sábado, 27 de febrero de 2016

La misericordia de una gitana católica víctima del Holocausto

Durante la década del cuarenta el mundo era testigo de los intentos por establecer un Nuevo Orden en la Alemania Nazi. El destino de los romaníes bajo el régimen de Hitler era paralelo al de los judíos: los Rome y los Sinté -dos poblaciones gitanas- estuvieron entre las primeras víctimas del Holocausto. La novela Los ojos azules recoge el relato de episodios auténticos de la vida de Rita Prigmore-Winterstein, una Sintsa o Gitana de Würzburg (Alemania), cuya familia fue fuertemente perseguida durante la ocupación nazi. A partir de 1933, todos los Sinté fueron censados. De ellos, un 5% recibió la etiqueta “Gitano de sangre pura”. El 95% restante, denominado como “Gitano mestizo”, fue sometido a una esterilización forzada a partir de 1942 y finalmente deportado a Auschwitz.



Fue así como los agentes de la Gestapo obligaron a Theresia Seible Winterstein, una bella y elegante bailarina gitana de Mannheim, a firmar un documento en que "autorizaba" su propia esterilización bajo amenaza de ser deportada a los campos de Auschwitz.

La obsesión y la soberbia Nazi


No obstante, a pesar de esta brutal imposición, sigilosamente la vida correría con fuerza en el vientre de Theresia, quien, con solo veinte años, igual quedó embarazada. ¡Un acontecimiento extraordinario dado lo ocurrido! Junto a su novio, el músico Gabriel Reinhardt, tuvieron que comunicarlo a la Gestapo. En 1942, la llamaron para programar un aborto, sin embargo, durante las pruebas vieron que estaba embarazada de gemelas. Entonces le hicieron firmar nuevamente su voluntad de entregar sus hijos a los nazis, para que realizaran investigaciones, o serían deportados a Auschwitz.

“Programaron una nueva esterilización hasta después de que naciéramos. Mi madre pasó varias revisiones en el hospital universitario de Wüzburg con el doctor Werner Heyde, discípulo del doctor Mengele”, cuenta Rita, una de las sobrevivientes. Josef Mengele era un despiadado investigador de gemelos que dirigía el área de experimentaciones con humanos en Auschwitz. Era genetista y tenía por objetivo crear un particular producto: arios, puros, de raza. “Hasta entonces, solo se habían permitido experimentos con animales, pero después se hicieron experimentos con humanos, entre ellos a mi hermana y a mí”, agrega Rita en un encuentro sostenido con jóvenes de la comunidad San Egidio en Madrid (España).

Rita y Rolanda, conejillos de indias


“Nací con Rolanda (su gemela) el 3 de marzo de 1943. Mi madre me dijo que asistieron al parto médicos uniformados, que nos llevaron a mi hermana y a mí inmediatamente... ella no nos vio hasta pasados cinco días. Al cabo de una semana, mi madre pudo volver, nos tomó y escapó del hospital. Tenía miedo de que toda la familia pudiera haber sido deportada a Auschwitz, porque en abril de 1943 casi todos los gitanos habían sido deportados allí”.

Theresia pudo estar junto a sus hijas algunas semanas. No obstante, sentía que serían los últimos instantes que las vería con vida. Por cuestiones de salud, dice Rita, “ella tuvo que llevarnos de nuevo al hospital y ya no podía visitarnos. Al cabo de dos semanas mi madre no lo pudo soportar y fue al hospital para intentar vernos; lo pidió varias veces, y finalmente una de las enfermeras le permitió ver solo una niña: a mí. Alarmada, mamá preguntó: “¿Y la otra niña?” La enfermera la llevó al pabellón y allí vio a Rolanda en la bañera con una camisa y un vendaje en la cabeza. Estaba muerta. Mi madre enloqueció, salió corriendo, fue a la sección infantil y me sacó de la cama”.

Salvada por el amor valiente de su madre


Rita también tenía la cabecita vendada, pero su madre pudo salvarla a tiempo. A las dos pequeñas –siguiendo el protocolo Nazi de Mengele- les habían inyectado sustancias experimentales en el cerebro y la zona posterior de las corneas, con el objetivo de intentar transformar sus ojos oscuros, gitanos, en azules. En aquel instante y con los nervios de toda madre, apenas pudo acudir al lugar donde estaba su padre para decirle: “Nos vemos en el punto de encuentro”, que era una iglesia. “Mi madre me llevó a la capilla de Santa Rita y me bautizó de urgencia, poniéndome el nombre de Rita. Luego fue a casa, donde miembros de las SS la estaban esperando. Me dejaron dos días más con ella y luego se llevaron a mi madre”.

Finalmente su madre fue esterilizada, igual que un joven tío, quien había estado oculto uniéndose a las juventudes nazis… "hasta que se descubrió su origen", aclara Rita. Durante un invierno entero, Theresia no supo del paradero de su hija Rita. “Pasado ese tiempo, recibió una carta de la cruz roja diciéndole que podría pasar a recogerme y estar conmigo. Era el año 1944. Durante mucho tiempo nunca supe qué es lo que me había pasado. Mi madre no me lo explicó para que no tuviera que cargar con la tristeza. De niña estaba siempre enferma, muchas veces me desmayaba, iba al colegio pero me colocaba muy débil y siempre me sacaban de la escuela por mi defecto físico (en el cráneo)”.



El encuentro con la verdad a los cuarenta años


Pasó el tiempo y Rita creció desconociendo las torturas a las que habría sido sometida de las que se libró de forma inexplicable, según le contaría su madre. Se casó a los 21 años, tuvo dos hijos y emigró a vivir en Estados Unidos.

Tras cuarenta años, Theresia decidió contar a su hija los trágicos sucesos. Las cicatrices en el cuerpo y la verdad revelada no minaron la fe de Rita. Al contrario, la motivaron a dar testimonio de esperanza, perdón y confianza en Dios.

A sus 71 años Rita Prigmore, con un pañuelo de flores anudado al cuello, sonríe, siempre sonríe al contar las historias de sus ancestros y cómo a pesar de ser despojados de todo nunca abandonaron su fe en Dios. Su tío Otto Winterstein y su tío abuelo Früz Spindler, que estaban en Auschwitz, también sobrevivieron. “No así muchos otros que fueron aniquilados. Se calcula que 500.000 Sinti y Rome fueron asesinados durante la época de Hitler. El año pasado fui a Auschwitz por primera vez y no fue fácil para mí, porque muchas personas de mi familia fueron asesinadas allí”.

“Sigo adelante con ayuda de la fe”


Testimonios como los de su madre Theresia, son parte del archivo del Museo Memorial del Holocausto en Estados Unidos, y se utilizaron para producir la retrospectiva titulada "Medicina mortal: creando la raza maestra".

Rita es católica y al momento de preguntar si es posible perdonar, ella sin apuros dice: “Nunca se olvida. Y se perdona porque las nuevas generaciones, que son el futuro, deben saber qué fue lo ocurrido, tener datos sobre esa parte de la historia. Transmito mi testimonio para que afronten su futuro. Preferiría estar con mis nietos, pero sigo adelante con ayuda de la fe”.

Ha participado en múltiples conferencias y ha recorrido distintas universidades para decir que nadie de hoy tiene la culpa de lo que ocurrió en los campos de exterminio, pero que "todo el mundo tiene la responsabilidad de que no vuelva a ocurrir”, y agrega: “Cuando te preguntan de dónde vienes, de repente cambia todo. Entonces dejas de ser la persona que conocen… y te ven judío, gitano, polaco, checo, turco, musulmán o de alguna otra minoría. ¿Dónde se origina el que uno pierda de repente el derecho como ser humano cuando oyen que eres gitano? Yo creo que sólo Dios, que nos creó, tiene derecho a decidir nuestro destino o juzgarnos”.

Publicado en Porta Luz


27 febrero 2016

sábado, 20 de febrero de 2016

Aprender a comer y a vivir bien con Santa Hildegarda


Queridos amigos de Santa Hildegarda. Parece que este tiempo es el momento en que Santa Hildegarda ha decidido ampliar el circulo de sus amigos en España. Don José María Sánchez de Toca está realizando un ciclo de tres conferencias en Madrid: El martes 2 de febrero, a las 19.30 horas, en el salón de actos del templo eucarístico de San Martín (Desengaño, 26), disertó sobre Santa Hildegarda, una doctora para nuestro tiempo.Y el martes 9 de febrero, a las 19.30 horas y en el mismo lugar, lo hizo sobre Las piedras que curan de Santa Hildegarda. Por último, el lunes 14 de marzo, a las 19.00 horas, en el Centro Cultural y Recreativo de los Ejércitos (Gran Vía, 13), Don José María Sánchez de Toca nos acercará Al peculiar universo de Santa Hildegarda.
Yo tuve la suerte de poder asistir a la segunda conferencia y disfruté ya que esa materia él la domina profundamente y la sabe comunicar de forma elegante y amena. Don José María y Don Rafael Renedo Hijarrubia son los responsables de la traducción y  publicación del libro homónimo “El Libro de las Piedras que curan” que ha sido la puerta que me ha permitido entrar a formar parte de los amigos entusiastas de Santa Hildegarda.
Por nuestra parte, como habíamos anunciado, organizada por Casa Santa Hildegarda, el día 23 de enero, se celebró la primera Jornada sobre Alimentación y Salud según Santa Hildegarda en Madrid, en la casa de Ejercicios San Pío de Alpedrete.
Acudieron muchas personas y, en un ambiente muy cordial y alegre, vivimos una jornada teórico-práctica sobre los consejos hildegardianos para disfrutar de buena salud en muchos aspectos: el trabajo, el descanso, la relación con los demás y con  el Señor, las relaciones con nuestro ambiente natural y social, la comida y la forma de comer etc.
También, de manera práctica, nos iniciamos en como alimentarnos para que nuestra comida  sea nuestra medicina. Santa Hildegarda afirma que la salud completa es corporal, anímica y espiritual. Todos los bautizados somos hijos de Dios, Creador (de todo y de todos) y Padre nuestro que solo quiere lo mejor para nosotros. Si no estamos conectados a la “fuente” es decir si no dejamos que la Gracia actúe en nosotros, porque tenemos el alma enferma por el pecado, difícilmente lograremos curarnos y librarnos de nuestros males.
Igualmente reflexionamos sobre las Reglas de la Vida que Santa Hildegarda recomienda, y nos asomamos a los enormes tesoros de sabiduría divina que ella nos trasmitió gracias a sus revelaciones sobre, la Creación, y los tesoros de salud que cada criatura contiene como sello del Creador: los alimentos-medicina, los venenos de la cocina, las propiedades de plantas, animales y algunos minerales, son conocimientos que nos sirven para sortear escollos y vivir de forma saludable.
Como todos los participantes quedaron encantados de haber asistido a la Jornada y en vista de que muchas personas nos han dicho que les hubiera gustado participar, hemos decidido convocar la “Segunda Edición de La Jornada sobre Alimentación y Salud según Santa Hildegarda de Bingen el 23 de abril de 2016 también en Madrid en la Casa de Ejercicios San Pio de Alpedrete y os lo anunciamos para que todos aquellos que o bien no pudieron venir, o no se enteraron en enero, puedan asistir ahora.

 

18 febrero 2016

domingo, 14 de febrero de 2016

Primer Domingo de Cuaresma Las Tentaciones 2016






 Día 14 I Domingo de Cuaresma
 La escena que contemplamos en este primer domingo de Cuaresma es un diálogo real entre Jesús y el diablo. Este personaje desdichado se apartó de Dios definitivamente, como explica el Catecismo de la Iglesia Católica, y procura siempre el mal de los hombres: Satán o el diablo y los otros demonios son ángeles caídos por haber rechazado libremente servir a Dios y su designio. Su opción contra Dios es definitiva. Intentan asociar al hombre en su rebelión contra Dios.

        El diablo no fue malo desde el principio. Enseña el concilio cuarto de Letrán que el diablo y los otros demonios fueron creados por Dios con una naturaleza buena, pero ellos se hicieron a sí mismos malos. San Pedro, en efecto, dice en su segunda carta que pecaron y fueron arrojados por Dios al infierno. La sugerencia: seréis como dioses, con la que Satanás tentó a nuestros primeros padres, manifiesta la verdad de las palabras de Jesús de que es padre de la mentira y homicida desde el principio.

        Es verdaderamente homicida puesto que con su seducción mentirosa induce, desde el principio, al hombre a desobedecer a Dios; en lo que consiste nuestra perdición, más terrible que la muerte física. Pero Dios, que es Padre bueno, nunca consiente que seamos tentados por encima de nuestras fuerzas. Jesucristo venció para nosotros definitivamente al maligno, pues, como dice san Juan, el Hijo de Dios se manifestó para deshacer las obras del diablo. Y la gracia de Dios se difunde como fuerza en nosotros para vencer las tentaciones, cuando nos unimos al Señor por la oración y los sacramentos.

        Recordemos que es otra criatura –aunque poderosa por ser puro espíritu– y que no puede impedir el triunfo del Reino de Dios establecido en Jesucristo. Nos dice el Catecismo que su acción, real en el mundo, es un misterio para nosotros que aceptamos confiando en Dios, pues, como afirmaba san Pablo a los Romanos, todas las cosas contribuyen al bien de los que aman a Dios.

        Iluminados por el Paráclito le suplicamos aprender, con más segura firmeza, que fuimos creados para Dios y que Dios ha querido ser también para cada uno. El tentador, en cambio, según observamos en el fragmento evangélico de hoy, no acepta el señorío del Creador sobre el mundo. Intenta establecer su criterio personal y que prevalezca sobre el de Dios, su Creador.










sábado, 6 de febrero de 2016

Camille Paglia, una filósofa lesbiana crítica con el feminismo llorón y la ideología de género

Camille Paglia es una de las pensadoras más originales de nuestro tiempo.

Americana de origen italiano, es una de las inteligencias más libres, contradictorias y desacralizadoras de la cultura contemporánea.

Es feminista, pero desprecia el feminismo contemporáneo al que define: “enfermo, indiscriminado y neurótico”, y lo persigue con ironía despiadada: “Dejar el sexo a las feministas es como irse de vacaciones dejando tu perro a un taxidermista”.

Siente admiración por las mujeres emancipadas de los años 20 y 30 del siglo XX “porque no atacaban a los hombres, no los insultaban, no los consideraban el origen de todos sus problemas, mientras que hoy las feministas culpan de todo a los hombres”.

Intelectuales y teóricos, ¿con los pobres?
Camille Paglia es de izquierdas, pero reconoce que “los Demócratas que pretenden hablar a los pobres y a los desheredados son cada vez más el partido de una élite formada por intelectuales y teóricos”.

Ella, icono de una cultura radical-chic que hunde sus raíces en el 68, explica la inutilidad de los intelectuales que “con todas sus fantasías de izquierdas tienen escaso conocimiento directo de la vida americana”.

Atea, pero respetuosa de la religión
Camille Paglia es atea, pero ¡ay de aquel! que ataque el papel histórico de la religión y sobre todo del cristianismo: "Respeto enormemente la religión, a la que considero una fuente de valor psicológico, ético y cultural infinitamente más rica que el inane y mortífero post-estructuralismo, que se ha convertido en una religión secularizada".

Lesbiana, pero no activista gay
Camille Paglia es lesbiana y en muchas entrevistas recuerda su comportamiento juvenil transexual; sin embargo, admite que “los códigos morales son la civilización. Sin ellos seríamos derrotados por la caótica barbarie del sexo, por la tiranía de la naturaleza”.

Detesta la estupidez de las movilizaciones gay y la intolerancia de los homosexuales, y cuando le plantean la pregunta: “¿Por qué no ha surgido en estos años un líder gay que tenga la estatura de Martin Luther King?”, ella responde: “Porque el activismo negro se ha inspirado en las profundas tradiciones espirituales de la Iglesia a la que la retórica política gay ha sido hostil de manera infantil. Chillón, egoísta y doctrinario, el activismo gay está totalmente carente de perspectiva filosófica”.

Ella, que reivindica haber sido la primera estudiante lesbiana que salió del armario en Yale, reconoce que “la homosexualidad no es normal; al contrario, se trata de un desafío a la norma”.

Y en lo que respecta a las nuevas fronteras de la fecundación asistida, dice que le “preocupa la mezcla perniciosa entre activismo gay y ciencia que produce más propaganda que verdad”.

Reconoce que su homosexualidad y sus tendencias transgénero son una “forma de disfunción de género” porque en la naturaleza “hay sólo dos sexos determinados biológicamente” y los casos de verdadera androginia son rarísimos; “el resto es fruto de la propaganda”.


Camille Paglia tiene claro que sólo hay dos sexos, que la naturaleza tiene sus normas y que forzarla por los deseos hedonistas humanos tiene un coste

¿Cambio de sexo a menores? Es un abuso, dice
Respecto a esos progenitores que, gracias a médicos complacientes, cambian el sexo de sus hijos a causa de comportamientos aparentemente transexuales, Camille Paglia no admite justificaciones: “Es una forma de abuso de menores”.

Seamos claros: para Camille Paglia no está en juego el derecho de cada hombre o mujer adulto a vivir la propia sexualidad con libertad y amor; ni el deber de un Estado de reconocer los derechos fundamentales de cada individuo para que alcance la propia realización, también en ámbito afectivo y sexual...

Lo que está en juego es el pacto mefistofélico que Occidente está haciendo con la Técnica para desarticular el orden natural.

“La naturaleza, nos guste o no, existe; y en la naturaleza la procreación es una sola regla implacable”, afirma.

Hace unos meses, delante de las cámaras de televisión de Roda Viva, el famoso programa televisivo brasileño de Tv Cultura (véalo aquí en YouTube), fue aún más clara: “El aumento de la homosexualidad y del transexualismo son una señal del declive de una civilización”.

No hay ningún juicio moral en esta afirmación (¿y cómo podría haberlo?), sino un análisis histórico de Occidente y que interpreta los signos de los tiempos.

“Contrariamente a las personas que alaban el liberalismo humanitario que permite y alienta todas estas posibilidades transgénero, yo estoy preocupada por como es definida la cultura occidental en el mundo, porque este fenómeno en realidad anima a los irracionales y, diría, psicóticos opositores de Occidente, como son los yihadistas del Isis”.

“Nada define mejor la decadencia de Occidente que nuestra tolerancia a la homosexualidad abierta y al transexualismo”.

Palabras de una extraordinaria y valiente pensadora lesbiana.

(Traducción del italiano de Blog.IlGiornale.it por Helena Faccia Serrano, diócesis de Alcalá de Henares)




3 febrero 2016

sábado, 30 de enero de 2016

¿Cómo poner en práctica las Obras de Misericordia?

 

Con el Año Santo de la Misericordia, que inició el pasado 8 de diciembre en la solemnidad de la Inmaculada Concepción, el Santo Padre Francisco ha hecho una especial invitación para que se reflexione y se pongan en práctica las Obras de Misericordia.
Así está escrito en la Bula ‘Misericordiae Vultus' con la que el Santo Padre convocó el Jubileo Extraordinario: "Es mi vivo deseo que el pueblo cristiano reflexione durante el Jubileo sobre las obras de misericordia corporales y espirituales. Será un modo para despertar nuestra conciencia, muchas veces aletargada ante el drama de la pobreza, y para entrar todavía más en el corazón del Evangelio, donde los pobres son los privilegiados de la misericordia divina. La predicación de Jesús nos presenta estas obras de misericordia para que podamos darnos cuenta si vivimos o no como discípulos suyos".

Y... ¿Qué son las Obras de Misericordia?

De acuerdo con el Catecismo de la Iglesia Católica, las Obras de Misericordia "son acciones caritativas mediante las cuales ayudamos a nuestro prójimo en sus necesidades corporales y espirituales. Instruir, aconsejar, consolar, confortar, son obras espirituales de misericordia, como también lo son perdonar y sufrir con paciencia. Las obras de misericordia corporales consisten especialmente en dar de comer al hambriento, dar techo a quien no lo tiene, vestir al desnudo, visitar a los enfermos y a los presos, enterrar a los muertos".
"Entre estas obras -sigue el Catecismo-, la limosna hecha a los pobres es uno de los principales testimonios de la caridad fraterna; es también una práctica de justicia que agrada a Dios".


Las 14 Obras de Misericordia

Siendo así, existen 14 Obras de Misericordia: siete corporales y siete espirituales.
Las obras de misericordia corporales son: visitar a los enfermos, dar de comer al hambriento, dar de beber al sediento, dar posada al peregrino, vestir al desnudo, visitar a los presos y enterrar a los difuntos.
Mientras que las obras de misericordia espirituales son: enseñar al que no sabe, dar buen consejo al que lo necesita, corregir al que se equivoca, perdonar al que nos ofende, consolar al triste, sufrir con paciencia los defectos del prójimo y rezar a Dios por los vivos y los difuntos.

"En el ocaso de nuestras vidas seremos juzgados en el amor"

El Papa Francisco en la Bula de convocación del Jubileo extraordinario habla también del efecto de las obras de misericordia en quien las practica, recordando que no se puede escapar a las Palabras de Jesús, ya que con base a ellas seremos juzgados: "si dimos de comer al hambriento y de beber al sediento. Si acogimos al extranjero y vestimos al desnudo. Si dedicamos tiempo para acompañar al que estaba enfermo o prisionero. Igualmente se nos preguntará si ayudamos a superar la duda, que hace caer en el miedo y en ocasiones es fuente de soledad; si fuimos capaces de vencer la ignorancia en la que viven millones de personas, sobre todo los niños privados de la ayuda necesaria para ser rescatados de la pobreza; si fuimos capaces de ser cercanos a quien estaba solo y afligido; si perdonamos a quien nos ofendió y rechazamos cualquier forma de rencor o de odio que conduce a la violencia; si tuvimos paciencia siguiendo el ejemplo de Dios que es tan paciente con nosotros; finalmente, si encomendamos al Señor en la oración nuestros hermanos y hermanas".
El Papa concluye: "En cada uno de estos ‘más pequeños' está presente Cristo mismo. Su carne se hace de nuevo visible como cuerpo martirizado, llagado, flagelado, desnutrido, en fuga (...) para que nosotros los reconozcamos, lo toquemos y lo asistamos con cuidado. No olvidemos las palabras de san Juan de la Cruz: ‘En el ocaso de nuestras vidas, seremos juzgados en el amor'".

 Por: Varios | Fuente: es.gaudiumpress.org / Catholic.net 

sábado, 23 de enero de 2016

Fue atea, mochilera, escaló el Himalaya, sufrió racismo... en África encontró a Dios en el dolor

Guadalupe Escudero Guillén tardó años en recordar sin lágrimas aquel convulso amanecer de Ruanda en el que su vida dejó de ser la que era para siempre.

Su enjuto cuerpo de apenas 1.65 metros, sus finas gafas que esconden una mirada azul serena, no hacen sospechar las mil y una aventuras que vivió antes de aquel instante.

La muerte no era algo nuevo para ella. Ya había tenido varios encontronazos con ella, como aquel día que la montaña le arrebató a un compañero, pareja de una de sus mejores amigas.

O aquella otra ocasión en la que deambuló, a más de 5.000 metros de altitud, perdida en medio de una ventisca que le azotó la cara durante más de tres horas sin dejarle ver una sola huella o una roca que le mostrara el camino que le devolviera a la tienda de campaña antes de que oscureciese.

Porque Guadalupe Escudero Guillén no siempre ha sido Sor Guadalupe o ‘Sor Piolet‘ como la conocen muchos.

No siempre ha vivido en el Monasterio de Zamartze [Zamarce en castellano, nota de ReL] a los pies de la Sierra Aralar, junto a Uharte-Arakil, a media hora en coche de Pamplona.

De hecho, confiesa que durante su juventud ni tan siquiera creía en Dios. “Era atea porque no conocía al verdadero Dios y sigo sin creer en aquel dios que rechazaba”, reconoce ya vestida de hábito.

Guadalupe Escudero nació en Piornal, el pueblecito más alto de Extremadura, a 1.170 metros. En este paraje del valle del Jerte, en Cáceres, donde según los libros de historia romanos, visigodos y árabes pasaron de largo por las inclemencias del tiempo, creció esta joven “siempre enamorada”.



Pese a todas las experiencias acumuladas a lo largo de una vida de viajes, Guadalupe cuenta que no se siente especial. Con un hábito azul que también oculta su pelo, recuerda la ropa de “vivos colores” que vestía cuando era joven, los guateques de la época rodeada de buenos amigos y la vida de estudiante de Delineación cuando aún vivía con sus padres en Plasencia. Y entre tanto, la montaña, siempre la montaña.

La realidad es que Guadalupe siempre ha sido una pionera. Las hemerotecas lo atestiguan. El rotativo Mundo Deportivo le dedicó una página entera el miércoles 1 de octubre de 1986 para contar todos los detalles de la expedición que iba a iniciar junto a tres amigas más al Island Peak, de 6.200 metros de altura. “Cuatro extremeñas a la conquista del Himalaya”, titulaba el periodista (aquí en PDF).



Este grupo de mujeres, la segunda expedición de féminas españolas que pisarían el Himalaya, compartían página con una leyenda del himalayismo, el austriaco Reinhold Messner, a punto de intentar el ascenso al Lothse (8.516 metros). En la noticia, se emulan los picos hollados por cada una de las componentes de la expedición.

Para entonces, Guadalupe, “de 24 años de edad y en desempleo”, ya contaba en su palmarés con varias cumbres de los Pirineos, los Alpes, los Picos de Europa, el Atlas marroquí y un largo etcétera.

Pero para ella la vida era algo más que subir a lo más alto de una montaña con el fin de contemplar el mundo y escuchar su silencio. “Creía que la vida encerraba un secreto. En mi interior había una búsqueda y quería ser fiel a ella. Elaboraba una lista, la lista de la vida, como la llamaba ella, que la componía de abajo hacia arriba, poniendo lo primero aquello que la hacía feliz.

“Siempre he apostado por lo primero de esa lista”, relata. En ese ‘inventario vital’ su deseo de ayudar a los demás y el amor siempre ocupaban los primeros puestos.



Fiel a esas prioridades, Guadalupe Escudero dejó atrás Plasencia para recorrer de ‘mochilera’ buena parte de Latinoamérica y las principales capitales europeas.

“Vivía la vida. Ella no me llevaba. Siempre decidía antes las cosas y siempre procuraba aprender de todo”, cuenta. Trabajó como diseñadora en una fábrica de peluches, fue auxiliar de enfermería o sirvió hamburguesas en un McDonald’s del barrio negro de Londres, donde ella era la única persona blanca: “Allí sufrí el racismo. Todo lo que los blancos hacían a los negros, ellos me lo hacían a mí. Si había terminado de fregar el suelo, venía algún joven y escupía sobre él”.

Lo económico o lo material apenas tenía importancia: “Me daba libertad tener poco. Cuando apenas tenía dinero, ver escaparates era como pasear por un jardín. Me gustaba lo que veía. Si un mes ganaba un poco más de dinero porque había trabajado más, era un suplicio. Lo que antes me parecía prescindible, de pronto pasaba a ser necesario. No me quería subir a ese engranaje social. Esto no quiere decir que yo no sea de este mundo”.

Transformada por África

 
El último viaje de Guadalupe Escudero tuvo como destino Ruanda. Aterrizó en este país el año 1991, unos pocos meses antes de que estallara la guerra civil entre hutus y tutsis. Como en otros tantos viajes, sólo había comprado el billete de ida.

“En Ruanda Dios estrechó su cerco sobre mí”, explica.

En este país del corazón de África ayudaba en un dispensario, intentando aliviar el dolor de los demás con los escasos medios con los que contaba y, sobre todo, intentaba que los demás se sintieran queridos: “Sentía impotencia ante el dolor y la muerte. Me di cuenta que mis dos manos, con las que antes había conseguido subsistir sin problemas, se quedaban pequeñas”.

María Guadalupe Escudero no podía hacer nada por salvar la vida de la personas que veía morir en sus brazos: “Me pedían que rezase a Dios por ellos. Pero… ¡¿A qué Dios?! Yo no tenía ningún Dios. Tenía que cumplir con lo que me habían pedido. Era algo sagrado y no sabía ni cómo hacerlo”.

La muerte de una niña

 
Hasta que la muerte de una niña ruandesa de cinco años le hizo “tocar fondo”.

Esa niña que cambió el rumbo de su vida se llamaba Wimana. “La habían abandonado y estaba desnutrida. Todo lo malo que puedas imaginar que le ha pasado es poco”, recuerda Guadalupe con un tono pausado. “Dábamos paseos y la cuidaba. No necesitábamos hablar para entendernos porque el lenguaje del amor es universal”.

Un día, al alba, en ese momento incierto en el que se funden el día y la noche, una religiosa avisó a Guadalupe. Wimana se estaba muriendo.

«Me llamaron para avisarme de que estaba a punto de morir. Me preguntaron si quería despedirme de ella. Y lo hice. Murió entre mis brazos. Salí llorando, gritando y desesperada hacia una capilla que había en la misión. Me senté y lloré y lloré. Sumida en una total oscuridad, había encontrado la prueba de la no existencia de Dios… una cosa es dudar de su existencia, y otra creer haber encontrado la prueba definitiva que clausura toda duda… No podía existir un Dios que permitía tanto dolor y tanto absurdo como el de la vida de esa niña inocente que nació sólo para sufrir y morir…»

«Se hizo la oscuridad y mi vida dejó también de tener sentido… antes nunca lo había pensado, pero sin Dios toda mi existencia carecía de fundamento real. En medio de mi desesperación fui sintiendo paz. Wimana me decía que su vida no había sido inútil, que había existido para llevarme a mí a Dios. Su vida sí había tenido sentido. Pasé del absurdo a la razón total. Entendí que Dios existía y que Él plenificaba y daba sentido a nuestra existencia. Le pedí que me mostrara quién era».

Jesucristo y el amor

 
Las respuestas empezaron a llegar con la lectura del Evangelio que le dejaron las religiosas con las que convivía en la misión. “Jesús hablaba del amor, y yo de eso entendía. Desde ahí empecé a llegar al Dios verdadero”.

Jesús pasó a ser el primero de la lista y se consagró como religiosa para apostar por Él.

“A quienes me conocían no les sorprendió. Seguía siendo la misma”, dice. Ahora, como ‘ermitaña’ de Zamartze, y entregada completamente a Dios, explica que no tiene miedo a la soledad porque para ella no es algo nuevo. Durante toda su juventud caminó durante horas por senderos en completa soledad y silencio.

“El sonido del silencio en la naturaleza no tiene precio. Atender Zamartze no es casualidad. Para mí representa la unidad. Es la casa de espiritualidad de la diócesis y casa de todo el que quiera encontrarse: necesitamos salir de la vertiginosa rutina de cada día para entrar en nuestro interior y escucharnos, y escucharle”.

La tranquilidad del Monasterio de Zamartze, sólo es rota por el trino de un pájaro o algún montañero que no puede salir de su asombro cuando una enjuta religiosa se le acerca con paso tranquilo, y le detalla cómo ha de hacer mejor uno u otro nudo. Con serenidad, les explica: “Yo escalé en el Himalaya”.

(Texto y fotos de Rubén Elizari)


21 enero 2016