La paz es uno de los signos de que estamos haciendo la Voluntad de Dios en nuestras vidas
Por: P. Jacques Philippe | Fuente: http://www.la-oracion.com
El signo principal de que estamos haciendo la voluntad de Dios es la paz.
Paz que no es una simple tranquilidad psicológica porque todo va bien,
sino una paz que es mucho más profunda, mucho más íntima.
Esta paz se
percibe y se confirma especialmente cuando estoy en presencia de Dios,
en la oración. La paz del que hace la voluntad de Dios va acompañada de
otros elementos: un sentimiento interior de libertad
(incluso cuando la voluntad de Dios puede ser exigente, no se cumple
como algo restringido o forzado, sino con una motivación personal y
libre), una cierta dilatación del corazón (el corazón se hace grande en el deseo de amar a Dios más y más, en la ternura y bondad hacia el prójimo), una alegría interior.
Dicho esto, el sentimiento de paz y aquello que lo acompaña (libertad, amor, alegría) no siempre se siente intensamente,
y esto es por diferentes razones.
A veces vivimos tiempos de pruebas,
de tentaciones, de preguntas y dudas, incluso tormentas interiores, que
son normales en toda vida espiritual y que hacen que, aunque seamos
fieles a Dios y hagamos su voluntad, no gocemos sensiblemente de esta
paz.
Pero estos tiempos de prueba son pasajeros y la paz vuelve después
de un tiempo, más profunda que antes.
Hay que saber también que no siempre podemos tener la certeza absoluta de estar haciendo la voluntad de Dios.
Habrá de repente tiempos de "tantear" en la vida espiritual, tiempos de
búsqueda, de interrogación sobre nuestras decisiones, sin que tengamos
siempre una respuesta inmediata. La respuesta llegará algún día si
tenemos buena voluntad, pero se necesita tiempo.
Por otra parte, Dios
quiere que nos mantengamos pobres y pequeños, siempre con deseos de
progresar. Si alguien tuviera permanentemente la certeza total de hacer
la voluntad de Dios, podría tener el riesgo de caer en un cierto orgullo
o presunción, de estar demasiado seguro de sí mismo; a veces es mejor
para nosotros vivir en una cierta pobreza e incertidumbre, guardando
simplemente la buena voluntad. Dios nos da siempre luz para las
decisiones esenciales, pero eso no impide que haya una parte de
oscuridad o de interrogación en la comprensión de su voluntad.
Otras veces puede haber razones psicológicas que hacen que, aunque
estemos en la voluntad de Dios, el corazón no logre sentir paz: un
temperamento escrupuloso o demasiado inquieto, un periodo de depresión o
de angustia, etc.
De todo esto se derivan las siguientes consecuencias prácticas:
- Cuando estamos en una paz estable y profunda, en general es signo de que estamos en la voluntad de Dios. Pero
hay que cuidar no caer en la presunción; debemos mantenernos humildes y
pequeños, sabiendo que no estamos exentos de buscar comprender y
cumplir cada vez mejor esta voluntad de Dios. Hay que estar siempre en
búsqueda... No con inquietud y tensión, obviamente, sino con confianza y
paz, deseando siempre y con fuerza avanzar.
- Si no se tiene esta paz hay que intentar comprender por qué. A
veces puede significar que no estoy en la voluntad de Dios. Otras veces
quiere decir que tengo demasiados escrúpulos, o que estoy en una fase
de prueba o de combate espiritual. Y otras veces es el demonio quien,
para inquietarme y desmotivarme, me acusa sin un motivo verdadero (en la
Escritura, el demonio se llama "acusador de los hermanos").
- Cuando no logremos ver claro por nosotros mismos, es bueno pedir consejo a un orientador espiritual
que pueda ayudarnos en nuestro discernimiento. Cuando nos abrimos a una
persona que conoce la vida espiritual, en general es bastante fácil
descubrir si la falta de paz viene de una infidelidad a Dios o de otra
causa
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