sábado, 15 de enero de 2011

CATALINA DE GENOVA Y LA EXPERIENCIA DEL PURGATORIO







CIUDAD DEL VATICANO, 12 ENE 2011 (VIS).-


Benedicto XVI dedicó la catequesis
de la audiencia general de los miércoles, celebrada en el Aula Pablo VI y a
la que asistieron 9.000 personas, a santa Catalina de Génova (1447-1510),
autora de dos libros: "El tratado sobre el purgatorio" y "El diálogo entre
el alma y el cuerpo".
Catalina recibió en su hogar una buena educación cristiana. Se casó a los
dieciséis años y su vida matrimonial no fue fácil. Al principio llevaba una
existencia mundana que le causó un profundo sentido de vacío y amargura.
Tras una particular experiencia espiritual, en la que ve con claridad sus
miserias y defectos, al mismo tiempo que la bondad de Dios, nace la decisión
de cambiar de vida e iniciar un camino de purificación y comunión mística
con Dios. El lugar de su ascenso a las cimas de la mística fue el hospital
de Pammatone, el más grande de Génova, del que fue directora.
"Desde su conversión hasta su muerte -observó el Papa- no hubo
acontecimientos extraordinarios, pero dos elementos caracterizaron toda su
existencia: por una parte la experiencia mística, la profunda unión con
Dios, (...) y por otra, (...) el servicio al prójimo, sobre todo a los más
necesitados y abandonados".
"Nunca debemos olvidar -subrayó el Santo Padre- que cuanto más amamos a
Dios y somos constantes en la oración, mas amaremos realmente a los que
tenemos cerca, porque seremos capaces de ver en cada persona el rostro del
Señor, que ama sin límites ni distinciones".
Benedicto XVI se refirió después a las obras de la santa, y recordó que
"en su experiencia mística, Catalina no tuvo revelaciones específicas sobre
el purgatorio o las almas que se están purificando". La santa no presenta el
purgatorio "como un elemento del paisaje de las vísceras de la tierra: no es
un fuego exterior, sino interior. (...) No se parte del más allá para narrar
los tormentos del purgatorio (...) e indicar después el camino para la
purificación o la conversión, sino que se parte de la experiencia interior
del ser humano en camino hacia la eternidad".
Por eso, para Catalina "el alma es consciente del inmenso amor y de la
perfecta justicia de Dios y, en consecuencia, sufre por no haber respondido
de forma perfecta a ese amor mientras que el amor mismo de Dios (...) la
purifica de las escorias de su pecado".
En la mística genovesa se encuentra una imagen típica de Dioniso el
Areopagita, explicó el Papa: la del hilo de oro que une el corazón humano a
Dios. "Así el corazón humano -agregó el pontífice- se llena del amor de Dios
que pasa a ser la única guía, el único motor de su existencia. Esta
situación de elevación hacia Dios y de abandono a su voluntad, expresada en
la imagen del hilo, es utilizada por Catalina para expresar la acción de la
luz divina sobre las almas del purgatorio, luz que las purifica y las eleva
hacia los esplendores de la luz resplandeciente de Dios".
"Los santos, en su experiencia de unión con Dios -recalcó el Santo Padre-
alcanzan un saber tan profundo sobre los misterios divinos en el que se
compenetran el amor y el conocimiento, hasta el punto que sirven de ayuda a
los teólogos en su dedicación al estudio".
"Con su vida -concluyó el Papa-, Catalina nos enseña que cuanto más amamos
a Dios y entramos en intimidad con El en la oración, tanto más El se nos
revela y enciende nuestro corazón con su amor. Escribiendo sobre el
purgatorio, la santa nos recuerda una verdad fundamental de la fe que para
nosotros representa una invitación a rezar por los difuntos para que lleguen
a la visión beatífica de Dios en la comunión de los santos".
"El servicio humilde, fiel y generoso que la santa prestó toda su vida en
el hospital de Pammatone es, además, un ejemplo luminoso de caridad para
todos y un estimulo particular para las mujeres que contribuyen con sus
valiosas obras, llenas de sensibilidad y atención hacia los más pobres y
necesitados, al bien de la Iglesia y de la sociedad".

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