UN ESPACIO DEDICADO A LAS MUJERES QUE EN SU ACCIONAR, SON VERDADEROS EJEMPLOS PARA LAS PERSONAS, LA SOCIEDAD Y LAS INSTITUCIONES CON PODER POLITICO Y RELIGIOSO.
domingo, 28 de marzo de 2010
Con María, en Domingo de Ramos
Después de cada Domingo de Ramos viene el Jueves Santo, y el gallo también cantará tres veces para ti.
¿Sabes, María…? El lunes empezamos la Semana Santa, mañana es domingo de Ramos… Por misericordia de Dios, este año he tomado mayor conciencia de del sentido de estos días en mi propia vida, por un exquisito detalle de amor de mi Señor he aprendido a ver, en mi propio dolor, no una ausencia de Dios, sino una presencia real de su amor, dándome, en cada momento difícil, la oportunidad de transitar con Él mi propio camino de Salvación….por eso quiero acercarme hoy a ti, maestra del alma, para que, como mi madre que eres, me tomes de la mano y me muestres el camino hacia tu Hijo.
- El camino hacia mi Hijo, el único camino que vale la pena transitar… Mi alma quisiera que todos anhelaran ese camino… pero… No importa, no hablaremos de eso ahora, ven vamos a Jerusalén, que la gente ya se está acercando a Jesús y nos costará trabajo abrirnos paso entre la multitud…
Y te sigo… ¿Qué otra cosa puedo hacer? Si seguirte termina siendo siempre luz para el corazón, paz para el alma…
Tal como lo dijiste, la gran multitud que había venido para la fiesta de la Pascua se enteró de que Jesús se dirigía a Jerusalén…llegamos justo cuando Jesús estaba montando un asno para entrar a la ciudad… la gente se apretujaba por acercársele, muchos habían visto la resurrección de Lázaro y daban testimonio… nos acercamos, vimos a las mujeres de Galilea, silenciosas, que le seguían a Él por donde fuera, tú, Madre querida, te acercaste para verlo sin que Él lo notara, tenias ganas de abrazarle, de cuidarle, de atenderle como cuando era pequeño. Le nombraste “Jesús, amor de mi alma” Fue apenas un susurro en el griterío de la gente, apenas si yo, que estaba pegadita a vos, lo oí con dificultad. Pero el alma de tu Hijo te oyó, giró la cabeza y sus ojos purísimos y mansos se encontraron con los tuyos, fue una mirada larga, llena de palabras que iban de corazón a corazón. Por un instante sé que estuvieron en ese lugar sólo ustedes dos… miles de ángeles inclinaron la cabeza con respeto, fue una mirada de amor profundo, de entrega sin límites a la Voluntad del Padre… una mirada de despedida.
Luego Él se volvió a las gentes, el tosco animal inició su marcha triunfal, mientras el pueblo extendía sus mantos como improvisada alfombra real… las ramas de olivos, arrancadas por cientos de manos, fueron verdes pañuelos que saludaban al Mesías, claro, que en ese momento nadie pensaba que los verdes pañuelos hoy serían ramas marchitas en pocos días, que se quemarían con el fuego de la indiferencia o el abandono. Al llegar a la pendiente del monte de los Olivos, comenzamos a escuchar de mil gargantas…” ¡Bendito el que viene en nombre del Señor! ¡Paz en el Cielo y Gloria en las Alturas!”
Tú y yo, María, caminábamos entre las gentes, nadie te reconocía, nadie veía en ti a la mujer por cuyo sí hoy tenían ellos a quien aclamar.
- Mucha gente - dijiste con tristeza- mucha gente hoy, como en la multiplicación de los panes o en el sermón de la barca, todos le dejarán solo en pocos días…
- Señora - y sentí vergüenza por mi, ya que muchas veces yo le había saludado desde mi Monte de los Olivos y le había dejado solo después- cuanto nos ama tu Hijo, cuanto….
- Mi corazón puede sentir la angustia del suyo, hija mía, al mirarle, hace un momento, note una mirada triste, aunque no arrepentida de su decisión, angustiada, mas no por Él sino por toda esta gente, solitaria, porque su alma sabía que este bullicio es pasajero, decidida, porque mi Hijo vino para hacer la Voluntad del Padre, valiente, porque sabia que aún faltaba la lucha final y estaba determinado a vencer pues su victoria es nuestra única esperanza. Una mirada en paz, con la tranquilidad profunda de la verdadera libertad que es hacer lo que debe hacerse, aquello para lo que cada ser fue concebido desde el principio de los tiempos.
- Señora ¿Iras a la casa donde se hospedará Él?, es que así le tendrás mas cerca.
- No, yo estaré cerca, Él sabe que estoy, mas debo dejarle en libertad, Él debe cumplir su misión hasta el final… y ambas sabemos la clase de final…
- ¿Qué siente tu corazón ahora, Madre querida? Perdona la torpeza de la pregunta, pero... Es admirable como estas de pié, en silencio, sin gritos, aun en medio del dolor te mantienes serena… ¿De donde sacas fuerza, Señora?
- Pues del mismo por quien sufro, amiga mía. Verás, cuando el ángel me anunció que sería la madre del Mesías, yo sentí que aceptar era como dar un gran salto al vacío, pero sabía que mas vacía quedaría si me negaba. Desde ese momento hasta hoy he pasado por muchísimas circunstancias que me han ido enseñando quien es en realidad este Hijo mío, que es mío pero no me pertenece, aprendí que ser su mamá era sólo ser un puente, que mi “sí” unía su decisión de salvar la humanidad con la humanidad misma, pero nada más, no me asistía el derecho de anteponer mis sentimientos a su misión salvadora, debía aprender el valor de la renuncia, debía aprender que, la única manera de estar junto a Él era estar desde lejos.
- Señora ¿Qué debe aprender mi alma de este día?
- Debe aprender que es fácil reconocerle y amarle cuando todo marcha bien, que no es gran merito aclamar su nombre cuando todos lo hacen y “queda bien”… debes recordar que, después de cada Domingo de Ramos viene el Jueves Santo, y el gallo también cantará tres veces para ti.
- ¿Qué hacer, entonces?
- Seguirlo siempre, aun en medio de tu propio dolor, ver que te espera detrás del sufrimiento, que no te deja sola, que está contigo, sobre todo cuando tu crees que está lejos. Recuerda siempre que Él te amó tanto que padeció todo esto por ti, para que tuvieses vida eterna…
Seguimos a Jesús hasta que llegó a la ciudad, luego Él fue al Templo, Maria quedó contemplándole desde lejos. Antes de entrar al recinto Jesús la miró desde lo profundo del alma, su mirada era... indescriptible, una extraña mezcla de amor, tristeza, paciencia y soledad. En pocos días todo habría terminado y, al mismo tiempo, todo habría comenzado...
- Hija querida- dijiste mientras me abrazabas con ternura- espero que tu corazón haya aprendido, haya crecido, haya conocido de cuanto es capaz el amor de Dios... aunque, hija mía... la verdadera dimensión de ese amor no puede ser comprendida en este mundo...
- Gracias, Señora mía, por este tiempo que nos dedicas a tus hijos.... gracias....
Y te fuiste... te fuiste y te quedaste al mismo tiempo.... como dice la Escritura, nadie puede separarnos del amor de Cristo... y, por consiguiente, Señora mía, tampoco nadie puede separarnos de tu amor....
Amigo, amiga que lees estas líneas... ten un Domingo de Ramos acompañado de María
NOTA:
"Estos relatos sobre María Santísima han nacido en mi corazón y en mi imaginación por el amor que siento por ella, basados en lo que he leído. Pero no debe pensarse que estos relatos sean consecuencia de revelaciones o visiones o nada que se le parezca. El mismo relato habla de "Cerrar los ojos y verla" o expresiones parecidas que aluden exclusivamente a la imaginación de la autora, sin intervención sobrenatural alguna."
sábado, 20 de marzo de 2010
San José ayuda a cumplir plan de Dios para cada uno, recuerda Obispo mexicano
MÉXICO D.F., 19 Mar. 10 / 12:02 pm (ACI)
El Obispo de Tehuacán (México), Mons. Rodrigo Aguilar Martínez, recuerda hoy 19 de marzo, día en que la Iglesia celebra a San José, que el Casto Custudio de la Virgen María y de Jesús "ayuda y motiva a identificar en nuestra vida la misión que también Dios nos encomienda".
En un artículo titulado "San José, esposo de María y padre de Jesús", el Prelado explica que "la fiesta de san José es muy celebrada en nuestros pueblos y familias. Aunque esta fiesta no forma parte de la Cuaresma, no nos hace interrumpirla, puesto que nos ayuda también a orientarnos, con el testimonio de San José, en la vida y la misión de Jesucristo".
Seguidamente el Obispo narra el pasaje en el que San José decide repudiar en secreto a la Virgen María al saber que estaba embarazada. "Dios interviene mandando en sueños a José el aviso de que no dude en aceptar a María como esposa y el hijo que ella espera lo haga suyo, puesto que esto es obra del Espíritu Santo. José, entonces, asume la misión que Dios le encomienda: acoger al niño y constituirse en padre, poniéndole el nombre. Toda la vida de José queda centrada en atender a María y a Jesús", explica.
El Prelado relata luego el episodio de Jesús, cuando a los doce años se "pierde" y es encontrado luego de tres días en el templo. "Cuando María reclama a Jesús por qué les ha hecho eso, Él con serenidad y sabiduría les contesta que debía estar en las cosas de su Padre. Dice San Lucas que María y José no entendieron la respuesta de Jesús. José pudo haberse sentido confundido y desplazado, pero no desahoga negativamente sus sentimientos".
"Jesús, nos dice San Lucas, bajó a Nazaret con María y José, sometiéndose a ellos, creciendo con ellos en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y ante los hombres. Subrayo esta elección de Jesús: aunque Él haya mencionado una relación superior con su Padre Dios, decide seguir aceptando a María y José como sus padres", continuó.
San José, explica el Obispo de Tehuacán "vive justamente su condición de hijo de Dios, de esposo de María, de padre de Jesús. Ni más ni menos de lo que Dios le encarga. Ni refuta ni tiene pretensiones de más".
La fiesta de San José, concluye el Prelado, "nos ayuda y motiva a identificar en nuestra vida la misión que también Dios nos encomienda, la cual tiene mucho que ver con nuestra familia y con los demás: ni rechazar ni apropiarnos más de lo que Dios nos pide y quiere de nosotros y con nosotros".
sábado, 13 de marzo de 2010
35 Actos de Auto-estima
“¿Para qué coges la lámpara para mirarte? ¿No ves que el viento la apaga? ¿Quién sabrá que no te has pintado los ojos, si son más negros que la tempestad? ¿Para qué coges la lámpara para mirarte?”.
Rabindranath Tagore
¿Has tenido alguna vez la oportunidad, amiga, de maltratarte tu sola frente al espejo…?
Recuerda siempre que tu dignidad y valor no proceden de todo lo material que te rodea, la belleza que tengas, lo popular que seas o lo alto que hayas llegado en tu carrera. Su fuente es divina, eterna, hinchada de amor, eres una Hija de Dios y por eso como ninguna otra obra de la creación.
¡TÚ VALES!
lunes, 8 de marzo de 2010
Día internacional de la Mujer Trabajadora
Por monseñor Francisco Gil Hellín, arzobispo de Burgos
BURGOS, sábado 6 de marzo de 2010 (ZENIT.org).- Publicamos el mensaje que ha enviado monseñor Francisco Gil Hellín, arzobispo de Burgos, con motivo del Día internacional de la Mujer Trabajadora, 8 de marzo.
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Que una mujer conduzca un autobús, dirija una fábrica o mande una división es hoy completamente normal. No digamos nada sobre el hecho común a todos los países del primer mundo de que haya mujeres que ejercen la medicina, la arquitectura, la ingeniería, la docencia a todos los niveles y cualquiera de las mil y una especializaciones de la técnica. Ciertamente, desde tiempos inmemoriales la mujer ha molido el trigo y preparado la hornada de cada día, ha compartido tareas agrícolas y ganaderas y, sobre todo, ha dedicado muchísimas horas a la educación humana, espiritual y religiosa de sus hijos. Sin olvidar que en muchas civilizaciones ha llevado la administración doméstica del hogar, supliendo con su talento, ingenio y dedicación las carencias más primarias.
Sin embargo, el hecho al que aludía al principio está vinculado con la sociedad industrializada. El Día Internacional de la Mujer trabajadora es todavía más moderno. Su origen se remonta a 1857, cuando en Nueva York se produjo una marcha de mujeres trabajadoras de una fábrica textil en protesta contra las condiciones de trabajo. Otro hecho importante que condicionó la efeméride ocurrió en 1908 también en Nueva York, cuando un grupo de costureras industriales de grandes fábricas se declararon en huelga para protestar por sus condiciones laborales y pidieron aumento de sueldo, reducción en la jornada laboral y fin del trabajo infantil. Durante esta huelga pacífica, ciento veintinueve mujeres murieron quemadas en un incendio en la fábrica Cotton Textile Factory. Esto ocurrió el ocho de marzo de ese año.
Al año siguiente se celebró por primera vez en Estados Unidos el día de la mujer trabajadora y en 1910 se propuso ese día como día internacional de la mujer, en el Congreso Internacional de Mujeres Socialistas de Dinamarca. El ocho de marzo de 1977 las Naciones Unidas declararon el "Día internacional de Mujeres Trabajadoras" y eligieron el color lila para representar los esfuerzos de las mujeres que murieron.
Desde entonces la situación de la mujer ha avanzado de forma muy significativa. Sin embargo, todavía quedan muchas cosas por hacer para que la sociedad reconozca su dignidad. En las páginas de un Diario, una periodista burgalesa escribía recientemente con dolor estas palabras: «Es el tercer negocio que más pasta mueve en el mundo. Por delante sólo están el tráfico de drogas y el de armas, ambos deleznables pero algo menos repugnantes que la trata de personas -casi siempre, mujeres- que se lleva la medalla de oro de la indecencia". Se refería al terrible y bochornoso negocio de vender mujeres para la prostitución.
Es un caso significativo pero no el único. Pienso, por ejemplo, en el drama humano que se está creando con el fenómeno masivo de la inmigración en Europa: muchas mujeres se ven obligadas a venir en busca de un poco de bienestar para sus hijos, a costa de dejarlos en el país de origen, tantas veces en situaciones sumamente precarias.
La fe cristiana profesa que Dios ha creado al hombre y a la mujer con la misma dignidad personal y con los mismos derechos, puesto que a ambos los hizo a imagen suya y los destinó a la misma herencia del Cielo. Jesucristo, por su parte, dignificó tanto a la mujer, tan menospreciada en aquella sociedad, que el primer testigo del trascendental hecho de su resurrección fue una mujer: María Magdalena. Otra mujer, la Virgen María, fue elevada a la dignidad incomparable de Madre suya.
Mi reflexión para este día se podía resumir así. El hombre y la mujer son iguales en dignidad. Y en aquello que se distinguen son complementarios. Deseo con toda mi alma que la mujer sea reconocida socialmente en su plena dignidad. Y deseo, con la misma fuerza, que sea reconocida en su especificidad y en su feminidad, y que no sea el varón el punto de comparación sino la dignidad personal de que ella es portadora por voluntad del Creador.
sábado, 6 de marzo de 2010
Día de la mujer y día de la familia
Por monseñor Rodrigo Aguilar Martínez, obispo de Tehuacán
TEHUACÁN, sábado 6 de marzo de 2010 (ZENIT.org-El Observador).- El domingo 7 de marzo se celebra en México el Día de la Familia, mientras que el 8 de marzo es el Día Internacional de la Mujer. Sobre ambas celebraciones entrega su reflexión semanal monseñor Rodrigo Aguilar Martínez, obispo de Tehuacán.
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El próximo día 7 -primer domingo de marzo- celebraremos el Día de la Familia, que se ha instituido en nuestro País hace algunos años. Al día siguiente, 8 de marzo, celebraremos el Día de la Mujer, fecha instituida a nivel internacional hace muchos años. En mis comentarios quiero unir brevemente ambas conmemoraciones.
Doy gracias a Dios por la mujer que es hija, especialmente cuando desde niña llena de alegría el hogar con su candor, su sonrisa, su servicialidad y esa femineidad que va brotando al estar atenta a muchos detalles que el varón con frecuencia descuida.
Doy gracias a Dios por la mujer que es esposa, compañera fiel y apoyo del marido.
Doy gracias a Dios por la mujer que es madre, abnegada y solícita, con un corazón grande para amar a todos y cada uno en la familia.
Pido a Dios por la mujer que ha sufrido marginación, maltrato, violación; por la que experimenta la tentación de suprimir la vida humana que ha empezado a crecer en su vientre; por la que se ha visto forzada a asumir la misión de madre-padre debido a la ausencia parcial o total del padre de sus hijos.
Invito a usted a agradecer a Dios por las mujeres que con su ternura y dedicación le han ayudado a crecer y madurar en la vida.
El Papa Pío XII decía: "la esposa y la madre es el sol de la familia. Es el sol con su generosidad y abnegación, con su constante prontitud, con su delicadeza vigilante y previsora en todo cuanto puede alegrar la vida a su marido y a sus hijos. Ella difunde en torno de sí luz y calor; y, si suele decirse de un matrimonio que es feliz cuando cada uno de los cónyuges, al contraerlo, se consagra a hacer feliz, no a sí mismo, sino al otro, este noble sentimiento e intención, aunque les obligue a ambos, es sin embargo virtud principal de la mujer, que le nace con las palpitaciones de madre y con la madurez del corazón; madurez que, si recibe amarguras, no quiere dar sino alegrías; si recibe humillaciones, no quiere devolver sino dignidad y respeto, semejante al sol que con sus albores alegra la nebulosa mañana, y dora las nubes con los rayos de su ocaso."
Invito a usted a que demos gracias a Dios por la familia que nos ha concedido, la cual es don y tarea: Don que Dios nos concede para acoger con alegría y apertura de corazón; tarea para asumir en la familia nuestra responsabilidad -compartida por todos los miembros- de la mutua pertenencia, relación constante y apoyo de unos para con otros. Atentos para dar y recibir amor, perdón, comprensión; para alegrarnos con los éxitos de los demás familiares y sufrir con sus infortunios.
Encomendemos nuestra familia y todas las familias a la Familia Trinitaria -Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo- y hagámoslo por intercesión de la Sagrada Familia de Jesús, María y José. De este modo vivamos unidos una fe que se irradie en obras concretas de servicialidad solidaria, de convivencia verdaderamente humana en la paz y la justicia.