Por: David Ramos | Fuente: ACI Prensa
La
noticia de que un grupo de científicos desarrolló embriones con células
humanas y de ovejas ha dado la vuelta al mundo, pero también ha puesto
nuevamente sobre la mesa los cuestionamientos éticos a esta práctica.
Las
quimeras, como se denomina a los proyectos de obtener un híbrido entre
humano y animal, han sido un anhelo por mucho tiempo de algunos
científicos. La expectativa es lograr multiplicar el número de órganos disponibles para trasplantes en humanos.
El
nombre de quimera proviene de la mitología griega, y se refiere a un
animal con cabeza de león, vientre de cabra y cola de dragón.
Según
recoge la prensa internacional, un grupo de científicos de la
Universidad de Stanford (Estados Unidos), encabezado por el Dr. Hiro
Nakuachi, desarrolló un embrión con células humanas y de oveja, y que
gestaron por tres semanas dentro de otra oveja.
Nakuachi
presentó sus hallazgos durante el encuentro anual de la Asociación
Americana para el Avance de la Ciencia, realizada en Austin, Texas
(Estados Unidos), del 15 al 19 de febrero.
Para los científicos, el
paso siguiente será implantar células madre humanas dentro de un
embrión de oveja genéticamente modificado, de tal forma que crezca un
páncreas humano dentro del animal.
“Podría tomar cinco años o podría tomar 10 años, pero creo que eventualmente seremos capaces de hacer esto”, dijo.
Sin embargo, las implicancias bioéticas podrían ser grandes.
En
declaraciones a ACI Prensa, el Dr. Lenin De Janon Quevedo, médico
investigador del Instituto de Bioética de la Pontificia Universidad
Católica Argentina (UCA), advirtió que las quimeras “hoy en día”, son “éticamente objetables”.
“Por
el momento, las quimeras modernas parecieran guardar similitud con las
mitológicas y amenazar con devorar todo animal que se encuentren a su
paso”, señaló.
“¿Cuál es el derecho que tenemos para modificar –tan radicalmente– la estructura genética del animal?
¿Qué seguridad hay de que las quimeras no hagan desaparecer a las
especies originales?
¿Cuáles serán los efectos secundarios al obligar a
los órganos y tejidos humanos a coexistir con tejidos animales de otra
especie? ¿Estaremos en condiciones de expresar todas las complicaciones
que se deben tener en cuenta para que el receptor voluntariamente
consienta el trasplante u otro procedimiento terapéutico? Todas estas
interrogantes permanecen sin responder”, advirtió.
“Entiendo
que la creación de quimeras ha sido un sueño humano desde la
antigüedad. Los trasplantes de órganos hicieron que el sueño dejara la
mitología y se convirtiera en realidad”, explicó.
El experto en bioética precisó que “lejos
de ser producto de la imaginación, los trasplantes son el resultado de
decisiones voluntarias de donantes, receptores y un gran equipo de
profesionales encargados de procurar, implantar y cuidar de las personas trasplantadas”.
“Todo esto en torno al altruismo: valor exclusivamente humano que hace dar al otro sin esperar del mismo ninguna retribución”.
“
Pero
la sustitución del altruismo por otros valores sociales y el incremento
de la indicación médica para los trasplantes de órganos, han generado
mayor demanda y menor cantidad de órganos ofrecidos”, dijo.
El
Dr. De Janon Quevedo indicó que “la escasez de órganos es un problema
de salud que Benedicto XVI lo catalogó como ‘dramáticamente práctico’”.
En
ese marco, señaló, “una medida que aumente la disponibilidad de órganos
es buena por su intención, pero no se debe despreciar la naturaleza de
la acción que se dirija a tal intención”.
El experto se pronunció también sobre las implicancias éticas del uso de animales de laboratorio en estos experimentos.
“Usar
animales de laboratorio no está mal siempre que se respete el hecho de
que esos
animales también forman parte del mundo natural que debemos
cuidar, y de que son especies vivas, sensibles e incapaces de expresar
su voluntad, ni defenderse por sí solas frente a la depredación del
hombre”.
“Por lo tanto, somos nosotros mismos quienes deberemos velar por su defensa”, subrayó.