divorcio donde a gritos silenciosos piden ser “rescatadas”.
Todos conocemos a alguien que pasó por algún abuso y ya es hora de hablar, de delatar y de olvidarnos del famoso “qué dirán si hablo” o “van a pensar que estoy ardida”. No tiene nada de penoso reconocer que alguna vez tuviste un “shut down” emocional -una ruptura-, que te enamoraste, que creíste en alguien y que te equivocaste. Es hora de dejar de lado la “falsa vergüenza” y decir: “A mí me pasó y fue…” y prevenir al mundo de estas arpías.
Consciente estoy que cada quien debe vivir su propia experiencia, pasar por su proceso y que nadie escarmienta en cabeza ajena, más creo que si la vida te hizo pasar por este infierno, aparte de crecer y madurar, también es para que alces la voz, ayudes y prevengas a las demás mujeres.
Sé que esto es asunto íntimo de cada mujerc, pero si una empieza, luego sigue la otra y “mujeres unidas…”.
Denunciemos y ayudemos a que haya menos víctimas de estos “depredadores emocionales”. Callamos por miedo a la sociedad o a ser señaladas; no los denunciamos, no hablamos por terror al juicio humano.
A mí me pasó y opté por callar. ¿Por qué? Porque sé que -desafortunadamente- en el tipo de “suciedad” (nótese que no le llamé sociedad) en que vivimos, aún hoy en ese sentido tiene más peso la palabra del hombre que la de la mujer, sigue existiendo el machismo donde las mujeres son vistas como “trofeos” y donde los hombres, entre más mujeres hayan pasado por su vida, más “machos” y exitosos se consideran.
Si yo hubiera hablado, ¿cómo hubiera quedado frente al mundo? Como la ardida, la loca, entre muchos otros peyorativos con los que me hubieran calificado. Luego, al darme cuenta que ese “señor” rondaba a otras mujeres con el mismo cuento que me llegó a mí, pensé, quizá como mujer deba prevenirlas, decirles que se cuiden… No lo hice porque no hubiera funcionado.
Querer “prevenirlas” hubiera resultado en algo peor, aparte de que no me hubieran creído. No existe ceguera más profunda que la de la mujer enamorada de este tipo de sociópatas, porque con su personalidad tan “encantadora”, -literal- hacen eso, “encantar” a su presa, dejarla anestesiada, hipnotizada para hacer de ella lo que más convenga a sus intereses.
Mujeres, hay que hablar, cuidarnos unas a otras desde el respeto. Este tipo de hombres son peligrosísimos, son ladrones de cuello blanco porque verdaderamente dejan a las mujeres vacías, sin nada, robándoles absolutamente todo, hasta las ganas de vivir.
Son enfermos sociópatas (hasta psicópatas) que viven en un estado de anestesia porque si realmente se dieran cuenta de los alcances de sus maquiavélicos actos no podrían con los remordimientos. La conciencia la tienen dormida es por eso que no miden los alcances de sus daños ni las consecuencias de sus acciones.
Saben hablar tan bien que dicen exactamente lo que la mujer necesita escuchar. Es impresionante, hasta parece que tienen radar para reconocer a su presa y atraparla. En este caso, la mujer en estado de debilidad, como si las olieran y por el olfato supieran dónde están. De verdad, ¡qué miedo!
Tienen tanta labia y pueden llegar a ser tan encantadores que hasta la más astuta e inteligente cae si está pasando por un momento de fragilidad emocional. ¡No vale!
Desafortunadamente, estos tipejos están más cerca de lo que pensamos y aún más triste, pueden ser nuestros hijos, nuestros tíos o hermanos. Mamás, ¿dónde estamos?, ¿qué clase de varones estamos dejando al mundo, a la sociedad, a las demás mujeres? No basta con sólo rezar, hay que reaccionar y formarnos nosotras primero para luego así formar y educar a nuestros hijos y que imiten nuestras sanas costumbres y ejemplo de vida.
¡Ya basta! Ni una mujer más lastimada por estas bestias, ni una lágrima más por enfermos del alma e hijos del padre de la mentira. Si eres una mujer que pasó por esto, busca y encuentra apoyo. Trabaja en recobrar tu autoestima y dignidad, como personas primero y luego como la creación más perfecta de Dios, como MUJER.
Confía, no estás sola en esto. ¡Despierta y reacciona! Si estás pasando por algún tipo de abuso, habla, ese es el primer paso. Y todos los demás: “Sirvamos sirviendo y no juzgando”.
Y para ti caballero, recuerda que es más hombre quien ha sabido mantener a “una sola mujer” a su lado que el que ha tenido muchas.
1 comentario:
Muchísimas gracias por compartir mi artículo. Bendiciones. Luz Ivonne
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