Violetta es una
veinteañera alemana que tenía un particular aprecio a su abuela. Había
una razón añadida al natural amor de una nieta: "Siempre ha sido buena
con nosotros, me defendía a mí y a mis hermanos de nuestro padre, que nos pegaba", recuerda. Y era algo más que una protección física, pues también les alimentaba.
¿Cómo? "A lo largo de casi toda su vida ha sido adivina de cartas para ganar dinero.
El beneficio que sacaba de ello le servía para mantenernos a
nosotros", cuenta la joven. Violetta es católica, y también lo es su
abuela, al menos formalmente, pero, a los 88 años y gozando todavía de
buena salud, no pisaba la iglesia: "No recuerdo verla rezar o ir a Misa".
Un "hada buena" incapaz de rezar
Esto torturaba a su nieta, de buena formación cristiana, y sabedora de
que los futuros contingentes, es decir, todo aquello que depende del
libre albedrío de las personas, no los conoce ni el demonio,
y de que, por tanto, toda pretensión adivinatoria, incluso si se acude a
la invocación satánica, es inútil. "La consulta de horóscopos, la
astrología, la quiromancia, la interpretación de presagios y suertes,
los fenómenos de visión, el recurso a mediums encierran una voluntad de poder sobre el tiempo, la historia y, finalmente, los hombres,
a la vez que un deseo de granjearse la protección de poderes ocultos.
Están en contradicción con el honor y el respeto, mezclados de temor
amoroso, qu debemos solamente a Dios", dice el Catecismo de la Iglesia católica (n. 2116).
"Desgraciadamente para ella", recuerda Violetta en Amaos pensando
en la madre de su madre, "pasaba por ser un hada buena, así que la
gente acudía en masa a su domicilio para que les adivinara el futuro.
Cuando yo era pequeña, pensaba que todo eso era algo normal y no era consciente de que adivinar por las cartas es pecado y que podía traer muchas desgracias".
Cuando la señora empezó a padecer los achaques de la edad se trasladó a
Polonia a vivir con su hija, pero eso no cambió su animadversión a la
religión, aparentemente incomprensible. No veía sentido a la oración ni a
la misa: "Incluso cuando el año pasado murió el abuelo, no vino a la eucaristía".
En ocasiones confesabe que había "algo" que la asustaba y que temía la
muerte, pero era incapaz de rezar: "Mi madre quería llamar a un cura
para que la abuela pudiera confesarse, pero como no quería saber nada de
eso, no existía tal opción".
"Yo misma me acordaba siempre de la abuela en mis oraciones y le pedía a Jesús que tuviera misericordia de ella y que le diera la gracia de poder confesarse y recibir su perdón antes de morir", explica Violetta.
Para casos especiales... la Coronilla
Pero viendo que nada cambiaba, a finales de un mes de agosto la joven decidió rezar durante el mes de septiembre la Coronilla de la Divina Misericordia.
El 22 de septiembre recibió una llamada de teléfono: a la anciana la
habían llevado en ambulancia en hospital días atrás a consecuencia de un
infarto, y seguía ingresada: "Me horroricé pensando que quizás la
abuela no hubiera tenido tiempo de reconciliarse con el Señor, pero
luego nos enteramos de que mejoró".
Violetta intensificó su rezo de la Coronilla, pidiéndole a Jesús que la
abuela no muriera en aquel estado del alma: "Le suplicaba y lloraba...
Le pedía que le mostrara su misericordia y que viera las cosas buenas que ella había hecho por nosotros".
Y sucedió el milagro, que le contó así la misma anciana a su hija, y ésta a Violetta: “Pasó un cura por la habitación y lo llamé. Estuvo dos veces. Me confesé, comulgué y besé al sacerdote en la mano.
Mira, ahora me puedo morir”. El cura le dio a la abuela una pequeña
imagen de Jesús Misericordioso con la siguiente nota: “El día 22 de
septiembre se confesó y recibió la Sagrada Comunión”. Era el día del
cumpleaños de Violetta: "Querido Jesús, te lo agradezco de todo
corazón", concluye.
¿Cómo se reza la Coronilla de la Divina Misericordia?
Se utiliza un rosario normal.
Comenzar con un Padre Nuestro, Avemaría, y Credo.
Al comenzar cada decena, en las cuentas que en el rosario se utilizan para el Padre Nuestro, se dice:
"Padre Eterno, te ofrezco el Cuerpo,
la Sangre, el Alma y la Divinidad
de Tu Amadísimo Hijo,
Nuestro Señor Jesucristo,
para el perdón de nuestros
pecados y los del mundo entero."
En las cuentas pequeñas, que en el rosario se utilizan para el Ave María, se dice:
"Por Su dolorosa Pasión,
ten misericordia de nosotros
y del mundo entero."
Al finalizar las cinco decenas de la coronilla se repite tres
veces:
"Santo Dios, Santo Fuerte,
Santo Inmortal, ten piedad de
nosotros y del mundo entero."
La promesa de Jesús a Santa Faustina Kowalska (1905-1938, canonizada el año 2000)
“Hija Mía, anima a las almas a rezar la coronilla que te he dado. A
quienes recen esta coronilla, Me complazco en darles lo que Me pidan.
Cuando la recen los pecadores empedernidos, colmaré sus almas de paz y
la hora de su muerte será feliz. Escríbelo para las almas afligidas:
cuando un alma vea y conozca la gravedad de sus pecados, cuando a los
ojos de su alma se descubra todo el abismo de la miseria en la que ha
caído, no se desespere, sino que se arroje con confianza en brazos de Mi
misericordia, como un niño en brazos de su madre amadísima. Estas
almas tienen prioridad en Mi Corazón compasivo, ellas tienen preferencia
en Mi misericordia. Proclama que ningún alma que ha invocado Mi
misericordia ha quedado decepcionada ni ha sentido confusión. Me
complazco particularmente en el alma que confía en Mi bondad. Escribe:
cuando recen esta coronilla junto a los moribundos, Me pondré entre el
Padre y el alma agonizante no como el Juez justo sino como el Salvador
misericordioso” (Diario de Santa María Faustina Kowalska, n. 1541).
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