Antes de convertirse en una abogada provida, María Vitale Gallagher había trabajado como periodista en
diversos medios en papel, digitales y emisoras de radio de ámbito
nacional en Estados Unidos como la NPR (pública), la CBS o la de
Associated Press.
Se consideraba (y se sigue considerando), feminista, como ella misma explica en LifeNews, y tenía aspiraciones políticas. En cuanto al aborto, se veía a sí misma proclamando, durante la campaña para las elecciones a la asamblea del estado, algo como esto: "Personalmente soy provida, y rezaré todos los días padra acabar con el aborto. Pero mi posición política es pro-choice [pro-elección]". Es decir, abortista.
¿Por qué? Porque, a pesar de sus once años de educación católica, explica, y habiendo nacido ya con el aborto legalizado, "no podía imaginar Estados Unidos sin que el aborto fuese legal": "Si el aborto no era legal, ¿tendrían las mujeres desesperadas que practicárselo a sí mismas?".
"Y aunque nunca consideré el aborto como algo bueno", continúa, "me parecía un mal necesario.
En cuanto a los autodenominados provida, ¿por qué tenían que molestar a
las mujeres en los alrededores de las clínicas de abortos? ¿No eran
como los predicadores callejeros que atemorizan al paseante, proclamando
el nombre de Jesús para condenar a todas las mujeres que se cruzasen en
su camino?".
La verdad desvelada
"Pero algo curioso sucedió", dice: "Una amiga provida me introdujo en
las literatura que describe la evolución del no nacido". Y eso lo cambió
todo. Aunque María había escrito como periodista muchas historias sobre
el aborto (incluso ganando un premio por una de ellas), "no sabía que el corazón humano empieza a latir 24 días después de la concepción, o que a los 43 días a se detectan ondas cerebrales,
o que en el 49º día un embrión parece ya una muñequita". "Comprendí
entonces que no podía haber justificación para el aborto", explica.
Esa fue una primera razón. Pero hubo dos más.
Una, que empezó a detectar "agujeros" en la argumentación abortista: "Por ejemplo, yo siempre había pensado que los abortos tardíos
sólo se realizaban en caso de peligro para la vida de la madre. Pero
leí una carta que la Federación Nacional del Aborto escribió en 1995 a
los miembros de la Cámara de Representantes, donde decían que ese tipo
de abortos los pedían ´adolescentes muy jóvenes que no habían reconocido los signos del embarazo hasta muy tarde´.
Y leí también un estudio del Instituto Alan Guttmacher, antigua rama de
investigación de Planned Parenthood (la organización abortista más
grande del país), que indicaba que casi la mitad de las mujeres que
abortaban después de las 16 semanas era porque ´encontraban difícil arreglar las cosas´".
Por último, supo del síndrome postaborto y de "los
efectos dañinos del aborto en las mujeres: incremento del riesgo de
abuso de sustancias, pensamientos suicidas, desórdenes alimenticios y
cáncer de pecho. Más que darle poder a las mujeres, el aborto parecía
explotarlas, conduciéndolas a un sinnúmero de problemas y sin resolver
ninguno".
Feminismo: que las mujeres progresen, no al revés
Las convicciones feministas de María, cuya abuela había sido sufragista,
estaban entonces en entredicho, porque si se creía en la dignidad de la
mujer, "¿cómo negársela a la mujer dentro del seno de su madre? ¿No tenían las niñas en el útero el derecho a que las mujeres adultas lucharan por sus derechos?".
"Signo siendo feminista", concluye Gallagher, "pero una feminista que
reconoce que el aborto legal no es un camino para fortalecer a la mujer.
Defiendo que se dé marcha atrás en Roe vs Wade
[la sentencia del Tribunal Supremo que legalizó el aborto en Estados
Unidos en 1973], precisamente para el progreso de la mujer. Y quiero lo
mejor para mi hija... y eso significa un mundo en el que la mujer
embarazada sea animada, apoyada y alabada".
http://www.religionenlibertad.com/contactar.asp?idarticulo=30653
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