Todo comenzó habiendo recibido permiso para entrevistar brevemente a Teresa de Calcuta.
Arturo Guerra
"... del Niño Jesús"
…Así que un viaje más. Esta vez a Lisieux, Francia, 1890.
Como buen periodista, me documenté antes de entrevistar a
Resulta que esta Teresa fue una monja de clausura, es decir una de esas mujeres que se encierran en un convento y no salen si no es para visitar al médico o si algún papa viene a
Quería una entrevista
Ya documentado y con aquel santoral guardado en mi mochila, me encaminé hacia el convento. Crucé una primera puerta y me topé con una especie de cilindro descubierto en una de sus mitades y que giraba sobre su propio eje; ahí fuera había una campanita que toqué. Al cabo de dos minutos, una voz lejana de mujer, me dijo desde el otro lado algo así como:
– Avemariapurísima.
– Mire... no... eh... yo soy un periodista interesado en hablar con Teresa del Niño Jesús.
Me indicó que el tiempo del día para visitas estaba a punto de terminar pero que lo iba a consultar con
En el locutorio
– ¿Eres tan amable de pasar al cuartito que está en la primera puerta que ves a tu derecha?
Entré. Era una sala pequeña. En uno de sus cuatro lados tenía una extraña reja por donde apenas se podía ver algo de lo que había allá dentro. Había una silla y me senté. Pasados dos minutos oí que se acercaba alguien. Recordé el consejo de un profesor sobre las ruedas de prensa: los momentos de más vida, fotográficamente hablando, eran esos pocos segundos en que el conferencista llegaba y se colocaba... Y, si bien, no traía cámara, me dispuse a presenciar con atención estos segundos. Ella se detuvo ante
– Buenas tardes, ¿usted es
– No te preocupes.
– ¿No va a abrir esta puerta o ventana enrejada para que podamos hablar?
Escuché una risa. Me explicó que el lugar donde estábamos era un locutorio y que las monjas hablaban con las visitas así, desde el otro lado de la reja, que lo vivían como una expresión de su decisión de dejar el mundo y de vivir sólo para Dios... ¡Vaya conferencia de prensa!... No tuve más remedio que iniciar la sesión de preguntas:
Don Bosco
– Mire, yo quiero plantearle una duda, sólo una, espero no quitarle mucho tiempo: ¿No es la fe un acto irracional y fanático del ser humano?
La vi sonreír ligeramente y me dijo:
– Yo creo que Don Bosco podría explicarte mejor que yo. Hay algunos libros sobre su vida. Él murió cuando yo tenía 15 años. No sé si necesites más detalles.
– No, muchas gracias.
– Bien, que Dios te guarde, señor periodista.
La misma jugada... Si al menos me respondieran con nombres que yo conozco. Pero, ¡ah!, no... todos unos desconocidos...
Salí del convento y me fui a la plaza que estaba enfrente. Saqué el santoral, que comenzaba ya a ser una especie de guía de viajes. Busqué el índice. Encontré a Juan Bosco:
Un sacerdote italiano que fundó escuelas y talleres para la formación de pobres. Empezó con un puñado de niños abandonados invitándoles a jugar y rezar. Después fundó un oratorio, que era una especie de centro juvenil abierto los domingos y donde ofrecía talleres técnicos y cursos académicos. Esa experiencia se multiplicó. Fundó dos congregaciones religiosas. Hasta se metió en los medios de comunicación: él y los suyos editaban algunos periódicos y revistas... Al parecer, otro padrecito periodista... (Continuará).
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