Combate el tráfico de seres humanos y
lucha en favor de la dignidad de la mujer desde hace más de veinte años.
Por esto, sor Eugenia Bonetti –misionera de la Consolata, coordinadora
de la Oficina “Trata de mujeres y menores” de la Unión de las Superioras
Mayores de Italia (Usmi) y presidente de la asociación Slaves no More–
ha recibido numerosos reconocimientos: del Departamento de Estado de los
Estados Unidos (2004 y 2007), del Observatorio permanente de la Santa
Sede en la ONU en 2011, de la Unión Europea en 2013 y del presidente
Giorgio Napolitano el pasado 8 de marzo. “Desde principios de los años
90 –dice sor Eugenia– y posteriormente con mayor eficacia desde el año
2000, cuando se creó la Oficina para la Trata de mujeres y menores de la
Usmi, muchísimas congregaciones han abierto las puertas de sus
conventos para acoger a las nuevas esclavas: mujeres con las que se ha
traficado, a las que se ha obligado a prostituirse, reducidas a
mercancía, compradas y vendidas por explotadores y clientes”.
Sor Eugenia, por fin las Naciones Unidas han convocado una Jornada Internacional contra el tráfico de seres humanos…
Es muy importante, porque ayuda a crear una conciencia sobre un fenómeno
amplísimo, que muchos siguen sin querer ver. El tráfico de seres
humanos es una de las peores esclavitudes de nuestro siglo. Una
vergüenza para la humanidad. La misma ONU tendría que hacer mucho más,
pidiendo a los países que están involucrados -y casi todos los están,
por origen, tránsito o destino- que firmen y respeten las convenciones
internacionales, y que aprueben e implementen leyes nacionales más
eficaces.
En Italia y en
el mundo, una red capilar de congregaciones religiosas está trabajando
contra esta vergonzosa esclavitud. ¿De qué manera?
Junto a muchísimas otras religiosas en toda Italia -pero también en Europa y en el mundo- intentamos
devolver la dignidad y la legalidad a muchas mujeres que han sido
privadas de su libertad y que han sido obligadas a prostituirse,
reducidas literalmente en esclavas. Sólo en Italia más de seis mil
mujeres han sido acogidas en nuestras comunidades y han sido acompañadas
en su recorrido de integración. Además, en el último año, gracias a una
contribución de la Conferencia Episcopal Italiana y a la colaboración
de Caritas nacional hemos puesto en marcha, como Asociación Slaves no
More, un proyecto de repatriación para mujeres nigerianas que quieren volver a su país de origen.
Un desafío nuevo y arduo que, sin embargo, demuestra que el viaje de la
esclavitud no tiene un único sentido. También se puede volver a casa
con dignidad.
Estas intervenciones a escala internacional requieren un gran trabajo en red…
Es lo fundamental para no desperdiciar energías y obtener resultados. En Italia, la Oficina Trata de la Usmi coordina un
red de casi 250 religiosas pertenecientes a unas setenta congregaciones
que gestionan aproximadamente una centenar de casas de acogida.
Además existe una red europea, Renate, y una internacional, Talita Kum.
Más otros varios grupos y comités que trabajan también a nivel de la
ONU, donde hacen presión y actúan a nivel jurídico. Esta Jornada
internacional creo que es también fruto de sus esfuerzos.
Además de las religiosas, ¿la Iglesia está haciendo algo más contra la trata?
A veces, a nuestras propias realidades de Iglesia les cuesta acoger el
grito del Papa Francisco, que en diversas ocasiones ha hablado contra
esta nueva esclavitud. Pero muchas cosas se están moviendo. Se está organizando en el Vaticano un segundo Simposium que implica aún más a los jóvenes.
Y junto a Talita Kum –que es parte de la Unión Internacional de las
Superioras Generales (Uisg)– y a otras organizaciones estamos trabajando
para llegar a una Jornada de oración y reflexión contra la trata, que
se celebrará por primera vez en toda la Iglesia católica el próximo 8 de
febrero, fiesta de Santa Bakhita, la pequeña esclava, liberada de sus
verdugos y convertida en santa.
(Traducción de Helena Faccia Serrano, Alcalá de Henares)
Anna Pozzi - Avvenire / ReL
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