Moira, con ocho años, ya se escapaba de su colegio para ir a una escuela vecina en la que había niños y niñas con discapacidades mentales. Ahí comenzó su gran pasión. Después o antes, quizá, vio un video sobre la Madre Teresa de Calcuta, y su decisión fue clara: dedicaría su vida a la atención de los más desfavorecidos y abandonados. Sobre todo a los niños. Esta católica australiana, como misionera seglar, ha colaborado en medio mundo: desde la India a Estados Unidos, y desde Bosnia a Sudáfrica, haciendo el bien de forma desinteresada. Ahora lo hace desde su fundación Children First, en su país natal, trayendo a chicos de todo el mundo para ofrecerles intervenciones quirúrgicas a sus graves problemas de salud.
Moira Kelly |
Efectivamente su vida ha sido un “pasar haciendo el bien”. No fue una conversión repentina de alguien alejado. No. Fue el discurrir de un río que cada día lleva más agua y hace más bien a más personas. La anécdota de que a sus ocho años ya daba de comer a niños con enfermedades mentales fue un primer paso, pero después comenzó la profesionalización: en 1982 abandonó la escuela y empezó a estudiar Educación Especial. Dos años después comenzó su labor misionera con niños aborígenes en el oeste de Australia. Pero su gran salto lo dio cuando tenía 22 años. Vendió su coche y con el dinero se compró un billete de ida a Calcuta. Allí se presentó tal cual: “Hola, aquí estoy”, y durante seis meses aprendió todo lo que pudo de la Madre Teresa y de las Misioneras de la Caridad para ponerlo después en práctica por su cuenta. Allí trabajó con enfermos de sida, leprosos, niños de la calle…
Con 26, marchó a Botswana para trabajar con los bosquimanos del Kalahari, y después viajó a Johannesburgo y el Bronx, en Nueva York, y Rumania, y Bosnia y Albania… Seguramente, una de sus etapas más sobresalientes fue la de Bosnia trabajando en varios campos de refugiados. Allí cuidó a heridos de guerra, creó escuelas, comedores e, incluso, una clínica dental móvil.
Reconocimiento internacional
En seguida vinieron los premios y el reconocimiento internacional a su trabajo humanitario. Así, por ejemplo, en 1989, con tan sólo 25 años, recibió un premio de la Reina Isabel II por su servicio comunitario. En 1995, por sus esfuerzos en Bosnia la reina propia Isabel II la recibió en el palacio de Buckingham. La ONG Save the Children le otorgó un Premio en reconocimiento a su servicio a los niños más desfavorecidos. En su Australia natal, Moira ha recibido el Premio del Primer Ministro por su servicio comunitario y fue nombrado Oficial (AO) en la Dirección General de la Orden de Australia en reconocimiento a su “destacado servicio a la comunidad australiana a través de la provisión de apoyo social y de servicio para personas desfavorecidas, así como a la comunidad internacional a través de la prestación de socorro humanitario y la asistencia y la organización de la asistencia médica para los afectados por la guerra o la insurrección”.
Los verdaderos premios, sus hijos adoptados
No obstante, los dos grandes hitos de su vida no tienen nombres de país o de premio, sino de personas: por un lado Emmanuel y Ahmed, y por otro Trishna y Krishna: son sus cuatro hijos adoptados.
Emmanuel y Ahmed son dos hermanos iraquíes. Nacieron con grandes problemas físicos a causa del uso de armas químicas en su país. Su madre los abandonó en una caja de zapatos en un parque, pero fueron encontradas por las Misioneras de la Caridad, la congregación de la Madre Teresa de Calcuta. En 1998, en Bagdad, Moira los “encontró” y los adoptó. Los trajo a Australia y pudo conseguir que fueran operados, con lo que sus malformaciones congénitas fueron atenuadas.
El sueño de Ahmed, sin piernas, era ser futbolista...
Ahmed había nacido sin extremidades y Emanuel con malformaciones en brazos y piernas. Ahmed siempre quiso jugar al futbol, pero dadas sus limitaciones tuvo que abandonar la idea y empezar a practicar natación. El año pasado, en Londres, fue cuarto en la final de 50 metros braza en los juegos paralímpicos, en la que el español Miguel Luque consiguió la medalla de plata. Ésta es su carrera:
...y el de Emmanuel, ser cantante
Por su parte, Emmanuel ha sido capaz de emocionar a toda Australia, además de medio mundo, gracias a una grabación de YouTube. Millones de personas han visto su testimonio en todos los idiomas. Si la pasión de Ahmed es el deporte, la de Emmanuel es la música. Este hermano se presentó al programa “X Factor”, un concurso similar al español “Tú sí que vales”, de Tele5, y con su testimonio previo a la actuación consiguió lo que nadie había conseguido antes: parar el programa y tener que dar paso a publicidad porque los presentadores y jurados no fueron capaces de seguir impactados y emocionados de lo que acababa de contarles Emmanuel. Ante todo Australia explicó cómo las monjas de la Madre Teresa de Calcuta les encontraron en un parque, que desconocía su edad porque su madre biológica no dejó ningún dato sobre ellos, cómo Moira los trajo a Australia, cómo les curaron y cómo fueron adoptados... Emmanuel cantó y ganó un puesto para seguir en el concurso.
Dos hermanas siamesas, sus nuevas hijas
Thrisna y Krishna con su Moira |
Trishna y Krishna son dos hermanas siamesas nacidas en Bangladés. Nacieron unidas por el cráneo. Su madre era una joven estudiante que no podía hacerse cargo de tan dura situación. Moira consiguió traerlos a Australia. Una vez más la misionera católica adoptó a otro par de hermanos y, afortunadamente, en 2009, después de una operación que duró más de 32 horas en el Real Hospital Infantil de Melbourne, fueron separadas. Ellas llevan una vida absolutamente normal.
La Fundación Niños Primero (Children First Foundation)
Con el apoyo de algunos rotarios australianos, esta misionera católica seglar pudo crear en 1999 una fundación para apoyar y multiplicar la labor que ya llevaba desde hacía años. La primera piedra de la Children First Foundation (http://www.childrenfirstfoundation.com) fue construir una casa de acogida de niños con problemas de salud en una granja de 45 hectáreas que le donaron. Poco después, llegó un piso en Melbourne cercano al Real Hospital Infantil que se utiliza como alojamiento para los niños y sus cuidadores durante el tratamiento.
El objetivo de la Fundación es la de transformar las vidas de los niños que más ayuda necesitan, dando esperanza, cuidado y las vías hacia un futuro más brillante. Posee dos programas: uno de ayuda a niños australianos y otro dedicado a niños de países en vías de desarrollo. Con el primero se cubren ciertas necesidades que el sistema de salud australiano no cubre, tales como ortodoncia dental, ortopedia, patologías del habla u oftalmología.
Más de 400 niños atendidos de todo el mundo
La ayuda a países en vías de desarrollo, por otro lado, consiste en traer a Australia a niños afectados por anomalías congénitas o por lesiones severas. Allí se les interviene quirúrgicamente para que puedan salvar sus vidas. El coste promedio, entre transporte y atención médica, puede rondar los 30.000 dólares que cubre íntegramente la fundación. Ésta, además, les provee de todo el ambiente de cuidado y acogida en la granja, en donde los niños se prepararan y se recuperan de las operaciones. Por su parte, los hospitales, cirujanos y otros profesionales médicos colaboran con la Fundación ofreciendo sus servicios gratuitamente.
Desde sus inicios en torno a los 400 niños se han beneficiado de su ayuda, habiéndoseles hecho cirugías renales, cardíacas, ortopédicas y neurológicas. En cuanto a su procedencia: Albania, China, Timor Oriental, Etiopía, Palestina, Papúa Nueva Guinea, Filipinas, Tíbet, Islas Salomón, Somalia y Sri Lanka, además de una expedición que se ha hecho hace poco a Palestina, para que los médicos australianos intervinieran quirúrgicamente a otros 47 niños.
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