Arturo Guerra
De unos a otros
…Así que emprendí el viaje. ¡Vaya viaje!... Destino: Cracovia, Polonia, 1922. Pude llegar a las oficinas de Kolbe. Le dije:
– Señor Kolbe, fíjese que
El franciscano me miró un tanto sorprendido y me preguntó que quién era esa madre. Me di cuenta del anacronismo y ya no insistí. Le pedí sólo un favor: que me respondiera a una pregunta. Accedió y lancé mi cuestión:
– Señor Kolbe, ¿qué sentido tiene la vida de una persona que renuncia al mundo y se hace sacerdote o se encierra en un convento para seguir a un supuesto Dios? ¿No es eso más bien como una huida de los verdaderos problemas de la sociedad?
El señor Kolbe me miró todavía más sorprendido, sonrió y me dijo:
– ¿Ha oído hablar de Teresa de Lisieux? Quizá ella sepa responderle mejor que yo, aunque ya hace varios años que murió, cuando yo era un niño de tres o cuatro años.
– Gracias, señor Kolbe.
Ya afuera, me senté unos momentos. Estaba enojado. Aquellos monjes y monjas me estaban remitiendo a fuentes más antiguas y no me respondían... Pero... bien, yo ya estaba metido en esto y no me iba a echar para atrás... Para descansar un poco, seguí leyendo en mi libro la historia del fraile periodista...
En 1926, Kolbe se resintió de
De la mano de la Inmaculada
En Grodno ya no cabían, pero cerca de Varsovia surgió una opción aceptable: un terreno junto a la casa de un tal conde Lubecki. Kolbe acudió al sitio y colocó discretamente una estatuita de
Le llamará al lugar Niepokalanów, que en polaco significa ciudad de
Aumentó la tirada de El Caballero y creció la ciudad de
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