sábado, 24 de agosto de 2013

El «Trivial» de la fe: una monja granadina crea un juego que testa los conocimientos sobre Cristo

El juego está inspirado en el catecismo «Jesús es el Señor» de la Conferencia Episcopal Española e incluye mímica, signos, preguntas, tabú, dibujos y oraciones. 

La Esclava Carmelita de la Sagrada Familia de la comunidad de Cuenca, aunque granadina de nacimiento, la hermana María Granados Molina, ha inventado a sus 35 años el juego de mesa «La alegría de la fe», inspirado en el catecismo aprobado por los obispos españoles «Jesús es el Señor», que pone a prueba los conocimientos sobre Jesucristo a lo largo de 67 casillas y seis pruebas: mímica, signos, preguntas, tabú, dibujos y oraciones.

La mímica de la Resurrección
 
¿Podrías explicar qué es la «Tierra prometida» sin utilizar las palabras «Dios, Pueblo y Desierto»? ¿Te atreverías a dibujar un Cáliz o representar mediante mímica la Resurrección? ¿Sabrías decir qué se responde en misa al escuchar «Palabra de Dios»? Estas son algunas de las cientos de preguntas y pruebas que propone la actividad que, según su creadora, la hermana María Granados, puede dar «mucho juego» a partir de los ocho años pero también en la adolescencia y la edad adulta, para jugar con padres y hermanos e incluso compitiendo entre varias familias.

En una entrevista, la religiosa ha subrayado que es necesaria tanto «una buena catequesis» como «una buena clase de Religión» pues catequesis y asignatura «no se sustituyen», sino que son «complementarias», ya que la asignatura de Religión es más necesaria «a nivel de contenidos, a nivel cultural para después saber también poner base a la fe».

«No creemos porque sí, hacen falta unos conocimientos y un ambiente cultural que facilite y que desarrolle todo esto», ha subrayado.

Sobre el descenso registrado en los últimos años en el número de niños que acuden a catequesis, la hermana María ha apuntado a dos factores: el bajo índice de natalidad -a la hora de constatar que hay menos niños, también es que nacen menos- y un «enfriamiento en la vida cristiana de los padres» que prefieren dejar que sus hijos decidan por sí mismos.

«Se da con más frecuencia el hecho de que los padres no lleven a sus hijos a participar en la parroquia de la catequesis porque prefieren dejarlo para cuando él sea mayor y decida por su parte, es decir, ciertamente estamos ahí en una situación de especial inquietud para evangelizar», ha explicado.

«Se ve el bautizo como un trámite»
 
También se ha referido al sacramento del bautismo y ha señalado que el hecho de bautizar a los hijos cuando tienen unos meses de vida viene de una experiencia propia de los padres. «Entra dentro de ese decir: es lo mejor que tengo, lo que yo le voy a dar a mi hijo es la fe en Jesús; cuando uno vive en esta dimensión, desea bautizar a sus hijos desde el primer momento», ha indicado.

Sin embargo, ha advertido de que, cuando no se conoce esta realidad sino que se ve «como un trámite, como una carga», entonces «no tiene sentido». «Dirán: claro que no quiero que mi hijo se bautice, pues ya lo decidirá él si cargar con la carga», ha precisado.

Este último caso se da, según ha puntualizado la religiosa, porque se tiene una visión de la vida cristiana «muy desvirtuada» en medio de una sociedad, de una cultura que, a su juicio, «ha desfigurado mucho la imagen de Dios».

Una catequesis para el siglo XXI 
 
No obstante, ha indicado que volver a épocas anteriores tampoco es la solución pues hay que ser conscientes de que es el siglo XXI, el año 2013, que Jesús «sigue siendo el mismo que ayer» y que «la vida cristiana sigue teniendo su atractivo en sí mismo». Lo único que es necesario, según ha apuntado, es una pastoral de nueva Evangelización para dar respuesta a la pregunta: «¿Cómo acercamos la experiencia de fe al hombre de hoy, al hombre del siglo XXI?». «Ahí sí que tenemos un reto como Iglesia y creo que se están dando pasos en torno a ello», ha asegurado.

En este contexto, según la hermana María, hay que aprender de talentos de los jóvenes como la creatividad, la alegría, la capacidad de soñar y de lanzarse, este último, el de «tener menos inconveniente para arriesgar», un rasgo de la juventud que, a su parecer, «es necesario y más en la vida de fe hoy pues hace falta que el joven viva con esa capacidad de apertura a la sorpresa de Dios y al deseo de dar respuesta a lo que está pasando en su interior» frente al peligro de vivir en la superficie.

Y el joven que se encuentra con Dios, según ha añadido, y no solo a través de la catequesis como algo teórico sino yendo «más allá, haciendo experiencia del encuentro con Jesús», descubre sus dones y su respuesta a Dios es «de una gran generosidad y apertura». «Su vida se llena de luz, de color y vive desde otros valores», ha afirmado.
 








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