Por: José Bolio Halloran | Fuente: yoinfluyo.com
Por
un primer despertar. Por una sonrisa pura, sin dientes y con mucha
baba. Por un par de ojos que brillan como soles. Por una piel suave y
delicada. Por una noche de mal dormir. Por una risa suave que alegra
hasta el más triste de los rincones. Por un tierno gesto de sorpresa
ante los sabores desconocidos. Por un “ma-má” balbuceado.
Vida interrumpida
Por
unas rodillas percudidas. Por unos primeros e inseguros pasos. Por una
primer caída. Por una primer levantada. Por un primer día de escuela.
Por unos zapatos raspados. Por un primer amigo. Por un pastel con
velitas. Por un abrazo de oso. Por un beso baboso. Por una mirada de
amor. Por un “te amo” canturreado. Por un “me perdonas” susurrado. Por
un primer triunfo. Por una primer derrota. Por un grito alegre sin
razón. Por una caricia. Por una primer pelea. Por una primer
reconciliación. Por un sueño. Por un baile sin razón. Por una inocente
travesura. Por un “gracias”. Por una carcajada sin control. Por un
sollozo. Por una ocurrente y, a veces, incómoda pregunta. Por una
lágrima de felicidad. Por una primer fiesta. Por un primer amor. Por un
primer beso. Por una difícil decisión. Por un experimento fallido. Por
un primer trabajo. Un primer ascenso. Por un sí en el altar. Por un
hogar. Por un hijo. Por otro hijo… y, quizá, por otro. Por un primer
viaje. Por un hermoso paisaje. Por oír el trinar de los pájaros. Por una
meta cumplida. Por un esfuerzo recompensado. Por una sola vida llena de
alegrías y sinsabores, de éxitos y fracasos, de esperanzas, de
oportunidades, de sueños…
En México se registran alrededor de 80,000 abortos anuales. Demasiadas historias interrumpidas, cuentos sin contar, alegrías sin vivir. No seamos testigos silenciosos y pasivos.
Por
defender tan solo uno de estos milagros valdría la pena luchar sin
descanso día y noche hasta el último de nuestros alientos. Arriesgar la
propia vida. Perder hasta el último centavo. Porque son estas maravillas
las que le dan sentido a la vida. Afortunadamente, no hay que llegar a
tanto. Con muy poco podemos hacer mucho.
El
esfuerzo constante y alegre. El sacrificio desinteresado. La aportación
generosa. El comentario valiente. La actitud congruente. El valioso
tiempo. El conocimiento útil. El consejo oportuno. La opinión informada.
Son éstas nuestras armas contra los cada vez más enemigos de la vida
humana.
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