Por: María Lourdes Quinn | Fuente: InfoCatolica.com
A
lo largo de los años he intentado animar a mis hijos a rezar el Rosario
con una mezcla de éxitos y fracasos, y por tanto admiro a las madres
que me dicen que rezan el Rosario todas las noches en familia y también
la labor de la Armada Blanca.
Uno podría pensar que quizá es demasiado
pedir a niños pequeños rezar el Rosario todos los días, pero eso es
precisamente lo que hizo la Santísima Virgen María cuando se apareció a
tres pastorcillos en Fátima. Cuando empezaron sus apariciones el 13 de
mayo de 1917, Lucía tenía 10 años, Francisco 8 años, y Jacinta solo 7
años y no se pasaban todo el día en la iglesia.
¿Qué estrategias usó nuestra Sra. de Fátima para lograr que esos tres niños rezaran el Rosario cada día con devoción?
1) Dar ejemplo de cómo rezar, hasta antes de mencionar el Rosario.
Antes
de las apariciones de la Virgen, Dios mandó al Ángel de Portugal para
decirles a los niños: “¡Orad conmigo!”. Les dio ejemplo y les enseñó
simples oraciones, asegurándoles:
“Los Corazones de Jesús y María están
atentos a la voz de vuestras súplicas”. Cuando les encontró no rezando
al aparecerse a ellos la segunda vez, les exhortó: “¿Qué estáis
haciendo? ¡Rezad! ¡Rezad mucho!” y les reveló: “Los corazones de Jesús y
de María tienen sobre vosotros designios de misericordia”. En su 3ª.
aparición, les demuestra la Presencia del Señor en el Santísimo
Sacramento, postrándose ante Él. Ya les demuestra la necesidad de la
oración y la actitud que deberían de tener, como podemos hacer los
padres con nuestros hijos desde su infancia.
2) Insistir amablemente.
En
cada una de sus seis apariciones en Fátima, la Santísima Virgen María
repite su petición de que los pastorcillos recen el Rosario todos los
días y que continúen a hacerlo. Si la Virgen María no se contentó con
decirlo una vez, no deberíamos de desanimarnos si hemos de insistir con
cariño una y otra vez para que nuestros hijos tomen la costumbre de
rezar el Rosario todos los días
.
3) Demostrar que nos importa.
La
Virgen se mostró a veces triste, apelando a la compasión de los
pastorcillos. Explica Lucía: “Delante de la palma de la mano derecha de
nuestra Señora estaba un corazón rodeado de espinas que parecían
clavarse en él. Entendimos que era el Corazón Inmaculado de María,
ultrajado por los pecados de la humanidad, y que quería reparación.”
(2ª. Aparición Virgen) Añade también que en su última aparición a los
pastorcillos, la Ssma. Virgen María “tomando aspecto más triste dijo:
-‘Que no se ofenda más a Dios Nuestro Señor, que ya es muy ofendido.” Si
de verdad nos importa la oración, los niños se darán cuenta de ello.
4) Recordarles la necesidad de reparación para evitar el infierno.
A
veces podríamos pensar que hablar sobre el infierno y sobre los peca
dos
podría asustar demasiado a los niños, pero la Santísima Virgen María no
se anduvo con rodeos y hasta les mostró una visión del infierno en su
tercera aparición, pidiéndoles:
“Cuando recéis el rosario, decid después
de cada misterio: ‘Jesús mío, perdónanos, líbranos del fuego del
infierno, lleva todas las almas al cielo, especialmente las más
necesitadas’”.
En su cuarta aparición insistió: “Rezad, rezad mucho y
haced sacrificios por los pecadores, porque muchas almas van al infierno
por no tener quien se sacrifique y rece por ellas". Si la más tierna de
las Madres no les evitó a los pastorcillos pensar en el infierno,
tampoco deberíamos de tener miedo de hacerlo con nuestros hijos, por su
bien.
5) Recordarles que el esfuerzo será premiado.
La
Virgen motivó a los pastorcillos también revelándoles lo que podrían
obtener rezando el Rosario. En su primera aparición dijo que Francisco
iría al Cielo, “pero tiene que rezar antes muchos rosarios” y les animó a
todos: “Rezad el rosario todos los días para alcanzar la paz del mundo y
el fin de la guerra". Dio el mismo fin en su tercera aparición,
añadiendo además que se rezara para impedir mayores castigos. En sus
cuartas y quintas apariciones prometió hasta la cura física de algunos
enfermos. Les alentó con recompensa inmediata, apareciéndose su segunda y
tercera vez tras el rezo del Rosario. Para que no se desanimaran, les
aseguró: “Al final, mi Inmaculado Corazón triunfará” (3ª. Aparición).
La
Iglesia Católica anima de la misma forma a los fieles, concediendo
indulgencia plenaria al rezo del Rosario en la iglesia o en familia,
según el “Manual de Indulgencias de la Penitenciaría Apostólica” (1986)
bajo las condiciones usuales indicadas en las
“Normas sobre las indulgencias” [Si no se cumplen las condiciones, la indulgencia es parcial]:
“1. Basta el rezo de sólo una tercera parte del rosario: pero las cinco decenas deben rezarse seguidas.
2. A la oración vocal hay que añadir la piadosa meditación de los misterios.
3. En el rezo público, los misterios deben enriquecerse de acuerdo con
la costumbre admitida en cada lugar; en el rezo privado, basta con que
el fiel cristiano junte a la oración vocal la meditación de los
misterios. (48)”
De
esta forma concreta los fieles están asegurados de que sus oraciones
hacen una gran diferencia a sí mismos o a las almas en el Purgatorio (a
quienes se les puede aplicar las indulgencias obtenidas). El mismo Señor
concedió a la Iglesia por medio de sus apóstoles este poder como
administradora de gracia: “Recibid el Espíritu Santo; a quienes les
perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los
retengáis, les quedan retenidos” (Juan 20, 23).
Confiemos,
pues, en los consejos de la Virgen María de rezar el Rosario todos los
días y también en el poder de su intercesión ante el Señor.
Este artículo fue publicado originalmente por nuestros aliados y amigos: |
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