El P. John Flynn habla del fruto del
debilitamiento del matrimonio y la familia a través de este análisis de
fondo sobre la situación mundial de la infancia.
Por: Padre John Flynn | Fuente: zenit.org
ROMA,
domingo, 4 marzo 2007 (ZENIT.org).- Un informe sobre el bienestar de
los niños, publicado el 14 de febrero por el Centro de Investigación
Innocenti de UNICEF, ha provocado un examen de conciencia.
El
«Innocenti Report Card 7» es el último de una serie de informes del
Fondo para la Infancia de Naciones Unidas pensados para supervisar y
comparar la situación de los países desarrollados a la hora de asegurar
los derechos de sus niños.
Se utilizan seis medidas para
controlar el estado de felicidad de los niños: bienestar material,
salud, educación, relaciones familiares y con sus compañeros,
comportamientos y riesgos, y la sensación subjetiva de bienestar de los
propios jóvenes.
Una nota de prensa de UNICEF explicaba que los
pequeños países del norte de Europa dominaban los primeros puestos. No
obstante, no había una relación constante entre la riqueza de un país y
el bienestar del niño. El puesto ocupado en la lista está lejos de
mostrar una imagen clara, puesto que ningún país está entre los tres
mejores en las seis medidas.
Gran Bretaña está colocada en la
cola en tres de las seis categorías, y cerca de la cola en otras dos, un
resultado que trajo consigo angustiados reportajes de prensa sobre la
situación de los niños británicos. Estados Unidos se colocó en el
penúltimo lugar en la media general de todas las medidas.
Algunos
comentaristas apuntaban, sin embargo, graves defectos en los métodos
del informe. «Hay demasiadas afirmaciones tajantes basadas en evidencias
tendenciosas», declaraba el 15 de febrero Steve Richards en las páginas
del periódico británico The Independent. Apuntaba que los datos del
informe proceden de los años 2000-2003, y que desde entonces la
situación de los niños ha mejorado en Gran Bretaña.
Christopher
Caldwell, escribiendo el 17 de febrero en el Financial Times, observaba
que la sección sobre pobreza del informe era engañosa. Según las tablas,
países como Estados Unidos y Gran Bretaña sufren más de pobreza
infantil que naciones como Grecia. De hecho, lo medido por el informe es
la desigualdad, y no la pobreza, con resultados que favorecen a los
países con sistemas de bienestar más generosos y niveles inferiores de
inmigración.
Ruptura familiar
Pronto surgieron otros
comentarios sosteniendo que, si a los niños británicos les va mal, una
de las principales causas es la desintegración de la vida familiar, algo
que no remedia con más gastos del gobierno. Tanto Gran Bretaña como
Estados Unidos tienen en común un nivel más alto de rupturas familiares
que el resto de los países examinados, según indicaba Philip Johnston en
el Telegraph el 15 de febrero.
Johnston observaba que el
estudio encontró evidencias sustanciales de que a los niños en familias
con un solo progenitor o de adopción les tiende a ir peor que a aquellos
que viven con ambos padres biológicos.
En un artículo que
acompañaba al anterior, Lesley Garner opinaba que mejorar el bienestar
de los niños en Gran Bretaña no significaba gastar más dinero, sino más
bien poner a los niños como lo primero. Esto significa que los padres
deberían pasar más tiempo con sus hijos y construir relaciones
familiares más sólidas. Garner sostenía que hacen falta otras medidas,
que van desde comer juntos en familia a enseñar buenas maneras y animar
más en las actividades deportivas.
El escritor Oliver James, en
el Times del 15 de febrero, se quejaba del gobierno laborista por
perseguir «políticas que animaban a más padres de niños pequeños a
incorporarse al mercado laboral y poner las exigencias de sus carreras
por delante de las necesidades de sus hijos».
También el 15 de
febrero el comentarista del Daily Mail, Stephen Glover, pedía al
gobierno que cambiara el sistema de impuestos y dejara de penalizar a
las parejas casadas. En los últimos años, observaba, los sucesivos
gobiernos británicos han quitado a las familias la mayoría de las
protecciones legales y fiscales de las que gozaron antaño.
Minette
Marrin, escribiendo en el Sunday Times del 18 de febrero, criticaba
también al gobierno por sus políticas fiscales que obligan a las mujeres
a trabajar en vez de pasar más tiempo con sus hijos como muchas de
ellas preferirían.
También recomendaba un cambio cultural, y
pedía «la desaprobación moral» hacia las madres solteras y los hombres
que abandonan a sus hijos. En lugar de tener miedo de «juzgar»,
afirmaba, la sociedad debería desaprobar tales acciones, debido a los
problemas sociales que causan.
Conflicto en Italia
La
necesidad de defender la familia es también un tema caliente en Italia.
A principios del mes de febrero, el gobierno reveló una ley que daría
reconocimiento legal, y una serie de ventajas, a las parejas de hecho,
incluyendo a las del mismo sexo.
La medida despertó un acalorado
debate con muchos obispos y organizaciones católicas sosteniendo que la
ley propuesta socavará la vida familiar.
Carlo Casini, director
del Movimento per la Vita italiano, escribió un libro sobre temas
relacionados con la vida familiar poco antes de la presentación de la
actual propuesta. El libro se titulaba: «Unioni di fatto, matrimonio,
figli: tra ideologia e realtà» (Uniones de hecho, matrimonio, hijos:
entre ideología y realidad), publicado por la Società Editrice
Fiorentina.
Casini observa en su libro cuánta gente busca el
reconocimiento legal de las relaciones del mismo sexo basándose en la
necesidad de evitar una discriminación injusta contra los homosexuales.
Otros sostienen que un hombre y una mujer que viven en una relación de
hecho, y que se aman mutuamente, no son diferentes de una pareja casada.
Casini comenta que responder a este desafío al estatus
tradicional del matrimonio y de la familia significa reflexionar sobre
la naturaleza de estas instituciones. Según el líder pro vida, cuando la
Iglesia católica, los cristianos, o grupos políticos defienden el
matrimonio entre un hombre y una mujer, y la familia que forman como
resultado, no es discriminación, o la imposición de principios
religiosos a una sociedad secular moderna.
Casini precisa que la
Declaración Universal de los Derechos Humanos de las Naciones Unidas
defiende a la familia: «La familia es el elemento natural y fundamental
de la sociedad y tiene derecho a la protección de la sociedad y del
Estado» (Artículo 16).
Además, las constituciones de algunos de
los estados europeos mencionan de forma específica la familia porque
desempeña un papel vital en la sociedad.
Proteger el matrimonio y
la familia cae dentro del papel de estado de promover el bien público
general de la sociedad. Si la vida familiar falla, a su vez tendrá un
efecto perjudicial en la sociedad y en el estado.
Defender la institución
El
Papa también ha hablado repetidamente en las últimas semanas para
defender el matrimonio y la familia. El matrimonio tiene una verdad
propia, basada en «la realidad sexualmente diferenciada del hombre y de
la mujer, con sus profundas exigencias de complementariedad, de entrega
definitiva y de exclusividad», declaraba a los miembros de la Rota
Romana el 27 de enero.
«Sabemos bien que la familia fundada en
el matrimonio constituye el ambiente natural para el nacimiento y la
educación de los hijos y, por tanto, para garantizar el futuro de toda
la humanidad», indicaba Benedicto XVI en su mensaje del Ángelus el 4 de
febrero.
El Pontífice observaba que la institución del
matrimonio está en crisis, y que se enfrenta a muchos desafíos. «es
preciso defenderla, ayudarla, tutelarla y valorarla en su unicidad
irrepetible», insistía.
El 12 de febrero, dirigiéndose a los
participantes en el Congreso Internacional sobre la Ley Moral Natural
convocado por la Pontificia Universidad Lateranense, el Papa habló
incluso más claramente sobre la necesidad de rechazar las medidas
legislativas que debiliten el matrimonio y la familia.
Si una
ley humana va contra lo que está escrito en nuestros corazones y en
nuestra naturaleza sobre el matrimonio, Benedicto XVI indicaba que la
sociedad quedará «dramáticamente herida».
Apenas cinco días
después, hablando a los representantes pontificios reunidos en Roma para
preparar la V Conferencia General del Episcopado de Latinoamérica y el
Caribe, el Santo Padre afirmaba que era necesario dar prioridad a la
familia. El matrimonio y la familia se basan en la verdad íntima sobre
la persona humana, afirmaba el Pontífice.
Desgraciadamente, observaba, el estatus legal de la familia está siendo atacado por muchos grupos de presión.
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